(31 de marzo de
2005)

Algo más valioso que el
petróleo
ALEXIS SCHLACHTER
¿Existe
algo más valioso que el petróleo en la actual coyuntura mundial,
cuando el precio del llamado "oro negro" sube en estampida mientras
el desarrollo tecnológico y económico de los países depende de su
presencia? La respuesta negativa parece obvia.
Sin embargo, en caso
extremo, incluso cuando llegue la hora final del crudo —no
olvidemos que se acaba poco a poco en las entrañas de la Tierra sin
renovación posible— existen las energías alternativas e
inacabables capaces de sustituirlo: Sol, vientos, mareas...
La humanidad
sobrevivirá al petróleo. Luego, algo capaz de ser sustituido puede
tener un valor coyuntural grande... pero no eterno.
Sin embargo, hay un solo
elemento en nuestro planeta que, siendo vital para la existencia de
la propia humanidad, nada puede sustituir: el agua potable.
Hasta hoy, la Ciencia no
ha podido suplir su ausencia con ningún otro elemento natural o
artificial. Simplemente, se vive con agua o se muere sin ella.
Cuando falta ese líquido incoloro e inodoro que responde a la
ecuación química de H2O, la vida humana, animal y vegetal transita
aceleradamente hacia el final inexorable. Sin duda alguna, de faltar
el agua potable en el panorama mundial globalizado, su valor
treparía a niveles no soñados hoy para el petróleo. Será el bien
más cotizado en toda la historia de la humanidad.
¿Y qué tan precaria
resulta la situación mundial del agua potable para pensar en tales
términos?
El 97,5% del agua
contenida en la Tierra es salada, proveniente del océano mundial;
tan solo un 2,26% es potable pero inaccesible en casquetes polares y
grandes profundidades, mientras solo el 0,24% resulta agua dulce
asequible.
Pero no piense el lector
que este último y bajo porcentaje es el que llega finalmente a los
labios sedientos de 6 000 millones de seres humanos que poblamos el
planeta a principios del siglo XXI.
Entre un 70% y un 80% de
la escasísima agua potable de la Tierra se destina al regadío de
cultivos; un 20%, a la industria, y apenas un 10% del total mundial
llega al consumo doméstico. Un ligero decrecimiento en los
porcentajes de agua dulce que reciben la agricultura o la industria
mundiales a favor de los hogares, traería por consecuencia un
tsunami devastador en la economía mundial de consecuencias
imprevisibles.
Además, la población
mundial crece aceleradamente sin incrementarse; por esto las fuentes
de abasto del vital líquido y su distribución en la geografía
planetaria es desigual. China, con el 22% de la población mundial,
solo tiene el 7% del agua potable en su territorio.
En marzo del 2001, Koffi
Annan, secretario general de Naciones Unidas, advirtió
públicamente que "la fuente principal de guerras y conflictos
interestatales en el futuro será el agua".
Si hoy las contiendas
imperiales de Estados Unidos de América apuntan a naciones como
Iraq —por su petróleo—, mañana pondrán la mira en territorios
con reservas de agua potable en un mundo asediado por la sed.
|