Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores
En horas de la
mañana de hoy, la Comisión de Derechos Humanos (CDH), que
sesiona en Ginebra, votó sobre el proyecto de resolución
titulado "Cuestión de los detenidos en el área de la Base
Naval de los Estados Unidos en Guantánamo", que fuera
presentado por Cuba el pasado 14 de abril.
La votación de
dicho texto, cuyo resultado fue de 8 a favor, 22 en contra y
23 abstenciones, es una nueva demostración de la hipocresía
y doble moral imperantes en la CDH, que nuestro país ha
denunciado pública y reiteradamente.
El gobierno de los
Estados Unidos, como es habitual, utilizó la intimidación y
el chantaje para impedir la aprobación de este proyecto de
resolución.
Trató así de
silenciar el repudio mundial ante las horrorosas fotos de las
torturas en Abu Ghraib y otras cárceles norteamericanas, los
reveladores testimonios de detenidos y otras personas que han
tenido acceso a ellas, y el clamor y la condena de
personalidades de las más diversas esferas, de parlamentos,
de organizaciones internacionales, no gubernamentales y de la
opinión pública mundial.
Como se
recordará, Cuba presentó el pasado año un proyecto de
resolución a la Comisión de Derechos Humanos sobre este
tema. En aquella ocasión no insistimos en que se sometiese a
votación, principalmente a solicitud de la Unión Europea.
Pero, en ese
momento, aún no había las evidencias que existen hoy sobre
las flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos
humanos de los prisioneros en la ilegal Base de Guantánamo,
que hoy suman más de 500, de más de 40 países, incluidos
europeos y menores de edad, ni se sabía que al parecer fue
esta la instalación donde primero se probaron los métodos de
tortura hoy extendidos a otras cárceles estadounidenses fuera
de su territorio.
Tampoco entonces
se conocía que dicho sistema de tortura había sido
oficialmente aprobado por las más altas esferas del gobierno
norteamericano y fundamentado jurídicamente mediante un
dictamen escrito en la Casa Blanca por el ahora Fiscal General
de ese país.
El escandaloso
voto en contra en bloque de los países de la Unión Europea
es un reflejo más de su subordinación al gobierno de los
Estados Unidos y de su incapacidad de seguir una política
propia, incluso en un tema en el que la opinión pública de
sus países, el Parlamento Europeo y sus Parlamentos
Nacionales, han exigido una fuerte posición europea de
condena a tales prácticas.
Por ejemplo, la
resolución aprobada el 28 de octubre de 2004 por el
Parlamento Europeo no solo pidió al gobierno de los Estados
Unidos que permita una investigación imparcial e
independiente de las denuncias de torturas y malos tratos
infligidos a todas las personas que se encuentran privadas de
libertad bajo su custodia, sino también instruyó a los
países miembros de la Unión Europea que presentasen un
proyecto de resolución sobre el tema a este período de
sesiones de la CDH.
Cabía esperar,
por tanto, que el proyecto de resolución mencionado tuviese
una acogida favorable al menos de los países de la Unión
Europea, los cuales, al no haber presentado un texto por sí
mismos como su Parlamento les había solicitado, debían haber
copatrocinado la iniciativa cubana o, por lo menos, votado a
favor de la misma.
La delegación
cubana en Ginebra convocó a tres consultas sobre nuestro
proyecto de resolución, en las que participaron las
delegaciones de la UE, y en las cuales se solicitó su apoyo.
Además, el Ministerio de Relaciones Exteriores instruyó a
sus embajadores que se dirigieran a las Cancillerías europeas
para solicitar su copatrocinio y voto a favor sobre este
importante tema.
Sin embargo, en
algunos países ni siquiera recibieron a nuestros embajadores
y hubo otros en que la entrevista fue fijada intencionalmente
por las Cancillerías para una fecha posterior a la votación
en Ginebra. En ningún caso la respuesta fue positiva. Lo
único que hallaron nuestros diplomáticos fueron evasivas, a
veces corteses, a veces altaneras e, incluso, muchas veces
avergonzadas.
Más de un
representante de una Cancillería europea, al preguntársele
el motivo de que no estuviesen dispuestos a respaldar el
proyecto cubano, respondió que la política europea
consistía en "defender sus intereses pero no ponerse frente a
Estados Unidos". Se llegó al extremo, incluso, de que una
funcionaria europea, al parecer furiosa, dijo a un embajador
que Cuba era la culpable de la "situación creada" en Ginebra,
en obvia referencia a que los países de la UE no sabían qué
hacer ante la difícil disyuntiva de enfadar a Estados Unidos
o enfrentar a su propia opinión pública.
