La UBPC La Paz, de la Empresa Pecuaria Triángulo 5,
en Camagüey, es sede de curtidos ganaderos que deben sus millones
lecheros al esfuerzo propio, al apoyo de otros, a sus vacas¼
y a la vacuna cubana contra la garrapata (GAVAC).
"Este producto ha sido lo mejor en la vaquería 1-3
—continúa Raúl—, aquí paró en seco una explosión de enfermedades
asociadas a la garrapata."
Lorenzo Martínez Ruiz, médico veterinario principal
de la UBPC, auxilia a su compañero con otra jeringuilla y otra
respuesta: "Desde hace cuatro años no registramos enfermedades
hemoparasitarias, no gastamos en medicamentos ni tenemos muertes por
ese concepto y, por eso, la ganancia en leche y carne es mayor".
Otro tanto a favor es que desde hace un cuatrienio las vacas de la
unidad no requieren baños con caros productos garrapaticidas de
importación.
GAVAC es un ejemplo de la integración de la ciencia
en Cuba. Roberto Basulto Baker, director del Centro de Ingeniería
Genética y Biotecnología de Camagüey, explica la ruta de esta vacuna
recombinante.
"En 1993 el CIGB de La Habana inició la producción y
distribución nacional de este resultado. La tecnología para producir
el ingrediente farmacéutico activo de la GAVAC nos fue transferida
en el 2002. Cuatro años después y cumplidos los procedimientos de
rigor, nuestra entidad asumió la formulación y envase."
El perfil agropecuario del CIGB agramontino, el peso
ganadero de la provincia, la capacidad productiva demostrada y la
posibilidad de cerrar el ciclo
investigación-desarrollo-producción-comercialización, avalaron la
transferencia tecnológica.
La vacuna contiene un antígeno natural que genera en
el animal una respuesta inmune. Una vez que reconocen ese mismo
antígeno en el tubo digestivo de la garrapata parásita, los
anticuerpos del vacuno le ocasionan daños a sus huevos y merman la
viabilidad de sus larvas, con lo que se reduce su población hasta el
nivel mínimo indispensable para que el ganado logre la inmunización
natural.
Hoy este producto de la biotecnología cubana tiene
un alto impacto en la gestión del Centro y goza de prestigio, no
solo por reducir o eliminar los gastos en baños garrapaticidas, sino
también por evitarle, con ello, contaminaciones al medio ambiente, y
por controlar las infestaciones de la muy nociva garrapata Boophilus
microplus.
Rafael Pimentel Pérez, subdirector de producción del
CIGB de Camagüey, manifiesta la capacidad de la institución de
satisfacer la demanda nacional de GAVAC y cumplimentar pedidos para
la exportación. El subdirector de calidad, Alain Moreira Rubio,
apunta que la vacuna dispone de la licencia del Centro de Seguridad
Biológica, con garantías para el trabajador y el entorno, además del
certificado del Instituto de Medicina Veterinaria y el registro
sanitario correspondiente.
Según informó Jorge Jorge Artiles, especialista en
Parasitología de la dirección provincial de Medicina Veterinaria, el
territorio dispone de más de 276 900 dosis para este primer semestre
del año, cifra suficiente para continuar el plan en áreas ya
tratadas, iniciar otras previstas y asumir nuevas "pacientes". En
todos los casos, la unidad pecuaria debe contar con personal
calificado en condiciones de cumplir los requerimientos exigidos en
el protocolo de la vacuna.
"De las poco más de 603 800 cabezas vacunas de
Camagüey —el mayor patrimonio de ese rubro en Cuba—, más de 430 300
reciben el pinchazo bienhechor", precisó. En sus potreros el
horizonte es halagüeño: no sufrirán el deterioro de la piel, las
anemias, fiebres, estrés, mermas productivas, abortos y muertes
comunes en las víctimas de las enfermedades hemoparasitarias.
Solo en 1993, murieron en la provincia 2 294 cabezas
por enfermedades hemoparasitarias asociadas a la garrapata. El año
pasado GAVAC dejó bien en claro la valía del talento colectivo:
apenas fallecieron 19 vacas en Camagüey por dicha causa.
"Sin adelanto científico no hay producción —decía en
su vaquería el técnico Raúl Bravo—, yo le digo a usted que cuando se
trata de asegurar la vida, hasta la vaca Pijirigua pide la vacuna".