Publicadas el 11 de septiembre de 2009

Hay que analizar lo que pasa en la Terminal de Moa

El servicio de ómnibus Yutong a Moa había sido totalmente suspendido desde finales del año 2006 después de los torrenciales aguaceros que dejaron destruida la carretera. Durante ese tiempo salir de Moa hacia cualquier destino era una odisea. Había que acudir a la caridad de personas que no siempre están dispuestas a ejercerla, irse en carros particulares pagando precios exorbitantes y haciendo varios cambios de vehículo en diferentes tramos del trayecto o irse en botella del mismo modo.

Hace alrededor de dos meses se restableció este servicio de ómnibus para beneplácito de la población de Moa que ahora dispone de una vía rápida, cómoda y segura para viajar a Holguín, Santiago de Cuba y La Habana.

Para viajar se hacen las reservaciones con determinada antelación, es posible reservar ida y regreso. Las reservaciones se hacen con 15 de antelación. Recientemente fui a visitar a mi familia en Santiago de Cuba, la reservación del viaje de ida la hice sin ninguna dificultad. Sin embargo, para reservar el regreso, pasé un sofocón. Para reservar para el 16 de agosto, que era el día en que yo tenía previsto regresar, había que ir a comprar el pasaje el 2 de agosto. El día antes fui a la terminal para informarme bien y me dijo un compañero que estaba atendiendo la taquilla que los pasajes los vendían a las 8:30 de la mañana y que debía ir bien temprano porque solo se vendían tres pasajes.

Como yo necesitaba asegurar el pasaje para mí y mi nieta, fui a las 11 de la noche del día 1ro. para la terminal. Allí pasé la noche completa, yo era el número uno de la cola. A la hora de comprar los pasajes se organizó la cola y hasta esa hora solo una señora se había interesado por los pasajes de regreso a Santiago. Como yo era el uno, le pedí a la taquillera los dos pasajes que me pertenecían, comunicándome esta que ya estaban vendidos.

Yo le dije que no podía ser, le expliqué lo que ya mencioné anteriormente y la respuesta fue: Mire, señora, usted todavía debe ver algo (haciendo alusión a mi edad), y me enseñó la lista en que aparecían anotados dos nombres. Yo le insistí en que eso no podía ser porque yo era el uno de la cola y nadie se había interesado en esos pasajes en toda la noche, entonces me dijo que la taquillera entraba a las 4:00 a.m. y se ponía a vender pasajes si no tenía nada que hacer.

Ante esa negativa reiterada fui a buscar a la administradora, esta acudió a mi llamado y después de escuchar mi explicación le dijo a la taquillera que le pusiera nulo a los nombres que aparecían en la lista y me vendiera mis pasajes porque yo tenía toda la razón. De ese modo los tres pasajes de regreso fueron vendidos a quienes les pertenecían, o sea, a mí y a la señora que iba detrás de mí.

El día 16 en el viaje de regreso me encontré con la señora que compró el tercer pasaje y recordando el caso me relató que ella fue posteriormente a comprar un pasaje de regreso para el día 18 para su hija y pasó lo mismo. Ya había personas anotadas en la lista. O sea que el problema es reiterativo.

No solo sucedió ese día lo que he relatado. A las 6:00 a.m. de ese día 2 de agosto, salió una Yutong con destino a Holguín con los pasajeros del tren a La Habana. Estando ya nosotros en la cola para comprar los pasajes, llegó una compañera, con dos niños, que iba en la guagua a quienes los choferes bajaron en Sagua aduciendo que el pasaje tenía problemas. Ella fue tan infeliz que se bajó y regresó a la Terminal de Moa donde la administradora le dijo que su pasaje estaba perfecto, no tenía ningún problema y los choferes no tenían ningún derecho a bajarla de la guagua. No supe cuál fue el final de este incidente.

El lunes cuando me incorporé al trabajo y relaté lo que me había pasado con la compra del pasaje de regreso, un compañero me dijo que su papá había tenido que ir a Santiago y que había pagado $50.00 sobre los $44.00 que vale el pasaje para poderse ir.

Hay que hacer un análisis para determinar qué pasa en esa Terminal, cómo se permiten esos atropellos y tomar medidas severas para evitar esos maltratos a la hora de acceder a un servicio tan excelente que la Revolución ha puesto al servicio de la población.

I. Guerra Monterrey

Hay que ponerle el cascabel a la recaudación

Haber leído el artículo del periódico Trabajadores titulado, El largo camino del dinero (I), me ha dado un último empujón para aprovechar esta oportunidad que nos brinda la sección Cartas a la Dirección y emitir criterios e ideas que tengo hace mucho tiempo en mi mente, sobre el tema que en dicho artículo se trata.

Pienso que el no pagar el ómnibus, las alcancías violadas, las arandelas, los medios por cuarenta centavos, los pesos picados a la mitad (modalidad de este siglo), el conductor que no sabe qué pasó con el sello de la alcancía, en fin, todas las barbaridades que se nos ocurran alrededor del pago del pasaje, son tan viejas como la propia guagua. No puedo recordar cuántos artículos de buenos periodistas han sido escritos sobre el tema desde que tengo uso de razón. Artículos de muy buen contenido y donde se profundiza en las interioridades de un tema que afecta directamente la economía del país, pero donde pocas veces se aconseja una salida para resolver el problema.

