8 de marzo de 2005
Así eran aquellas elecciones
RAMÓN BARRERAS
FERRÁN
CIENFUEGOS.—
Giraldo Muñoz Cruz nació en el corazón de la serranía. Hoy tiene
72 años de edad y un amplio historial revolucionario. Fue fundador
del Movimiento 26 de Julio en el territorio cienfueguero e integró
la Columna 8 Ciro Redondo del Ejército Rebelde. Goza de una memoria
prodigiosa y guarda muchos recuerdos de los años que vivió en las
montañas. Por eso rememora con facilidad lo que ocurría en esa
zona olvidada durante las campaña electorales antes del triunfo del
Primero de Enero de 1959.
"Un
suceso insólito ocurrió en el colegio electoral ubicado entonces
en la escuela pública número 34 del pequeño poblado de San Blas.
A las 3 de la tarde ya se conocía que habían votado los seguidores
del corrupto Ramón Grau San Martín. Un cabo del ejército, de
apellido Leyva, ordenó cerrar el colegio. El presidente le dijo que
no podía hacerse, pues la hora fijada era las 6 de la tarde.
Entonces el cabo, con la mayor naturalidad del mundo, sacó su
machete de reglamento, se acercó al reloj de pared que anunciaba
las tabletas Mejoral y le dio vueltas a las manecillas. Con una
sonrisa burlona dijo: Presidente, cierre, ya son las 6."
Así eran los procesos
electorales, una verdadera ofensa a la honradez, a la decencia,
asegura Giraldo, y añade: "Desde el mismo comienzo de las campañas
los aspirantes visitaban los campos y se reunían con la población
rural. Anunciaban la construcción de escuelas, puentes, caminos y
hasta carreteras, pero después no se hablaba más de eso".
Sobre esas promesas,
recuerda dos anécdotas simpáticas: "En una ocasión un médico de
apellido Quirós recorría la zona montañosa con la intención de
favorecer su elección. Al pronunciar un discurso en San Blas, se
emocionó y ofreció reparar el camino. Pronto tendremos aquí los
ómnibus, dijo. En ese instante rebuznó un burro cerca de la
tribuna y uno de los serranos gritó a todo pulmón: Ya llegó la
guagua.
"Otro
político conocido por el Moro Arturo, también aspirante a la
Alcaldía del municipio de Cienfuegos, ante un público numeroso de
la zona comenzó sus palabras ofreciendo la construcción de un
puente sobre el río Las Moscas. El bodeguero del pueblo, de
apellido Guillemí, lo interrumpió y le dijo: Oiga, alcalde, ese
puente lo han hecho en los discursos como cinco veces."
Así eran aquellas
elecciones.
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