Aunque restan aún los vistos buenos de los Cancilleres del bloque
y de los Jefes de Estado y de Gobierno que se reunirán en la II
Cumbre de la CELAC el 28 y 29 de enero, el entendimiento alcanzado
por los coordinadores en la primera jornada evidencia que existe
consenso en la región para potenciar las relaciones con el gigante
asiático.
El nuevo instrumento se sumaría al mecanismo de diálogo a nivel
de ministros de Relaciones Exteriores de China y la CELAC creado en
el 2012, el cual se reúne una vez al año.
En los últimos años, China se ha consolidado entre los
principales socios económicos de la mayor parte de las naciones al
sur del Río Bravo. De acuerdo con la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), el gigante asiático figura hoy como la
principal fuente de crecimiento de las exportaciones en esta región
bendecida con cuantiosos recursos naturales pero que históricamente
ha sido expoliada por las grandes potencias.
Aún en un contexto internacional de crisis, el pasado año China
logró acumular un Producto Interno Bruto de 9,4 billones de dólares,
en buena medida debido a la exportación de bienes de consumo y las
inversiones. Además, la nación oriental posee las mayores reservas
de divisas del planeta y sus proyecciones en cuanto al
relacionamiento con el mundo en desarrollo se caracterizan por
seguir el modelo de igual-igual.
El Consejo de Estado de Beijing emitió en el 2008 un libro blanco
titulado Política de China hacia América Latina y el Caribe,
en el cual planteó establecer la asociación de cooperación integral
basada en la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo conjunto.
Mientras, la región latinoamericana y caribeña es un importante
nicho de materias primas, incluyendo la quinta parte de las reservas
mundiales de petróleo. Si se asume de conjunto, la suma de las 33
economías nacionales del área constituye la tercera más grande a
nivel mundial, con 6,06 billones de dólares. Su ritmo de crecimiento
ha sido estable, llegando a superar el promedio medio global en el
2012 (3,1%).
China, Amé-rica Latina y el Caribe se complementan. Si en los
años 90 el intercambio comercial entre ambos actores era de apenas
200 millones de dólares, en el 2012 superó los 200 mil millones de
dólares.
Por otra parte, en el periodo 2009-2012 los bancos chinos
prestaron alrededor de 50 mil millones de dólares a América Latina y
el Caribe, cifra que superó lo otorgado a la región por EE.UU., el
Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.
Desde el 2001 el comercio latinoamericano con China ha tenido un
incremento anual medio superior al 30 %. Ambos socios han hecho
progresos considerables en la cooperación en finanzas, recursos,
energía, infraestructura, alta tecnología y agricultura, además de
lograr un intercambio cada vez más enriquecedor en lo cultural y lo
humano.
Ejemplo de ello es el lanzamiento de satélites espaciales de
factura china para las comunicaciones y la información en Venezuela
y Bolivia, así como la implementación de un plan de inversiones del
país asiático para la construcción de un Canal Interoceánico en
Nicaragua, entre muchos otros.
Según Lynne Walker, vicepresidenta del Instituto de las Américas
de Estados Unidos y directora del programa "China y América Latina",
el país asiático está abriendo su mercado a los productos
latinoamericanos, especialmente a los de alto valor agregado, lo que
favorecerá un desarrollo sano y armonioso de las relaciones
económicas y comerciales entre las dos partes.
China abrió la Zona de Libre Comercio de Shanghai como un
esfuerzo por ampliar el acceso a la inversión extranjera, hacer más
accesible el sector financiero a las firmas foráneas, —incluidas las
latinoamericanas—, y animar a las empresas e individuos de China a
invertir en el extranjero.
No obstante, las potencialidades de esa relación no se han
aprovechado en toda su magnitud.
Según la CEPAL, para nuestros países el desafío radica en hacer
las inversiones necesarias en infraestructura, innovación y recursos
humanos, en aras de transformar la renta de los recursos naturales
en formas variadas de capital humano, físico e institucional, que
permitan elevar los niveles de productividad y competitividad.
De acuerdo con la especialista del Centro de Investigaciones de
la Economía Mundial, la doctora Oneida Álvarez Figueroa, el Foro de
Cooperación CELAC-China podría contribuir a formular un nuevo
escenario internacional donde las relaciones Sur-Sur se tornan cada
vez más valiosas.
Es importante que los latinoamericanos y caribeños veamos en la
CELAC un mecanismo que nos llega, como sucede por ejemplo con el
ALBA, que se traduce en la Misión Milagro y otros proyectos con
beneficios sociales palpables. En eso China podría aportar de manera
significativa, añadió Álvarez Figueroa en entrevista a Granma