Un campo de
torturas como en la era nazi
Denuncia experto
norteamericano la situación imperante en la ilegal base ocupada
por Estados Unidos en Guantánamo
JEAN-GUY ALLARD
Los Estados Unidos
manejan en Guantánamo un campo de interrogatorios como los
creados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y que
luego del conflicto fueron terminantemente prohibidos por la
Convención de Ginebra de 1949, valora Michael Ratner, presidente
del Centro para los Derechos Constitucionales (CCR), de Estados
Unidos.
El
libro compara las prisiones de la ilegal base yanki de Guantánamo
con los campos de concentración para enemigos
"sospechosos" en la Alemania hitleriana.
En su libro Guantánamo:
What The World Should Know [Guantánamo: Lo que el mundo
debería saber], Ratner compara las instalaciones que la
administración Bush utiliza en la base militar ilegal de EE.UU.
en Guantánamo, con los campos de concentración especiales
concebidos por las fuerzas armadas de la Alemania hitleriana específicamente
para interrogar a combatientes enemigos.
Explica Ratner que la
Convención de Ginebra de 1949 ilegalizó el uso de estos campos y
exigió que tales presos sean tratados como prisioneros de guerra.
Lo que existe hoy en Guantánamo es ilegal, reafirma.
La administración
norteamericana se niega a llamar a los presos de Guantánamo
"prisioneros de guerra"; los califica de
"combatientes enemigos".
"No hay
justificación legal para lo que hacen, poco importa cómo se
nombre a los presos. Los interrogadores estadounidenses no
preguntan lo ordinario exigido por la Convención, molestan a esa
gente desde la mañana hasta la noche aplicando la tortura, trato
cruel, inhumano y degradante; es una violación de la ley
internacional", afirma Ratner.
El Presidente del CCR
cuenta cómo cientos de individuos, hecho presos por tropas
irregulares aliadas de Estados Unidos, fueron luego encerrados por
los militares norteamericanos en contenedores, compactados de tal
forma que tenían que enrollarse, y donde el calor era
insoportable. Los soldados disparaban a los contenedores para
hacerles huecos matando a los presos en su interior.
"Solo un pequeño
número sobrevivió, de treinta a cincuenta, en un contenedor
rellenado hasta con cuatrocientos personas", relata Ratner.
Señala que 134 de los
147 presos luego liberados de Guantánamo "eran culpables de
absolutamente nada". Unicamente trece fueron encarcelados, al
regresar a sus países de origen.
Uno de los liberados,
después de un año, declaró tener entre 90 y 100 años de edad.
Enflaquecido e incontinente, lloraba sin parar, esposado a sus
muletas.
"El propósito
del campo de Guantánamo es quebrar la personalidad de los
detenidos para obtener de ellos lo que sus captores desean,
sacarles falsas confesiones e incriminar a quien sea. Las
autoridades norteamericanas han confesado aplicar técnicas que
legalmente constituyen tratos crueles, inhumanos y
degradantes", subraya Ratner.
"Los
interrogatorios son la explicación de por qué la administración
estadounidense priva a esas personas de sus derechos, por qué
afeita sus cabezas y los mantiene en jaulas, por qué no tienen
acceso a sus familias, por qué en muchos casos sus familias ni
saben si están vivas o muertas", escribe Ratner.
LA CONVENCIÓN NO
PUEDE SER MÁS CLARA
Según la Convención
contra la tortura de las Naciones Unidas, un tratado internacional
que los Estados Unidos también ha firmado, la tortura es un
crimen internacional.
Esa convención
"también establece lo que se llama jurisdicción universal
en los casos de tortura", explica el jurista norteamericano.
"De forma tal
que, por ejemplo, si un ciudadano norteamericano implicado en
actos de tortura en cualquier parte del mundo fuera luego
encontrado, digamos, en Francia, esta persona pudiera ser
arrestada allí y juzgada por tortura o extraditada al lugar donde
torturó para que se le haga un juicio. Hasta el punto que en el
caso de los oficiales estadounidenses que fueron o son implicados
en la tortura en Guantánamo o en cualquier otro lugar, tienen que
cuidarse a la hora de escoger los países donde van a
viajar."
Ratner también
precisa que la tortura cometida por soldados o individuos
contratados por las autoridades norteamericanas constituye una
violación de la ley federal y puede ser castigada con la pena de
muerte si un preso resultó muerto por esa tortura.
Aun cuando se alegue
que los sospechosos de Al Qaeda no están protegidos por la
Convención de Ginebra, la Convención contra la tortura y otros
tratados de derechos humanos ratificados por los Estados Unidos la
prohíben al igual que otros tratos crueles, inhumanos y
degradantes, insiste el experto.
"La Convención
no puede ser más clara: bajo ninguna circunstancia se puede
torturar a un preso, poco importa cómo se le designe: combatiente
ilegal, combatiente enemigo... No se puede torturar a alguien,
nunca; es una prohibición absoluta."
Según el jurista,
Guantánamo se ha conver-tido en un "complejo de cárceles
brutales donde cientos de hombres y muchachos del mundo entero
—muchos de ellos que ni son culpables de crimen alguno ni
constituyen un peligro para la seguridad de los Estados Unidos—
están detenidos por el gobierno estadounidense bajo condiciones
increíblemente inhumanas y sometidos a interrogatorios
incesantes".
Peor aún, indica
Ratner, "ni tienen idea cuándo, si algún día ocurre, verán
el final de su pesadilla; esas cárceles son un símbolo del
desprecio con el cual la administración Bush ha tirado de lado
antiguos preceptos de la ley internacional y de la conducta
civilizada. Es, por cierto, una desgracia nacional".