ELECCIONES EN CUBA: EL PODER DEL PUEBLO

12 de abril de 2005

Buitres de las urnas

ORLANDO GUEVARA NÚÑEZ

SANTIAGO DE CUBA.— Ahora que están próximas las elecciones para elegir a los delegados municipales del Poder Popular (domingo 17) José Cuevas Veranes, recuerda la politiquería que en la seudorrepública dejó huellas imborrables en el seno de su familia.

Foto: JORGE LUIS GUIBERTLa politiquería dejó tristes huellas en la familia de Cuevas.

En él la tragedia del pasado se transforma en fuerza para defender el presente. Este hombre de 64 años de edad, actual presidente de la Asociación Nacional del Ciego en esta provincia, ahonda en las raíces de aquella triste historia.

Las zonas rurales de Los Ramos, Ti Arriba, Jutinicú y La Victoria, entre Guantánamo y La Maya, vieron nacer, crecer y morir a parte de su familia. Un día el padre se rebeló contra las injusticias de los que decían defender los intereses del pueblo. La Guardia Rural, al servicio de los pudientes, le propinó una golpiza que lo llevó a la muerte. La madre y los nueve hijos quedaron en la miseria y en el desamparo.

La lucha por la supervivencia los trajo a la ciudad de Santiago de Cuba. El empleo de la madre como doméstica aliviaba en algo el desespero, pero no podía evitar el hambre, la incultura y los estragos de las enfermedades en los pequeños.

Un día la vieja —relata José Cuevas— recaló con tres de sus hijos en el único hospitalito infantil existente en la capital oriental. Uno con gastroenteritis, otro con carencia de vitaminas en su cuerpo y el tercero con tifus. La única solución la ofreció uno de aquellos politiqueros: entregar las cédulas electorales de la familia a cambio de la atención a los enfermos. Ante la disyuntiva, la afrenta aportó votos electorales a políticos corrompidos que luego se jactaban del supuesto "apoyo popular".

En otra ocasión, ante la muerte del hermano mayor, la realidad indicaba que no había dinero para el funeral. La propuesta de un buitre de las urnas no podía ser más ofensiva: "Si todos se unen y dan su voto, lo demás es fácil". La indignación no permitió esta vez la ignominia. Fue necesario pactar un "tendido luctuoso a plazos" y cargar durante cinco años con una deuda que parecía no tener fin.

El recuento del dolor familiar es dramático. Historias como estas son difíciles de comprender para las generaciones actuales: Uno de los muchachos murió de viruela, dos de tifus y dos de las hembras fallecieron durante el parto.

En su niñez, José Cuevas Veranes fue puesto bajo la tutoría de una tía y logró graduarse en la Escuela Normal para Maestros de Oriente, a la cual ingresó mediante un examen libre. Los demás hermanos, quedaron en las tinieblas solo eliminadas por el triunfo revolucionario del 1ro. de Enero de 1959.

Golpeado sin piedad por el sistema capitalista, hoy tiene suficientes elementos para hablar sobre la grandeza de esta obra de justicia social y de la falsedad de la llamada democracia de los explotadores, de los que hoy sueñan con retornar a nuestro escenario político.

La luz ocular ya no le acompaña al joven rebelde, miliciano, dirigente de los CDR, ahora consagrado a la labor de la ANCI. Pero su visión política crece en agudeza. Desde hace unos diez años, por mandato del pueblo, ocupa un lugar como Delegado a la Asamblea Provincial del Poder Popular en Santiago de Cuba. Su razón la define con solo cinco palabras: Yo represento a mi pueblo.

¿Cuántos votos tuvo que comprar para integrar el máximo órgano de Gobierno en la provincia? ¿Cuánto tuvo que pagar por las varias intervenciones quirúrgicas que ha recibido? ¿Quién le exigió un voto electoral para ingresar a un hospital? ¿Quién se ha acercado a él para pedirle un voto en las elecciones cercanas? Todo eso es solo parte de un pasado que no volverá.

Al rememorar aquellos tiempos, Cuevas Veranes concluye siempre con una exclamación que lo identifica en todas las tribunas que ha escalado: ¿El pasado? ¡Solavaya!

   

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