(17 de diciembre de 2004)
Economía que pasa
a tiempo de guerra
Atando clavijas
contra reloj
María Julia Mayoral
Los integrantes del Consejo de Defensa Municipal
de Jaruco tienen las horas contadas para
lograr el paso de la economía del
territorio a tiempo de guerra.
Traen en sus mentes y en papeles los
datos frescos de la vida en el territorio, cada
cual con el dominio que hace falta para responder por
las actividades a su cargo.
Deben
ser capaces de ejecutar las órdenes recibidas en
un plazo que los pone a todos en tensión, a
ese rigor los convoca el Ejercicio Estratégico Bastión
2004.
En el pueblo la vida transcurre como de costumbre,
pero los principales cuadros del Partido
y del Poder Popular, y numerosos
dirigentes administrativos no se
hallan en su faena habitual.
Como integrantes del Consejo de Defensa y de sus
grupos de trabajo, están obligados a actualizar con
el máximo rigor los planes que sistemáticamente perfilan
para asegurar la producción de alimentos,
el suministro de agua y combustible, los
servicios de salud, educación, transporte...,
la confección de ropa, el
quehacer de las lavanderías, la conservación
de la comida, la desconcentración de
los suministros... , en
condiciones excepcionales como
las que impondría un conflicto bélico
provocado por la agresión del enemigo.
En el grupo de trabajo económico-social del Consejo
discuten en detalle las medidas
organizativas y de movilización,
económicas, financieras y
técnico-materiales que deberán preservar
la vida de la población y
respaldar la lucha armada. Analizan, entre
otras particularidades, los cambios en
estructuras y funciones que pondrán
en práctica para sostener la economía
durante la guerra.
Pasan de las cuestiones
generales a los detalles. Así
cada asunto toma cuerpo en las
misiones encargadas a
cooperativas, campesinos, dueños de
parcelas incorporados al movimiento de la Agricultura
Urbana, a la imprenta y la tintorería principal
del asentamiento, a la organización básica eléctrica,
el taller de confecciones textiles, los almacenes de
alimentos, las tiendas, el policlínico.
Es un engranaje que se reproduce en cada Zona
de Defensa, donde también los órganos de dirección
precisan planes. Pero el entrenamiento no
queda ahí, llega hasta hombres y mujeres en
sus puestos de trabajo. Por esa razón en el taller
de confecciones puntualizan cómo trabajarían cuando
falte el fluido eléctrico y haga falta crear
pequeños centros de costura en casas y otros
inmuebles, y en la imprenta del pueblo los veteranos
mimeógrafos desprovistos del suministro energético,
son operados manualmente, probando
también que hasta los viejos equipos estarán
listos para la guerra popular prolongada hasta
vencer al enemigo si cometiera el error de invadir
a Cuba.
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