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CRIMEN DE BARBADOS. Aniversario 30. |
Publicado el 3 de octubre de 2006
La responsabilidad de la CIA en el crimen de
Barbados
MANUEL HEVIA FRASQUIERI y ANDRÉS ZALDÍVAR DIÉGUEZ,
Investigadores del Centro de Investigaciones Históricas de la
Seguridad del Estado
Corría el año 1967. La contrarrevolución en Cuba había sido
aplastada. La estación de la CIA en Miami JM-Wave comenzó
paulatinamente a limitar sus operaciones de guerra sucia contra el
territorio cubano, después de largos años de crímenes y agresiones.
Eran desmontados los radares de comunicaciones o las ametralladoras
pesadas y los cañones sin retroceso de 57 mm de las embarcaciones
piratas, las que eran vendidas o rematadas. Sus lujosas mansiones en
los cayos floridanos, otrora casas secretas, fueron rentadas. Toda
la logística de guerra era desarticulada poco a poco. Pero aún
continuarían en los próximos años sus acciones paramilitares contra
embarcaciones de pesca u otras instalaciones cubanas. El terrorismo
no había cesado, sino que se intensificaba contra intereses cubanos
en el extranjero. Sus "blancos" predilectos serían entonces
funcionarios diplomáticos y comerciales, embajadas, consulados,
representaciones de líneas aéreas o marítimas, ya fueran cubanas
como de cualquier país que mantuviese algún vínculo con Cuba. Era
solo un cambio estratégico en la política de terror.
Bosch
(primer plano) y Posada Carriles (detrás), detenidos en Caracas en
octubre de 1976, después de perpetrado el monstruoso crimen.
Un asesino a sueldo llamado Luis Posada Carriles, sentado en un
bar de Miami en aquellos días, según relata en sus memorias "Los
caminos del guerrero", meditaba consigo mismo "...Las
operaciones tendientes a la liberación de Cuba que efectuaba la
Agencia Central de Inteligencia estaban muy disminuidas, llegando al
punto que ya no se hacía prácticamente nada. Atrás habían quedado
las operaciones paramilitares, los contactos dentro de la Isla, los
enterramientos de armamento, las infiltraciones y toda esa actividad
que mantenía viva la esperanza de los cubanos que trabajábamos para
la Agencia. Gradual e inexorablemente se iban cerrando las bases de
los cayos en la Florida y gradual e inexorablemente estaban
desmovilizando a todos los cubanos que trabajaban para la CIA. A mí
me había llegado el turno hacía muy poco tiempo..."
Posada Carriles miente deliberadamente. La CIA nunca abandonó a
sus aventajados alumnos de Fort Benning. Sus agentes principales de
origen cubano en JM-Wave eran enviados como "asesores" de
contrainsurgencia a gobiernos pro-yankis en América Latina, para
reprimir todo atisbo de Revolución. Su entrañable amigo Félix
Rodríguez Mendigutía, había partido rumbo a Bolivia para colaborar
en las operaciones contra el Guerrillero Heroico, Ernesto Che
Guevara. Más tarde la CIA lo enviaría a Ecuador, Perú, Viet Nam,
Nicaragua y El Salvador, lugar este último en el que participaría
junto a Posada, en la guerra sucia en Centroamérica bajo las órdenes
directas de la Casa Blanca.
Posada Carriles fue "asignado" a Caracas, Venezuela, en 1967,
como mercenario de la CIA, transitando por sus órganos de
Inteligencia hasta ocupar un importante cargo en la Dirección de los
Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) de entonces. Sus
principales tareas: eliminar focos de "insurgentes" y apoyar el
trabajo de espionaje de la CIA en el medio diplomático hostil a los
Estados Unidos y en las altas esferas de la política local. Esta
designación no era casual; constituía un cargo de confianza en un
país con grandes intereses económicos y geopolíticos para Estados
Unidos en el área del Caribe y Sudamérica, muy cercano a Cuba por
profundos lazos históricos.
El propio George Bush (padre), en su calidad de Director de la
CIA en 1976, expresó en privado al entonces Jefe de la DINA chilena,
general Juan Manuel Contreras Sepúlveda, durante una reunión en
Washington, que la DISIP había sido reestructurada con la
participación de agentes cubanos al servicio de la agencia,
sugiriéndole que a su regreso a Chile pasara por Caracas y visitara
este órgano policiaco. Según Contreras, durante su viaje a Venezuela
se entrevistó con operativos cubanos en ese país. Uno de ellos era
Luis Posada Carriles.
