Publicadas
el 2 de octubre de 2009
¿Cuándo se le pondrá fin al desvío y reventa de
piezas y accesorios?
En días pasados fui a la Plaza Quinto Congreso, en
Santa Marta, Varadero, y me paré en una tarima o kiosco de un
vendedor, que entiendo es un merolico. Este ciudadano tiene un
surtido de todo tipo de piezas de repuesto de cualquier equipo.
Le pregunté por un breque, igual a los que está
sustituyendo la Empresa Eléctrica, pues tengo uno que descarga solo.
El ciudadano me dijo que tenía y que costaba 125.00 MN o cinco CUC;
no pude comprarlo, pero le pregunté por un latiguillo de lavamanos y
también tenía: "le cuesta 75.00 MN o tres CUC"; y así con todas las
piezas de repuesto que oferta, y no son de uso, son nuevas de
paquete.
Nos preguntamos todos los que necesitamos reparar un
equipo: ¿cómo es posible que las unidades estatales no posean esas
piezas y un revendedor sí?, ¿acaso salen de los almacenes que tienen
equipos y piezas guardados?
Si el dirigente que controla las mercancías que se
compran en el exterior, no las vende a las unidades estatales, ¿cómo
es que los merolicos o revendedores las tienen de procedencia
extranjera? Ese vendedor tiene lo que nadie puede imaginar que tenga
una unidad estatal.
Además, al lado del kiosco tiene un carro nuevo, con
chapa amarilla particular, con un tapacete que lo cubre para el sol
y la lluvia. Un trabajador con pocos ingresos y una familia que
depende de él, no está en posibilidades de comprar piezas para un
equipo que tenga alguna dificultad. Es asombroso que en ese kiosco
lo más insignificante en repuestos, se tiene allí. Tengo una
batidora Daytron, que la base de la cuchilla es de plástico; fui a
comprar una y la tiene pero cuesta 250.00 MN o diez CUC.
¿Cuándo se le pondrá fin al desvío de piezas y
accesorios útiles a la población, para que los venda una unidad
estatal a precios que estén al alcance de la población y no el que
se está aprovechando de la debilidad de alguien para adquirirlos y
revenderlos a precios más altos?
I. Martínez Socorro
Más detalles sobre la odisea en las guaguas del
infierno
Cuando leí la carta publicada con el nombre Las
Guaguas del Infierno del pasado 18 de septiembre, supe que muchos
vecinos estaríamos contentos de ver nuestra odisea reflejada en la
prensa nacional, pero sin lugar a dudas... hay mucho más que contar
cuando se viaja a Bauta o a Caimito en las "guaguas del infierno",
esos camiones particulares que además de maltratar el alma y el
cuerpo de nuestros coterráneos y visitantes también maltratan
nuestros bolsillos.
Para nadie es un secreto las innumerables quejas que
hacemos en las asambleas del Poder Popular al respecto pues los
cobros, a pesar de estar previstos en regulaciones, son ignorados
por ese conductor que nos apura al subir o bajar sin tener en cuenta
la edad, sexo, ni discapacidad del viajero, teniendo de cómplice al
chofer. Tiempo atrás se estipuló el pago de dos pesos moneda
nacional hasta la capital si era un camión, y tres si era una
camioneta: hoy eso es asunto olvidado, si quieres viajar debes
abonar cinco pesos y si reclamas tu derecho recibes un montón de
insultos y ofensas y no falta algún "socio" que apoye el insulto del
conductor y su desvergüenza.
Hace varios meses en la parada del centro del pueblo
de Caimito, con el objetivo de informar al pueblo, duerme amarrado
al poste de la electricidad un cartel que describe los tramos y el
pasaje que se debe abonar y al final un teléfono para quejas, por el
cual, por más que he intentado comunicarme, nunca responden. Lástima
no se controle por parte de nadie el cobro de las tarifas fijadas y
publicadas por la Dirección de Transporte y estos caballeros anden
robando sin escrúpulos a miles de trabajadores y estudiantes que
vivimos honradamente de nuestro salario, pues ese llamado "socio"
que los apoya es uno de esos personajes que trasladan ilegalidades,
dígase frutas robadas, huevos, etc., que además le abona hasta diez
pesos por permitirlo.
