BAGDAD, 27 de enero (PL).—
De cara a las elecciones del próximo domingo, Iraq da muestras de
hallarse inmerso en una guerra civil no declarada contra instituciones
de poder tuteladas por Estados Unidos.
Tras el derribo ayer de un helicóptero
con 31 marines a bordo, todos muertos, un tractor-bomba explosionó
este mediodía muy cerca del cuartel estadounidense en Ramadi, 100 kilómetros
al oeste de Bagdad.
Al estallido siguió un tiroteo breve e
intenso, pero hasta el momento se desconocen las consecuencias de
ambos hechos. Ramadi se encuentra en el llamado triángulo sunita, el
corazón de la insurgencia iraquí contra la coalición ocupante.
Otro automóvil con explosivos estalló
en Samarra, 100 kilómetros al norte de la capital iraquí y causó
siete muertos y 15 heridos, de ellos varios soldados australianos, dos
de ellos de gravedad.
Una bomba artesanal reventó a su vez
al paso de un convoy militar iraquí en la carretera entre Mahmudiya y
Latifiya, al sur de Bagdad, y dejó cinco muertos y 15 heridos.
Entre estos últimos había cuatro
soldados del ejército estructurado y entrenado por el ocupante
estadounidense.
En Baquba, 60 kilómetros al noroeste
de esta capital, murió un oficial de policía tras un ataque de la
resistencia, en tanto en Muqdadiyah (norte) cayó un soldado de la
Primera División de Infantería estadounidense. Esta última versión
no pudo ser confirmada.
Ante las elecciones a una asamblea
provisional constitutiva de la que debe salir el nuevo gobierno
—tutelado por Washington, al igual que el actualmente en
funciones—, los centros de votación se convierten en objetivos de
la resistencia.
Así, varios cohetes hicieron blanco
este jueves en la sede de la comisión electoral en Tikrit, la patria
chica del depuesto presidente Saddam Hussein, preso junto con otros 11
de sus colaboradores y a la espera de juicio.
El atentado de Samarra ocurrió muy
cerca de un colegio electoral.
Ante la inseguridad reinante, Rusia
declinó hoy participar como observadora en los comicios, después que
ayer se abstuviera también Naciones Unidas, no sin antes advertir que
había preparado a 150 iraquíes para fiscalizar el acto electoral.
Gran Bretaña, con nueve mil soldados
en el sur de Iraq, que hoy fueron puestos en estado de alerta ante la
inminencia de las elecciones, anunció que reemplazará en unos días
los 220 soldados holandeses que se retirarán en marzo próximo.
La noticia se conoció en coincidencia
con el llamado del líder de la oposición liberal demócrata, Charles
Kennedy, al primer ministro Tony Blair, para que fije la secuencia de
la salida de las tropas británicas de Iraq tras las elecciones del
domingo.