A propósito de
los derechos humanos ...
Sin ley y sin
derechos
MARIELA PÉREZ
VALENZUELA
Cuando
se cumplen tres años de la llegada a la ilegal base naval de
Guantánamo de los primeros prisioneros afganos, considerados por
Estados Unidos terroristas o cómplices de estos, las denuncias
sobre las condiciones inhumanas y torturas a que han sido y son
sometidos acrecientan la preocupación mundial sobre lo que allí
ocurre.
Los también
denominados "combatientes ilegales", según fuentes
periodísticas, suman unos 550 de varios países.
Mientras el ejército
norteamericano arrasaba la tierra afgana con el argumento de
capturar a Osama bin Laden, los primeros 20 prisioneros de ese país
fueron enviados en condiciones repudiables para la dignidad humana
a la base naval de Guantánamo, que el Gobierno estadounidense
ocupa de manera ilegal en Cuba.
El centro de detención
de ese enclave militar se abrió en enero del 2002 para recibir a
los detenidos. Años después, ocupa un "sitio de honor"
en la macabra lista de instalaciones donde se violan la dignidad,
los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
Un gran escándalo
suscitaron las imágenes de las torturas cometidas por los
soldados ocupantes en cárceles iraquíes y, desde entonces, surgió
la inquietud sobre si hechos similares ocurrían en el enclave de
Guantánamo, que con un área de 117,6 kilómetros cuadrados,
Estados Unidos le arrebató a Cuba desde hace más de un siglo.
Washington les negó a
los detenidos su condición de prisioneros de guerra, con lo cual
los privó de las garantías legales establecidas al respecto en
el Tercer Convenio de Ginebra de 1949, relativo al tratamiento de
esos casos.
Estados Unidos es
Estado Parte de la Convención contra la Tortura y otros Castigos
o Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes y del Pacto
Internacional de Derechos Humanos, el cual obliga a los firmantes
a responder de sus actuaciones tanto en su país como en sus
instalaciones militares o de otro tipo en el exterior, y por los
actos de sus tropas en acciones militares o de mantenimiento de la
paz en cualquier nación.
Aunque la Corte
Suprema de Estados Unidos dictaminó que los encarcelados tienen
derecho a abogados —lo cual fue considerado una derrota para
Washington—, de manera constante la Administración de Bush
trata de obstaculizar esa decisión, utilizando los enredados
vericuetos de la jurisprudencia norteamericana.
La histórica
determinación de la jueza federal de Estados Unidos, Joyce Hens
Green, de dictaminar inconstitucionales los tribunales militares
de ese país en Guantánamo, abrió un debate jurídico de enormes
proporciones.
En su fallo este mes,
Green dijo que los prisioneros extranjeros en ese enclave están
protegidos por la legislación norteamericana, tras examinar el
caso de 11 detenidos que reclamaron su situación, y dio como válidas
las exigencias, en virtud de la quinta enmienda de la Constitución
estadounidense.
"Los
procedimientos puestos en práctica por el Gobierno para confirmar
que los demandantes son combatientes enemigos, sujetos a una
detención indefinida, violan los derechos de los demandantes a un
debido proceso penal", determinó la jueza, que echó por
tierra la decisión del Pentágono, adoptada el pasado año, de
crear tribunales militares.
Aunque pocos presos
fueron devueltos a sus países de origen, varios son los que,
después de permanecer durante años en ese régimen, fueron
liberados al considerar las autoridades que no representan un
peligro para la seguridad nacional y otros fueron detenidos al
pisar suelo en su país de origen.
Muchos de ellos dieron
fe de las torturas que sufrieron, como el australiano Mamdouh
Habib, quien declaró que durante los interrogatorios lo obligaban
a pararse sobre un barril metálico que se conectaba a la
corriente.
Abogados y otras
personas que visitan a los arrestados y que difunden los
testimonios de estos hablan de descargas eléctricas, golpeaduras
con cadenas y abusos psíquicos durante las entrevistas,
sostenidas en un ambiente que Michael Ratner, presidente del
Centro por los Derechos Constitucionales, compara con campos de
concentración nazis.
Pero hay algo más:
expertos de la ONU en derechos humanos que visitaron la base
corroboraron las condiciones inhumanas en que subsisten los presos
y el humillante tratamiento que reciben.
De acuerdo con la
Convención de Ginebra, los prisioneros deben ser liberados
inmediatamente después del fin de las hostilidades; sin embargo,
Estados Unidos no lo ha hecho.
¿Con qué moral habla
de derechos humanos el mayor violador de los derechos civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales de la historia contemporánea?
¿Qué puede mostrar y
enseñar al mundo un país con la mayor población carcelaria del
mundo, que aplica la pena de muerte sin restricciones y poco hace
para detener la escalada de violencia, asesinatos y discriminación
que agobia a sus ciudadanos?
¿Qué derechos
humanos defiende con su apoyo en la CDH a las posiciones y actos
de Israel contra el pueblo palestino, si utiliza las presiones y
chantajes para hacer prevalecer sus posiciones y rechaza cualquier
iniciativa relacionada con el derecho a la alimentación y a la
salud?
Estados Unidos no ha
ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño y la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer y fue el único país que en la LX
sesión de la Comisión de Derechos Humanos obstaculizó el
proyecto de resolución sobre la situación del pueblo palestino
que establece su derecho a la libre determinación.
Igual posición asumió
respecto al proyecto de resolución de Brasil sobre el derecho a
la salud.
Una vez más, la
hipocresía de la neofascista Administración republicana está
expuesta a la opinión pública mundial.