La "reestructuración" aludida por el entonces Director de la CIA,
incluía importantes recursos de todo tipo dirigidos a potenciar
aquel dispositivo policiaco. En sus "memorias", Posada Carriles se
refiere a este tema, aunque sin mencionar a la CIA: "...La
policía había mejorado increíblemente. Cursos en el exterior,
instructores bien pagados, más la adquisición de costosos pero
altamente eficientes equipos para interceptar teléfonos, para
`sonorizar' habitaciones con transmisores ocultos, la adquisición de
patrullas, motos y, sobre todo suficientes recursos económicos para
establecer redes de colaboradores en hoteles, restaurantes,
vehículos de alquiler, etc., apoyaban nuestras operaciones, situando
a determinado `cliente' en una habitación de hotel previamente
`sonorizada' o dirigiéndolo a una mesa `trabajada' en el
restaurante. El más costoso, pero también el más fructífero de los
departamentos, era el de `control y manipulación de fuentes vivas' o
informantes. Las áreas de interés del Cuerpo eran los grupos
subversivos de izquierda, los militares de tendencia golpista,
grupos políticos y financieros, determinados personajes y cualquier
sector de la población que resultara interesante para el gobierno,
eran penetrados e infiltrados por nuestros agentes..."
Luis Posada Carriles no abandonó su accionar terrorista contra
Cuba en esos años, sino que las recrudeció a partir del manto
oficial que le ofrecía su cargo en la DISIP venezolana, en la que
fue nombrado como Comisario el 4 de octubre de 1971 por su amigo y
colaborador Remberto Uzcátegui Bruzual, quien lo integró al grupo
represivo bajo su dirección conocido por "los Doce Apóstoles". Esta
designación le brindó mayores posibilidades para continuar las
acciones de interés de la CIA que venía desempeñando desde años
atrás.
LA FACHADA DE LA AGENCIA PRIVADA DE DETECTIVES
En 1974, por desavenencias con el nuevo gobierno de Carlos Andrés
Pérez, Posada Carriles se vio obligado a renunciar, creándose una
difícil situación operativa para la CIA. Pero de la noche a la
mañana, surgieron nuevos fondos monetarios, algunos de ellos
supuestamente aportados por su antiguo compañero en la DISIP,
Joaquín Chafardet Ramos, y es creada una agencia privada de
detectives en Caracas nombrada "Investigaciones Comerciales e
Industriales, Compañía Anónima" (ICICA), dirigida por el propio
Posada Carriles.
Sus instalaciones estaban ubicadas inicialmente en la oficina
número 78 en el centro profesional Majestic, en la avenida
Libertador. Pero en 1976 se trasladaron a un lugar más amplio y de
discreta ubicación en la urbanización Las Palmas, avenida Valencia,
Quinta María Nina, en Caracas. Sus "investigadores", según
indicaciones de Posada Carriles, debían entrar por la puerta trasera
para no atraer la atención sobre sus movimientos. La ICICA llegó a
contar posteriormente con una filial en la ciudad de Valencia,
estado de Carabobo, cercana a Puerto Cabello, que por estar alejada
de la capital facilitaba sus movimientos hacia otras regiones.
Esta "agencia" desplegó su actividad desde los primeros meses de
1974 hasta octubre de 1976, considerados los años de mayor violencia
terrorista contra oficinas diplomáticas y comerciales e intereses
cubanos en el continente.
En sus "memorias", Posada Carriles intenta encubrir el carácter
subversivo de la ICICA y justificar los recursos técnicos y
financieros de que disponía: "...jamás nos hicimos cargo de
asuntos relacionados con adulterios ni problemas entre políticos,
rama que nos parecía de importancia mínima, en comparación con lo
más rentable y atractivo de la investigación comercial e industrial,
particularmente en el campo del espionaje de tecnología, comercio y
finanzas de empresas nacionales y extranjeras ... nos encargaron
investigaciones sobre conflictos de competencia, robos y fraudes;
investigaciones para pre-empleo de ejecutivos importantes,
especialmente de empresas multinacionales ... una red de equipos
móviles de comunicaciones con su repetidora, cámaras operativas,
micrófonos sofisticados, etc., auxiliaban en sus pesquisas a
nuestros investigadores..."
Según documentos desclasificados de la época, una gran parte del
equipamiento en armas y explosivos en poder de la nueva "agencia",
había sido sustraído de la DISIP. Otros medios técnicos de espionaje
fueron presumiblemente "donados" por la CIA. Versiones no
confirmadas acusaban a la embajada de Estados Unidos en Caracas
haber introducido en la "agencia" explosivos plásticos,
posteriormente utilizados en acciones terroristas contra Cuba.
