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El delegado José Martí en la CELAC
Marta Rojas
marta.rr@granma.cip.cu
José
Martí escribió para hoy. A las puertas de la II Cumbre de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), José
Martí está más presente que nunca en Nuestra América. Parecería que
escribió para esta cita, del mismo modo que Bolívar tuvo como meta
liberar al conjunto de nuestros países. De ahí que el título que
escogió para él, no fue otro sino el de Libertador.
Esta reunión, después de la fundacional celebrada en Caracas bajo
el liderazgo indiscutible del presidente, Comandante Hugo Chávez, y
la de Chile, el pasado año, parecería impensable en nuestro
continente. La CELAC es un ejemplo elocuente de la doctrina de José
Martí, y ahora luego de celebrado el 160 aniversario de su
nacimiento tiene lugar tan importante reunión en su propio país, el
último que se liberó del colonialismo en el continente americano,
tras la guerra de independencia más larga en el Nuevo Mundo.
Para hoy advirtió José Martí lo que hizo público en la Revista
Ilustrada en mayo de 1891:
" (... ) Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a
otro, es separarlo de los demás pueblos (... )". Eso ocurrió con
nuestro país hace apenas cincuenta años.
Pero advirtió el Apóstol en esa y otras publicaciones, como La
Nación de Buenos Aires: "Ya no podemos ser un pueblo de hojas, que
vive del aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando,
según acaricie el capricho de la luz, o la andan y talen las
tempestades; ¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase
el gigante de las siete leguas!".
Y mucho más señaló en su artículo sobre la Conferencia monetaria
de las repúblicas de América celebrada en Estados Unidos a finales
del siglo XIX:
"Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de
petimetres y la frente de niños. Éramos una máscara, con los
calzones de Inglaterra y el chaleco pariente, el chaquetón de
Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba
vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a
bautizar a sus hijos. El negro, atento, cantaba en la noche la
música de su corazón, solo y desconocido ... El
campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación... ".
Adelantado a su tiempo, Martí lo analizó todo con respecto a los
pueblos de América.
"(... ) La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse
al detalle (... ) Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es
nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de
reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras
repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras
repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que
pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas
repúblicas americanas".
"(... ) los países de nuestra América ascienden a la libertad
segura y generosa en la misma proporción en que los Estados Unidos
descienden de ella".
Son los hechos y enseñanzas actuales de Nuestra América, tan
vigentes como nunca en la CELAC:
"Es hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en
cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes".
No podía ser otro sino José Martí, a quien proclamara Fidel, hace
sesenta años, autor intelectual del Moncada. Entiéndase del inicio y
posterior triunfo de la Revolución.
Todavía están frescas las palabras de Martí en carta a su amigo
mexicano Manuel Mercado, consideradas como su testamento político:
"(... ) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi
país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que
realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se
extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa
fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy
y haré será para eso. En silencio ha tenido que ser y como
indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar
ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades
demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin". |