(5 de octubre de
2005)

Antioxidantes: ¿Mito
o realidad?
Doctor
ALBERTO J. NUÑEZ SELLES *
Determinados círculos
científicos consideran los productos antioxidantes una moda de la
dieta o algo de importancia secundaria a la hora de valorar su
empleo en la prevención o terapia de diversas enfermedades.
Otros les atribuyen a
veces propiedades "milagrosas", que sobrepasan sus beneficios como
suplementos nutricionales, a lo cual contribuyen las campañas
publicitarias desproporcionadas de compañías más interesadas en
las ganancias que en el posible efecto de los mismos.
Contra ese mito crece
cada día una realidad con la demostración de la utilidad de los
antioxidantes en un número cada vez mayor de enfermedades, sobre
todo crónicas, o de origen neurovegetativo.
Quizás los productos
más reconocidos dentro de ese grupo sean las vitaminas C, E, y A,
al extremo de que cientos de formulaciones circulan en el mercado
internacional con la incorporación de alguna o de todas estas
vitaminas.
Más allá de sus
probados beneficios, investigaciones realizadas en la última
década demuestran que las vitaminas C y E pueden ejercer un efecto
contrario y dañar la salud del ser humano si se ingieren en dosis
muy elevadas al favorecer los procesos oxidativos en el organismo.
Ello ocurre, entre otras
razones, porque se afecta el equilibrio que existe entre el efecto
antioxidante y el prooxidante, produciéndose así el llamado
estrés oxidativo, como resultado del incremento de especies
químicas muy agresivas denominadas radicales libres.
Dicho fenómeno tiene un
carácter muy complejo y también puede aparecer por los denominados
estrés ambiental (contaminación atmósferica y acuática,
radiación solar), nutricional (excesivo consumo de grasa animal,
alimentos enlatados), tóxicos (tabaquismo, alcoholismo),
fisiológico, asociado fundamentalmente a enfermedades crónicas, y
genético.
Mientras mayor sea el
grado de cualquiera de los tipos de estrés mencionados, mayor será
el estrés oxidativo y el desbalance del sistema
antioxidante-prooxidante, que tiene estrecha relación con muchos
desórdenes del cuerpo humano.
A muchos extractos de
productos naturales se les han atribuido propiedades antioxidantes
muy potentes.
Ejemplo de ello son los
extractos de uña de gato (Uncaria tormentosa), semilla de uva
(Vitis vinifera), y la corteza de mango (Mangífera indica), este
último de origen cubano, los cuales han demostrado efectos
beneficiosos sobre el hombre, en particular cuando se emplean con
carácter profiláctico, sin dejar de reconocer su utilidad
terapéutica.
Los estudios
preclínicos y clínicos realizados en nuestro país con el extracto
de mango, conocido como Vimang, reportan que este puede tener
beneficios similares o superiores al de las vitaminas C y E, sin que
exista un efecto prooxidante significativo.
Así, en pacientes
seropositivos del VIH-SIDA, y personas de la tercera edad, la
administración diaria de 6 a 3 tabletas de Vimang durante 180 ó 60
días, respectivamente, fue capaz de estabilizar los indicadores del
estrés oxidativo hasta alcanzar valores similares al de los sujetos
utilizados como grupo de controles de los ensayos seronegativos o
jóvenes, según el caso.
De forma general, los
participantes experimentaron una sensible mejoría en diversos
indicadores de la calidad de vida, incluida una mayor disposición
para la actividad física.
También en un estudio
clínico desarrollado en 21 consultorios del médico de la familia
en el capitalino reparto San Agustín, municipio de La Lisa, se pudo
comprobar la eficacia de la crema Vimang en enfermedades
inflamatorias y dolorosas de la piel.
Surgido a lo largo de
más de 30 años de práctica etnomédica del capitán de fragata
Eleuterio Páez Betancourt, el Vimang es fruto de la labor de un
colectivo de investigadores del Centro de Química Farmaceútica y
casi 30 instituciones científicas y productivas del Polo
Científico del Oeste de La Habana, y mereció uno de los Premios
Nacionales otorgados por la Academia de Ciencias de Cuba a los
resultados destacados del 2004.
*Director del Centro
de Química Farmacéutica y presidente de la Sociedad Cubana de
Química.
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