CUBA NO SE CANSARÁ DE LUCHAR POR UN MUNDO MEJOR

Estados Unidos carece de moral en derechos humanos

La primera gran operación subversiva contra la Revolución cubana

Doctor ANDRÉS ZALDÍVARDIÉGUEZ*

El 17 de marzo de 1960 —se cumplen hoy 45 años— el entonces presidente de Estados Unidos, Dwigth D. Eisenhower, aprobó un denominado Programa de Acción Encubierta, encaminado a destruir la Revolución cubana, el mismo que trece meses después sufriría una estrepitosa derrota en las arenas de Playa Girón.

Allen Rulles, director de la CIA, y el presidente Eisenhower momentos antes de la aprobación del programa de Acción Encubierta. 

Aquella aprobación no significó el inicio de la guerra sucia contra la Revolución. Esta había comenzado el 1ro. de Enero de 1959, como continuidad de los planes y acciones puestos en práctica desde 1958 para impedir el triunfo rebelde.

Desde antes de que la capital del país recibiera la caravana que conducía a sus jóvenes y barbudos héroes, ya se les daba abrigo y protección en Estados Unidos a malversadores y asesinos de la derrotada tiranía, saqueadores del tesoro de la nación. La elemental y ejemplar justicia aplicada a aquellos criminales que no pudieron escapar, aplaudida por el pueblo todo, provocó desde los primeros días de Enero de 1959, azuzada desde la estación local de la CIA que funcionaba en la embajada norteamericana, la más falaz y descomunal campaña propagandística emprendida nunca antes contra gobierno alguno, a solo pocos días de su establecimiento, para aislarlo internacionalmente y dificultar su labor emancipadora.

El fracaso de las numerosas acciones realizadas en el primer semestre de 1959 para mediatizar la Revolución o para destruirla utilizando como peón al tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo (recordemos la invasión de opereta de agosto de aquel año) trajo consigo que ya desde aquel mismo mes el Gobierno de Estados Unidos, a través de su comunidad de inteligencia, en especial la CIA, comenzase a gestar las acciones que finalmente incluyeron en el Programa que en marzo del siguiente año aprobó el presidente Eisenhower.

Se puede considerar aquel Programa como el reforzamiento de una nueva política subversiva que inaugura las grandes operaciones de guerra sucia contra la Revolución, porque a partir de entonces las acciones anticubanas dejarían de ser tratadas como asuntos rutinarios al mismo nivel que las realizadas contra otros países latinoamericanos. Tanto fue así que en la División del Hemisferio Occidental (WH) de la CIA se creó una rama, a la que se denominó WH-4, con la misión especial y única de eliminar el ejemplo cubano y restablecer en Cuba un gobierno dócil a Estados Unidos.

En su letra, el Programa concebía cuatro direcciones de actividad contra Cuba. En primera instancia, incluía la creación de una junta contrarrevolucionaria radicada en Estados Unidos, con el objetivo de hacer creer que todas las restantes acciones estaban dirigidas por ella y esconder de esa forma la mano norteamericana. En aquella época, quizás por temor a la opinión pública internacional, Estados Unidos guardaba un poco las formas, y actuaciones como las de hoy, en que el Congreso aprueba abiertamente fondos millonarios para destruir la Revolución, hubiesen sido inconcebibles.

Una segunda dirección estaba encaminada a realizar una feroz campaña propagandística contra Cuba a través de una emisora radial creada expresamente para ello, Radio Swan, y desde otras emisoras comerciales de Estados Unidos y otros países. A ello se unía la introducción clandestina en nuestro territorio de propaganda contrarrevolucionaria impresa y la realización de una ofensiva que incluía viajes de conferencistas y realización de eventos en capitales latinoamericanas para concitar rechazo internacional a la Revolución.

En cumplimiento de la tercera dirección se inició de inmediato el entrenamiento en Estados Unidos, en su enclave colonial en Puerto Rico, y en Panamá y Guatemala, de quienes finalmente fueron los integrantes de la brigada invasora 2506, que mordió el polvo de la derrota en Playa Girón. De ese contingente emergieron también los teams de infiltración que introdujeron en Cuba toneladas de armamentos y explosivos, entre estas, por ejemplo, las petacas incendiarias que redujeron a escombros y cenizas en pocas horas la tienda por departamentos El Encanto.

La cuarta dirección traía consigo la creación dentro de Cuba de una organización secreta de inteligencia y de acción, constituida por agentes encubiertos y organizaciones contrarrevolucionarias encargadas de la ejecución de hechos terroristas en las ciudades, una de cuyas manifestaciones fue también el bandidismo en las zonas montañosas, con su enorme secuela de víctimas mortales, heridos y daños a la economía.

Hemos dejado para el final algo que movería a risa si no fuese de gravedad extrema.

El objetivo que se trazaron para este Programa sus gestores fue el de provocar la sustitución del Gobierno revolucionario "por uno que responda mejor a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para Estados Unidos". De tal suerte, el mismo Gobierno extranjero que había frustrado los sueños libertarios de Martí, se había convertido en dueño de las riquezas y en árbitro político del país durante la república burguesa, y había apoyado la dictadura batistiana hasta sus últimos momentos, se creía en el derecho de decidir qué gobierno sería el que mejor podría responder a los verdaderos intereses del pueblo cubano.

Quizás no valdría la pena recordar en nada lo que hasta aquí hemos señalado si todas y cada una de aquellas direcciones aprobadas hace 45 años no mantuviesen total actualidad y vigencia: una mafia terrorista de origen cubano radicada en Miami, aspirante a gobernar en un país que dejaría de ser una nación soberana para ser dirigida desde Estados Unidos; una campaña propagandística extrema, tanto hacia el interior del país como infructuosamente empeñada en enajenar apoyo internacional a nuestra justa causa; una permanente amenaza de acciones punitivas y de intervención militar y, finalmente, la promoción de una raquítica oposición contrarrevolucionaria que no pasa de ser asalariada de la Sección de Intereses norteamericana en Cuba y, por tanto, del Gobierno de Estados Unidos.

El que una y otra vez el Gobierno norteamericano tenga que recurrir a nuevas variantes de un mismo plan, iniciado un día como hoy 45 años atrás en el afán desesperado por acabar con la Revolución, lo único que de verdad demuestra es que siempre han fracasado, y que por ese camino, seguirán fracasando.

*Investigador del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado.

   

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