7 de febrero de 2005
Elecciones
Pensar con tiempo
MARÍA JULIA MAYORAL
Durante
los próximos dos años y medio, ¿quiénes integrarán en Cuba los
órganos superiores del poder local del Estado? La pregunta puede
parecer demasiado prematura, pues aún las autoridades que organizan
los comicios trabajan en los registros primarios de electores, y
resulta distante el 17 de abril, la fecha marcada para acudir a las
urnas.
Sin embargo, la calidad
de los resultados electorales puede empezar a decidirse desde ahora.
Cuando hablo de calidad no me refiero a la probable participación
en los sufragios, ni a la posible correlación entre boletas
válidas, anuladas y en blanco.
Una revisión del
comportamiento de las elecciones del Poder Popular indica que en
todas las ocasiones ha habido elevada presencia de los ciudadanos y
reducidos índices de rechazo.
Nada apunta a que la
tendencia no se mantenga en las próximas votaciones. Al contrario,
va en ascenso la convicción de que la Revolución tiene capacidad
para renovarse, superar su obra de justicia social y encontrar
salidas airosas a disímiles y complejos problemas; y ello, sin
duda, se expresará en las urnas.
Llamo la atención sobre
otro aspecto de la calidad, indispensable para seguir el
perfeccionamiento de las instituciones representativas del Estado
cubano.
¿Quiénes serán los
postulados? Esa es una cuestión esencial.
Como respuesta puede
venir a la mente la exhortación que desde la primera elección
siempre se ha hecho: Los mejores y más capaces. Esa ha sido y será
la premisa básica: que el mérito y las aptitudes personales sean
las que decidan la selección. No obstante vale reflexionar sobre el
tema: ¿mejores y más capaces para hacer qué?
Suele decirse delegado o
delegada de circunscripción, pero su labor no se restringe al área
donde resultan electos. Son integrantes de una Asamblea Municipal,
es decir del órgano superior del poder del Estado dentro de su
demarcación; investida por tanto de la más alta autoridad para
realizar allí las funciones estatales, y también en ese ámbito
ejercer gobierno, según reconoce la Constitución de la República.
A las Asambleas
Municipales les compete, entre otras labores, aprobar y controlar el
plan económico-social y el presupuesto del territorio, de acuerdo
con las políticas definidas por el Estado. Son las únicas
facultadas para designar y sustituir a los miembros del Consejo de
la Administración, y a las direcciones administrativas y de
empresas subordinadas al municipio.
Nada les puede ser ajeno
a esas Asambleas. Tienen que cumplir y hacer cumplir las leyes y
demás disposiciones adoptadas por los órganos superiores del
Estado, atender las solicitudes y quejas de los ciudadanos, exigir
eficacia en los servicios de Salud, Educación, recreación,
promoción de la cultura y los deportes, el buen funcionamiento de
los comercios, de la actividad económica y productiva del
municipio. Por ello los delegados participan en Comisiones
Permanentes con el propósito de fiscalizar y controlar.
Se trata de una
encomienda nada fácil por su amplitud y creciente complejidad, y
debido a las prácticas burocráticas que, pese a ser combatidas, no
dejan de subsistir.
No basta entonces con
proponer a personas honradas, fieles al pueblo y su Revolución;
hace falta que posean preparación cultural, inteligencia, voluntad
para luchar contra lo mal hecho, espíritu de superación, vocación
de servicio al prójimo y sabiduría no solo para representar a los
electores sino para propiciar que estos aumenten en calidad su
participación dentro del Poder Popular.
Los resultados de los
procesos electorales desarrollados durante la Revolución y el
posterior desempeño de los electos, dan cuenta de que el pueblo ha
ido ganando cultura para apreciar y promover a personas capaces.
Ello explica en muchos casos por qué un número importante de esos
representantes es propuesto y elegido en más de una ocasión, con
elevados porcentajes de aceptación en las votaciones secretas y
directas.
No obstante, persiste la
idea errónea de evaluar al delegado o delegada solamente por la
solución material de determinados planteamientos hechos en las
Asambleas de Rendición de Cuenta, sin considerar con justeza hasta
qué punto hubo o no una gestión eficiente de su parte.
En un contexto de
importantes limitaciones económicas y financieras como las vividas
por el país durante los últimos años, lo que sí no puede obviar
ningún electo es la explicación oportuna y realista a la gente,
estudiar y proponer soluciones, y exigir a las entidades que se
ocupen de resolver los problemas de su competencia.
Los ciudadanos cubanos
delegan parte de sus potestades en sus representantes electos, a
quienes tienen la prerrogativa de postular y de revocar de sus
cargos públicos. Ahí está la gran responsabilidad individual y
colectiva que volverá a repetirse próximamente.
Dentro de poco las
Comisiones Electorales de Circunscripción pedirán a los electores
que propongan candidatos. En cada demarcación podrán postularse
desde dos hasta ocho personas. Pensar con tiempo en las mejores
opciones en cada comunidad es un derecho que merece aprovecharse
bien, con rigor y visión crítica.
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