Publicadas
el 16 de octubre de 2009
Agradecimiento
El pasado 29 de septiembre, remitida de Jagüey
Grande, llegó mi esposa al hospital Faustino Pérez de la ciudad de
Matanzas, con un diagnóstico inicial de neumonía, lo que unido a sus
26 semanas de embarazo, provocó su ingreso en la sala de terapia
intensiva durante 6 días.
Durante todo ese tiempo permanecía en el hospital,
al tanto de los partes médicos, por lo que pude constatar el celo y
la profesionalidad, mucho más allá del consabido cumplimiento del
deber y la ética médica, del personal que labora en la sala de
cuidados intensivos.
El trato humano con pacientes y acompañantes, a los
que se les daba un tratamiento diferenciado cuando se les informaba
sobre sus parientes enfermos. Nada de lenguajes técnicos ni
rebuscados, simple y sencillamente comunicación y calor humano para
transmitir partes, muchas veces nada alentadores.
Agréguesele a esto la juventud de su personal, lo
cual es mucho más loable en estos tiempos donde se oye, de forma
absurda y necia, decir que "la juventud está perdida". Todos,
médicos, enfermeros, pantristas, auxiliares, van más allá de sus
clásicos deberes y hacen que la estancia de los enfermos en esta
sala sea, en primer orden, el menor tiempo posible, por lo que se
desviven en cuidados por restablecer la salud y si en definitiva
deben estar varios días, tratan y logran con creces, que estos sean
lo más llevaderos posibles, sin alterar en nada las estrictas reglas
hospitalarias y de salud previstas para casos de extrema gravedad.
Martí nos dejó como legado que "honrar, honra". No
he querido dejar pasar por alto tan noble y altruista labor. Me
siento honrado al dirigirme a ustedes, pues ellos (el personal
médico y de apoyo de la sala de cuidados intensivos el hospital
Faustino Perez de Matanzas) con anterioridad honraron su actuar con
derroche de profesionalidad y humanismo, de ese que en tiempos en
que muchos comercializan sus valores humanos, es necesario rescatar.
No he mencionado nombres, no hay en esa sala
distinción mayor que la colectividad, el trabajo en equipo y la
constante preocupación, repito, de todos por la salud del paciente.
Que sea este mi testimonio de agradecimiento por devolverme sanos y
salvos a mi esposa y futuro hijo.
David Fernández Hernández
Paciente: Odalys Suárez Alfonso
(ingresó el 29 de septiembre y fue dada de alta el 7 de octubre)
Carta de una joven lectora
No pretendo hablar en nombre de la juventud cubana,
como tampoco pretendo divagar en un tema que es de los más manidos
que existen. Recién terminé de leer, como de costumbre, la sección
de cartas de este viernes y mi tolerancia encontró su final. Soy una
joven de 20 años, estudiante de la Universidad de La Habana, que no
se cree modelo representante de los jóvenes cubanos, pero sí, como
joven, me siento citada cuando surgen comentarios en torno a la
juventud de hoy.
Salgo todos los días a la calle para ir a la
Universidad, utilizo los medios de transporte habituales, me
abastezco en las mismas bodegas y tiendas que cualquier otro cubano,
asisto a los lugares recreativos que están a disposición de todos y,
hoy día, mi sentido común me hace pensar que no solo es la juventud
quien se perdió en el camino. El creciente nivel de alcoholismo, la
violencia, la inmoralidad, la ausencia de ética profesional se ve a
diario y los actuantes no siempre son jóvenes.
Creo que la pérdida de valores, la inconsciencia, la
indolencia ante los males sociales se hacen un problema lo
suficientemente macro para involucrar y afectar a todos. Si muchos
jóvenes actúan regidos por algunos de esos patrones, sin dudas, es
por lo que cada uno de nosotros ve a diario en las calles de nuestro
país y se sienten inclinados a hacer, aun cuando no es la mejor
actitud.
Es lamentable cómo un territorio lleno de cosas
lindas y dignas de admirar ha venido a convertirse en un hervidero
de malas conductas. Tal parece un catastrofismo, pero la verdad es
que es una situación que necesita ser resuelta. Es un problema que
requiere más que de buscar culpables, encontrar soluciones.
No creo tampoco que la orientación o la llamada
liberación sexual, la cual no es menos cierto que se ha potenciado
en este siglo, sea un tema característico solo de los jóvenes, hay
personas no tan jóvenes que han venido a identificarse también con
este asunto. ¿Acaso se olvidaron los de otras generaciones, de cómo
fueron marginados por ser hippies, oír a John Lennon o tener el pelo
largo? ¿Acaso por eso estaban perdidos? ¿Acaso la manera de vestir,
de bailar, de pensar y de expresarse los hacía jóvenes sin futuro?
