BASTIÓN 2004: LA GUERRA DE TODO EL PUEBLO

(18 de diciembre de 2004)

Cohete que sale, avión que baja

Ramón Barreras Ferrán

CIENFUEGOS.— Amanece. Los complejos coheteriles modernizados y con elevado poder de alcance y destrucción, desafían el cielo después de ocupar las respectivas posiciones de fuego. Las dotaciones están listas. Una y otra vez los combatientes otean el horizonte.

Foto: JUSTO GONZÁLEZ"No hay avión que se quite ese cohete de arriba", dice con seguridad el joven teniente José Yosmel Mirabal, mientras señala con su dedo índice la estructura de una de esas poderosas armas. "Todos estamos muy bien preparados para realizar el ejercicio. Cada minuto de preparación para el tiro fortalece nuestra disposición combativa", subraya.

Se despide con un fuerte apretón de manos y la frase, bien cubana y contentiva del sano orgullo del soldado: "¡Ya verán!".

El coronel Manuel Luna Lugo apunta que las planas y estados mayores están muy cohesionados y que en la práctica demostrarán lo aprendido teóricamente. "El Bastión nos fortalece", agrega.

Poco después el supuesto enemigo aparece. Los cohetes salen como bólidos endemoniados. ¡Destruido el blanco!, dicen a viva voz. Así ocurrió una y otra vez. Los complejos coheteriles se mueven y ocupan otras posiciones. Disparan de nuevo. Defienden. Destruyen. Vencen.

Las piezas de la artillería antiaérea disparan a ráfagas y desaparecen los blancos a más baja altura. El fuego combinado se hace insoportable para el enemigo. El cielo queda despejado, azul, intensamente azul, como las tres franjas de la bandera de la estrella solitaria.

Los combatientes se saludan. Los jefes reconocen la eficacia del ejercicio, el poder de fuego de los medios coheteriles y antiaéreos, la precisión, el valor real del adiestramiento.

 

   

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