Publicadas
el 25 de septiembre de 2009
Nuestra juventud
Con mucha frecuencia estoy oyendo decir que nuestra
juventud está perdida; a riesgo de que alguien piense que debo ser
remitido a Psiquiatría, digo que en efecto y por fortuna, es cierto
que está perdida.
Cuando mi bisabuela era joven bailaba la música de
Contradanza, momento en que solo había un ligero roce físico con la
pareja; después Failde creó el danzón y para mi abuela poder
bailarlo debió desafiar a sus mayores que alegaban que esa era
música de negros, de orilleros (marginales) inmorales,etc. Años
después esa abuela criticó los nuevos ritmos con la misma pasión que
había sido criticada ella, y así sucesivamente.
Yo bailaba con la orquesta colosal de Don Félix
Chapotín en especial El carbonero, interpretado por Don Miguelito
Cuní. Mi nieta Grisel prefiere bailar con la música de Don Omar. Es
su libérrima elección ¿Por eso está perdida, mientras cursa una
carrera universitaria?
Ahora los jóvenes usan aretes, crestas, el pantalón
caído, exponiendo su prenda interior. Es una forma de manifestarse
cuyas causas pudieran ser explicadas por sicólogos u otros
especialistas. Yo solo opino como docente.
Si los jóvenes de hoy bailaran la colosal música
interpretada por el Mago de las teclas, entonces sí estaría perdida,
descontextualizada, lo que no significa que yo opine que no deben
conocer toda la herencia cultural nuestra, la música que bailaron y
disfrutaron sus ascendientes, entre otras cosas para que la comparen
y saquen conclusiones. En rigor, no es responsabilidad de ellos no
conocer la música de Matamoros, Antonio María Romeu, Beny... Lo del
arete, el pantalón caído, etc., es tan pasajero que no hay que
sobredimensionarlo pues eso sí es grave y sabe a intolerancia.
Trabajo con jóvenes universitarios, y con el gran
precursor que fue Félix Varela aprendí que son la dulce esperanza de
la Patria. Nada más dañino para un joven que las comparaciones, que
se le reitere que es un inútil, un ignorante, un perdido... si no lo
es en realidad, puede empezar a creérselo y a serlo. No ignoro los
problemas que muestran los jóvenes como tampoco ignoro los que
mostramos los que no somos jóvenes. Existen los que se preocupan y
ocupan del problema y los que solo se preocupan. Acepto solo el
primer grupo.
Nuestros jóvenes se corresponden con la dramática
época que les toca vivir y es nuestro deber prepararlos para que
enfrenten los grandes desafíos de su tiempo, que serán mayores que
los ya enfrentados. Los que hemos traído la Revolución hasta aquí
tuvimos la dicha inmensa de tener un guía como Fidel. Cabe
preguntarse si los que tengan que librar las batallas, que ya se
avizoran, tendrán la suerte de tener un Fidel y si lo tuvieran cabe
otra pregunta, ¿contará ese líder con hombres como Raúl, Camilo, Che
y Almeida?
Entonces, para asegurar la supervivencia de nuestro
proyecto estamos obligados a transmitirles a nuestros descendientes
la sagrada historia de este pueblo, de los héroes que combatieron en
Girón, alfabetizaron, combatieron en África, América y otros lugares
del mundo. Los que combatieron la tiranía de Batista están obligados
a transmitir sus experiencias, decirles a los jóvenes cómo eran
torturados y asesinados los que se oponían a Batista. Es
imprescindible que sepan, por testimonios fundamentalmente, cuál era
el papel del Señor Embajador de Estados Unidos de América en Cuba,
de los marines que embriagados de poder y alcohol vejaban nuestras
mujeres y el Monumento a Martí.
Cuando a la joven Haydée le llevaron el ojo
ensangrentado de su hermano queridísimo y le anunciaron la muerte
del mismo, ella con el corazón destrozado, le dijo a aquella bestia
uniformada: Él no está muerto, porque morir por la Patria es vivir.
Haydée era una patriota por el mensaje de sus maestros, pero sobre
todo por la formación que había recibido en el seno familiar. El
joven que conozca estos detalles no puede alejarse de la dignidad.
Seamos realistas: el socialismo que tendrán los
cubanos en los próximos años no lo diseñaremos nosotros con Leyes,
Decretos o Decretos-Leyes, como tampoco determinaremos la
composición del Comité Central del Partido ni de la Asamblea
Nacional del Poder Popular, lo harán estos jóvenes, todos, a los que
estamos obligados a preparar para que no tuerzan el camino.