No escondo que este siglo ha traído mucha revolución en cuanto a
moda, sexualidad, creencias, temas con los cuales muchísimos jóvenes
cubanos no nos identificamos.
Hoy cada vez que oigo decir que la juventud está
perdida, solo me queda reír. Me río porque si defender nuestras
ideas, pensar como jóvenes del siglo XXI, vestirnos por dentro de
inteligencia, aunque por fuera parezcamos otra cosa, actuar según
nuestros ideales es estar perdidos, creo que será mejor que nadie
nos encuentre.
D. Rodríguez Barral
Alumbrado público que nunca se apaga en Santos
Suárez
Me dirijo a ustedes con una preocupación bastante
seria.
Desde hace ya casi un año, en algunas zonas de la
capital, se pusieron a funcionar nuevas lámparas para el alumbrado
publico, las cuales facilitarían, entre otras cosas, la tranquilidad
ciudadana de todos aquellos que, por diversas causas, tienen que
andar por estas calles muy temprano en la mañana o muy tarde en la
noche.
Resulta que desde entonces esas luces no se apagan a
ninguna hora. Usted puede pasar por la calles de la barriada donde
vivo (Santos Suárez) y siempre las va a ver encendidas, lo cual es
un gasto de energía tremendo. Si estamos por el ahorro y no por el
despilfarro, si estamos velando porque los aires acondicionados de
las entidades estatales no estén encendidos en horarios inadecuados,
cabe preguntarse, ¿qué sucede con el alumbrado público?
En una ocasión, hace ya unos meses, el Director de
la Empresa Eléctrica de Ciudad de la Habana, refiriéndose a este
tema dijo que el alumbrado público solo representaba el 1% del
consumo energético de la ciudad, pero aun así pienso que es
innecesario totalmente que dicho alumbrado continúe en esas
condiciones.
Espero que esta carta sea un aviso para que quien
tenga que ver con eso tome las medidas pertinentes. Si todo el
sistema de alumbrado es nuevo, no vamos a decir como siempre que las
celdas son viejas, que se quedan pegadas por el polvo y la humedad,
etc., que es la justificación de siempre. Creo que a lo mal hecho,
siempre lo ampara una justificación, pero hay que combatirla y a
toda prisa.
Si se visitan calles como Estrada Palma, Felipe Poey,
entre otras, se comprobará como, a las 12 del día o las 3 de la
tarde, las luces están encendidas. Realmente duele ver semejante
espectáculo y creo que hay que tomar medidas.
Disculpe lo extenso de esta carta, pero es
indignante ver cosas así en un momento en que estamos imbuidos en
sacar al país de una crisis en la que el planeta completo está
envuelto.
M. Hernández Fernández
Estoy pagando por un artículo que no tengo
Me dirijo a esta importante Sección de Granma para
mostrar mi inconformidad con la distribución de efectos
electrodomésticos en la zona donde resido.
En febrero de este año me visitaron para el cambio
del aire acondicionado, me orientaron que debía ir con el Crédito
Bancario, el cual demoró hasta marzo. Cuando fui a cambiar el equipo
me dijeron que los que quedaban estaban rotos y que debía esperar.
Con el paso del tiempo me dirigí al Consejo Popular
Jesús del Monte y a la Dirección de Trabajadores Sociales de
Cojímar. La última verificación que hicieron fue el 30 de julio, y
yo sigo esperando.
Actualmente enfrento un crédito de 4 338,22 pesos
con una mensualidad de 42,00 pesos que llevo pagando hace siete
meses y el aire nuevo no aparece.
Vivo en Jardines número 7 entre Teresa Blanco y Juan
Alonso, Luyanó, municipio de 10 de Octubre.
R. Martínez Fernández
Criticar el deterioro del medio ambiente no es
suficiente
La Tierra que pisan mis pies no es precisamente
aquella cuyo polvo levanto con cada paso que doy. Me refiero al
planeta del cual formo parte, cual efímero engranaje natural y cuyas
riquezas no pueden faltarme, ni a mí ni a nadie que convive en él
por estos tiempos.
Sin embargo, siento que se desmorona día tras día.
Lo que se ve en noticieros, documentales, prensa plana o simplemente
en Internet es no para preocuparse, sino para ocuparse y actuar ya.
Afortunadamente somos gran cantidad de personas sensibles al tema,
pero no todos los que se sensibilizan ponen en práctica el cuidado
estricto del que se hacen eco.
En nuestro país se protegen de manera cuidadosa los
más diversos ecosistemas, áreas protegidas, reservas de la biosfera,
la flora, la fauna, ríos, mares adyacentes, emisiones al aire, etc.
El único detalle es que nuestras ciudades no brillan lo suficiente,
tanto como para un simple y cuidadoso paneo de una cámara de un
reportaje cualquiera. La culpa no es de lo que muestre la cámara o
no, de aquello que se diga o no; simplemente la culpa es del que la
habita. Hay quienes creen que criticando el problema del deterioro
del medio ambiente que legaremos a nuestros hijos lo resuelven en
parte o en todo, mas no es así.
