Publicadas el 12 de febrero de 2010

El problema es el robo y el mal aprovechamiento de la jornada laboral

El problema de nuestra economía no es si es privada o no, sino el robo (¡basta de eufemismos!) y el mal aprovechamiento de la jornada laboral (en muchos casos es peor que el robo). Lo interesante es que todos conocen la solución que es el viejo método del palo y la zanahoria. Es decir: un salario que estimule a trabajar y medidas drásticas si no lo haces. Lo difícil es implementar esa solución. En mi opinión es más fácil resolver lo de la "zanahoria" que el "palo". Pues habría que preguntarse cuál podría ser esa administración tan eficiente, justa y con derecho para aplicar las sanciones debidas. Muchos piensan que eso se resuelve "con un dueño" pero no tiene por qué ser así. Miles de trabajadores de McDonald, por poner un ejemplo, jamás han visto a un accionista de la compañía. Pero los administradores de cada establecimiento cumplen su papel porque "lo del palo y la zanahoria" va también con ellos y así hasta la máxima jerarquía.

¿Cómo poder aplicar la negación de la negación con este rasgo positivo de la economía capitalista?, pues nadie puede dudar de que sea positiva su eficiencia económica. Esta es una difícil pregunta. Yo creo que una solución son las cooperativas. Así se evita que haya "dueños" y "trabajadores". Pero esta medida debe ir acompañada de una cuidadosa legislación que incluya los derechos de esos trabajadores. Y una parte del dinero ahorrado destinarse a un salario digno para los inspectores que supervisarán a esas organizaciones.

Creo firmemente que podemos construir, como dijo Fidel, la sociedad más justa. Pero al mismo tiempo veo que están germinando con todo éxito los peores rasgos de los seres humanos. Por ejemplo, ¿dónde están los derechos de cualquier persona que trabaja para el dueño de un timbiriche? Si decimos que eso es ilegal y cerramos el timbiriche dejamos al tipo sin trabajo. Pero es seguro que esas personas (deben ser miles) no tienen derecho a vacaciones, no tendrán jubilación, no tienen un salario mínimo (aunque ganan más que los médicos, científicos y maestros) y pueden ser botados del trabajo sin ninguna justificación. En fin, el sueño de cualquier capitalista.

Fidel decía que nuestro sistema puede ser socavado desde adentro. Ya lo vimos en el este de Europa. Es verdad que el capitalismo puso su cuña pero aquello se derrumbó por sus errores. Nosotros estamos orgullosos de lo que nuestros padres hicieron con Cuba y comprendemos muchos de los errores cometidos. Pero, nuestros hijos no nos perdonarán que le leguemos una sociedad como la actual cuando existe la potencialidad de perfeccionarla.

Hagamos que "de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo", sea nuestra máxima ley laboral.

J. A. Ramón Hernández

No la propiedad, cambiemos la forma de administrar

La aparición de este espacio contribuyó a socializar el debate permanente que sostienen muchos cubanos, por lo que no temo a que "millones de compatriotas al margen del debate público, amanezcan un día con la noticia de que la cafetería de la esquina cambió de propiedad", y a ello no temo porque confío en que estas medidas trascendentales se tomarán como resultado de un intercambio amplio con nuestro pueblo, y no con el debate generado en una página semanal de nuestro órgano oficial.