Confío ciegamente en los jóvenes, sobre todo en los
cientos de miles que están en nuestras 64 universidades. No les hago
una defensa a ultranza y gratuita. A los jóvenes, especialmente a
mis alumnos, les digo: Ustedes pueden bailar cualquier música, usar
aretes, el pantalón caído, etc., pero en el lugar en que se
encuentren, a cualquier hora, recuerden que ustedes son miembros de
la FEU, la que fundó Julio A. Mella, y que tuvo en sus filas a
Guiteras, Roa, Trejo, José Antonio Echeverría, Fidel, entre otros
nombres de grandes hombres y mujeres excepcionales. Tienen que
asumir esa responsabilidad y saber que integrarán nuestra extrema
vanguardia en un futuro que ya se vislumbra.
El homenaje nacional rendido a Almeida
recientemente, fue dirigido por muchachos de la FEU
fundamentalmente. Guiado por ellos rendí tributo al Héroe. Me
emocioné ante su imagen. Al salir me encontré con Sucel (19 años),
la que notó mi conmoción. Puso su brazo en mi hombro y me contó
emocionada que al depositar una flor a Almeida, no pudo evitar
decirle sollozando:
Aquí no se rendirá nadie, Comandante.
A. Rondón Velásquez
¿Bombillos ahorradores?
No sé si el tema en cuestión reúna los requisitos
para que llegue a la etapa de emplane del periódico en su edición de
hoy, pero sí para que alguien piense al respecto. Se trata de los
famosos bombillos ahorradores.
No sé hasta qué punto, esta situación se dé a nivel
del país. El asunto es que sí, efectivamente, estos bombillos por
sus características consumen mucho menos que los incandescentes
aportando casi los mismos niveles de iluminación y esto uno lo palpa
en la cuenta eléctrica.
Es interesante, todas las marcas que están en la red
comercial del país tanto en CUC como en MN sin excepción de marca,
dan los mismos parámetros de flujo luminoso —consumo energético—,
promedio de vida útil y es en este donde quiero detenerme.
Me parece que algo anda mal con este parámetro y les
explico:
Dan 6000 horas de vida útil y a su vez en la misma
cajita, las instrucciones para la instalación y el uso de la lámpara
(bombillo) y sus virtudes ahorradoras están en español y además una
nota con letra más pequeña como para que no la lean, y a propósito
en inglés, que dice axial; 6 meses de garantía a partir de su venta
(basado en cuatro horas de uso diario), es decir 180 días x 4 horas
igual a 720 horas. La diferencia es sustancial, lo garantizan por el
12% del promedio de vida útil, que a propósito en encuesta privada a
amigos y vecinos ni a ellos, ni a mí, nos llegan a sobrevivir ni el
50% como promedio de la garantía fabril que se da en la cajita.
Alguien debe pensar en esto, no vaya a ser que
pensamos que estamos comprando liebre y nos estén vendiendo gato,
porque con esa baja esperanza real de vida útil de los bombillos, lo
que ahorramos en energía lo tengamos que destinar a la importación
de bombillos ahorradores por encima de lo planificado o vernos en la
necesidad de declararnos en apagón voluntario ante la ausencia de
estos en el mercado.
W. Ernst López
¿Ser o tener?
Después de una jornada de estudio —soy estudiante de
1er. año de Periodismo en la Universidad de Camagüey—, me dispongo a
viajar para mi casa. Es en ese momento cuando escucho el comentario
de una madre cuya hija estaba en vísperas de ingresar al IPVCE.
—Qué va¼ Mi hija si no es
menos que nadie. Si los demás tienen mp4 y tenis de marca, ella
también los tendrá.
Al oír esas palabras, vienen a mi memoria imágenes
de la época de mis padres, de mis abuelos. Esa etapa en la que lo
más reciente en moda, los últimos suplementos tecnológicos, el tener
esto o aquello, no constituían el centro de sus vidas.
Sin embargo, no es menos cierto que en esta
historia, la familia desempeña un papel determinante, teniendo en
cuenta que esta constituye el núcleo fundamental donde se forma la
personalidad del individuo.
Quizás de modo inconsciente, con la idea de que sus
hijos no pueden ser "inferiores" los padres van suscitando poco a
poco la pérdida de valores importantes y a su vez, los inducen a
legitimar el estatus de las sociedades de consumo.
