(Fragmentos del discurso en el almuerzo homenaje que el Club de
Leones ofreció al Ejército Rebelde. La Habana, 13 de enero de 1959)
Uno de los problemas más espinosos que confrontamos es el de los
criminales de guerra. Hay cada crimen que no es posible admitir la
idea de que quede impune. Hay casos de oficiales del ejército que
han asesinado en una sola tarde 53 campesinos, como el señor Sosa
Blanco. El capitán Grao asesinó 30 campesinos en Ojo de Agua, en una
sola tarde. No se debe prolongar la situación de muchos presos que
no tienen crímenes pendientes, pero que están presos como medida de
precaución mientras se investiga. La Revolución Cubana ya está
recibiendo críticas, se las están haciendo desde los Estados Unidos.
¿Por qué, me pregunto? Porque no se tiene de qué atacar a la
Revolución y ya se empieza a sembrar la duda sobre ella; hay
intereses que temen, hay compañías que temen que se les quiten
algunas concesiones inmorales. Lo mismo que con lo de la misión
militar.
Si el precio de que nos defiendan es que la tengamos ahí, no la
vamos a tener porque no queremos espías dentro de las fuerzas
armadas de la república, ni conspiradores. [...]
[...] No hay derecho a que sigamos manteniendo a los que
estuvieron enseñando a los soldados a matar cubanos. Porque eso es
un impudor. A esos militares se les trata con decencia y hablaremos
con ellos cuando tengamos que hacerlo, que es criterio nuestro,
salvo una orden que tengamos del Presidente (Nr: Manuel Urrutia
Lleó) de la república, que agarren las maletas y se trasladen a
los Estados Unidos. Estamos observando una cosa y es el curso de la
Revolución y tenemos que defenderla ante la opinión pública, y ante
la opinión pública de los Estados Unidos, porque allí tendremos
amigos, muchos amigos, cuando les hablemos con razón y les digamos
los errores que está cometiendo el gobierno, la explotación de que
quieren hacer víctima al pueblo algunos intereses y que no son
precisamente el pueblo de los Estados Unidos. [...]
... aquí, donde somos consecuentes con nuestros principios, ¡aquí
habrá justicia y serán castigados los criminales!
Se acabó la Enmienda Platt que fue una injusticia imponerla a una
generación que luchó por la independencia, aquella ley que le
quitaba precisamente la independencia. Ya no hay régimen castrense,
ya no hay militares que puedan traicionar la Revolución alzándose
con el poder como pasó en el 33, y por primera vez hay hombres
dignos al frente del país que ni se venden, ni claudican, ni se
acobardan ante ninguna amenaza y están dispuestos a actuar
serenamente sin excesos de ninguna clase, decididos a no usar jamás
la fuerza, pero, eso sí, que no confundan una cosa con la otra.
Somos serenos, somos ecuánimes, pero muy claros en cuanto a lo
que es la dignidad de la nación cubana, en cuanto a lo que es la
soberanía del pueblo cubano. Creo que este pueblo tiene los mismos
derechos que otros pueblos a gobernarse, a trazarse su propio
destino, liberrimamente, y de hacer las cosas mejor y más
democráticamente de lo que lo hacen otros que hablaban de democracia
y le mandaban tanques Sherman a Batista ...