[...] Nosotros nunca habíamos sido independientes,
nunca. Decían que esta era una república soberana e independiente, y
eso era mentira. Aquí el embajador americano era el que daba órdenes
y gobernaba en la mayor parte de los casos.
Habían acostumbrado al pueblo de tal manera a mirar
para los americanos, que yo me acuerdo que en los primeros tiempos
de la campaña de la Sierra Maestra, a cada rato llegaba corriendo un
campesino y me decía —como quien traía una buena noticia—: óigame,
hay siete barcos americanos que están llegando a La Habana, y dicen
que los americanos van a intervenir. Habían acostumbrado al pueblo a
pensar que intervenir era una cosa buena; que, por ejemplo, para
quitarse la dictadura de encima que intervinieran los americanos era
una cosa buena. Habían acostumbrado a muchos cubanos a eso. A tal
grado habían llegado la irresponsabilidad y el entreguismo aquí, en
este país, que le habían creado al pueblo un complejo de impotencia.
El pueblo no se sentía libre, se sentía como quien
tiene que estar dependiendo de un extranjero. Esto en el orden
político, porque en el orden económico desgraciadamente estamos
dependiendo todavía. Y es otra de las batallas que tenemos que
librar aquí para hacer libre económicamente al país.
Pero les decía que el pueblo cubano nunca se sintió
libre. ¿Cuándo se ha sentido el pueblo cubano enteramente libre por
primera vez? [...]
[...] se creen que nosotros somos un pueblo esclavo,
como se creen que nosotros no tenemos derecho a nuestra felicidad. Y
son las que pagan las campañas de descrédito contra el pueblo de
Cuba, son las que están hablando de intervenciones, son las que
están siempre amenazando con medidas económicas.
Sabemos que van a poner el grito en el cielo, pero
eso no nos importa. Van a perder los latifundios, porque es la
voluntad del pueblo de Cuba. ¡Y frente a esa voluntad no puede pasar
nada ni nadie! Quiero que lo sepan.
¿Que toman medidas económicas? Pues no importa que
las tomen. ¡En definitiva, nosotros somos un pueblo que está
dispuesto a todos los sacrificios! ¡Nosotros somos un pueblo que
está dispuesto a privarse del cine, del automóvil y de todos los
lujos! Y si no todo el pueblo, ¡el 98% del pueblo está dispuesto a
hacer todos los sacrificios!
Si para aplastar a la Revolución toman medidas
económicas contra nosotros, nos rebajan la cuota de azúcar o toman
la medida que sea, no importa. ¡Nosotros idearemos otras medidas
para resolver nuestros problemas!
Yo lo que sí les digo, es que les advierto a esos
intereses que no vayan a cometer el error de tratar de adoptar
medidas agresivas de ningún orden contra nuestro pueblo. Si las
adoptan en el orden económico, reuniremos al pueblo y le diremos:
Los enemigos de nuestra libertad, los amigos de Batista, los que han
dado albergue a Masferrer, los que han dado albergue a Laurent, los
que han dado albergue a los criminales de guerra; esos que quieren
que el país retroceda, esos que quieren que aquí Batista vuelva,
esos han adoptado medidas económicas para hacer fracasar a la
Revolución. Entonces le diremos: ¡Pueblo, este es el momento de
todos los sacrificios! Renunciamos entonces a todo lo que sea lujo,
renunciamos al cine, renunciamos a todo artículo que sea necesario
renunciar. [...]