La eficiente "agencia" de Posada Carriles, convertida en un
peligroso centro subversivo para la región del Caribe y Sudamérica,
podía considerarse también como una estructura paramilitar y
mantenía una relación de "favores mutuos" con funcionarios de los
organismos policíacos venezolanos. Posada continuó colaborando en
operativos de persecución y torturas contra grupos de izquierda en
Venezuela, mientras realizaba acciones encubiertas para la CIA o
participaba activamente, junto a Orlando Bosch Ávila, en operaciones
de muerte de la Operación Cóndor junto a la DINA fascista de Augusto
Pinochet. Se conoce públicamente que algunos implicados de la ICICA,
en particular Hernán Ricardo Lozano, mantenía relaciones estrechas
con un funcionario de la embajada norteamericana en Caracas nombrado
Joe Leo, indicado por algunas fuentes públicas como oficial de los
servicios especiales.
Este centro terrorista llegó a contar con 36 empleados, algunos
de ellos ex agentes de los servicios especiales venezolanos o
terroristas de origen cubano, familiarizados con tareas clandestinas
de seguimiento y control técnico de objetivos de interés, técnicas
de escucha ilegal o interrogatorios y acciones violentas con armas y
explosivos plásticos. El segundo al mando y jefe de operaciones de
esta "agencia" era Diego Argüello Lastre, ex policía de la tiranía
batistiana.
LA CIA NO PODÍA ESTAR AJENA A LAS ACCIONES TERRORISTAS DE POSADA
CARRILES
El nivel de agresividad y efectividad de este grupo solo era
posible gracias a la tenencia de medios de intercepción telefónica,
transmisores de radio miniatura para aplicaciones ocultas y
micrófonos pequeños para empotrar en paredes (algunos comerciales y
otros de procedencia desconocida, presuntamente elaborados por un
servicio profesional de espionaje), equipos de grabación
profesional, estetoscopios para escucha a través de paredes, medios
de cerrajería, fotografía profesional, equipos portátiles para el
montaje de puntos móviles de grabación de conversaciones y líquidos
radioactivos para el marcaje y seguimiento de objetivos, entre otros
medios.
Este equipamiento permite inferir que los blancos del trabajo
ilegal podían ser personalidades políticas o gubernamentales,
agentes diplomáticos o comerciales extranjeros, dirigentes
revolucionarios de izquierda, empresarios y hombres de negocio.
Desde esta "agencia" se planificaron muchos actos terroristas y
de ella partían subrepticiamente comandos armados y entrenados para
colocar bombas en instalaciones civiles cubanas en el extranjero y
planear todo tipo de atentados y secuestros, en presumible
coordinación con otras agrupaciones de la mafia cubanoamericana en
Miami. Según diversas fuentes históricas, la ICICA elaboró estudios
operativos sobre instalaciones diplomáticas y comerciales cubanas en
Trinidad, Barbados, Colombia y Panamá y poseía mapas de ruta de los
vuelos aéreos de Cubana de Aviación en la región.
La CIA no podía estar ajena a estas acciones. Posada Carriles
seguía siendo su hombre de confianza y posiblemente su oficial
ilegal más fiel y experimentado en la región al que debía muchos
favores.
Días después del crimen de Barbados, un memorando de inteligencia
desclasificado del Departamento de Estado norteamericano de fecha 19
de octubre de 1976 solicitaba a la CIA algunas respuestas y
comentarios. La primera de aquellas preguntas ponía el dedo en la
llaga: ¿Ha tenido la CIA alguna relación con la agencia de
investigaciones de Posada o con cualquier negocio que él pudo haber
tenido? Desconocemos si la CIA emitió alguna respuesta.
No resultaba casual la intensificación de los actos terroristas
en la región. Se calculan solo entre marzo de 1974 y octubre de
1976, en que fue clausurada la ICICA, más de 40 bombas en 14 países
de Centroamérica, Caribe y Sudamérica contra instalaciones
diplomáticas cubanas, líneas aéreas e intereses de otros países que
mantenían relaciones con Cuba. En ese periodo fueron asesinados dos
técnicos cubanos en Perú y México, dos funcionarios cubanos en
Argentina y 73 pasajeros que viajaban a bordo del vuelo 455 de
Cubana de Aviación sobre Barbados.
Una visión más pormenorizada de aquellos actos salvajes la brinda
una investigación histórica realizada en nuestro país: Durante 1974
se produjeron tres atentados con explosivos contra la embajada
cubana en Jamaica, otras cuatro en la sede diplomática en México.