Me viene a la mente el día que una colega y yo
viajábamos un pequeño tramo, dentro del pueblo de Caimito y el
conductor nos exigía el pago de dos pesos por cada una, cuando en
realidad es un peso por persona. Veníamos agotadas bajo el sol
haciendo visitas en la comunidad, y ella indignada me comenta que
aquel mismo joven, que nos exigía los dos pesos como si fuéramos
ladronas, muchas veces a altas horas de la noche aparece en su casa
con su niña enferma en brazos. En su afán por cobrar no conoció sin
bata blanca a Alguita, la pediatra que amorosa recibe en su casa a
tantos niños enfermos, no importa la hora, ni si sus padres tienen
dinero o no.
Y qué decir del viaje hacia los Consejos Populares
del municipio donde los camioneros han trazado su propia ruta. Por
poner un ejemplo: en la comunidad de Ceiba del Agua del municipio de
Caimito sus habitantes deben caminar para abordar estos camiones
cerca de un kilómetro desde el pueblo hasta la Rotonda, y así mismo
sucede al regreso, no importa si llueve o el sol castiga, si es un
anciano, un discapacitado, o una madre con un bebé en brazos, todo
por la negativa del camionero de entrar al pueblo.
Sin contar que una vez en Caimito se repite la
historia, en la primera parada culmina el viaje y debes caminar otro
kilómetro hasta el centro del pueblo y retornar la misma distancia
para el regreso.
Nada, que robo y maltrato van de la mano junto a
aquellos dirigentes incompetentes que han archivado durante años las
quejas y cruzan los brazos ante las molestias que se le causa a la
población y la desfachatez de los camioneros.
Pero todo no son malas noticias, queda decir que en
el último año ya contamos con transporte urbano estatal que va desde
Artemisa hasta La Habana, esos ómnibus articulados naranjas que
tanto disgustan a los camioneros y llenan de alegría a la población,
por lo estable en el horario, la seguridad en el viaje y la
protección a nuestro bolsillo, pero que todavía son insuficientes,
por la cantidad de pasaje que se mueve a la capital y el número
reducido de ómnibus.
¿Cuánto más debemos esperar para que se tomen
medidas serias y organizativas al respecto?
I. Quesada Pérez
Para suspender la libreta no tenemos ahora
alternativas
He repasado con atención los criterios de los que
defienden la idea de la eliminación de la libreta de abastecimientos
y concuerdo con su punto de vista de que el subsidio extendido para
todos genera pérdidas y crea cierta actitud de acomodamiento, aunque
me temo, que todavía nuestra economía no ha generado una alternativa
visible al racionamiento a partir de un mercado para productos
básicos que sea medianamente accesible a los sueldos del país. Es
decir, antes del periodo especial teníamos el llamado "mercado
paralelo" en moneda nacional que complementaba la libreta pero con
la dolarización y la oferta de las tiendas en divisas se ha creado
un abismo en cuanto a niveles de consumo que no se resuelve con la
sola eliminación de la libreta. Bastaría una pregunta a modo de
ejemplo: ¿Estaría habilitado el sueldo promedio de un cubano para
adquirir la leche de los niños o el aceite para cocinar al precio de
las llamadas "Shoping"?
La eliminación de la libreta pasa por la unificación
monetaria y la creación de un mercado relativamente accesible de
productos en moneda nacional a partir de los salarios que devengan
los cubanos. Debemos dejar atrás los altos impuestos a los mercados
en las tiendas en divisas para permitir la consolidación de un
mercado nacional en CUP y recuperar el valor del salario que es la
medida de nuestro sudor y esfuerzo. Asimismo, considero deberíamos
superar la tendencia de nuestras empresas a realizar no pocos de sus
valores y servicios en CUC.
Por otro lado quisiera referirme a un artículo que
desapareció de la oferta de las bodegas: el llamado "chocolatín" que
por arte de magia ha desaparecido hasta de las shoping. Era esa una
opción para los desayunos de los cubanos mayores de 7 años que no
tienen leche racionada. Por cierto, no se vendía a precio de
subsidio cuando desapareció.
Hablando de derroche también habría que recordar el
yogurt de soya que se oferta gratis a todos los estudiantes de
secundaria básica del país y tengo entendido que muchos lo botan ya
que no les gusta. Debería cobrarse aunque fuera a precio módico, de
esa manera lo consumiría quien realmente le interesara.
