Reaparecía el viejo fantasma del anexionismo,
corriente que siempre ha defendido la idea de que Cuba debe
incorporarse a los EE.UU. como un estado más de la Unión y
desaparecer como nación independiente.
Aquel cartel y el proyecto del grupito que lo
elaboró nos llevó a preguntarnos ¿Qué ha pasado con esta corriente
anexionista en las últimas décadas?
Aquí en Cuba solo queda lo que puede definirse
como el lumpen del anexionismo; es decir, los miembros de los
grupúsculos de mercenarios que de manera consciente son comprados
por una potencia extranjera y en obligación a quien paga responden
plenamente a los intereses del imperio. Recuérdense las imágenes
transmitidas hace unos meses en la Mesa Redonda tras aquel
espectáculo denominado "Asamblea para una Sociedad Civil en Cuba",
celebrada no casualmente el 20 de mayo, donde bajo la tutela de
James Cason (ex jefe de la SINA) y otros diplomáticos extranjeros,
se reunieron unas decenas de estos mercenarios. Allí se pudo ver y
escuchar claramente cuando en uno de los momentos culminantes de
esta "actividad" se paró un participante y gritó a toda voz: "Viva
Bush", los aplausos que siguieron al grito refrendaban que los
participantes se consideran empleados pagados por el imperio que
reconocen que su presidente es el de los Estados Unidos, pero todo
con un carácter muy marginal y puramente mercenario, me pagas y te
soy leal.
El campo anexionista cambió después del
triunfo de la Revolución, cuando la casi totalidad de los defensores
del fin de Cuba como país independiente emigraron de una forma u
otra hacia los EE.UU. Una vez allí, en algún momento de estas casi
cinco décadas transcurridas, se convirtieron en ciudadanos
norteamericanos, o sea, juraron lealtad, en ceremonia con fuerza
legal, a la bandera y a la Constitución de los Estados Unidos.
De esa manera se producía un cambio
sustancial. Los anexionistas clásicos se transformaban en
norteamericanos con todas las de la ley y a partir de esa
metamorfosis todo lo que dijeran o hicieran lo hacían como
norteamericanos de hecho y de derecho.
Desaparecía el viejo debate entre patriotas y
cubanos anexionistas (en aquellos tiempos todavía cubanos aun en
contra de su voluntad), pues en los tiempos presentes serían
norteamericanos en cualquiera de sus actuaciones.
Eso es lo que hace que en Estados Unidos se
aprecien ahora claramente dos grupos dentro del movimiento
anexionista.
El primero es a todas luces minoritario y es
el que representa a los del proyecto Havami, o sea la clásica
desaparición de la nación cubana y su absorción por los EE.UU.
aunque con la novedad de la doble absorción o doble anexión, primero
por Miami y luego por los EE.UU.
Luego en franca mayoría está lo que
denominaría como los neoanexionistas. Estos son ciudadanos que han
hecho su vida y negocios en los Estados Unidos como norteamericanos
y que más que la anexión clásica del siglo XIX, han desarrollado el
concepto de apoderarse de propiedades en Cuba para explotarlas como
hombres de negocios estadounidenses.
Sin pudor y en honor a su mentalidad
anticubana piden abiertamente la agresión militar de los EE.UU. a la
Isla, pues saben que ellos como clase están y estarán históricamente
derrotados en Cuba. En su forma de pensar solo podrían apropiarse de
los recursos de nuestra nación, viniendo de manera cobarde detrás de
los marines.
Esto no es una frase festinada ni una
exageración. El pasado 15 de agosto, en una reunión efectuada en
Miami, el senador norteamericano Melquíades Martínez, dirigiéndose a
una audiencia de neoanexionistas, declaró de forma reveladora:
"enviar a los marines no es la solución".
¿Por qué se vio obligado a trasladar este
mensaje?
Primero, porque eso es lo que están pidiendo
los neoanexionistas a su gobierno, el de Washington: que vengan los
marines y les garanticen la idea fantasiosa de recuperar u obtener
propiedades en Cuba, tal y como está escrito en la Ley Helms-Burton
vigente en los EE.UU, y que como bien fue descrita no es otra cosa
para los cubanos que la ley de la esclavitud y, segundo, porque
serían derrotados.
Antes de esta ley ya existía una comisión de
"reclamación de propiedades",¿para quién?, para ciudadanos
norteamericanos, y después de la Ley, redactada por los equipos del
senador Jesse Helms y el representante Dan Burton, con el apoyo
decisivo de la mafia de Miami y los abogados de la Bacardí, se
reforzó esa idea para favorecer la incautaciónde las propiedades. La
mayoría de los que se han inscrito allí lo que desearían ocupar y
poseer en Cuba sea tierra, fábricas, inmuebles, viviendas u otras,
son estos ex cubanos que hoy son ciudadanos norteamericanos, o sea,
los neoanexionistas, que sí sueñan con ser dueños de riquezas de
todo tipo de nuestro país, sacarle la respectiva plusvalía y
disfrutar de sus beneficios como norteamericanos; lo demás es
¡sálvese el que pueda!
Este es el anexionismo del siglo XXI o el
neoanexionismo.
Y por qué neoanexionismo, ¿qué cambió?
Lo que cambió son las formas de dominación del
imperio, que no son hoy las mismas del siglo XIX cuando soñaban con
la anexión.
Para los ideólogos del imperio, el control de
un país se realiza hoy mediante mecanismos financieros, económicos,
tecnológicos y científicos, mientras los gobiernos de determinados
países se controlan como virtuales colonias pero sin la necesidad de
asumir los costos sociales que conllevaría el tener un protectorado
tipo siglos XVII y XVIII, donde tendrían que hacerse cargo de la
infraestructura, la Salud, la Educación, etc.
Se quitan de arriba los gastos sociales y
controlan a veces más efectivamente la dirección de los gobiernos de
esos países en los temas que les interesa fiscalizar y donde
necesitan aseguramiento a sus beneficios o intereses y de lo cual un
ejemplo cercano lo constituye la concepción del proyecto del ALCA.
Por tanto, si al gobierno imperial no le
interesa el colonialismo clásico por las razones antes explicadas,
los que fueron cubanos y hoy son norteamericanos se adaptan
disciplinadamente para transformarse en neoanexionistas.
Para Cuba, sin embargo, estos neoanexionistas
del 2006, por su forma de actuar y de pensar siguen jugando el mismo
papel y actuando en función de los mismos intereses de sus
predecesores de los siglos XIX y XX.
Aquí están los hechos, ahora saque usted sus
propias conclusiones.