(23 de marzo de 2006)

Vacunas de cancer

¿Renace la Esperanza?

Doctor LUIS ENRÍQUEZ FERNÁNDEZ,
Jefe del departamento de Vacunas del Centro de Inmunología Molecular

Todas las personas en nuestro país están familiarizadas con el concepto de la vacunación, pues casi desde el mismo momento de nacer recibimos las primeras dosis de un número creciente de vacunas que permiten protegernos de enfermedades infecciosas devastadoras.

Vacunar significa manipular racionalmente el sistema inmunitario de un individuo de manera tal que se recluten ciertas células especializadas en detectar y destruir a virus y bacterias invasoras, proceso a través del cual queda grabada indeleblemente la “huella" molecular del patógeno, que será reconocido y eliminado si algún día penetra al organismo.

La relativa eficiencia lograda por las vacunas, en ausencia de efectos secundarios serios, ha sustentado la gran popularidad de este término. Pero miremos ahora este sugestivo tema desde otro ángulo menos conocido. ¿Se podría pensar en desarrollar vacunas contra otros males distintos a los causados por agentes infecciosos, digamos por ejemplo, la mayoría de los tipos de cáncer?

La respuesta a esta pregunta es afirmativa. Grupos de inmunólogos y oncólogos vienen dedicando múltiples esfuerzos a este objetivo, a partir de la observación fundacional realizada por el cirujano norteamericano William Coley en 1898 de que la estimulación del sistema inmunitario de pacientes de cáncer podía tener una acción importante sobre los tumores malignos.

Otro descubrimiento cardinal ocurrió sesenta años después cuando el científico británico Avrion Mitchison demostró que la vacunación de ratones de laboratorio con células tumorales provocaba una capacidad de resistencia total al efecto letal de los mismos tumores. Estos dos hallazgos despejaron el camino del concepto de las vacunas terapéuticas de cáncer, de modo tal que en el año 1977 se reportó el resultado del primer ensayo clínico en pacientes avanzados de cáncer, con una preparación vacunal obtenida del propio tumor del paciente.

Pudiéramos decir entonces que una vacuna de cáncer es un nuevo modo de tratar esa enfermedad que, a partir de elementos componentes de los tumores, pretende estimular y “educar” al sistema inmunitario de las personas que ya la padecen, de forma tal que las células tumorales sean detectadas y destruidas sin producir los desagradables efectos secundarios provocados por la quimioterapia y la radioterapia.

Las vacunas terapéuticas de cáncer no buscan curar a los pacientes, sino que su efecto debe permitir mantener el tumor controlado por largos periodos, demorando todo lo posible la progresión, planeándose además usarlas en combinación con el resto de las armas existentes en el arsenal terapéutico.

Todavía no hay ninguna vacuna de cáncer en uso difundido por los oncólogos en el mundo, pero existen alrededor de 105 candidatos vacunales distintos en fase avanzada de ensayos clínicos, pertenecientes a 64 compañías (principalmente biotecnológicas) de 5 países: Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Canadá y Francia.

NUESTROS CIENTÍFICOS INVESTIGAN

En Cuba los trabajos en el campo de las vacunas de cáncer comenzaron en el año 1990 en el Centro de Inmunología Molecular (CIM), perteneciente al Polo Científico del oeste de La Habana. Ocurría así un hecho insólito, al surgir por primera vez un programa de investigación innovador en este tema en un país del Tercer Mundo.

Después de tres lustros de trabajo, cuatro originales candidatos vacunales terapéuticos de cáncer se ensayan en pacientes de todo el país con la participación de los servicios de salud especializados del MINSAP. Solo en el año 2005 más de 170 nuevos casos fueron incorporados a estos ensayos clínicos, siendo los blancos principales escogidos para estas vacunas los tipos de cáncer con mayor impacto en nuestra población (pulmón, próstata, mama, colon).

Los resultados son estimulantes y aconsejan continuar los estudios emprendidos. Otros dos nuevos candidatos vacunales para el tratamiento de personas con neoplasias de cervix y próstata, desarrollados por los Centros de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana y Camagüey, comenzarán la fase de ensayos clínicos en el 2006.

Después de casi treinta años de evaluación clínica del concepto de la vacunación terapéutica de cáncer y de más de 400 ensayos clínicos realizados, durante los cuales han ocurrido revolucionarios avances en el pensamiento inmunológico, hemos comenzado a comprender las razones por las cuales los resultados obtenidos hasta hoy, aunque muy alentadores, son modestos en cuanto al beneficio recibido por los pacientes.

El hallazgo fundamental radica en que como la gran mayoría de estos ensayos se han efectuado en individuos con estadios muy avanzados, las grandes masas tumorales y los tratamientos acumulativamente recibidos se han encargado de deteriorar profundamente sectores especializados para el funcionamiento del sistema inmunitario. Ahora las expectativas de los especialistas se trasladan a los estudios de las nuevas terapias con vacunas de cáncer en pacientes con etapas tempranas de la enfermedad en las cuales, en teoría, será posible detener de manera prolongada la progresión de la neoplasia.

Los experimentos en modelos animales, tanto nuestros como de otros investigadores, vaticinan la justeza de esta expectativa. Pero, ¿por qué no terminar por donde empezamos? ¿Si el cáncer fuera prevenible como todo parece indicar, podrían las vacunas desempeñar un rol importante? La comunidad científica especializada hoy tiene suficientes elementos para empezar a creer firmemente en esta posibilidad y ya estamos comenzando a trabajar en aras de erradicar este flagelo de la humanidad, mediante la vacunación preventiva.

Entonces, para las vacunas de cáncer la era de comprobar y conocer mejor el concepto termina y comienza la de la conversión de las neoplasias en estadios menos avanzados en enfermedades crónicas controladas, alargando la vida con calidad del paciente. En esto radica ahora la verdadera esperanza.

   

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