(8 de septiembre de
2005)

Ciencia ficción
Los límites de la realidad
"La
única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es
aventurarse en el terreno de lo imposible"
Arthur C. Clarke
BRUNO HENRÍQUEZ*
Para muchas personas el
término ciencia ficción es sinónimo de fantasía desbocada,
películas de acción o narraciones sobre cosas imposibles.
El espacio no es lo que aparenta en el cuadro de Escher Relatividad.
Sin embargo, el género,
independientemente de fanáticos y detractores, cuenta con
seguidores —lectores y autores— que lo cosideran una
manifestación cultural capaz de llenar la necesidad creada por la
curiosidad ante lo desconocido con un enfoque donde el misterio no
es una imposibilidad teológica, sino un desafío a la inteligencia.
La ciencia ficción es,
sobre todo, un género artístico surgido en la literatura ante la
necesidad de incluir en ella las vivencias de un mundo donde la
tecnología desempeñaba un papel creciente y los misterios
comenzaban a ser enfocados más como problemas por resolver, con
posibilidad de hacerlo, que imposiciones divinas inalcanzables para
el conocimiento y las acciones humanas.
Es así un género que
se renueva, pues trabaja sobre los límites de lo que percibimos
como realidad, sus retos y nuevas posibilidades.
También la ciencia
ficción tiene el don de predecir situaciones que en su momento
parecían fantásticas o imposibles, por lo que muchos han creído
que este género se crea para predecir el futuro y por ello se le da
también el nombre de género de anticipación.
Las profecías,
pronósticos o aciertos de esta son parte de un efecto secundario en
el que alguno de los mundos posibles planteados tiene coincidencias
con lo que vivimos en la llamada realidad cotidiana.
El hecho de existir una
preparación científica, o el conocimiento de los temas planteados
por la ciencia y la tecnología por parte de los autores, les ayuda
a crear escenarios donde es posible que se desarrollen algunas de
las sorpresas preparadas por la tecnología, el comercio, el
desenlace político o económico de situaciones creadas o
catástrofes que se repiten, se avecinan o sobre las que se especula
y que luego resultan ser ciertas.
Nadie recuerda como
proféticas aquellas obras que fallaron en sus predicciones y si
sobreviven es por sus valores literarios, artísticos o morales que
van más allá del hecho de que sus aseveraciones, sean ciertas o
no. Baste mencionar los seres que habitan a la orilla de los canales
de Marte en las Crónicas Marcianas de Bradbury que no han perdido
su brillo poético, aunque los célebres canales hayan resultado
ilusiones ópticas.
Otro de los valores de
la ciencia ficción es la verosimilitud, o sea la posibilidad de
hacernos creer que lo narrado puede ser cierto, donde el nivel de
sugerencia, al basarse en hechos científicos o que parecen
corroborados por la ciencia, derrumban las barreras de nuestra
incredulidad y accionan los mecanismos lógicos de nuestro
entendimiento para comprender lo que nos plantea el autor.
Así los robots
inteligentes, los seres extraterrestres, las manipulaciones
genéticas y los vuelos espaciales, por citar algunos temas, pasan a
la cultura cotidiana, se incorporan al lenguaje, los conocimientos y
las creencias.
Pero la ciencia ficción
no es solo una suma de tecnologías; como arte, y en especial
literatura, refleja las necesidades e inquietudes humanas, juega con
los imposibles de cada época. Si bien los viajes eran en la época
de Julio Verne la vía de conocer el mundo y los submarinos,
aviones, cohetes o misiles permitían en sus obras viajar a
cualquier parte de la Tierra o ir a la Luna, estos adelantos
tecnológicos no fueron posibles hasta el siglo XX.
Vale recordar que cada
día vemos imágenes que nos llegan de todo el mundo por medio de
los satélites de comunicaciones y podemos prevenir los daños de
los ciclones gracias a la ayuda que para el pronóstico
meteorológico representan las computadoras y las fotos
multiespectrales de los satélites artificiales.
El láser, logro de la
tecnología en el campo de la óptica y de la electrónica
anticipado en múltiples obras de la ciencia ficción, está hoy
presente en los lectores de códigos de barra de las cajas
contadoras en los comercios que visitamos a diario. El mismo código
de barras fue anticipado como escritura numérica lineal en "La
Nebulosa de Andrómeda", novela de finales de los cincuenta del
siglo pasado.
Las cosas imposibles
hoy, pero imaginables como ciertas en un futuro cercano o lejano,
enriquecen y forman el panorama de la ciencia ficción, ya que esta
se asienta y se nutre de los límites de la realidad que conocemos y
de lo que puede existir más allá. Elementos que son considerados
fantásticos en una época dejarán de serlo en otra.
Nuestras verdades de hoy
quizás no lo sean dentro de cien años. Ejemplos sobran de cómo
con el tiempo las ideas científicas se enriquecen y cambian; la
ciencia ficción nos ayuda a suponer cómo será el mundo y cómo
nos comportaremos los humanos ante las nuevas situaciones con otros
conocimientos.
*Investigador y
vicepresidente de la Sociedad Cubana de Física.
|