A mi modo de ver la solución no está en el modo de propiedad que se aplique, nuestro problema cardinal radica en la forma en que nuestro Estado administre el proceso de producción, distribución y consumo de los bienes y servicios que generamos, es ese, nuestro punto focal. ¿Qué limita a que un centro gastronómico de dos o tres trabajadores se organice y les sea arrendado el establecimiento, ampliado su tan nombrado objeto social y que a partir de las utilidades que puedan generar se les cobre un impuesto o cuantos impuestos se considere luego garantizarles el acceso a las principales materias primas?, ¿no desaparecerían entonces las mermas, los gastos planificados, los faltantes de origen, y hasta el inspector que inspecciona al inspector? ¿Es eso cambiar la propiedad, o la forma de administrar? ¿Será que tememos que acumulen dinero y se abra aún más la brecha que hoy existe? Esa es una asignatura pendiente, no confundir que si hoy otras formas cooperativas creadas no generaron las producciones y ganancias a que se aspiró, se debió a que el nivel de subordinación y dependencia a empresas, contribuyó a un mecanismo burocrático donde intervenían más personas que las propias ganancias, creando una insuficiencia en su método. Considero que no debemos temer a que un cubano honrado, y como resultado de su trabajo, obtenga dinero recompensando su esfuerzo.

Durante mucho tiempo cuestionábamos a nuestros campesinos y le limitábamos de poder crecer en sus producciones por "temor a que se enriquecieran" y el tiempo ha demostrado que esa gente que doblan el lomo de sol a sol, hoy son más necesarios que nunca y que como norma, sus ganancias las invierten en nuevas producciones y no para sentarse todos los días a consumir en "nuestros centros gastronómicos".

Reordenar la manera en que hoy el Estado administra, debe comenzar por invertir la pirámide hacia lo local, desde el municipio y sus relaciones con lo territorial y/o nacional. El compañero Raúl en Camagüey criticó la leche que viajaba de un lugar a otro y un año después hizo un análisis de cuánto se había logrado solo con cambiar la forma organizativa, pero aún hoy, el ganado viaja decenas de km y luego recorre el mismo camino hecho picadillo, mortadella o sencillamente carne de dieta, existiendo a solo metros del potrero, un centro para el procesamiento cárnico; municipios con espejos de agua no impulsan la pesca porque para hacerlo deben "contar con los de arriba"; el debate del presupuesto y planes que se hacen cada año en nuestras empresas carecen de objetividad porque al final se siguen imponiendo "desde arriba" independientemente de que sean de subordinación local, provincial o nacional.

Esa excesiva verticalidad y centralización nos permitió afrontar el duro golpe del período especial y enfrentarnos al bloqueo estadounidense, pero generó lamentablemente una inoperancia de nuestra administración a tal punto, que si no se me dice "desde arriba" o no se "aprueba arriba", o no es lo que me van a "controlar los de arriba", no hago nada "abajo", es como si te dijeran: "Para pensar está el país, luego la provincia ,y el municipio para ejecutar lo ya pensado", entonces viene a mi mente ese pensamiento martiano: "Esa es la raíz y esa es la sal de la libertad: el municipio".

Muchos territorios hoy tal vez no logren autogestionar su desarrollo, pero sí pueden cerrar determinados ciclos productivos y sin afectar la planificación y el balance, disminuir la carga a la economía del país. Este fenómeno que hoy frena también se da en nuestra gastronomía, conozco de territorios con grandes producciones agropecuarias y centros para el turismo. En ellos la carne de cerdo que se oferta se importa y solo a metros existe una losa sanitaria que de quererlo, puercos, carneros, conejos y pollos podrían ir caminando solos y acomodarse en sus neveras.

Es en la administración local donde se deben concentrar los mayores esfuerzos, si se logró vencer el pasado año la contingencia energética, fue porque se controlaba desde el municipio y no porque se mandaba a apagar un bombillo en Guantánamo, desde una oficina en La Habana.

Muchos argumentos se pueden defender relacionados a qué tipo de métodos desarrollar para impulsar nuestra economía, y mientras eso pasa, se van desarrollando otros procesos a nivel de país en la educación y el empleo que tal vez, para algunos, atentan directamente contra las conquistas alcanzadas por nuestra Revolución en otras etapas, pero que hoy son impostergables para poder sobrevivir, ya no solo como país socialista, sino como nación.

