Nadie tiene derecho a trazarle pautas a Cuba en el extranjero

(Fragmentos del discurso en la concentración popular, en el Palacio Presidencial. La Habana, 16 de enero de 1959)

[...] Ahora que no hay Enmienda Platt, ni tienen a quién comprar, ni a quién sobornar, comienzan a querer debilitar la Revolución Cubana con una campaña de difamación calumniando a una Revolución en la que tiene puestos sus ojos América entera y calumniando porque no quieren que siga siendo el ejemplo de esta América que ha sufrido tanto. Han tratado de impresionar a la opinión pública de otros países con los cables internacionales, pero de tal manera que en algunos países han sorprendido a algunos ingenuos y se han puesto a mandar cables pidiendo que suspendan las ejecuciones, consecuencia de la campaña de difamación a través de los cables internacionales. Pero eso no es problema. Al pueblo de Cuba hay que oírlo, y la respuesta va a ser medio millón de personas reunidas. [...]

[...] Y les vamos a enseñar a los que tan tempranamente han mostrado ya las garras que el pueblo de Cuba sabe defenderse. Somos un pueblo pequeño, pero digno; somos un pueblo pequeño, pero que tiene una conciencia muy alta; somos un pueblo pequeño, pero que tiene un valor muy grande. Y los hechos lo acaban de demostrar: un pueblo desarmado y sin entrenamiento, sometido al peor terror que se ha conocido en la historia de América, ha desarmado a un ejército que tenía cerca de 40 000 hombres. Y eso no se puede lograr jamás cuando no hay un pueblo de verdad capaz de realizar esa proeza. [...]

[...] Hasta el último trabajador, el último estudiante, el último ciudadano, deben estar aquí presentes, porque esta va a ser una prueba decisiva para el pueblo de Cuba, porque así el pueblo de Cuba le va a hablar al mundo. Demostraremos que todo el pueblo está junto a la justicia y en defensa de la soberanía nacional. Porque aquí el problema no está en que no quieren que se castigue a los asesinos, el problema está en que quiénes son ellos para meterse en los problemas internos de Cuba. El problema está en demostrar que nadie tiene derecho a trazarle pautas al pueblo de Cuba en el extranjero.

Hay que estar presente no solo para defender la justicia, el porvenir de la patria y para evitar que el día de mañana haya venganza; porque si los criminales de guerra quedan impunes, los familiares de las víctimas se creerían con derecho a tomar la venganza por sus manos. Se trata, principalmente, de defender nuestro derecho a la soberanía. Aquí nunca nadie se pone a hablar de que nosotros vamos a intervenir en la Florida, ni en Virginia, ni en Nueva York; el mero hecho de que se pongan a hacer declaraciones de que si no van a intervenir, es ya un insulto porque la libertad no la tenemos porque ellos quieran, sino porque la hemos ganado, porque es un derecho de todas las naciones del mundo, y porque, además, sabemos defenderla. [...] Si quieren relaciones amistosas que empiecen por no amenazar, porque no puede haber diplomacia detrás de la amenaza, porque eso es una humillación, una ofensa y una imposición.

Y si quieren buenas relaciones con el pueblo de Cuba, lo primero que tienen que hacer es respetar su soberanía y que no se vuelva a hablar nunca de si intervenimos o no, porque nosotros nunca estamos hablando de si intervenimos o no en los Estados Unidos, y somos iguales, y tenemos los mismos derechos.

Eso, compatriotas, el derecho, el respeto al pueblo de Cuba, el derecho a nuestra soberanía, es el que vamos a defender con nuestra presencia multitudinaria. [...]
   

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