Después de tantos años bregando por la unidad de los pueblos de
Nuestra América, al son del ideario martiano, para nuestro país fue
muy importante en este periodo de Presidencia Pro Témpore que los
hermanos latinoamericanos y caribeños constataran cómo somos
realmente los cubanos, cuán respetuosos de la diversidad. La CELAC
nos ha ayudado a romper esterotipos y a que se reconozca la
singularidad de nuestro proyecto, comentó la también profesora
titular de la Universidad de La Habana mientras conversaba con
Granma sobre los desafíos del bloque de 33 países.
—¿Desde el punto de vista institucional, cuáles cree que hayan
sido los aciertos de la CELAC en su joven vida? ¿Qué elementos ha
tomado este grupo de otros mecanismos de integración en el área
latinoamericana y caribeña?
—La CELAC no es propiamente un mecanismo que tenga entre sus
intereses cimeros la integración económica de la región, como ha
sido el caso de esquemas anteriores como la Comunidad Andina, el
Mercado Común Centroamericano o del propio Mercosur —por solo citar
algunos ejemplos—, los cuales se fijaron la meta de establecer un
área de libre comercio entre sus estados miembros. La CELAC busca
una integración más profunda.
"Es un mecanismo de coordinación y concertación que pretende
impulsar con más fuerza la cooperación regional en todos los
niveles. Ahí radica su verdadera significación. Desde ese punto de
vista, no podemos pedirle a la CELAC lo que esta no se ha propuesto
en ningún momento. Tenemos que juzgarla en función de sus objetivos:
contribuir al acercamiento de los 33 países soberanos de América
Latina y el Caribe, buscar soluciones concertadas a los problemas
que afectan a la región y, a la vez, propiciar la cooperación de
forma tal que nos permita enfrentar juntos las dificultades.
"Fue un gran acierto la incorporación del Caribe a la CELAC y
luego a la troika, porque estos países forman parte de la gran
patria latinoamericana y comparten los desafíos de la región.
"La institucionalidad de la CELAC es flexible y no se ha llenado
de aspiraciones burocráticas. Los tres países que tanto en el primer
mandato como en el segundo han formado parte de la troika, han
sabido establecer programas de acción viables, sin necesidad de
montar un gran aparataje que pueda recargar los financiamientos y
los presupuestos de los estados miembros.
"Por otra parte, se ha logrado una concertación sobre la
necesidad de garantizar la soberanía de la región, de hacer de
Amé-rica Latina y el Caribe una zona de paz, de impulsar aún más la
democracia y de mejorar los niveles de vida de la población. Estos
son objetivos comunes para toda la comunidad latinoamericana y
caribeña, pero la CELAC no está determinando cómo cada país va a
cumplirlos. No impone métodos.
"Entre los 33 estados miembros tenemos proyectos políticos y
económicos diferentes, y la fortaleza del bloque será mayor en la
medida en que se respeten las singularidades de cada país a la hora
de elegir su camino hacia la resolución de los objetivos. Es más
importante la unidad que la imposición de determinados criterios o
metodologías. En ese sentido, durante los dos periodos pasados ha
habido una manifestación importante de madurez política a la hora de
potenciar todo aquello que nos una como región, sin enfocarnos en lo
que objetivamente nos separa.
"Han sido útiles las reuniones ministeriales en los campos de
educación, cultura y otros, para fortalecer la concertación interna.
Tampoco podemos subestimar lo que se ha hecho en materia de
relaciones con actores externos en la esfera internacional, como es
el caso de China y Rusia. Estos intercambios propician un
fortalecimiento de las relaciones Sur-Sur, lo cual contribuye a que
la región dé su aporte a la construcción de un sistema multipolar de
relaciones internacionales".
—¿Cómo se materializa la CELAC en la vida cotidiana de la región?
—Es importante que los latinoamericanos y caribeños veamos en la
CELAC un mecanismo que nos llega, como sucede por ejemplo con el
ALBA, que se traduce en la Misión Milagro y otros proyectos con
beneficios sociales palpables. La selección de la lucha contra la
pobreza y las desigualdades como tema central de la II Cumbre,
constituye una oportunidad para que la ciudadanía identifique a la
CELAC como un proyecto concreto que ofrece ventajas a nuestros
pueblos.
"Llevamos muchos años intentando unirnos en mecanismos de
integración, pero la ciudadanía no está del todo identificada con
ese objetivo integracionista. Hay que lograr que estos procesos
toquen los intereses de las personas con prácticas objetivas. Porque
pueden cambiar los gobiernos, pero solo los pueblos serán capaces de
defender la unidad regional si lo que le ofrecemos está de veras
enraizado con sus necesidades".
—¿Qué fortalezas económicas ofrece?
—Es bien conocido que América Latina y el Caribe posee cuantiosos
recursos naturales, no obstante, en esta coyuntura la región tiene
mucho más que ofrecer.
"Hemos sabido salir de la crisis internacional en mejores
condiciones que otros países. Aunque nuestro ritmo de crecimiento ha
sido modesto, no hemos tenido los grandes problemas de Europa o
Estados Unidos. Tampoco tenemos un nivel extraordinario de desempleo
y las políticas adoptadas atenuaron los efectos de la crisis en los
estratos más pobres de la sociedad.
"Por tanto, en estos momentos América Latina y el Caribe puede
ofrecer estabilidad, un piso social básico y el interés de
diversificar sus relaciones externas, en aras de transformar sus
estructuras productivas para lograr producciones de mayor valor
agregado.
"Por eso las economías emergentes ven con buenos ojos a este
amplio mercado de 600 millones de habitantes, con capacidad de
consumo, donde se pueden hacer nuevas inversiones y donde se pueden
establecer nexos de cooperación de diverso tipo".
—¿Qué postura ha adoptado EE.UU. ante este esquema
integracionista?
—Siempre ha sido la aspiración de EE.UU. que América Latina y el
Caribe sea su traspatio. Ellos no se han quedado con los brazos
cruzados, sino que han desarrollado un conjunto de políticas
dirigidas a desunir la región y a propiciar nuevas alianzas entre
una parte de los países latinoamericanos que comparten la cuenca del
Pacífico.
"Este es uno de los principales desafíos que tiene hoy la CELAC,
pues si lo miramos con pesimismo significa una escisión en el
contexto latinoamericano. Sin embargo, debemos apostar por nuestra
capacidad de ser proactivos. Muchas de las naciones miembros de la
CELAC también son parte de otros mecanismos como UNASUR y MERCOSUR.
La CELAC tiene que actuar con perspicacia y proponer elementos que
atraigan a cada uno de sus miembros. Las potencialidades existen. No
me siento preocupada al respecto".