Cartas bomba enviadas a las embajadas cubanas en Argentina y Canadá.
Colocación de otras bombas en instalaciones diplomáticas cubanas y
extranjeras en Perú, Jamaica, Ecuador, Venezuela, Panamá, Bahamas.
En México estallan 13 bombas en tres ciudades diferentes en bancos,
empresas comerciales y gubernamentales al regarse la noticia de una
posible normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
En 1975 son colocados 9 artefactos explosivos en 5 países del
área. Una bomba es detectada en el auto del embajador cubano en
México y es tiroteado el auto en que viajaba el embajador cubano en
Argentina, Emilio Aragonés Navarro, quien resultó ileso. Ese año, el
pueblo norteamericano fue víctima también de acciones terroristas de
los grupos anticubanos más violentos que operaban desde su propio
territorio.
Una explosión en Puerto Rico en el mes de enero había causado
cuatro muertos y dos heridos. En febrero una bomba fue desactivada
en las oficinas de la línea aérea colombiana en San Juan, Puerto
Rico. En marzo, dos artefactos detonaron en la oficina de turismo en
Panamá y el consulado de Costa Rica en Los Ángeles, California. En
mayo y julio dos bombas estallaron en las embajadas de Venezuela y
Costa Rica, en Washington. En julio fue saboteado un buque
puertorriqueño en San Juan, Puerto Rico. En octubre dos bombas
estallaron en Miami, mientras el 29 de diciembre detonan otro
artefacto en el salón de equipajes de la línea aérea dominicana de
aviación del aeropuerto La Guardia, en Nueva York, que causó 13
muertos y 75 heridos.
CON EL CORU LA CAPACIDAD OPERACIONAL DEL TERROR TUVO UNA ESCALADA
COMO NUNCA ANTES
Una vez más la tolerancia y complicidad de las autoridades
norteamericanas con los grupos terroristas anticubanos comenzaban a
crearles problemas internos. La solución más práctica y ventajosa
para el gobierno de Estados Unidos sería la creación de la
Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU).
En junio de 1976, Luis Posada y Orlando Bosch participaron en la
conformación del grupo terrorista CORU en República Dominicana,
creado a instancias de los propios servicios de inteligencia
norteamericanos. Un veterano oficial de la División antiterrorista
de la Policía de Miami declaró en 1979 "...los cubanos
llevaron a cabo la unión del CORU a solicitud de la CIA... los
Estados Unidos apoyaron la reunión para tenerlos a todos en la misma
dirección nuevamente, bajo el control de los Estados Unidos. La
señal básica fue adelante y hagan lo que deseen, fuera del
territorio norteamericano..."
El CORU constituyó un agrupamiento ideológicamente fascista para
extender el terrorismo internacional contra Cuba, integrar a los
terroristas más violentos y asestar golpes contundentes a la
Revolución cubana. Integró a los grupos fascistas de origen cubano
más activos que operaban desde EE.UU., como Acción Cubana, Brigada
2506, Frente Liberación Cubano, Alpha 66, Abdala, Movimiento
Nacionalista Cubano. Al frente de esta agrupación fue designado
Orlando Bosch Ávila. Los pormenores de esta reunión en Bonao,
República Dominicana, fueron conocidos en detalle por el FBI, cuyos
agentes encubiertos estuvieron presentes. Aunque no existen
comentarios del FBI en sus informes desclasificados, se poseen
evidencias de la presencia de Luis Posada Carriles en Santo Domingo
en aquellos momentos.
El CORU fascista dirigido por Orlando Bosch sería la cabeza
visible. Tras bambalinas, con un efectivo poder en sus manos que le
brindaba la ICICA, el hombre fuerte de la CIA, Posada Carriles,
participaría más activamente en aquella conspiración internacional.
La capacidad operacional de la "agencia" de terror dirigida por
Posada desde 1974 y posteriormente la efectividad terrorista del
CORU, evidenció una organización nunca antes vista en agrupaciones
criminales de aquella época, lo que solo era posible lograr con el
apoyo directo de un servicio como la CIA.
Contradictoriamente, el triste suceso del avión de Cubana de
Aviación en Barbados en octubre de 1976, pocos meses después, sacó
de circulación por unos años a estos dos criminales y frustró por el
momento la maniobra de la CIA, comandada por George Bush (padre).
