Publicadas
el 26 de marzo de 2010
Un debate muy útil
Muchas y variadas han sido las opiniones enviadas y
publicadas en Granma, sobre la necesidad de buscar fórmulas que
contribuyan a mejorar los servicios que se prestan a la población.
Pienso que ha sido muy útil el debate porque ha
corroborado que no siempre es posible la unanimidad aun persiguiendo
un mismo objetivo.
Estoy en el grupo de los lectores que consideran que
no debemos privatizar lo que es propiedad del Estado, sino buscar
mecanismos de estimulación para que esos trabajadores que laboran en
pequeños centros y sin haber llegado a tener la conciencia del
hombre nuevo que preconizó el Che, tengan sentido de pertenencia,
cuiden y se preocupen por prestar un servicio de calidad y sean
eficientes.
Hay quienes han expresado preocupaciones referente a
que los estímulos materiales los pueden convertir en capitalistas, a
estos que así se manifiestan debemos recordarles que antes del 59,
ningún barbero, peluquera, taxista, reparador de calzado, vendedor
de fritas, de guarapo, bodeguero u otro oficio por cuenta propia, se
volvió rico con su trabajo, es más, generalmente eran explotados por
los grandes comerciantes.
En mi adolescencia trabajé en una pequeña tienda de
víveres que era propiedad de la sociedad Hernández y Martínez S A.,
dueños del establecimiento, pero solo venían una vez al año a la
tienda a recoger las utilidades pactadas con el administrador que si
no cumplía dejaba de serlo.
Tanto él como los tres empleados restantes que
conformábamos el colectivo recibíamos un salario mensual y al final
del año un pequeño porcentaje de las utilidades, en dependencia de
las ventas que individualmente habíamos hecho.
No había jefes comerciales, ni de supervisión, ni de
personal, ni ninguno de los cargos que hoy existen, solo un hombre
llamado "tenedor de libros", que por una tarifa mensual llevaba la
contabilidad de esa y otras tiendas.
Nuestro administrador tenía facultades para comprar,
pagar, dar crédito, vender incluso por debajo del precio
establecido, nunca por encima porque había un listado oficial que no
se podía violar.
En fin, nuestros jefes tenían atribuciones y
nosotros defendíamos la tienda como nuestra, porque de ella dependía
el salario y el aguinaldo de fin de año, además de que si no lo
hacíamos bien quedábamos cesantes.
¿No pudiera ser una variante con la diferencia de
que en vez de sociedad privada fuera dueño el Estado?
Finalmente estoy convencido que la dirección de la
Revolución conoce las insuficiencias de nuestra economía y los
problemas que tenemos con la calidad de los servicios que se prestan
a la población. Por tanto, tenemos que respaldar y confiar en ella,
sabiendo que ninguna medida que se adopte sería para destruir el
socialismo sino para perfeccionarlo.
A. Arteaga Pérez
El fantasma del capitalismo
Leyendo algunas cartas publicadas recientemente en
la ya convertida en palestra popular: Cartas a la Dirección, veo
aseveraciones tremendistas, como esta que proclama: "¿es la solución
de estos y otros problemas, iniciar un proceso de privatización?", o
aquella que advierte sobre un regreso al capitalismo por igual
causa, u otra, mucho más incongruente, como la de plantear que
hablar de privatización, es como proclamar la incapacidad del
socialismo para resolver los problemas... Cuán lejos de la verdad y
desprovistas de fundamento teórico están todas estas conclusiones
alarmistas.
No puede haber un regreso al capitalismo, mientras
exista un Estado de obreros y campesinos en el poder que defienda a
la mayoría del pueblo. Él, es el encargado de proteger, con sus
leyes, decretos y medidas los intereses de la clase a la que
representa, poniendo a su servicio toda la superestructura creada
para ello.