Hagámonos una pregunta: ¿Inferiores, por qué?
¿Porque no traen tenis de marca, ni prendas de oro,
ni mp4¼ y llevan consigo lo que sus
padres modestamente pueden ofrecerles, en consonancia con su
esfuerzo y trabajo?
Y es en ese vano empeño de que sus hijos estén "a la
altura de los demás", cuando los padres cometen el grave error de
hacer hasta lo imposible, incluso en ocasiones, actos delictivos.
¿Acaso no recuerdan ellos esa premisa martiana que
plantea que la elegancia del vestido, la grande y verdadera, está en
la altivez y fortaleza del alma, que mucha tienda, poca alma...?
Por ello, llamo a la reflexión, no solamente a la
familia, sino también a la escuela y a los medios de comunicación
masiva, a fortalecer valores sumamente necesarios que hoy están en
peligro de extinción, como la solidaridad, el compañerismo, la
honestidad, entre otros¼ , a cultivar la
espiritualidad humana y a desterrar de una vez y por todas de
nuestras mentes tales estereotipos y modelos enajenantes que nada
tienen en común con nuestros principios y convicciones.
Esta polémica situación, que se aprecia además en un
IPVCE, en un centro de enseñanza media, en un politécnico, incluso
en la enseñanza superior, debe erradicarse lo antes posible, o nos
conducirá por un sendero totalmente diferente al que nuestra
Revolución Socialista nos ha enseñado a lo largo de estos 50 años.
La clave de este enigma radica sencillamente en
preguntarnos: ¿Qué es en verdad lo primario? ¿Ser o tener?
I. López Karell
Sobre la libreta de abastecimientos
Hace muchas semanas vengo siguiendo lo que se
plantea sobre la libreta de abastecimientos y hoy me decido a
expresar mi criterio. Hasta ahora estoy de acuerdo con algunos
planteamientos, no así con otros. El comentario de la compañera
Porrata del viernes 18/9 es el que más se acerca a mis opiniones y
por eso me determiné a escribir.
Estoy convencido que el país debe trabajar por
eliminar gratuidades pero, como dice Porrata, hay muchos aspectos
sobre los que debemos trabajar antes de pensar en la eliminación de
la libreta. Algunos ven la libreta con una visión economicista y la
misma siempre ha tenido un sentido social.
El sentido fundacional de la libreta es lograr que
toda la población, independientemente de sus ingresos pueda adquirir
una canasta básica que le proporcione a todos un por ciento
razonable de proteínas y calorías. Es cierto que por medio de ella
se subsidia tanto a los trabajadores como a los vagos pero, lo mismo
sucede con la salud y la educación y nadie lo pone en duda.
El capitalismo nunca se preocupa por estas
cuestiones, establece las leyes del mercado, sube los precios de los
productos para no tener pérdidas, o para tener más ganancias, y si
se mueren las personas no es su problema. Nuestra Revolución nunca
ha actuado de esa manera y ahora tampoco lo hará.
Muchas veces se ha hablado de subsidiar a las
personas y no a los productos y, aunque nunca he tenido acceso a los
estudios que se han hecho en este sentido, estoy seguro de que es
algo muy difícil. Los pensionados, que son los que reciben menos
ingresos, pueden tener hijos u otros familiares de altos ingresos
que los ayuden, pueden recibir remesas del extranjero así como por
otras vías. Por tanto estoy seguro que definir quién realmente
requiere de ayuda estatal es algo bastante difícil. Estoy convencido
que definir cuáles son las necesidades fundamentales de cualquier
persona es algo complicado en particular de cada uno, lo que hace
más compleja la definición de qué persona requiere de ayuda.
Ahora bien, sumándome a lo planteado considero que
hay muchos aspectos sobre los que debemos trabajar antes de pensar
en analizar los beneficios de justicia social que nos ha brindado la
Revolución como la salud, la educación y la libreta que nos
posibilita a todos adquirir un grupo de productos que nos brinda una
dieta balanceada según las posilidades del país.
No debemos nunca olvidar la historia y todos los que
tenemos la edad suficiente sabemos que en los años 80 cuando había
un mercado paralelo, más asequible que el actual, este llevó a que
la libreta no fuera un elemento esencial de nuestra alimentación
como lo es hoy día. Lo que se necesita es producción, que lo que se
produzca llegue a los mercados y que no se pierda como sucede hoy
día, y no se preocupen que poco a poco la libreta irá perdiendo su
importancia y se eliminará por sí sola.