A. Cruz Cruz

Cigarro en los ómnibus

Por mi trabajo y debido a la lejanía de mi vivienda, tomo los ómnibus entre 5 y 6 a.m. para llegar al trabajo antes de las 8 a.m. En varias ocasiones en esos horarios, el chofer se ha detenido a tomar un café y acto seguido enciende un cigarro. Con la anuencia del conductor, sus amigos y demás pasajeros del ómnibus encienden sus respectivos cigarros y así van por todo el camino.

Hasta hace unos años, las señales de No Fumar se veían en todos los ómnibus, sin embargo, estos nuevos no las tienen. Hice el ejercicio de subir y bajar de varios de ellos, de diferentes líneas, para comprobar si solo era en la línea que utilizo normalmente, pero mi desencanto y frustración fueron grandes al darme cuenta de que ninguno las portaba. Y es muy difícil amonestar a alguien que está fumando, sin el más mínimo sentido de respeto a la vida ajena, cuando no hay un respaldo visual en ese sentido.

Muchas gracias por su atención.

G. Quincoces

Cuando no llegamos, nos pasamos

A los que cada viernes leemos el espacio de opinión Cartas a la Dirección nos debe venir a la mente la repetida frase de que el cubano cuando no llega se pasa y es sobre la opinión de algunos lectores acerca del tema Privatización.

Como todo cubano, formado y comprometido con nuestra Revolución y nuestro socialismo ese término nos asusta, por todo lo que aprendimos de nuestros ancestros; pero eso no quiere decir que la pasión nos ciegue y no nos deje ver que los problemas están ahí, en la cafetería de la esquina, bodegas, carnicerías u otro centro, y me sumo a la opinión enviada por D. González de la Cruz, publicada el 29 de enero del 2010.

Lo que se está reflejando en las opiniones de los lectores es el tema del cambio de propiedad en la gastronomía, en unidades pequeñas, no he leído ninguna intervención que refleje un cambio o un "juego al capitalismo" por decirlo de alguna forma, tratando de implantar el tipo de propiedad privada o capitalista que efectivamente está ligada a gérmenes mafiosos y tenebrosos como plantea L. Navarro Díaz y que nosotros ya lo eliminamos hace más de 50 años.

Para nadie es un secreto los ambientes de robo, malos tratos, desvío de recursos, alteración de los productos que afectan calidad, introducción de mercancías y otros que pululan en este tipo de unidades, y sí, se han hecho cosas por parte del Estado, pero el mal está entronizado, ponen y quitan administradores y empleados y el mal persiste. Estamos hablando de unidades en ocasiones distantes donde hay que llevar a diario, los recursos para elaborar las ofertas, donde se paga un salario que no se cubre con los ingresos de esa unidad, entre otros. ¿Cuánto ahorraría nuestro Estado si dejara de hacer estas cosas?, ¿cuántos problemas se podrían eliminar de una buena vez? y ¿cuánto ingresaría por medio de un mecanismo impositivo que no permita el enriquecimiento sin medida de los propietarios?¿Hasta cuándo vamos a estar viendo cómo una persona que elabora pizzas particulares mantenga una oferta de 6 y 7 tipos de pizzas, mientras el Estado no alcanza a una con la mayor calidad posible?

Las causas son muchas que van desde el fantasma del salario y el afán de resolver las necesidades básicas hasta que el Estado en las condiciones actuales no puede llegarle a todo, como quisiera. Esto nos debe llevar a reflexionar y con ello no vamos a "jugar al capitalismo", ni mucho menos nos vamos a alejar de nuestro socialismo, vamos a fortalecerlo, a quitarle carga de encima, a no permitir que gente inescrupulosa viva de prestarle un mal servicio y robarle al pueblo y por demás especulen con el sudor de este.

Si queremos de verdad que nuestro socialismo salga adelante debemos dar pasos concretos, pero sin posiciones extremas, sin consignas, ni atropellamientos, conscientes de que la solución sea correcta y sobre todo sin miedo.

H. Naranjo Reyes

El debate se centra en la productividad y la eficiencia

Antes que todo agradecer por esta sección de opinión que tiene ese órgano de prensa mediante la cual ha sido posible manifestar cada uno de los problemas que atañen a la realidad cubana actual desde varios puntos de vista.

