(10 de marzo de
2005)

Premio de la Academia de Ciencias
Prevención contra plagas
WALKIRIA FIGUEROA
ENRÍQUEZ
La cochinilla rosada de
los hibiscos (CRH) (Maconellicoccus hirsutus), o Chinche Harinosa
Rosada del Hibiscus, es una devastadora plaga forestal. Este insecto
chupador de cuerpo suave, color rosado y textura cerosa se
caracteriza por alimentarse de la savia de al menos más de 73
familias y de 200 géneros de plantas.
A diferencia de la cochinilla
hembra, el macho tiene alas.
Entre sus hospederos
preferidos se encuentra el hibisco o clavel y debido a esta
preferencia surge el nombre común de esta cochinilla.
Pero también atacan a
las hortalizas, frutas, plantas ornamentales y árboles como la
casuarina, ceiba, cedro y jacarandá. Por la amenaza que supone su
aparición en Cuba, especialistas del Instituto de Sanidad Vegetal
(INISAV), el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) y otras
entidades desarrollaron las bases científicas y metodológicas para
estimar el riesgo, y estructurar un programa de prevención y
mitigación de sus daños, de hacerse presente en el país. El
resultado de estas investigaciones mereció uno de los Premios de la
Academia de Ciencias del año 2004.
El doctor Luis Vázquez
Moreno, especialista del INISAV y uno de los autores principales de
las investigaciones explica que la CRH constituye una nueva especie
en la región la cual fue informada por primera vez en Granada en el
año 1994 y se diseminó rápidamente por el resto del Caribe.
En lo bioecológico es
evidente que la CRH tiene condiciones para establecerse en el país
y si llegara a introducirse puede hospedarse en más de 31 especies
de plantas, muchas de ellas de importancia económica. El interés
de las autoridades fitosanitarias por esta plaga, señala Vázquez,
se debe a que produciría pérdidas significativas en la
producción; posee alta resistencia al control químico y son
costosos los programas para combatirla, además del saldo negativo
en lo social y para el medio ambiente que ocasionaría.
LA PREVENCIÓN
Apunta el especialista
que las pruebas pilotos confirmaron la ausencia de este patógeno en
Cuba pero la mayor defensa es la prevención, por lo que
desarrollamos las vías para su detección temprana, ya
generalizadas en todo el país. Entre ellas, señala, se encuentran
identificar los posibles medios de entrada en el país, mantener
estricto control y el sistema de vigilancia nacional, que incluye la
capacitación de la población en general y cursos de adiestramiento
para los especialistas.
Los primeros métodos
utilizados contra la CRH en los países afectados fueron los
plaguicidas químicos, pero las dificultades en la implantación y
la inefectividad de los métodos, dio lugar a la utilización del
Control Biológico Clásico (introducción o importación de
enemigos naturales eficientes) con experiencias positivas, lo que ha
significado una novedad en el enfrentamiento a diferentes plagas.
Para ello, aseveró el
especialista, Cuba introdujo previamente el depredador Cryptolaemus
montrouzieri, luego de seguir los postulados establecidos en el
Código de Conducta para la importación y liberación de agentes
exóticos de control biológico, se identificó la comunidad
parasítica asociada a la cochinilla en cultivos importantes, y fue
seleccionado el Leptomastix dactylopii como control promisorio, lo
que nos permite estar preparados ante la aparición de tan dañino
insecto.
El mayor impacto del
programa cubano, enfatiza el doctor Luis Vázquez, ha sido la no
localización de la plaga hasta el presente, lo que significa que
hemos prevenido su entrada durante más de cinco años, a pesar de
que organizaciones regionales lo pronosticaron para el año 1999.
Durante el último
lustro de trabajo contra este mal, el programa se ha convertido en
un paradigma de la vigilancia y prevención de plagas, según
evaluación de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO).
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