En primer lugar no se trata de "un proceso general
de privatización", sino de liberar al Estado proletario de una carga
que nunca debió asumir, la pequeña empresa, para que dedique toda su
energía e inteligencia a desarrollar lo que sí le pertenece por
definición y esencia socialista: los medios fundamentales de
producción y el desarrollo económico y social de la nación, lo que
significa en otras palabras, la satisfacción de las necesidades
crecientes de la población; ley fundamental del socialismo.
Quiero que alguien me diga, ¿cuántos pequeños
comerciantes se convirtieron en acaudalados capitalistas, cuando
ellos mismos eran víctimas, muchas veces, de la competencia
despiadada por parte de los poderosos del comercio?
No fueron pocos los pequeños propietarios que se
unieron a las filas revolucionarias para combatir al capitalismo por
su comunión de intereses con el proletariado. Además, para la
administración de establecimientos de mayor envergadura, que
pudieran exceder las posibilidades de una administración familiar
del negocio, existe la propiedad cooperativa, para nada ajena al
socialismo y de probados resultados en nuestro país.
Pero vuelvo a insistir, que para garantizar el éxito
de esta gestión, deben acometerse otros cambios no menos
importantes, como la descentralización del poder estatal y de los
mecanismos burocráticos actuales, la modificación de los sistemas de
pagos por otros que incentiven la productividad del trabajo, la
creación de un sistema impositivo racional, la eliminación de
subsidios innecesarios y gratuidades absurdas, la reestructuración
de las plantillas infladas, la racionalidad en la formación
profesional y técnica y la recuperación de la pirámide laboral, la
agilización de la gestión comercial y los suministros de bienes de
consumo... Muy diversas e inaplazables son las tareas que tenemos
por delante para lograr llevar a nuestro socialismo a planos
superiores. Entiéndase de una vez por todas: PERFECCIONAR EL
SOCIALISMO no equivale a un regreso al capitalismo, eso es crear
fantasmas donde no los hay. No se trata de violar sus principios,
sino de adaptarlos a los momentos actuales, aplicando las leyes de
la dialéctica marxista, transformando lo que ayer fue revolucionario
y hoy se ha convertido en un freno o un impedimento al desarrollo.
Se trata, en definitiva, de llevar a vías de hecho,
el principio socialista de distribución: "de cada cual según su
capacidad y a cada cual según su trabajo", acabar con el
paternalismo y devolverle al trabajo su condición de único medio
para lograr el bienestar colectivo e individual.
Es necesario que el apotegma leninista, "quien no
trabaja, no come", deje de ser una consigna vacía y se convierta en
una ineludible realidad vital.
N. Páez del Amo
Perfeccionemos nuestra obra
A partir de la comunidad primitiva y las diferentes
formaciones económicas sociales, la historia de la humanidad ha
conocido y practicado variadas formas de propiedad, que
independientemente del predominio de unas sobre otras han convivido
dentro del mismo espectro económico. No podemos decir que cada una
en su momento no haya desempeñado su papel en el desarrollo que ha
alcanzado la humanidad, tanto desde el punto de vista económico,
tecnológico y social. Pero la gran concentración y centralización
que ha alcanzado la propiedad capitalista, tal y como lo
descubrieron Carlos Marx y Federico Engels en su estudio de este
sistema, ha hecho que la pequeña propiedad privada pierda todo tipo
de participación e influencia en el quehacer económico y social de
cualquier tipo de formación económica-social.
La propiedad privada como solución, en cualquier
magnitud, e incluso en pequeña escala, como sostienen algunos
colegas que han escrito a esta sección, es enajenante, crea
diferencias sociales insalvables y dificulta la planificación del
desarrollo, para que este pueda ser un atributo de todos los seres
humanos. Parafraseando a ese gran pensador que fue Mahatma Gandhi,
quien dijo que la humanidad podía producir para satisfacer las
necesidades de todo el mundo, pero no las ambiciones de todo el
mundo, y esto es lo que genera la propiedad privada, la ambición.
Por una causa u otra, poner la propiedad privada en manos del pueblo
fue uno de los grandes logros de la Revolución cubana y en mi
apreciación el más importante, que a la postre hizo posible la
institucionalización del poder del pueblo.
