ELECCIONES EN CUBA: EL PODER DEL PUEBLO

31 de marzo de 2005

La verdadera democracia en Cuba nació en 1959

Meditaciones de dos longevos para los jóvenes de hoy desde el siempre vivo prisma de su abuelo, comunero francés y mambí

Texto y foto PASTOR BATISTA VALDÉS

LAS TUNAS.—Si hace 47 años o más Humberto y Oliverio Peisso Brea hubieran aparecido en una lista, seguramente no habría sido de votantes sino de personas mandadas a "liquidar". Eso de simpatizar con los rebeldes de la Sierra o de apoyar al Movimiento 26 de Julio, de ningún modo podía gustarles a quienes desde aquel Gobierno pretendían ser electos o reelectos de manera vitalicia en cuanto cargo les permitiera robar.

Para Humberto y Oliverio (con boina este último) la verdadera democracia en Cuba nació en 1959.

Por ello, según afirman, Oliverio apenas fue dos veces a las urnas antes de 1959, y en una sola ocasión su hermano.

"Quien tenga hoy menos de 60 años de edad no puede hacerse una remota idea de cómo eran aquellas elecciones, afirma Humberto, pues no eran comparables con nada. ¿Tú ves que ahora somos nosotros, los vecinos, quienes proponemos y nominamos? Antes eran los "políticos". ¿Y a quién tú crees que postulaban?: A la gente que les convenía. Pero el colmo era que, a la vez, nominaban a personas para que no fueran electas. A esos les llamaban "relleno".

"Yo no recuerdo a ningún pobre que ganara en unas elecciones. ¿Tú te acuerdas de algún caso, Oliverio? (El hermano niega con la cabeza.) Aquí los pobres, los negros y las mujeres no contaban para nada. La única organización que los tenía en cuenta era el Partido Socialista Popular (comunista).

Y si es de la llamada boleta viajera... ¡Ni hablar!"

Los longevos se miran. Hay algo de repugnancia en la expresión de uno y otro semblantes. Oliverio lamenta que acerca de eso no se haya escrito más para que los jóvenes sepan bien hasta qué punto llegaba la inmoralidad.

"Dicen que la maraña fue inventada por un tal Anselmo Alliegro Milá", relata Humberto. "¿En qué se basaba?: Antes de que el elector votara, le daban una boleta que ya habían llenado, este la depositaba, volvía con otra boleta en blanco que recibía allí y se la entregaba al mismo tipo que lo había comprado a cambio de unos pesos. Todo era así: un gran fraude, una gran mentira."

Por eso, y por muchas razones más, ambos hermanos aseguran haberse vinculado a actividades revolucionarias, en la clandestinidad o de apoyo a la guerrilla.

Es lo menos que habría hecho su abuelo, Charles Phillibert Peisso, aquel comunero francés, que se negó a colaborar con el ejército colonial español, huyó para unirse a las tropas del Mayor General cubano Vicente García González, luego se infiltró entre las huestes colonialistas, y llegó a ocupar un prominente cargo desde el que hacía llegar a los mambises oportuna información, en intrépida labor de inteligencia militar, acerca de las fuerzas, medios y posibles acciones del enemigo.

Y, desde luego, como también haría el abuelo, tanto Humberto en Las Tunas, como Oliverio en Sancti Spíritus, suelen darle las gracias al aviso de los primeros gallos que cantan en días de sufragio, y dejar a muchos compatriotas con el deseo de estar entre los primeros en ejercer el derecho al voto que nada tiene en común hoy con lo que acontecía medio siglo atrás.

   

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