Otra vez, los
derechos humanos
El vocero Tom Casey
NICANOR LEÓN
COTAYO
Al
gobierno de Estados Unidos le disgustó mucho que Cuba y Zimbabwe
fuesen promovidas a formar parte de un equipo especializado de la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Se trata del Grupo de
Trabajo Sobre las Situaciones, para el que la Isla resultó
seleccionada por los representantes latinoamericanos de la
referida Comisión de Naciones Unidas.
Un vocero del
Departamento de Estado norteamericano, Tom Casey, lo desaprobó
con el argumento de que los países que violan los derechos
humanos "no deberían ser llamados a juzgar la situación de
esos derechos en otros países".
Casey agregó que,
"no obstante la inoportuna participación de Cuba y
Zimbabwe" esperan del Grupo "un trabajo equilibrado y
transparente".
La agencia italiana
ANSA planteó que el colectivo al que ambas naciones fueron
incorporadas examina y juzga en sesiones anuales las denuncias de
violaciones sobre tales derechos.
Eso último hace
recordar, porque lo desprestigia aún más, que el pasado 18 de
enero la actual secretaria de Estado norteamericana, Condoleeza
Rice, al hablar en el Senado, incluyó a Cuba y a Zimbabwe entre
"los reductos de la tiranía en el mundo".
Casey exigió moral
para enjuiciar a otros en la esfera antes mencionada. De acuerdo
con él. Pero, según tal lógica, su Gobierno carece
completamente de esa facultad para hacerlo.
Baste señalar, a
manera de ejemplos, cuatro informaciones que circularon el mismo día
y casi a la misma hora en que este vocero fustigaba a Cuba y a
Zimbabwe.
Una de ellas procedió
de Montreal, donde la familia del canadiense Omar Khadir, de 18 años
de edad y detenido durante dos años y medio en la base impuesta
por Washington en Guantánamo, anunció —como hizo— que
presentaría testimonios sobre las torturas sufridas allí por
este.
Paralelamente, un artículo
del periódico The New York Times indicó que miles de personas
que llegan a Estados Unidos, supuestamente en busca de asilo, son
tratadas brutalmente.
Según el diario, la
ciudad de Nueva York se distingue por las condiciones existentes
en sus centros de detención, que incluyen "una vigilancia
constante, alojamientos miserables y tratamiento degradante".
La tercera información
apuntó que esta semana entraría en vigor el Protocolo de Kioto,
importante esfuerzo de la ONU para disminuir el creciente
envenenamiento de la atmósfera, pacto reiteradamente saboteado
por la Casa Blanca.
Lo firmaron 141
naciones, pero Bush —solo respaldado por Australia— después
lo despreció a pesar de que, como se ha advertido, si no se
adoptan medidas, en próximas décadas podrían ocurrir hechos
catastróficos.
Por último, se subrayó
también el lunes que el presupuesto de Washington para el 2006
recorta drásticamente los fondos destinados a educación,
asistencia médica y otros programas sociales, en aras de aumentar
los gastos militares.
La idea es eliminar
unos 150 planes de beneficio popular, entre ellos el que alivia la
situación de estudiantes universitarios pobres, o el que brinda
algún grado de asistencia médica a gente de muy bajos recursos.
Frente a ello, Bush
presentó gastos castrenses que, incluida la ocupación de Iraq,
suman unos 500 000 millones de dólares, cifra récord en la
historia de Estados Unidos.
Debido a eso, el
vocero norteamericano Tom Casey tiene razón absoluta cuando dice
que los países violadores de los derechos humanos no deberían
juzgar la situación de esos derechos en otros países
Quizás, sin proponérselo,
retrató de cuerpo entero el caso de su Gobierno, y de una vez, al
menos simbólicamente, lo dejó cesante en lo que atañe al
enjuiciamiento del tema sobre la Tierra.