Es verdad que la propiedad pública puede tener
diferentes formas, pero cualesquiera de ellas bien organizadas,
estructuradas sobre bases de racionalidad, con salarios estimulantes
que le permitan captar trabajadores aptos, con cuadros ejemplos y
exigentes que sean capaces de lograr un ambiente de disciplina y
eficiencia en el trabajo, puede dar los resultados que se necesitan
tanto en la producción como en los servicios. En este sentido se
puede resaltar lo que ha aportado el perfeccionamiento empresarial a
la eficiencia y productividad del trabajo.
Por su esencia la propiedad estatal socialista
genera en sus administradores y trabajadores un sentido de
pertenencia más grande que la propiedad privada, pues los resultados
del trabajo benefician a todos por igual. O es que alguien pudiera
imaginarse que los que administran o trabajan en una pequeña o gran
propiedad privada son los propios dueños que con su dedicación y
esfuerzo obtienen los resultados y con su presencia y control
sistemático no permiten que alguien les robe o engañe. De casos
totalmente opuestos a estos, está lleno hoy el mundo y en gran
medida son los responsables de la crisis económica que nos azota.
La propiedad pública, bajo otro tipo de relaciones
socialistas de producción y/o servicio tanto con el Estado como
entre sí, con un nivel de autonomía, que les permita a sus
directivos y trabajadores sentirse los únicos responsables de lo que
ahí pasa o hay que hacer; con un sistema de planificación que puedan
preveer y proyectar su propio de-sarrollo, tanto en función de la
producción y los servicios, como en el bienestar de sus trabajadores
y con un sistema de normas y reglas para el funcionamiento, es la
única fórmula capaz de impulsar nuestro desarrollo a planos
superiores. Como ha sostenido el Presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, Raúl Castro, es necesario avanzar en la
institucionalización del país.
Los cambios que se están pidiendo, a partir del
concepto de Revolución de nuestro Comandante en Jefe no pueden ser
para que el Estado socialista se desentienda o se quite la carga que
lleva encima por un conjunto de servicios vitales para la población;
esto es una cosa muy distinta a gratuidades, subsidios y otros
gastos que pudieran ser eliminados cuando las condiciones lo
permitan. La propiedad pública es la única que puede hacer posible,
mediante sus variadas formas, de aportar el nivel de bienestar que
necesitan los seres humanos. La obra de la Revolución en buena
medida lo ha demostrado. Perfeccionemos nuestra obra, que es
creación pura y pongámosla al nivel de los conocimientos adquiridos,
de la cultura acumulada y de la voluntad de triunfar que hemos
demostrado.
I. Guzmán López
Nadie tiene que esperar para salirle al paso a lo
mal hecho
He leído algunas de las opiniones publicadas en esta
sección del periódico. Al igual que otros compañeros, no estoy de
acuerdo con resolver nuestros problemas con la privatización.
Todo el mundo conoce los problemas, los plantea y
espera soluciones urgentes y definitivas "desde arriba", o sea,
desde el nivel central. Yo me pregunto: ¿y los de abajo, qué
hacemos? Contemplar los fenómenos, quejarnos y pedir soluciones
rápidas y que benefician a todos, ¡como si nuestros dirigentes
fueran magos!
¿Por qué cuando pasa alguien por el barrio vendiendo
espejuelos graduados, tubos de luz fría u otros artículos y
productos de dudosa procedencia, nadie le sale al paso? ¿Por qué no
lo llama el Presidente del Comité o el de Vigilancia o un simple
cederista o federada, el juez lego, el inspector estatal, el
jubilado, el del Consejo Popular, el de la Asociación de
Combatientes, el militante del Partido, el de la UJC, el policía, el
abogado, el fiscal, el funcionario, en fin, los revolucionarios?
¡Fíjense cuánta fuerza revolucionaria hay en los barrios!
