(24 de
agosto de
2007)
Nipe, tesoro que revive
Alexis Rojas Aguilera
La bahía de Nipe es el
eje de un complejo marítimo-costero que vincula a varios de los
refugios más relevantes del noreste holguinero.
Fue descubierta por Cristóbal Colón en 1492 y es de
las mayores de bolsa del mundo, con 25,9 kilómetros de largo y 16,8
de ancho.
En derredor de ella se ubican las bahías de Banes,
al noroeste, y Levisa-Cabonico y Tánamo, al este, singulares todas
por sus bellezas paisajísticas, riquezas de flora y fauna y
potencialidades económicas ribereñas.
De
nuevo abundan las aves marinas.
Entorno ese, donde abundan las playas, entre las que
resaltan Corynthia (Mayarí), Los Baracuteyes de El Ramón (Antilla) y
Mejías (Frank País), en la costa Atlántica.
Mientras, en los interiores, pululan las conchas o
playuelas de arenas blancas y mulatas de, generalmente, mansas
aguas.
Especial encanto, por belleza apenas hollada, tiene
cayo Saetía, reserva de vida silvestre de más de 40 kilómetros
cuadrados, que divide las entradas o canales de acceso a Nipe y
Levisa-Cabonico.
En
el interior de la bahía existen playas de arenas blancas y mulatas,
como La Caimana.
Región de tráfico marítimo, hoy destacan los puertos
de Antilla y Felton, Campo de Boyas incluido, en Nipe, mientras
otros atracaderos comerciales fenecieron con el tiempo. Es zona
proverbial de pesca.
Es también el sitio donde desaguan ríos de
importancia, como el caudaloso Mayarí y el Nipe, asideros de
impresionantes humedales, particularmente ricos en aves y otras
especies de la fauna.
DIAMANTE AZUL
Así la llamó un poeta, con ojos y corazón llenos de
un azul único, posible porque sus fondos se mueven desde los 10,3
metros promedios en las zonas portuarias, hasta los 71,3 metros en
pleno canal de acceso.
Este canal es un portento perspectivo para el
aprovechamiento de la energía de las mareas.
Pero este tesoro natural, en el que habitan peces de
innumerables formas, tamaños y colores, otros pobladores de la
plataforma cubana en extenso abanico de especies y órdenes, y todo
lo asociado a este hábitat, tuvo su salud seriamente comprometida.
En décadas pasadas, la situación creada
fundamentalmente por acciones negativas derivadas de la actividad
humana, sin el debido celo hacia el medioambiente, preocupó y ocupó
a muchos.
Circunstancias económicas favorables para su
recuperación, y una tenaz labor de saneamiento realizada por varios
organismos, rectorados en el esfuerzo por el CITMA, ofrecen hoy un
panorama bastante diferente.
De hecho, la calidad de las aguas interiores,
comparadas con lo apreciado en momentos pasados, es muy superior.
No obstante, la mayor contribución de materia
orgánica y de agua dulce a este sistema marino, sigue penetrando a
través del río Mayarí, el cual aporta el 90% de la carga total.
Las áreas de la bahía que permanecen en condiciones
ligeramente dañadas, se localizan en el tramo costero entre el
poblado de Guatemala y Punta Cuaba; frente a los poblados de Felton,
Antilla y la ensenada de Manatí.
También persiste alguna contaminación por metales
pesados e hidrocarburos en sedimentos, especialmente en zonas
cercanas a Guatemala y Felton, aunque por estos compuestos en
específico, la única con valores indicativos de contaminación
industrial es la desembocadura del arroyo Cajimaya.
El plan de Gestión Ambiental de la bahía incluye el
saneamiento de la cuenca del río Mayarí, el tratamiento de aguas
residuales del matadero de ganado mayor de Guatemala y medidas
organizativas en otras fuentes contaminantes.
En el 2006, justamente, fue la bahía de Nipe el área
más beneficiada por la reducción de la carga contaminante de la
provincia.
Según reveló el CITMA este comportamiento favorable,
estuvo sensiblemente influido por el incremento de las acciones de
fertiriego de dos empresas azucareras radicadas en su entorno.
Grato es ver de nuevo las bandadas de gaviotas,
pelícanos y otros alados revolotear y precipitarse al agua en busca
de sardinas, boquerones, machuelos y multitud de peces que pueblan
el piélago azul; anidar en los cayos y cayuelos cercados de mangle
negro y rojo, de patabanes y caletas de rutilante verde. Es símbolo,
buen augurio de salud, que vuelve pujante a la gran bahía de Cuba. |