25 de febrero de 2005
Iniciada la postulación de candidatos
Otra prueba para la sabiduría popular
El presidente de
nuestro Parlamento cubano, Ricardo Alarcón de Quesada comenta en
entrevista con GRANMA sobre el papel de los delegados de
circunscripción
MARÍA JULIA MAYORAL
El ejercicio de los
derechos políticos en Cuba transita otra prueba crucial. Desde
ahora y hasta el 24 de marzo tendrán lugar decenas de miles de
asambleas para que los electores, más de ocho millones de
ciudadanos, postulen a sus candidatos a delegados municipales.
Cualquiera puede ser nominado en esas reuniones, el único requisito
es recibir el respaldo de la mayoría.
Proponer al mejor en cada demarcación no significa que busquemos un mago para resolver problemas, afirma Alarcón.
Tener la capacidad y la
potestad de ser uno mismo, directamente, el que proponga y postule,
en lugar de que lo hagan por ti las maquinarias electoreras,
constituye un privilegio en las condiciones actuales del mundo,
asegura Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea
Nacional del Poder Popular, en entrevista con Granma.
Es importante, opina,
que profundicemos en cada circunscripción en el concepto de quién
puede ser el mejor a juicio de la gente. Disfrutamos de un
privilegio único, y esa facultad debe usarse con la mayor
sabiduría posible.
Postulación de candidatos: un derecho que merece ejercitarse con inteligencia
Promover al mejor en
cada demarcación, alerta, no significa que busquemos un "mago" para
resolver todos los problemas. En algunos estratos de la sociedad
cubana hay una idea equivocada: ven al delegado de circunscripción
como el responsable de solucionar todas las dificultades materiales,
algo verdaderamente imposible.
Hoy, comenta, tenemos
limites físicos, objetivos, materiales, propios de un país que
está en guerra, constantemente agredido en lo económico, lo
político y en otros muchos campos; eso no lo podemos perder de
vista. "Se trata de proponer, postular y luego elegir a quien veamos
con cualidades y condiciones para organizar la acción de los
electores, pero no para hacer milagros".
No obstante, considera
Alarcón, muchas cosas pueden transformarse favorablemente mediante
la iniciativa y la actuación colectiva de los ciudadanos. Por esa
razón, en la medida que tengamos en cada comunidad a una persona
con las cualidades idóneas para conducir y organizar la labor de
sus conciudadanos, sacaremos más provecho a nuestras posibilidades
materiales de desarrollo; en caso contrario esas capacidades se
reducirían.
Si queremos prosperar en
la calidad de la vida o emprender acciones que puedan contribuir a
ello, necesariamente debemos pensar con profundidad en quiénes
tienen mayor preparación, experiencia y espíritu emprendedor para
ser delegado o delegada en nuestra circunscripción. Debe ser una
reflexión, aclara, que no subvalore la presencia de jóvenes y
mujeres con grandes virtudes.
TODO DEPENDE DE LA
POSTULACIÓN
El punto de arrancada
son las asambleas de nominación de candidatos que ahora comenzamos.
Si se proponen personas para cubrir un trámite, superficialmente,
ya empezaríamos mal. Los candidatos deben surgir de un profundo
debate colectivo, estar arropados desde el inicio por esa
vinculación con la gente a la cual regresarán después como
delegados a rendirle cuenta, y para discutir con ese pueblo qué
más se podría hacer en cada momento, subraya Alarcón.
¿Quiénes pueden ser
los mejores candidatos? Las respuestas, advierte el miembro del
Buró Político, las tendrán que construir los ciudadanos en cada
demarcación. Nadie, ni los integrantes de las comisiones
electorales ni ninguna autoridad del Gobierno o el Partido se
encargará de pensar por la gente; de ahí la importancia del
diálogo popular en cada asamblea de nominación.
Cualquier
distanciamiento de los electores con el proceso de postulación,
opina, sería debilitar la labor del delegado, disminuir la eficacia
de las futuras Asambleas Municipales del Poder Popular.
Nuestro sistema,
recuerda, parte de la negación de la demagogia y la trampa usual en
otras partes, donde los candidatos entran en contacto con el pueblo
y hacen promesas en época de ganar votos, pero rara veces cumplen
después la palabra empeñada y mucho menos mantienen contacto
periódico con sus electores.
En el caso de Cuba,
pondera, los ocupantes de cargos electivos no cambian de naturaleza;
siguen siendo vecinos de sus electores, no reciben privilegios ni
cobran un centavo por su labor como representantes. Continúan
siendo uno más en la comunidad, su fuerza radica en la vinculación
con la gente y esa relación tiene que estar presente desde el
arranque del proceso: las asambleas de nominación.
COMPARTIR, NO
ENTREGAR DERECHOS
No son los delegados
individuos que resuelven por sí y ante sí los problemas, esas
personas no existen; deben ser ciudadanos cuya capacidad y eficacia
estará en relación directa con la participación del colectivo de
la comunidad en las tareas y problemas comunes, expresa Alarcón.
"Es
con el delegado donde se da la unión natural entre los electores y
el sistema político. Por tanto, debe ser capaz de organizar y
dirigir a la comunidad, de participar en el gobierno municipal, y de
contribuir a la toma de decisiones en los ámbitos provincial y
nacional."
El delegado, remarca,
forma parte de la Asamblea Municipal encargada, entre otras
cuestiones, de designar, controlar y fiscalizar la administración
local. Además, cualquier delegado puede llegar a ser el presidente
del gobierno municipal, integrante de la Asamblea de su provincia y
diputado al Parlamento. En todas estas cosas debe pensarse a la hora
de proponer y postular candidatos.
PERFECCIONAMIENTO
NECESARIO
Miles de millones de
personas en el mundo, señala Alarcón, quisieran saber con
facilidad si su condición de electores ha sido reconocida. Miles de
millones quisieran controlar esos mecanismos para contrarrestar el
poder de las maquinarias políticas entrenadas en sustraer
libertades a los ciudadanos. Miles de millones también desearían
tener aunque sea una vez en la vida la oportunidad de postular a los
candidatos.
Para los cubanos,
señala, todas esas aspiraciones son realidades ejercitadas por
espacio de casi 30 años, y si somos capaces de ejercer esos
derechos con rigor y profundidad, estaríamos logrando con estas
elecciones además de un Bastión político, otro paso importante en
el camino del perfeccionamiento del sistema del Poder Popular.
Como toda obra humana,
subraya finalmente, las estructuras representativas del Estado
cubano son perfectibles, y la clave de ese adelanto está en la
participación consciente de la gente, en su incorporación real a
todos los aspectos del sistema, que concibe al pueblo como el
protagonista.
"El
privilegio de ejercer derechos civiles y políticos que son sueños
para la inmensa mayoría de la humanidad, merece una actitud
consciente por parte de los cubanos."
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