Bajo la influencia del CORU y el decisivo apoyo operativo de
Posada Carriles desde Venezuela, en muchos casos, se produjeron
actos de terror en las sedes cubanas en Perú, Colombia, Guyana,
Canadá y Venezuela. Un grupo dirigido directamente por Posada, junto
a Orlando Bosch, y siguiendo un acuerdo previo de la reunión de
constitución del CORU, planearon sabotear el vuelo 467 de Cubana de
Aviación Panamá-Habana, acción que resultó infructuosa.
El 9 de julio estalló una bomba en un equipaje que era conducido
a un avión cubano de pasajeros, en Kingston, Jamaica, cuya salida se
había visto retrasada 40 minutos por causas operacionales. Gracias a
esto se conjuró una catástrofe terrible.
El 10 de julio detonó otro artefacto en las oficinas de British
West Indian Airline, en Barbados, colocado presumiblemente por
Hernán Ricardo y Freddy Lugo, sicarios al servicio de la "agencia"
de Posada, y más tarde autores directos de la voladura del avión
cubano en ese mismo lugar.
El 11 de julio detonó otra bomba en las oficinas de la Línea
Aérea Air Panamá en Colombia y días más tarde se realizaron disparos
contra la embajada cubana en ese país. Se presume que un comando
terrorista al mando de Posada Carriles, entre los que se encontraba
Hernán Ricardo, viajó a este país en estos días con el propósito de
provocar un hecho terrorista de gran trascendencia publicitaria.
Días después, el 23 de julio, fue asesinado el técnico cubano de
la Flota Camaronera del Caribe Artaignan Díaz Díaz, en Mérida,
Yucatán, durante un intento de secuestro de un funcionario consular
cubano. En este hecho participó un viejo compinche de Posada, el
criminal Gaspar Jiménez Escobedo, quien lo secundaría años después
en el intento de asesinato del Presidente Fidel Castro Ruz en la X
Cumbre Iberoamericana de Panamá en el año 2000.
El 9 de agosto fueron secuestrados, torturados y asesinados
Crescencio Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias, funcionarios de
la embajada cubana en Argentina, por grupos paramilitares de la
junta militar argentina. Se poseen informaciones que vinculan a los
asesinos Orlando Bosch, Luis Posada Carriles y Guillermo Novo Sampol
a este crimen. Poco después, el 21 de septiembre, en la ciudad de
Washington, son asesinados el ex ministro de Relaciones Exteriores
del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, Orlando
Letelier y su asistente Ronni Karpen Mofitt, por sicarios del CORU
al servicio de Augusto Pinochet, entre ellos los terroristas de
origen cubano Guillermo e Ignacio Novo Sampol, Dionisio Suárez
Esquivel y Virgilio Paz Romero.
El 6 de octubre de 1976, explotaba en pleno vuelo el avión cubano
en Barbados, con 73 pasajeros a bordo. Fue el crimen más horrendo de
todos, que aun después de 30 años, llena de indignación y tristeza a
todo nuestro pueblo.
Días antes del atroz suceso, la embajada de EE.UU. en Caracas
negó la visa de entrada a Puerto Rico a Hernán Ricardo Lozano, uno
de los autores materiales del crimen. Se conoce por fuentes
históricas, que la embajada norteamericana en Puerto España,
Trinidad Tobago, conoció que Ricardo se encontraba en dicho país en
momentos en que el CORU se adjudicaba una bomba en el consulado de
Guyana, el 1º de septiembre de 1976. La CIA pudo temer entonces que
su relación de larga data con Hernán Ricardo podía
acarrearlesproblemas.
Después de su detención por las autoridades venezolanas que los
acusó por su responsabilidad en el sabotaje al avión cubano, el
gobierno de los Estados Unidos maniobró para que no fueran juzgados
y propuso que Posada fuera liberado y Bosch entregado a sus
autoridades.
El gobierno de los Estados Unidos fue autor intelectual de aquel
horrendo suceso. No se trataba de un hecho aislado. Los documentos
desclasificados demuestran que sus servicios de inteligencia no eran
ajenos a los intentos del CORU de hacer explotar un avión en el
aire. No eran ajenos tampoco a la labor subversiva de la ICICA en la
región, de donde partieron los autores materiales del hecho y los
explosivos utilizados. Esto podría explicar, entre otras razones, su
negativa a extraditar a Posada Carriles a Venezuela.
La CIA y su gobierno facilitaron posteriormente la fuga de Posada
de su prisión en Venezuela, ofreciéndole una importante misión en la
guerra sucia en Centroamérica. Años después concedieron el asilo
definitivo de Bosch en territorio norteamericano, como próximamente
lo harán con Luis Posada Carriles, por sus amplios servicios a la
causa del terrorismo.
La humanidad les exigirá cuentas algún día.
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