A través de los años, muchas han sido las iniciativas que se han probado para tratar de evitar este flagelo, pero todo ha sido en vano; yo pudiera citar por ejemplo la época en que la parte superior de las alcancías era transparente para que el chofer pudiera ver lo que el pasajero depositaba (hoy en día se continua usando), o la época en que los fines de semana los estudiantes de secundaria teníamos que acompañar al chofer del ómnibus para velar por el buen comportamiento del pasajero al depositar su pasaje en la alcancía.

Recuerdo que hace muchos años en los ómnibus de la Terminal Guanabo había un conductor que cobraba la guagua y el pago se realizaba por tramos, o sea, dicho conductor tenía en sus manos varios talonarios en correspondencia con los tramos, esta persona realizaba el cobro del pasaje sin ninguna dificultad, así el ómnibus estuviese abarrotado, y garantizaba que el total de la recaudación llegara a manos de los colectores; hoy en día el pago tiene un valor casi fijo, el conductor no pasa tanto trabajo y resulta que la recaudación se pierde en algún eslabón de la cadena.

Hay un comentario muy interesante en este artículo y que yo lo quiero utilizar como pie para expresar mi modesta propuesta de solución. Según refiere con pesar, Francisco Gutiérrez Ramos trabajador de la empresa de seguridad y protección del MITRANS, esto es un problema grave, no existe un mecanismo que obligue al pasajero a pagar, es algo voluntario. Estoy de acuerdo en todo lo que plantea el compañero, menos en lo referente a la voluntariedad del pago. El pago es un deber social y moral.

Tiene mucha razón cuando plantea que no existe un mecanismo que obligue al pasajero a pagar su pasaje como es debido y la culpa no es del pasajero, la culpa es del organismo que rectorea este servicio y que nunca ha sido capaz de crearlo, porque a nadie le duele.

Una solución que en mi modesto criterio pudiera resolver el problema, sería crear tickets de diferentes valores ( $5.00, $10.00 y $20.00 seccionados en cuadrantes de veinte centavos), o una especie de vale transporte por valores de veinte y cuarenta centavos y que los mismos puedan ser adquiridos en la red de estanquillos, que hoy en día se dedican a la venta de la prensa y otros artículos, de esta manera la recaudación llega a las arcas del estado de forma directa, sin ninguna pérdida y por supuesto, de antemano; si después el pasajero se demora un año en montar el ómnibus, ese es su problema. ¿De qué forma se controla el acceso al ómnibus con dichos tickets? Pues a través de los conductores (que pudieran ser más de uno dentro del ómnibus) los cuales poncharían dichos tickets al igual que el de la terminal Guanabo que sí le ponía el cascabel a la recaudación.

NOTA: Por favor no me gustaría que alguien escribiera para dar una respuesta de las que a veces envían a esta sección y que no convence a nadie, pues el presupuesto para implementar una idea como esta, saldría de las pérdidas que está teniendo el estado con el tema de la recaudación cuando seamos capaces de eliminarlas.

R. González Carro

Sobre los consultorios médicos clausurados

Cuando muchas veces atravieso la ciudad, veo instalaciones construidas en los noventa dedicadas a consultorios de Médico de Familia, las cuales tienen habitadas las plantas superiores en buen o regular estado pero su planta baja está clausurada a como se pueda, siendo foco de vectores, puntos de robo y deteriorando el entorno urbano.

Es innegable la prioridad que el Estado le ha asignado a la recuperación del Sistema de Salud y a la reanudación de la construcción de viviendas, pese a nuestras difíciles circunstancias económicas. Sin embargo, este tipo de instalación, que tiene de ambos sistemas, no sé a cuál de ellos ni en qué nivel de prioridad le corresponde esa rehabilitación.

Estoy convencida de que con la tercera parte del presupuesto para construir una vivienda nueva, pudiese repararse uno de estos inmuebles (cuyos problemas fundamentales son carpintería e hidrosanitarios).

Si ya no es necesaria este tipo de instalación (como consultorio médico), se puede remodelar a vivienda con pocas inversiones, resolviendo casos sociales, eliminando focos antihigiénicos, mejorando el entorno urbano y de los vecinos aledaños y ahorrando recursos a largo plazo, ya que en la medida que pase el tiempo, estos inmuebles sin uso se deterioran más rápidamente, afectando además a los cercanos.

No creo estar dando soluciones novedosas, pero sí creo que vale la pena pensar en, quizás, no acometer un edificio para obtener nuevas viviendas e ir paulatinamente resolviendo estos casos ya insertados en el entorno urbano.

Es posible que ya los órganos responsables de estas actividades estén trabajando en ello, pero verdaderamente aún no se ven avances, situación que se hará más difícil y costosa con el transcurso del tiempo.