J. R. Ibarra Guitart
Cuando se aplazan de improviso los viajes en tren
En ocasiones se toman determinaciones que supongo
deban ser analizadas tal vez un poco más a fondo, ya que afectan
grandemente a muchos que necesariamente necesitamos trasladarnos de
un lugar a otro dentro de nuestro país. Esto realmente arrastra
formas de pensar, e incluso criterios que dañan la imagen de quien
no lo merece. Me refiero al siguiente caso:
Yo vivo con mi familia en la ciudad de Pinar del
Río. Trato en julio o agosto de estar algunos días al lado de mi
madre, hermanos y demás, en la provincia de Las Tunas,
específicamente en el municipio de Puerto Padre, así como de
disfrutar los días de vacaciones que me corresponden tanto a mí,
como a mis dos hijas y esposa.
El tiempo que se requiere, para realizar las
reservaciones en dicho municipio, oscila entre los cuatro o cinco
meses de cola, organizada como siempre por quienes les sobra el
tiempo y del que los que trabajamos no disponemos, y que son, en
muchas ocasiones, elementos que se alimentan de estas oportunidades,
para no incorporarse al trabajo. Dicha cola terminó en el presente
año, en el mes de marzo, cuando por parte de los compañeros de la
Terminal se realizaron las reservaciones de los Trenes Nacionales.
Mi madre, pudo hacerme la reservación para el 20 de agosto, día en
que se venden estas reservaciones, y se realiza el viaje.
El día 18, decido dar una vuelta por la Terminal
para cerciorarme de cualquier imprevisto haciendo caso a la
intuición de algunos que me rodeaban, y efectivamente en la taquilla
de viajes para Ciudad de La Habana aparecía un cartel con el
siguiente letrero: "Suspendidos todos los pasajes para los trenes
desde el día 16 hasta el 30 de agosto". Indago acerca de la
información y me aclaran que estos días se iban a utilizar para
transportaciones masivas de contingentes, militares, etc.
Y entonces surge la interrogante a muchos como yo,
¿cómo y hasta cuándo son posibles las faltas de respeto a la
población?, ¿qué solución les ofrece a los viajeros la empresa que
le compete?, ¿quién trata de resarcir los daños y la imagen que se
crea, acerca de quienes dirigen estas empresas? ¿Acaso alguno de
estos "que nos representan como pueblo en el poder de estas
empresas" y que están facultados por nuestro Estado a tomar
decisiones en bien de la sociedad, ha pasado por alguna de estas
circunstancias? Es necesario analizar que muchos compañeros se
tenían que incorporar a sus actividades laborales o de otra índole,
y que por supuesto llegaron tarde.
La única solución, y de hecho, vía posible, fue la
lista de espera por ómnibus, lo cual acarrea otro problema, los que
viajan como es mi caso en los "cada vez más cómodos" Trenes
Nacionales, tienen la posibilidad de poder ahorrar $115 per cápita.
Algunos porque su economía no les ofrece más, y otros porque
mientras más puedan ahorrar en el viaje, más podrán tener para
disponer de algunas actividades con su familia. ¿Qué sería de otros
que como yo planificaron el bolsillo para su regreso en tren y
tuvieron que regresar en una Yutong?
P. E. Casanova Leyva
Sustituyen redes… y dejan salideros en las calles
Me decido a escribirles, teniendo en cuenta que ya
he agotado todas las posibilidades a mí alcance y la situación que
me motiva es angustiante.
Por un lado leo del recorrido realizado por nuestro
General de Ejército Raúl Castro por la provincia de Santiago,
comprobando la marcha del proceso inversionista en relación con
conductoras y redes hidráulicas en esa ciudad, y por otro lado aquí
en Luyanó (lugar donde resido), se está haciendo ese mismo proceso
inversionista, pero a un costo de miles y miles de litros de agua
perdidos diariamente.
A mediados de junio del presente año, comenzaron a
sustituir las redes hidráulicas de este barrio, pero han ido dejando
a su paso tal cantidad de salideros por las calles, que desde que
comienza a entrar el agua alrededor de la 1.00 am, hasta que deja de
entrar alrededor de las 11.00 am o un poco más, se pierden miles y
miles de litros de ese preciado líquido.
Nos dice la compañera de Aguas de La Habana, que
ellos no tienen que ver, que ellos contrataron el servicio a la
Empresa Constructora del Instituto de Recursos Hidráulicos, y que
cuando ellos acaben de cambiar todas las redes de Luyanó ¡es que
comienzan a reparar !.