Sin perder de vista los problemas económicos que
afectan al país, nunca debemos olvidar el carácter social de muchos
de los beneficios que nos brinda la Revolución; trabajemos para
merecerlos.
J. Gutiérrez Alonso
¿Qué hacer con los vagos?
Variados han sido los planteamientos sobre el tema
de "los vagos". No ha faltado en algunas cartas el momento oportuno
para hacerles referencias, aun cuando el escrito no trate sobre
ellos, pero encajan prácticamente en cualquier tema sobre los males
que hoy combatimos.
Es cierto que no aportan nada provechoso a la
sociedad, todo lo contrario, y que a pesar de ello, el Estado les
garantiza lo que en otro lugar del planeta no podrían tener, en
ocasiones aun trabajando: educación y asistencia médica gratuitas
para él y su familia, dos grandes pilares que identifican una
sociedad sana y justa.
Pero el deseo —en el cual me incluyo— de acabar con
estos parásitos, nos hace a veces creer que la situación es más
fácil de lo que pensamos. Sin embargo, ni la coerción, ni la
represión, ni la fuerza, ni las privaciones, ni mecanismos
diferenciados, crearán las condiciones idóneas para erradicar ese
mal. Además, la Revolución no se ha caracterizado por excluir a
ningún ciudadano de los derechos que todos disfrutamos, ya sean
reclusos, vagos o de cualquier otra calificación. Si alguno de
estos, cayera en la desgracia de ser víctima del derrumbe de su
domicilio a causa de un ciclón, de igual manera es atendido, como
cualquier otro ciudadano.
Cuando pensamos en el vago, nos viene a la mente
¿cómo pueden mantenerse si no trabajan? y, peor aún, ¿cómo viven
mejor que yo, que trabajo todos los días y cumplo estrictamente con
un horario? Todos sabemos que se valen de artimañas que van en
contra de los principios de nuestra sociedad, y eso, sí lleva
implícitas medidas más enérgicas y sistemáticas.
Sin embargo, la verdad es una: el vago, el
delincuente o cualquier otro parásito de la sociedad, no puede vivir
mejor que aquel que todos los días trabaja honradamente, que se
desvela por cuidar nuestras conquistas y se esfuerza por llevar
adelante el país. Ese es un mal que estará haciendo un daño
incalculable mientras exista, y que requiere de su eliminación en un
periodo que debe acortarse.
No obstante, estoy seguro que algunas medidas se han
venido tomando y que irán contribuyendo a contrarrestar estos males.
Por ejemplo, la nueva Ley de Seguridad Social ofrece ventajas
superiores a la anterior, quien la haya leído o estado al tanto del
proceso de discusión del Anteproyecto, se habrá dado cuenta de ello.
Esas ventajas benefician al trabajador y a la población en general.
También, la ley del pluriempleo, es decir, la posibilidad de poseer
más de un empleo, pudiendo ser incluso, a domicilio, lo que
posibilita la elevación de los ingresos, incluyendo incluso, la
autorización del trabajo remunerado a los estudiantes del nivel
medio superior y superior. Estas leyes eliminan ciertas
prohibiciones anteriores, estimulan las fuerzas productivas, elevan
los ingresos, contribuyen a que el trabajo constituya la fuente
principal de satisfacción de las necesidades, tanto materiales como
espirituales.
He querido citar estos argumentos a modo de ejemplo
de que, además de las medidas más enérgicas que pudieran tomarse
contra aquellos que actúan en contra de la ley y, en sentido
general, en contra de los principios de nuestra sociedad, deben
existir vías por las cuales el trabajador sea cada vez más
beneficiado; que su trabajo adquiera cada vez más importancia para
la sociedad y su familia; que el trabajo constituya un estímulo y
una necesidad; que su esfuerzo haya valido la pena por los frutos
obtenidos honradamente y que, finalmente, el vago se convenza que su
tiempo terminó.
Y por último, lo más importante de todo. No hay
desarrollo sin trabajo. No hay bienestar sin una ardua labor. Esto
es válido para cualquier rincón del planeta. Seguir trabajando y
hacerlo cada día mejor, es nuestro deber; de otra manera, no
estaremos en condiciones de erradicar los males que hoy combatimos.
Una premisa de nuestro Héroe Nacional José Martí,
nos convoca a la reflexión y combatividad:
Quien no tenga el valor de sacrificarse, ha de
tener al menos el pudor de callarse ante los que se sacrifican.
M. Santana Pérez
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