Solo los pueblos defenderán la unidad regional

La doctora Oneida Álvarez Figueroa, investigadora del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, comparte con Granma sus impresiones sobre las potencialidades y desafíos de la CELAC

Claudia Fonseca Sosa

Sin dejar de considerar la indiscutible trascendencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para todo el continente al sur del Río Bravo, la doctora Oneida Álvarez Figueroa, especialista en temas del área del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), asegura que para Cuba ha tenido una significación notoria.

Oneida Álvarez Figueroa.

Después de tantos años bregando por la unidad de los pueblos de Nuestra América, al son del ideario martiano, para nuestro país fue muy importante en este periodo de Presidencia Pro Témpore que los hermanos latinoamericanos y caribeños constataran cómo somos realmente los cubanos, cuán respetuosos de la diversidad. La CELAC nos ha ayudado a romper esterotipos y a que se reconozca la singularidad de nuestro proyecto, comentó la también profesora titular de la Universidad de La Habana mientras conversaba con Granma sobre los desafíos del bloque de 33 países.

—¿Desde el punto de vista institucional, cuáles cree que hayan sido los aciertos de la CELAC en su joven vida? ¿Qué elementos ha tomado este grupo de otros mecanismos de integración en el área latinoamericana y caribeña?

—La CELAC no es propiamente un mecanismo que tenga entre sus intereses cimeros la integración económica de la región, como ha sido el caso de esquemas anteriores como la Comunidad Andina, el Mercado Común Centroamericano o del propio Mercosur —por solo citar algunos ejemplos—, los cuales se fijaron la meta de establecer un área de libre comercio entre sus estados miembros. La CELAC busca una integración más profunda.

"Es un mecanismo de coordinación y concertación que pretende impulsar con más fuerza la cooperación regional en todos los niveles. Ahí radica su verdadera significación. Desde ese punto de vista, no podemos pedirle a la CELAC lo que esta no se ha propuesto en ningún momento. Tenemos que juzgarla en función de sus objetivos: contribuir al acercamiento de los 33 países soberanos de América Latina y el Caribe, buscar soluciones concertadas a los problemas que afectan a la región y, a la vez, propiciar la cooperación de forma tal que nos permita enfrentar juntos las dificultades.

"Fue un gran acierto la incorporación del Caribe a la CELAC y luego a la troika, porque estos países forman parte de la gran patria latinoamericana y comparten los desafíos de la región.

"La institucionalidad de la CELAC es flexible y no se ha llenado de aspiraciones burocráticas. Los tres países que tanto en el primer mandato como en el segundo han formado parte de la troika, han sabido establecer programas de acción viables, sin necesidad de montar un gran aparataje que pueda recargar los financiamientos y los presupuestos de los estados miembros.

"Por otra parte, se ha logrado una concertación sobre la necesidad de garantizar la soberanía de la región, de hacer de Amé-rica Latina y el Caribe una zona de paz, de impulsar aún más la democracia y de mejorar los niveles de vida de la población. Estos son objetivos comunes para toda la comunidad latinoamericana y caribeña, pero la CELAC no está determinando cómo cada país va a cumplirlos. No impone métodos.

"Entre los 33 estados miembros tenemos proyectos políticos y económicos diferentes, y la fortaleza del bloque será mayor en la medida en que se respeten las singularidades de cada país a la hora de elegir su camino hacia la resolución de los objetivos. Es más importante la unidad que la imposición de determinados criterios o metodologías. En ese sentido, durante los dos periodos pasados ha habido una manifestación importante de madurez política a la hora de potenciar todo aquello que nos una como región, sin enfocarnos en lo que objetivamente nos separa.

"Han sido útiles las reuniones ministeriales en los campos de educación, cultura y otros, para fortalecer la concertación interna. Tampoco podemos subestimar lo que se ha hecho en materia de relaciones con actores externos en la esfera internacional, como es el caso de China y Rusia. Estos intercambios propician un fortalecimiento de las relaciones Sur-Sur, lo cual contribuye a que la región dé su aporte a la construcción de un sistema multipolar de relaciones internacionales".

—¿Cómo se materializa la CELAC en la vida cotidiana de la región?

—Es importante que los latinoamericanos y caribeños veamos en la CELAC un mecanismo que nos llega, como sucede por ejemplo con el ALBA, que se traduce en la Misión Milagro y otros proyectos con beneficios sociales palpables. La selección de la lucha contra la pobreza y las desigualdades como tema central de la II Cumbre, constituye una oportunidad para que la ciudadanía identifique a la CELAC como un proyecto concreto que ofrece ventajas a nuestros pueblos.

"Llevamos muchos años intentando unirnos en mecanismos de integración, pero la ciudadanía no está del todo identificada con ese objetivo integracionista. Hay que lograr que estos procesos toquen los intereses de las personas con prácticas objetivas. Porque pueden cambiar los gobiernos, pero solo los pueblos serán capaces de defender la unidad regional si lo que le ofrecemos está de veras enraizado con sus necesidades".

—¿Qué fortalezas económicas ofrece?

—Es bien conocido que América Latina y el Caribe posee cuantiosos recursos naturales, no obstante, en esta coyuntura la región tiene mucho más que ofrecer.

"Hemos sabido salir de la crisis internacional en mejores condiciones que otros países. Aunque nuestro ritmo de crecimiento ha sido modesto, no hemos tenido los grandes problemas de Europa o Estados Unidos. Tampoco tenemos un nivel extraordinario de desempleo y las políticas adoptadas atenuaron los efectos de la crisis en los estratos más pobres de la sociedad.

"Por tanto, en estos momentos América Latina y el Caribe puede ofrecer estabilidad, un piso social básico y el interés de diversificar sus relaciones externas, en aras de transformar sus estructuras productivas para lograr producciones de mayor valor agregado.

"Por eso las economías emergentes ven con buenos ojos a este amplio mercado de 600 millones de habitantes, con capacidad de consumo, donde se pueden hacer nuevas inversiones y donde se pueden establecer nexos de cooperación de diverso tipo".

—¿Qué postura ha adoptado EE.UU. ante este esquema integracionista?

—Siempre ha sido la aspiración de EE.UU. que América Latina y el Caribe sea su traspatio. Ellos no se han quedado con los brazos cruzados, sino que han desarrollado un conjunto de políticas dirigidas a desunir la región y a propiciar nuevas alianzas entre una parte de los países latinoamericanos que comparten la cuenca del Pacífico.

"Este es uno de los principales desafíos que tiene hoy la CELAC, pues si lo miramos con pesimismo significa una escisión en el contexto latinoamericano. Sin embargo, debemos apostar por nuestra capacidad de ser proactivos. Muchas de las naciones miembros de la CELAC también son parte de otros mecanismos como UNASUR y MERCOSUR. La CELAC tiene que actuar con perspicacia y proponer elementos que atraigan a cada uno de sus miembros. Las potencialidades existen. No me siento preocupada al respecto".

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