Yo pregunto: ¿quién chequea la calidad del trabajo
hecho?, porque en un momento en que el país esta inmerso en campañas
nacionales para el ahorro de agua y barrios enteros carecen de la
entrada diaria de este indispensable y cada vez más escaso líquido,
situaciones como esta son inadmisibles, tengo entendido que cuando
se hace este tipo de reparaciones, primero se hacen pruebas de aire
para detectar salideros y después se prueba con el agua, cosa esta
que no hicieron.
D. Wainshtok Tomás
Un ejemplo a no imitar
En Santa Clara, como en el resto del país, el tema
de la vivienda constituye una de las problemáticas sociales con
mayores niveles de insatisfacciones y que más tiempo ocupa a los
órganos de gobierno y partidistas en la búsqueda de soluciones.
Resulta difícil entender, ante tan compleja
situación, la continua entrega de viviendas para otros fines que no
sean el de solucionar un problema de los acumulados por derrumbes,
afectaciones ante situaciones climatológicas o por graves y
justificados casos sociales.
En la ciudad de Santa Clara son hoy cientos los
locales de viviendas que se emplean para la gestión de entidades
administrativas, mientras existen locales de empresas estatales que
pudieran ser redimensionados, evitando la utilización de viviendas
para esos fines.
En ello debería ser ejemplo el órgano provincial de
la Vivienda de nuestro territorio. Recientemente adquirió para su
gestión administrativa una sólida vivienda cita en E.P. Morales, No
72, entre Bonifacio Martínez y Colón, Santa Clara. Ya en esa manzana
son tres las viviendas que este organismo emplea para el trabajo
administrativo.
Este es un tema que debemos revisar, para evitar
disgustos e incomprensiones.
O. Cuevas Romeros.
Una sugerencia para la reforestación: reciclar las
bolsitas de leche y yogurt
Ante todo un revolucionario saludo para usted y
todos sus trabajadores que nos mantienen al día en el acontecer
nacional e internacional.
Soy asiduo lector de la sección de Cartas a la
dirección, la cual entiendo muy provechosa. Mi misiva es para
referirme a uno de los planteamientos expresados por el General de
Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros, en el Acto Central en Conmemoración del Aniversario 56
del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en
Holguín, el 26 de Julio del 2009, cuando expresó:
"Tierra que no sirva para producir alimentos, debe
servir para sembrar árboles que es, además, una gran riqueza. Y
quien les habla ha experimentado durante muchos años, y sobre todo
en los últimos años, sembrando pequeños bosques, y he tenido el
placer y la satisfacción de verlos crecer, y según el tipo de árbol,
a veces en cinco años ya he formado un pequeño bosque con varios
cientos de diferentes tipos; pero cada vez que hablamos del tema se
aparecen los funcionarios del Ministerio de la Agricultura —del
actual y de todos los demás anteriores ministros de Agricultura— con
un listado interminable de millones de pesos o divisas solicitados
para la tarea que se asigna, y si no aparece una bolsita de nailon
no se puede sembrar. Yo no sé con qué diablo nuestros abuelos
sembraban árboles, y por ahí están, y estamos nosotros comiéndonos
los mangos que sembraron ellos..
"No educamos a un niño en el amor a los árboles y
que siembren algunos —donde haya tierra, por supuesto— en el
transcurso de su tránsito por la primaria, secundaria,
preuniversitario. Me están oyendo aquí algunos dirigentes de la
juventud; pero sembrar árboles pueden hacerlo jóvenes de la tercera
edad, como yo, es decir que no es solo una tarea de la juventud".
Fin de la cita.
Al analizar este planteamiento de Raúl, estoy muy de
acuerdo, porque yo también soy de los que tengo muchos árboles
frutales en mi patio y nunca he utilizado una bolsita, y según dicen
los compañeros de la Ciencia y el Medio Ambiente, ellos son los
pulmones de la naturaleza.
Pero quiero proponer algo al respecto. Con el uso y
el costo de las bolsitas que en estos momentos que vive el país
sería un sacrificio para el Estado adquirirlas, ¿no se pueden
reciclar las bolsitas de leche y yogurt que a diario botamos en
nuestras casas a veces propiciando la proliferación del mosquito?
¿No se podrá coordinar con las organizaciones de masas, la Juventud
y los jóvenes de la tercera edad para esta tarea tan necesaria y
productiva? ¿Cuánto cuesta botar estas bolsitas que ya pagamos y se
pueden recuperar para tal función?
Creo que aunque no se resuelvan todos los problemas
de la agricultura, vale la pena el esfuerzo que se haga.
J. Aymé Cuesta
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