No tenemos la conciencia suficiente de sostener un
simple envoltorio de una pizza y decir "el planeta necesita de mí",
de mirar a nuestro entorno a punta de mediodía y ver que el sol cada
vez más "está que raja la tabla", que botamos la basura fuera de los
horarios establecidos tanto como de los lugares establecidos,
arrojamos por balcones cualquier metraje cúbico de ella en un año,
escupimos la calle o el césped —al que tampoco respetamos—,
mantenemos sistemas de audio de alta potencia a toda hora y al
volumen que nos plazca, vehículos con sistemas de escape modificados
para rugir o sonar ¿cómo qué?, contaminación de ruido a toda hora,
nos gritamos, dejamos que nos griten. La lista es larga¼
La solución no solo está en nosotros mismos, en el
buen comportamiento social que causa placer y, a su vez, admiración
en quienes nos ven, también el planeta lo agradece. Un planeta verde
que está al rojo vivo y al cual seguimos atizando el fuego que
destruirá no muy tarde a nuestros hijos y a los de estos.
Si la conciencia no se impone la ley si puede, pero
¿está preparada esta para hacerle frente? En mi corta edad no he
visto una multa pública en tal sentido para educar a alguien. Si no
se nos ayuda a fuerza de imposición de normas y velando por su
estricto cumplimiento, nadie, absolutamente nadie, puede darle un
chance a nuestro planeta.
No es tarde en este minuto, pero para el próximo
puede que sí. Por ello, hago un llamado de alerta para todos y por
el bien de nuestro planeta: ¡S.O.S., está que arde! Ya yo planté mi
árbol, ¿y tú?
A. Ávila Rodríguez
¿Por qué permitimos estas cosas que no tienen
que ver con recursos?
Me dirijo a esa sección por la preocupación que ha
suscitado en mi familia las condiciones higiénico-sanitarias en que
se encuentra el hospital provincial Saturnino Lora de Santiago de
Cuba.
En la mañana del 12 de octubre fue ingresado en la
Sala 2 A, cama 1 de esa instalación hospitalaria mi hermano Eloyde
Alonso Amaya, del cual se llevaron una gran sorpresa, mi hermana y
la esposa por la gran cantidad de cucarachas que existen en ese
cubículo y que deambulan por doquier hasta por encima de la cama.
Cuando mi hermana me comentó esta situación, yo le
dije que eso no podía ser, y no lo creí. Por la noche cuando fui a
llevarle comida y objetos de aseo personal lo pude comprobar
personalmente. Al ver esa situación me personé ante la enfermera de
turno a quejarme del asunto y ella me dijo que hasta en su asiento
de trabajo se le subían encima las cucarachas, que a veces fumigaban
y que el producto aplicado ya no las mataba. Vuelvo a indagar si la
dirección del hospital conocía de esta situación, me dijo que eso lo
conocía todo el mundo ahí, pero que no se había resuelto ese
problema.
Mi hermano ante esta situación, a pesar de su estado
delicado de salud, no quería ni acostarse.
He tratado de hacer una síntesis de lo que allí
ocurre, y creo que sobran los comentarios y la incertidumbre para
los pacientes y sus familiares sobre las condiciones en que se
encuentra esa institución de salud.
F. Alonso Amaya
Hay cuestiones que debemos rescatar
Todos conocemos el esfuerzo que realizan los CDR en
cumplimiento de su deber, y cada tarea que constantemente tienen que
enfrentar. Es cierto que logran recuperar una parte de la materia
prima que se genera en el país, pero a todos nos duele cómo mucha
para en los vertederos. Pienso que la acción que realizan los CDR se
puede seguir utilizando, pero ¿por qué la Empresa de Materias Primas
no crea puntos de recolección, no para la compra que eso ya está
establecido, sino para recibir todas aquellas materias primas que
hoy van al vertedero y sería una vía de darles empleo a personas.
Solo voy a poner un ejemplo:
Hace unos años en las cuadras se ponían unos
contenedores metálicos para que se depositaran todos los frascos de
cristal, latas, pomos plásticos, etc., y cada cierto tiempo pasaban
se los llevaban y ellos los seleccionaban. Eso hoy no existe, lo que
casi todo el mundo hace es depositarlos en el contenedor de basura.
S. González Avila
Envíe su correspondencia a:
Periódico Granma. Departamento de Atención al Lector. General
Suárez y Territorial. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba.
Código Postal: 10699. Zona Postal Habana 6, Apartado Postal 6187 o
al correo electrónico: cartasaladireccion@granma.cip.cu Teléfonos
881 9712 o 881 3333, extensiones: 143,145, 148, 177. |
|