(23 de diciembre de
2003)
La otra cara del PETRÓLEO
ALEXIS SCHLACHTER
NO CABE DUDA, el presente energético
de la Tierra pertenece al petróleo.
Cerca del 90% del combustible
utilizado comercialmente en el mundo es el llamado "oro negro" junto
a otros combustibles fósiles como el carbón o el gas natural; 5%
energía nuclear y el remanente 5%, energía hidráulica. Las
llamadas energías renovables (como el aire y el Sol) todavía no
tienen peso en las estadísticas energéticas.
Este pozo petrolero será un día algo del pasado.
El petróleo es base de una
gigantesca industria petroquímica mundial que produce desde caucho
sintético, detergentes, fertilizantes hasta pinturas, materiales
aislantes y tintes, entre otros productos de alto valor y demanda.
Además, es el carburante rey de los equipos que ruedan en
carreteras, vuelan o navegan.
Esa es la cara linda del petróleo.
Pero está también la fea: entre el 60 y el 70% de la deuda externa
de los países pobres del planeta se refiere al pago del petróleo
que adquieren para intentar desarrollarse.
El exagerado precio del petróleo
hoy, como ya ocurrió otras veces, conmociona a las débiles
economías de las naciones pobres.
Ningún analista serio de la
actualidad internacional pone en duda que la invasión
estadounidense a Iraq tuvo que ver, en proporción nada desdeñable,
con las riquezas petroleras bajo las arenas del país árabe.
El petróleo, pues, constituye asunto
de actualidad en cualquier dirección: militar, económica,
política... y faltaría referirse a la medioambiental.
¿QUÉ FUTURO OFRECE EL PETRÓLEO
AL MEDIO AMBIENTE?
Durante millones de años plantas y
microorganismos fueron sepultados en las profundidades del planeta,
y su descomposición acumuló energía química en forma de gas
natural, carbón mineral y petróleo.
La contaminación ambiental por desechos petroleros es realidad palpable en las calles del planeta.
Por miles de años los primeros
hombres solo conocieron la energía calórica que producía el fuego
al quemar leña o carbón. Mucho después, entre 1760 y 1830
ocurrió la primera revolución energética con la introducción de
nuevas tecnologías, como la máquina de vapor, las textiles y el
ferrocarril. Todo gracias al uso del carbón mineral. El segundo
gran cambio industrial de las naciones más desarrolladas ocurrió
entre 1860 y 1930, periodo en el cual se introdujeron los sistemas
eléctricos, la aviación y la siderurgia.
¿Eje central de esa revolución? El
petróleo.
Y aquí llegamos a problemas muy
graves que ha traído el uso constante y creciente de ese portador
energético a escala mundial.
La sociedad actual, en cualquier
punto geográfico, depende del petróleo para vivir, o simplemente
sobrevivir.
Pero, ¿por cuánto tiempo? Según
algunos estimados un incremento del 2% de su consumo anual
acortaría la existencia del combustible a solo una centuria. ¡Cien
años... y la era del petróleo acabará!
Otras predicciones aseveran que el
suministro del crudo solo alcanzará hasta las primeras décadas del
siglo XXI y que son poco probables nuevos descubrimientos e
invenciones que amplíen la disponibilidad de petróleo barato mucho
más allá de ese periodo.
Pero eso no es lo peor. Se ha
comprobado, por ejemplo, que las emanaciones de la combustión de
hidrocarburos en plantas generadoras de electricidad e industrias,
constituye una de las causas principales de enfermedades de las
vías respiratorias, de la piel y diversos tipos de cáncer.
¿Quién no ha oído hablar del
cambio climático global? Es otro "regalo" de la quema del petróleo
y sus derivados. El llamado efecto invernadero permite la entrada de
energía solar en la atmósfera, pero reduce el necesario reenvío
de rayos infrarrojos al espacio exterior, o sea, genera
recalentamiento terrestre.
El 80% del monóxido de carbono y el
40% de los óxidos de nitrógeno de hidrocarburos emitidos proceden
de la combustión de gasolina y gasóleo en motores de autos y
camiones.
De mantenerse tal tendencia en el
futuro próximo, ocurrirían la muerte de bosques, tormentas
violentas y sequías abrumadoras, el deshielo del Océano Ártico,
la inundación de ciudades litorales; se secarían el cinturón
productor de cereales y los campos de trigo en las estepas, lo que
unido al hundimiento de los terrenos bajos, traería como resultado
la pérdida de un tercio de las tierras agrícolas.
¿Hay alternativas a este mundo
dependiente de un recurso sin duda útil, pero a la vez peligroso
desde el punto de vista político, inestable en precios y altamente
contaminante del medio ambiente?
Sí: las denominadas energías
renovables. Las que nunca se extinguirán y no contaminan el medio
ambiente. Aquellas que algunos denominan "muy caras" a corto plazo,
soslayando, por razones económicas y políticas, que serán el
único camino posible cuando el petróleo sea tema del pasado. El
asunto, polémico, merece un comentario aparte. Pero antes una
última y necesaria reflexión acerca del petróleo.
Países pobres con perspectivas
reales de obtener "oro negro" de sus territorios, a la luz de lo
planteado hasta aquí... ¿qué deben hacer?
¿Negar la realidad energética
petrolera, olvidar que existe una fuerte cultura tecnológica
mundial en esa dirección? ¿O aprovechar lo que la naturaleza les
ofrece energética y económicamente... pero sin olvidar los
peligros de la contaminación, aminorándolos en lo posible?. Más
importante aún: tales naciones deben desarrollar simultáneamente
planes para invertir en fuentes alternativas de energía con la
vista puesta en un futuro sin petróleo y sacar conclusiones
lógicas sobre las razones por las cuales países de alto desarrollo
como Alemania o el Reino de los Países Bajos (Holanda) mantienen y
extienden sistemas nacionales para aprovechar fuentes renovables de
energía como el Sol y los vientos.
Porque jugarse hasta la última carta
exclusivamente al "oro negro" es, cuando menos, una temeridad.
Bibliografía:
- Suplemento especial de Universidad
paraTodos Hacia una conciencia energética.La Habana 2004.
- El camino del Sol. Editado por
Cubasolar,La Habana 1999.
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