Se han publicado en varias ediciones diversas opiniones sobre el tema de la propiedad estatal y la propiedad privada. Aunque es un tema que incita al debate en la mayoría de los cubanos, sinceramente, no creo que debiera dársele tanta importancia.

¿Por qué centrar la solución "total" a los problemas de nuestra economía en la propiedad sobre los medios de producción? En mi opinión no creo que deba temérsele a cambios de propiedad en disímiles organizaciones o negocios estatales, eso a escala lógica y bien pensada no lacera nuestra condición socialista. Sin embargo, creo que el debate se centra en la productividad, en la eficiencia de negocios (estatales o no) que permita un incremento de la industria nacional con la ansiada calidad de bienes y servicios.

Podrían privatizarse o estudiarse otras formas de propiedad en algunos sectores, pero para los cubanos está muy claro que no deben dejarse en manos privadas sectores tan sensibles como la educación, la salud, el deporte, la cultura, generación de energía entre otros muchos de importancia vital y que constituyen conquistas de la Revolución.

Entonces la pregunta ante el debate es: ¿en estos sectores que no estamos dispuestos a privatizar que además son los más importantes, no lograremos nunca el anhelo de la eficiencia y la calidad?

Pienso que el problema económico cubano se centra en el sentido de pertenencia de las personas con la labor que realizan y los bienes puestos a su disposición y específicamente en el salario como medio de estimulación material.

Debieran empezarse a estudiar nuevas escalas salariales, en mi opinión en el sector de la agricultura, la construcción, entre otros productivos. Primero por ser tan sensibles y segundo porque constituirían mercados laborales muy amplios, con ofertas mucho menores que la demanda de los bienes y servicios que generan, en los que quien quiera vivir de su trabajo podría acudir sin el temor de no encontrar trabajo, si se desarrollan a plenitud. Sería indispensable conocer cuánto necesitan los trabajadores de estos sectores para vivir de su esfuerzo cada día y los motivara a dar el máximo en cada jornada y además velar por los bienes del Estado que les garantizan su sostenimiento económico.

Claro, sin incremento de productividad el salario no puede incrementarse. Pero ¿cuánto más necesita trabajar un obrero agrícola o un constructor o un operario de una fábrica? En estos sectores de trabajo tan duro pueden buscarse formas de incrementar la productividad pero en la mayoría de los casos no responden a trabajo físico sino a ahorro de recursos energéticos o diseño de líneas de negocios más beneficiosas y otras decisiones. Pienso que es en esos sectores donde el salario debe comenzar a ser un medio de vida real. Esto movilizaría una fuerza importante de trabajo, reduciría en buena medida importaciones de alimentos y otras producciones adquiridas a precios extraordinarios en el mercado internacional y daría una mayor solidez financiera al Estado para la aplicación de escalas salariales acordes con los precios minoristas actuales, de forma paulatina en otros sectores.

La retribución material no es todo por lo que debemos trabajar, debe existir en cada jornada amor y compromiso con el futuro de una Cuba socialista y todos los beneficios espirituales y materiales que hoy tenemos gracias a la Revolución, pero la otra cara de la moneda no puede ignorarse, la necesidad del salario en las relaciones laborales como elemento clave para lograr el tan necesario sentido de pertenencia sobre los bienes del Estado.

E. López Díaz

La furia del momento

Llamo así a este escrito gracias al enorme seguimiento y ahínco que tomamos actualmente, alrededor de temas novedosos que quedan en la historia y de los que nadie se acuerda, podría enumerar y nombrar ideas que defendemos con fortaleza por un tiempo y así sin más, quedan ahí, pasan a la historia como un proyecto sin fundamento o simplemente quedan engavetados hasta que alguien recuerda que existen, sin más preámbulos precisaré el motivo de mi preocupación.