Pero lo cierto es
que ningún país miembro de la Unión Europea copatrocinó la
resolución como se les había solicitado. La Unión claudicó
ayer en la mañana, como se denunció en la comparecencia de
anoche del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y acordó
votar en contra en bloque, pese a la protesta de los
integrantes de la Unión que no pertenecen a la CDH, quienes,
al no tener que votar, defendían el hacerlo en abstención ya
que no correrían el riesgo de represalias norteamericanas.
Lo peor es que
algunos de ellos trabajaron activamente, en capitales
africanas, asiáticas y latinoamericanas, e incluso en la sala
de reuniones de Ginebra, en estrecha coordinación con la
diplomacia norteamericana, contra el proyecto de resolución
cubano en el empeño de impedir su aprobación.
El proyecto de
resolución cubano solicita que el Grupo de Trabajo sobre la
Detención Arbitraria, el Relator Especial sobre la Tortura,
el Relator Especial sobre el Derecho de Toda Persona al
Disfrute del Más Alto Nivel Posible de Salud Física y Mental
y el Relator Especial sobre la Independencia de Jueces y
Abogados, mecanismos de la CDH que los propios norteamericanos
califican de imparciales y universales, determinen sobre el
terreno la verdad de las serias acusaciones que hoy penden
sobre el gobierno de los Estados Unidos por sus actos
contrarios a los derechos humanos y a la dignidad de los
prisioneros que mantienen en Guantánamo.
Nuestro pueblo, al
igual que cientos de millones de personas en el mundo, tiene
preocupaciones legítimas sobre lo que sucede en el territorio
de la base naval de Guantánamo que Estados Unidos nos usurpa.
No nos inhibe que el delincuente sea el responsable de la
continua presentación de proyectos de resolución contra
nuestro país en la Comisión de Derechos Humanos, que, de
manera injusta, selectiva, discriminatoria y politizada,
tratan de acusarnos de ser violadores de los derechos humanos
y que son usados como pretexto para mantener y reforzar el
bloqueo económico, comercial y financiero y para crear las
condiciones para justificar una eventual agresión contra
Cuba.
A Cuba le sobra
autoridad moral y sentido de la justicia para enfrentar la
resolución contra nuestro país, copatrocinada y apoyada por
la Unión Europea y otros satélites de la órbita imperial,
sin tener que recurrir a argucias de tipo alguno, como
también le sobra valentía para presentar abiertamente sus
opiniones y propuestas y solicitar que se investigue lo que ya
se ha convertido en una afrenta que sacude la conciencia de la
Humanidad.
Esta moral nos la
otorga el hecho incontrovertible de que el asesinato
político, las desapariciones, las ejecuciones
extrajudiciales, los escuadrones de la muerte y la tortura,
las vejaciones y los malos tratos contra los detenidos nunca
han existido en la Cuba revolucionaria, ni durante la dura
lucha por la definitiva liberación de nuestro pueblo, ni en
los 45 años transcurridos desde el triunfo de nuestra
Revolución.
En suma, para Cuba
no es sorpresa que el proyecto de resolución no se aprobara
en la votación burocrática de la CDH. Era de esperar que los
países de la Unión Europea y algunos otros, en su ya
proverbial hipocresía y doble moral, fuesen incapaces de
sobreponerse a su dependencia de los Estados Unidos, de hacer
valer la justicia y de demostrar su cacareada preocupación
por el respeto a los derechos humanos en todo el mundo.
Los países que
hoy han votado contra el proyecto de resolución cubano han
sido desenmascarados y se han convertido en cómplices
directos y públicos de las torturas, vejaciones y violaciones
de los derechos humanos de las personas ilegalmente detenidas,
incluidos algunos de sus ciudadanos, en la base naval
norteamericana en Guantánamo y en otros lugares.
Con esta
votación, se ha cumplido el valioso objetivo de poner fin a
la impunidad que se cobija en el disimulo y el silencio
cómplice en relación con la tortura.
Se ha demostrado
que la Comisión de Derechos Humanos no tiene cura. Los
Estados Miembros de las Naciones Unidas tendrán que sortear
el peligro de que su transformación dé origen a un engendro
peor, para poder construir un órgano totalmente distinto,
solo al servicio de la noble causa de los derechos humanos, de
la cooperación y el diálogo.
Nuestro pueblo no
cejará en sus empeños y seguirá adelante en su denuncia de
los crímenes de la camarilla fascista que gobierna en Estados
Unidos.
Con más moral que
nunca, redoblará su lucha en defensa de la justicia, de la
razón, de la ética, para el verdadero disfrute de todos los
derechos humanos para todos los ciudadanos del planeta.
La Habana, 21
de abril de 2005
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