Así como en este país nadie tiene que esperar la
orden para combatir al enemigo en cualquier circunstancia, nadie
tiene que esperar para salirle al paso a lo mal hecho, a lo que
afecta a la Revolución.
Soy jubilada y estoy segura de que si esto sucede y
primeramente llaman al infractor y le dicen que si vuelve a venir
por ese barrio se tomarán las medidas, al menos, por esa zona no
volverá más. Y si en todos los barrios eso se hace estaríamos
ayudando en algo "desde abajo".
Otro aspecto al que quiero referirme es que hay que
ser revolucionarios en todo momento y no es correcto que un
inspector o agente policial actúe solo cuando está de servicio,
cuando está en su zona o territorio, cuando está de uniforme o
cuando hay operativos y después se hacen de la vista gorda cuando no
es el caso.
Lo mal hecho debemos combatirlo todos y en todo
momento, en cualquier circunstancia. Con eso también ayudamos a
resolver muchos problemas.
Por último, quiero expresar mi criterio de que
cuando en un centro de trabajo el Partido, la UJC y el sindicato
funcionan cohesionadamente, con la necesaria combatividad y
ejemplaridad, así como un estimulante sistema emulativo, no hay
despilfarro, ausentismo, violaciones de horario, maltrato,
corrupción, desvío de recursos, ni otros males que nos afectan.
Muchas soluciones a los problemas están al alcance
de nuestras manos. Lo que hay es que "agarrar al toro por los
cuernos" y utilizar todas las armas que nos ha dado la Revolución.
E. Prats Biosca
Nuestro Socialismo debe cambiar para mejor
Los que escriben lo hacen para criticar o
manifestarse en contra de la tal privatización con más o menos
argumentos, lo cual demuestra que la mayoría no quiere saber nada
del capitalismo y su esencia: la propiedad privada, pero quieren que
cambie el modelo actual.
No se trata de la defensa del socialismo per sé
ni ponderar todo lo que la Revolución le ha dado al pueblo cubano y
lo que ha hecho por el país en estos 50 años. La Revolución somos
nosotros, somos el pueblo, somos los humildes, somos la mayoría.
No hay que olvidar que somos un pueblo instruido y
que esa cualidad nos permite pensar por cabeza propia con más o
menos certeza en lo que hacemos y reflexionamos sobre cualquier tema
que afecte a nuestra sociedad.
Con los viejos esquemas, conceptos y métodos que los
engendraron, no se puede cambiar lo hecho, debe hacerse con cosas
nuevas.
Creo que 50 años son suficientes para darnos cuenta
que los servicios gastronómicos y otras cosas que el Estado tiene
sobre su responsabilidad ya dieron todo lo que tenían que dar y
llegó el momento de readecuarlos a los nuevos tiempos, sin entrar en
contradicción con los principios que sustentan nuestra Revolución.
El Socialismo no puede ser solo salud, deporte,
educación y solidaridad, es eso y lo que lo sustenta: economía,
empezando por la gastronomía.
Nuestro Socialismo debe cambiar, pero para mejor y
debe empezar por aquellas cosas que más afectan a la sociedad; la
gastronomía y los servicios son ejemplos de ese cambio que ya se
necesita, después vendrán otros, pero siempre dentro del socialismo.
Cualquier cambio en nuestro Socialismo debe ser con
el consenso de nuestro pueblo, bajo la dirección del Partido. Los
parlamentos obreros y cederistas pudieran servir para ello.
Los especialistas y estudiosos buscarán los
principios, fundamentación política, jurídica o económica, pero el
pueblo necesita expresar cómo quiere su Socialismo.
No hay marcha atrás en Cuba, pero la marcha hacia
adelante tiene que ser necesariamente distinta a lo conseguido hasta
ahora. Y no hay que ser revisionista.
El Socialismo cubano no tiene que ser clásico ni
parecerse a los demás, pero tiene que ser capaz de cumplir las
expectativas del pueblo sin entrar en contubernios con los enemigos
de adentro y de afuera.
