14 de marzo de 2005
Postulación de mujeres
Aritmética de la desventaja
Una mirada a las 11 elecciones de delegados municipales celebradas hasta el momento
MARÍA JULIA MAYORAL
Si
se observa el comportamiento de la presente postulación de
candidatos, puede esperarse que nuevamente las mujeres queden
subrepresentadas en las Asambleas Municipales del Poder Popular.
La desproporción de
género, en favor de los hombres, comienza a estructurarse en el
proceso de nominación de candidatos como el que ahora tiene lugar
en todo el país. Las estadísticas oficiales indican la
persistencia de desventajas, aunque la participación femenina en
las estructuras representativas del Estado ha ido en aumento.
Para los primeros
sufragios generales del Poder Popular en 1976, fueron postulados
más de 29 000 candidatos a delegados de circunscripción, de ellos
solo 3 946 eran mujeres. Durante los comicios siguientes ellas
sumaron apenas 2 402 entre los más de 24 000 propuestos en esa
ocasión.
Pese a ligeros aumentos
en las sucesivas elecciones, ellas nunca han sobrepasado la cuarta
parte de la gran cantera de personas distinguidas en las
circunscripciones por sus condiciones para ocupar el cargo de
delegado municipal.
Pero el asunto no queda
ahí. También en las urnas la preferencia popular se ha inclinado
por los hombres de manera invariable en los 11 procesos electorales
del Poder Popular celebrados hasta el momento. En 1976, por ejemplo,
de las
3 946 candidatas a delegadas de circunscripción solamente 856
fueron electas (8% del total de delegados). Los índices posteriores
se han movido entre el 7,2% (el más bajo) y el 23,37% (la
correlación más alta, alcanzada en los sufragios del año 2002).
No obstante, en términos absolutos ha crecido la participación
femenina debido al aumento de las circunscripciones.
Los datos anteriores
indican no solo baja presencia de mujeres candidatas, sino también
el porcentaje inferior que accede después al cargo de delegado
municipal. La libre preferencia de los ciudadanos —tanto a la hora
de postular como al emitir el voto secreto en las urnas—, no puede
ser coartada; sin embargo, el asunto merece reflexión pública.
No se trata de abogar
por un inmerecido protagonismo a cuenta de su condición de mujeres.
Las cubanas —piezas clave en la lucha de liberación nacional y en
la posterior construcción del proceso revolucionario— han
brindado sobradas pruebas de aptitud en todos los campos de la vida
económica, política y social de la nación. No en balde
constituyen gran parte de los profesionales universitarios del
país, y su aporte sobresale tanto en los sectores tradicionalmente
reservados a las mujeres, como en nuevas esferas de la
investigación científica, incluida la realizada en las ramas
sociales.
Los juicios emitidos
sobre ellas en las actuales asambleas de nominación de candidatos
coinciden en distinguirlas por su preparación cultural, vocación
de servicio a la comunidad, sensibilidad con los problemas de la
vida cotidiana y proclividad a persuadir a los demás para conseguir
ayuda con el objetivo de encauzar metas colectivas.
Esos argumentos denotan
que hay sólidos fundamentos para defender la mayor promoción
femenina en las estructuras representativas del Estado, entre ellas
las Asambleas Municipales.
Si pese a sus virtudes y
capacidades demostradas, las mujeres no han sido más en el Gobierno
local durante 11 mandatos, ello obliga a considerar el efecto de
patrones discriminatorios que históricamente han asignado al sector
femenino responsabilidades que limitan su disponibilidad de tiempo
para desempeñar funciones públicas.
Podría afirmarse que la
mayoría de las mujeres, independientemente de su instrucción y
éxito profesional, sigue estando atada a obligaciones domésticas y
responsabilidades familiares que los hombres de la casa como regla
comparten en calidad de "ayuda".
Tampoco puede olvidarse
que las carencias y dificultades del Período Especial han
significado para las cubanas sobrecargas de trabajo y esfuerzos
superiores, lo cual se expresa en el plano electoral, pues muchos
piensan que otorgarles el mandato de delegada en vez de constituir
reconocimiento sería imponerles una carga más.
Como es conocido, en la
provincia de Matanzas tuvo lugar la instauración del Poder Popular
en 1974, lo cual sirvió de experiencia para extender el sistema a
todo el país, lo que sucedió dos años después. Al referirse a
ese experimento en territorio yumurino, Fidel calificó el 3% de
delegadas electas en aquel momento como "un número dolorosamente
bajo; sobre todo si se tiene en cuenta que la mitad de la población
es femenina, que las mujeres apoyan entusiastamente la Revolución,
y que las mujeres suelen tener en un grado muy alto las virtudes que
se consideran necesarias en un revolucionario y las virtudes que se
consideran necesarias en un cuadro dirigente administrativo y
político".
En el propio discurso
del 26 de Julio de 1974, el Comandante en Jefe, al referirse a las
manifestaciones de desigualdad e injusticia que afectaban a las
mujeres, alertó: "... eso no lo vamos a superar de un día para
otro. Pero debemos estar conscientes de la necesidad de luchar
contra estas reminiscencias del pasado, en lo cual debe participar
todo el pueblo, los hombres y las mujeres por igual".
Hoy las cubanas
representan el 23,37% de los delegados de circunscripción en
activo; es decir: 3 493 de los 14 946 electos en el año 2002. Su
presencia en las futuras Asambleas Municipales, resultantes del
actual proceso electoral, dependerá tanto de la postulación en
marcha como de las decisiones en las urnas el próximo 17 de abril.
No invito a escogerlas a ellas, sino a considerarlas en su justo
valor.
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