Se derramó la sangre, no solo para conquistar
libertades políticas, libertades sociales, libertades sindicales; el
derecho a que se respete al ciudadano en su integridad física, el
derecho a que se le respete como el valor fundamental de la
sociedad; ¡sino también el derecho a la felicidad del ciudadano: el
derecho a adquirir una cultura, el derecho a ganarse la vida y a
satisfacer sus necesidades materiales lo más ampliamente posible, el
derecho a percibir los frutos de su tierra!
¿Dónde está el pecado, dónde está el crimen, dónde
está el mal que implique el tratar de hacer la felicidad de un
pueblo? ¿Dónde está el crimen en tratar de hacer justicia? ¡¿Dónde
está el crimen en tratar de defenderse de los privilegios nacionales
o internacionales con los cuales se han labrado nuestras desgracias,
nuestros dolores, nuestras penas, nuestras amarguras?! ¡¿Dónde está
el crimen de querer ser libre, dónde está el crimen de querer ser
soberano, dónde está el crimen de querer ser honesto, dónde está el
crimen de querer implantar justicia, dónde está el crimen de querer
acabar con la ignorancia, con los niños descalzos, con los hombres
sin ropa, con los hombres y las mujeres sin trabajo?! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
¿Dónde está el crimen en querer poner fin a la
explotación de las mujeres, a la discriminación del cubano negro?
¿Dónde está el crimen en querer poner fin a las inmoralidades, a los
negocios turbios, a la malversación de los bienes del Estado? ¿Dónde
está el crimen en querer poner fin a la injusticia aquí, a la
tortura, a la opresión, a la politiquería, a la inmoralidad que ha
estado oficiando nuestra vida pública? ¿Dónde está el crimen en
querer labrar la felicidad de nuestro pueblo, en querer brindarle a
nuestro pueblo todo lo que pueda obtener con su trabajo, todo lo que
pueda obtener de su tierra feraz y hermosa? ¿Dónde está el crimen en
querer que este pueblo reciba al fin la herencia de tantas
generaciones como las que se han sacrificado? ¿Dónde está el crimen
en querer que nuestro pueblo reciba los beneficios y lo que desearon
para él desde los primeros cubanos que murieron en la lucha de 1868
y los que murieron en 1895, y nuestros próceres, y nuestros
apóstoles, y los que murieron en la lucha por establecer una
república mejor...?
¡¿Qué derecho tienen a venir a meterse en nuestros
problemas, qué derecho tienen a venir aquí a tratar de atacarnos y
de calumniarnos ante el mundo porque queremos hacer la felicidad de
la patria?! (APLAUSOS PROLONGADOS.) ¿Qué derecho tienen a querer
mantenernos en la abyección, en la ignorancia, en la miseria? Pues,
¡no! Somos un pueblo pequeño, pero un pueblo digno; somos un pueblo
pequeño, pero un pueblo entero y un pueblo unido.
No les habla un demagogo. Más de una vez he tenido
que emitir opiniones que quizás no coincidan con las personas que me
están oyendo. He convertido en una ley de mi conducta con el pueblo
decirle siempre la verdad, ser franco, ser sincero, ser honesto, no
hablarle por conquistar simpatías. Porque si algunos han llegado al
poder con el máximo de simpatía con que pueden llegar los
gobernantes, esos hemos sido nosotros. Si después de tener el
aplauso de todo el pueblo nos hemos dedicado a trabajar con más
ahínco que nunca, con más ahínco que nadie, eso es sencillamente la
prueba más elocuente de nuestra devoción a esta causa, de nuestra
sinceridad con el pueblo, porque no tenemos que trabajar para
buscarnos el aplauso que ya teníamos; al contrario, sé que haciendo
leyes revolucionarias nos vamos a ganar enemigos que no teníamos,
nos vamos a ganar críticas que no teníamos; sé que mientras más
leyes revolucionarias hagamos, más van a tratar de calumniarnos ante
el mundo, más van a tratar de confundir al pobre mundo, a la pobre
América la van a tratar de mantener en el oscurantismo y en la
ignorancia [...]
"Un principio justo" —como dijo Martí—, "desde el
fondo de una cueva, puede más que un ejército." Y con ese instinto
que tienen los pueblos para conocer la verdad, con ese olfato que
tienen los pueblos, los pueblos de nuestra América, a pesar de la
calumnia, a pesar de los cables internacionales, a pesar de las
mentiras, cada vez se sentirán más unidos al pueblo de Cuba, y mucho
más en la misma medida en que la Revolución se haga. Y aquí la
Revolución se hará, la Revolución se hará, ¡porque nada ni nadie
podrá detenerla!; la Revolución se hará, porque mientras haya un
pueblo como este, y mientras haya gobernantes dignos, la Revolución
seguirá adelante.