Con
la fundación hace tres años de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), nacía también la concreción de
los sueños de una región que permaneció por años a la espera de su
momento. Retos y esperanzas van de la mano en un joven esquema
regional cuya principal fortaleza depende de la sabiduría con la que
las 33 naciones independientes al Sur del Río Bravo enfoquen sus
diferencias hacia la búsqueda de la tan anhelada unidad.
El tiempo ha demostrado que solo siguiendo la ruta trazada por
los próceres, sin obviar la rica diversidad que nos diferencia, se
podrá revertir la realidad de los pueblos latinoamericanos y
caribeños, y alcanzar así la verdadera y definitiva independencia.
Cuando en el 2008 los líderes regionales se sentaron a hablar de
unidad y esbozaron las primeras ideas de lo que sería la CELAC, lo
hacían convencidos de cambiar la fisonomía de la región más desigual
del planeta, pero que, paradójicamente, posee las mayores reservas
naturales del mundo y una riqueza cultural envidiable, que despertó
el apetito voraz de naciones extranjeras y le costó dos siglos de
luchas. Lo hacían también para cambiar el presente y el futuro de
los 600 millones de latinoamericanos y caribeños que habitan esta
extensa región de más de 20 mil millones de kilómetros cuadrados.
Decía nuestro Héroe Nacional, José Martí, en 1891 que "los
pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como
quienes van a pelear juntos". Pero esta pelea ya no es contra los
colonialistas que vienen en bandada cruzando el Atlántico para
imponer sus modos de vida, sino contra las desigualdades que nos
lastran, contra el enemigo común que anda al acecho esperando la
oportunidad para sumirlas de nuevo bajo su manto dependiente.
Estas 33 naciones situadas al Sur del Río Bravo, este grupo de
"repúblicas dolorosas de Amé-ri-ca, levantadas entre las masas mudas
de indios", como las describiera Martí, han apostado al
reconocimiento de sus puntos en común para avanzar en la realización
de una arquitectura propia.
Muchos son los logros alcanzados en el plano social y económico,
apoyado por las políticas aplicadas por varios gobiernos y pensadas
para mejorar la situación de los ciudadanos. Apoyadas también en las
experiencias positivas de mecanismos regionales como el ALBA,
PETROCARIBE, UNASUR, MERCOSUR, CARICOM, que han brindado un fuerte
impulso en la promoción de la cooperación solidaria y en la
complementariedad entre las naciones.
Sin embargo, a América Latina y el Caribe le queda todavía mucho
por hacer para despojarse de su pasado neoliberal y dependiente. Es
por ello, que la CELAC se propone planes de acción dirigidos al
control soberano de los latinoamericanos y caribeños de sus recursos
con el objetivo de lograr un desarrollo sostenible.
Esta región, que posee la tercera economía más grande del mundo,
la quinta parte de las reservas mundiales de petróleo, y es el
entorno de mayor diversidad biológica del planeta, es también la más
desigual, con 164 millones de pobres, de los cuales 68 millones
viven en la pobreza extrema.
La puesta en marcha en diciembre del 2011 de la CELAC cambió para
siempre el equilibrio del mapa geoestratégico regional, enfocado
bajo el concepto de fortalecer las relaciones internacionales desde
un sistema multilateral con respeto a la soberanía y
autodeterminación de los pueblos.
La Comunidad ha hecho suyas el trabajo por el reconocimiento de
la igualdad de los Estados, el rechazo a la amenaza y uso de la
fuerza, las normas del derecho internacional, la promoción de los
derechos humanos, la democracia y el impulso de una agenda regional
concertada políticamente en los diversos foros internacionales. La
misma se fundó también respetando la cooperación con los mecanismos
de concertación actualmente existentes, sin desplazarlos, trabajando
todos con un objetivo común.
Cuba, como Presidente Pro Témpore de la CELAC, ha fomentado el
trabajo respetando cada uno de los principios esbozados en la
Declaración de Caracas, y consciente de que es el instrumento
político requerido para resolver las diferencias, tal y como
expresara el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, el
General de Ejército Raúl Castro en la Cumbre fundacional del 2011 en
Venezuela.
El surgimiento de la CELAC es apreciada como el hecho
institucional más importante en América Latina y el Caribe en el
último siglo, y la materialización de los sueños de unidad, justicia
y soberanía de los grandes hombres y mujeres de estas tierras.
El hecho de que la región tenga una voz propia y se vaya ganando
un espacio en el complejo escenario mundial, es de por sí un gran
avance.
En momentos en los que la Comunidad de las 33 naciones
independientes de la región se prepara para realizar una nueva cita
en La Habana a finales de enero, se hace evidente la fortaleza
alcanzada en los últimos años en diversos escenarios. Pero también
los enormes desafíos a los que se enfrenta cada día, muchos de ellos
herencia de un pasado que aún no se ha superado del todo.
El compromiso común de enfrentarlos, es una muestra del nuevo
momento que vive Nuestra América. Parafraseando a un hombre de estas
tierras, esta gran Latinoamérica ha dicho basta y ha echado a andar.