El próximo Congreso del Partido, debe enfrentar esta
situación.
F. Torres Moracén
Vale reflexionar
Hace unos meses, tuve la oportunidad que se
publicara en esta sección una opinión personal sobre el tema que se
viene debatiendo alrededor de los servicios, específicamente la
gastronomía, que titulé No creo en la privatización. Como este es un
tema tan peliagudo, ha suscitado opiniones a favor y en contra que
van de extremo a extremo, por suerte todas con el interés de mejorar
nuestro socialismo. Pero quisiera referirme a algunas que, cuando
uno las lee, pudieran transmitir la impresión de que nuestro sistema
económico es literalmente un desastre, y aunque no soy un
especialista en economía, con la preparación que he recibido en
nuestras escuelas, puedo ver un poco más allá de la cafetería de la
esquina, la barbería, el centro de servicios, etc.
Y considero que nunca está de más recordar, sin
consignas, algunas realidades que demuestran lo acertado de nuestro
sistema económico:
1.-¿Desde cuándo los cubanos no sufrimos las largas
horas de apagón casi semanales por falta de capacidad de
generación?, y eso es fruto de una millonaria inversión en la
generación.
2.-¿Cuántos artículos electrodomésticos se vendieron
a crédito en todo el país como parte de la revolución energética?,
otra millonaria inversión que a casi todos nos ha llegado.
3.-¿Cuántos miles de viajes de ómnibus se han
incrementado en el país hacia todos los destinos, incluidos los
locales?, otra millonaria inversión.
4.- No quería referirme a la salud y la educación,
pero no puedo dejar de mencionar que recientemente estuve 28 días
ingresado en un hospital insignia de nuestro país (Ortopédico Frank
País García), al que llegué como cualquier cubano, y quedé perplejo,
al ver la cantidad de intervenciones quirúrgicas que se realizan
diariamente en este hospital (más de 35), con todo el aseguramiento
médico, logístico y farmacéutico que esto lleva, y absolutamente
todo gratuito como en cientos de hospitales.
Repito que no son consignas, pero estoy convencido
que todo esto, junto a otro centenar de ejemplos que no hay espacio
para enumerar, requiere de cantidades millonarias de dinero, que
seguro no viene de las remesas en el exterior ni de regalos, sino
del trabajo y una correcta distribución de nuestros ingresos que no
fueron a bolsillos particulares.
Tenemos miles de problemas, y una gran parte de
ellos subjetivos, pero a veces debemos recordar que casi todas las
soluciones llevan aparejados recursos materiales, y qué tarea más
difícil la de quienes nos dirigen cuando tienen que decidir hacia
dónde priorizar un recurso que no le llegará a todo el que puede
pagarlo, sino al que más lo necesita.
Por eso pienso, que si existe algún desastre, es en
el mercado, que no es la prioridad en nuestro sistema, pero
desgraciadamente es hoy en día lo que más llama la atención. Pienso,
que queremos vivir con los servicios del primer mundo, sin tener en
cuenta que antes hay que crear la infraestructura económica que lo
sustente, y social que la soporte, lo que conlleva sacrificios, y
aspiramos que en 50 años de Revolución debiéramos tener resueltos
problemas que en las condiciones del mundo actual nos pueden llevar
70.
En lo particular, confío en que la dirección de la
Revolución conoce las problemáticas que nos preocupan a todos y, con
cordura y a su tiempo, las cosas irán tomando su lugar. El que tenga
dudas, que retroceda su memoria 15 años atrás y realmente valore si
estamos tan mal.
D. Borges Mujica
Envíe su correspondencia a:
Periódico Granma. Departamento de Atención al Lector. General
Suárez y Territorial. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba.
Código Postal: 10699. Zona Postal Habana 6, Apartado Postal 6187 o
al correo electrónico: cartasaladireccion@granma.cip.cu Teléfonos
881 9712 o 881 3333, extensiones: 143,145, 148, 177. |
|