Hace apenas un año o dos, no me atrevo a precisar con exactitud surgió el llamado Grupo Empresarial de Transportación Alternativa (GETA), la mayoría de los capitalinos los conocemos como ‘los azules’. Con esta alternativa muchos de aquellos trabajadores que no poseen transporte para llegar al trabajo resolvían el problema; al principio se le dio una publicidad tremenda por todos los medios de información, hasta eran sancionados aquellos administrativos o conductores que tenían asignado un vehículo estatal y no cooperaban con las transportación, evitando parar tras la señal del agente, pero, ya eso ha quedado ahí, precisamente ha pasado a la historia, ya nadie se acuerda de aquellos compañeros que están parados en la vía pública cumpliendo por lo que el Estado les paga, se vuelve una lucha titánica para estos compañeros, hacer que algún conductor les pare, pasan a alta velocidad, vuelven la cara para hacerse los que no ven, y al parecer, las chapas, es mejor ni anotarlas porque, al final ya no pasa nada, nadie les presta atención y la población ahí, esperando ser transportada, pero, ¿por qué pasa esto?, ¿porque la furia del momento ya pasó?, en fin, bajamos la guardia y que cada cual haga lo que quiera.

Como cubano al fin observo la situación y me pregunto ¿qué hacemos?, si está creado un mecanismo regulador de esta problemática, ¿por qué no funciona?, optamos por hablar de productividad y ahorro, sin embargo, abonamos salarios a estos compañeros y su andamiaje de dirección, sin embargo, no pueden cumplir con su obligación social.

Es hora de ser consecuentes y sistemáticos.

R. Valdés Toledano

Algo que no entiendo

El motivo de esta carta se debe a la disminución evidente de productos agrícolas al alcance de la población en la capital. No voy a hablar de precios, ya se ha hablado bastante, el alcance es de distancia.

El año pasado, aún después de los terribles huracanes que nos azotaron, sin necesidad de coger guagua, había tomates, zanahorias, col, lechuga, habichuelas, pepinos y varias viandas. De pronto hubo "reorganización" de los puestos de venta de productos agrícolas, los cuales fueron disminuyendo hasta que finalmente se dice que en los puestos de viandas y vegetales de las bodegas donde compramos, estarían los mismos. El resultado de esto es que solo en diciembre (sin haber sufrido ningún huracán) he podido comprar tomates, unas veces muy verdes otras con tanto daño que no valen la pena, también malanga, yuca y plátanos burros, a veces papas (generalmente no de buena calidad); pero ¿y los demás vegetales? Además, los que venden en esos lugares han estado acostumbrados a no trabajar y cuando se les pide atención y que dejen escoger, entonces llega el maltrato y el robo y la mirada de ¡prepárate la próxima vez!

Eso no quiere decir que en algunos agromercados no haya variedad, pero quedan distantes. Yo vivo en Fontanar y para comprar algo tengo que ir a Santiago de las Vegas o tal vez a Tulipán (por mencionar dos), pero para eso tengo que dedicar de cuatro a seis horas para ir y venir, que podría ser solo el sábado, porque de lunes a viernes trabajo. Pero el sábado hay que lavar, limpiar, preelaborar para la semana y no pocas veces preparar la clase del lunes o un informe urgente.

Muchos vecinos también comentan que los mayores de la casa con un carrito ligero, podían ir y traer lo del día, ahora ya no pueden ayudar, porque la distancia y el peso que hay que cargar para la compra de la semana solo es para jóvenes (yo ya estoy en edad de jubilación).

Dicen que es por lo de los intermediarios, pero si son los mismos campesinos los que vienen a vender, ¿quién siembra?, además, ya se sabe que no hay transporte suficiente para traer lo que se cosecha y yo misma he visto cajas en el borde del campo que no se han podido ir a buscar.

¿Me podrían explicar el porqué de estas medidas de centralización cuando una vez más se demuestra que la centralización es enemiga de la eficiencia y la eficacia?

A. M. Suárez Alfonso

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