A. de la Barca Portilla

Los problemas con los zapatos ortopédicos

Todos conocemos las carencias que trae consigo el bloqueo y han traído los desastres naturales ocurridos el año pasado y en años anteriores, los cuales afectaron fábricas de calzados ortopédicos entre otras cosas. Muchas personas necesitadas de zapatos por prescripción médica, hemos tenido que esperar dos años y más para que estos lleguen. Al fin conocemos la noticia de que se ofertan en la tienda y recurrimos a resolver nuestra situación.

Desde este mismo momento comienza el problema: los zapatos de señora en esta ocasión, pues no ocurrió así en el 2007, los han confeccionado estilo botas de hombre con un contrafuerte bien alto y un borde al costado durísimo que hace imposible andar, pues molesta en los tobillos.

En mi caso estoy de vacaciones y llevo varios días domándolos en la casa, ha sido doloroso, pues hasta ampollas se han producido en diferentes lugares del pie.

Este calzado no solo lo utilizan personas mayores, sino también escolares y trabajadores, de modo que se hace imposible con este modelo de calzado salir a la calle, incluso, pueden llegar a afectar el tratamiento médico.

En este sentido es justo destacar que los niños no logran sistematicidad en el tratamiento por la misma tardanza, lo cual afecta en la adultez su situación. Me pregunto si estas cosas a veces no se harán para disgustar a la población. Nuestros servicios deben ir dirigidos a la satisfacción plena de los ciudadanos.

M. Luz Rodríguez C.

Una falta de respeto

Me dirijo a ustedes por considerar que la forma en la que se ha procedido, en el caso que a continuación relataré, constituye una falta de respeto, no solo para aquellos que repetidamente hemos informado sobre la situación, sino también para los propios funcionarios de la oficina de Aguas de la Habana de Arroyo Arenas, municipio de La Lisa, que han tenido que dar la cara a los usuarios, habiendo ellos en todos los casos tramitado la situación a su nivel superior.

El pasado día 20 de mayo, hube de reportar en la oficina antes señalada un salidero de aguas albañales (aguas negras) en la calle 268 entre 45 y 41 en Arroyo Arenas, municipio de La Lisa.

Al permanecer la situación volví nuevamente a la referida oficina, donde fui bien atendido por la propia persona que cinco días antes había recibido mi información, la cual procedió telefónicamente y en mi presencia a la reafirmación a su nivel superior del reporte del salidero en cuestión, esto fue el día 25 de mayo, fui nuevamente el día 3 de junio, y se repitió nuevamente lo de la vez anterior.

Acudí nuevamente en el mes de julio. Cuando la compañera de la oficina llamó al nivel superior, le comunicaron, que, incluso, ya estaba elaborada la Orden de Trabajo para la reparación. Al no apreciarse ninguna acción con relación al referido salidero de aguas albañales, acudí nuevamente a la oficina en otras 6 ocasiones durante el mes de julio; en todos los casos, al llamar la compañera a su nivel superior, recibió respuestas evasivas con relación a la situación planteada.

Por ultimo acudí a la Oficina de Aguas de la Habana de Arroyo Arenas el pasado día 11 de agosto para reportar, que en estos momentos además del salidero inicial habían surgido en la misma calle, por otros dos lugares, nuevos salideros.

J. Valdés

“Casa cerrada” y cuentas de electricidad acumulativas

Hace unos meses se viene presentando una problemática muy fuerte con la Empresa Eléctrica en mi ciudad, Cárdenas. El caso es que la persona encargada de leer contadores solamente pasa una vez, si ve que en casa no hay nadie simplemente se retira y pone en el recibo "casa cerrada". Al cabo de seis meses de pasar eso me llega una cuenta de 1 775,45 pesos acumulativos, a pesar de yo pagar mes a mes una cuota que los compañeros fijan.

La cuestión es que yo soy ama de casa, por lo tanto permanezco todo el día en mi casa, por lo cual me pregunto: ¿en qué momento pasa el compañero encargado de la lectura?

Al ver la gran cantidad de kWh acumulados en mi metro contador me dirigí a la empresa eléctrica en busca de soluciones para mi problema.

Primero que todo vi a los inspectores encargados, tardaron más de una semana en venir a revisar mi consumo por lo que tuve que volver a presentarme; para mi sorpresa no aparecía papel alguno que indicara que yo había presentado una queja o siquiera había hecho presencia en la empresa, mi caso era invisible. Haciendo uso de mi gran paciencia esperé aproximadamente una hora para que la comercial de la empresa me escuchara.

Tras muchos protocolos y palabras finalmente vino la compañera inspectora. Revisó todos los efectos eléctricos de mi casa, dos ventiladores, un refrigerador, dos ollas, una PC, un TV y algunos bombillos, ahorradores todos. La pregunta más incoherente que me hizo fue cuántas veces en el mes uso mi batidora. ¿Es que acaso la batidora puede subir el consumo de kWh cinco veces más de lo normal?

Tras otro viaje a la Empresa llegaron a la conclusión que harían una "excepción" conmigo y crearían un ajuste debido a que por "casa cerrada" no pueden hacer ajustes.

El procedimiento tomaría dos semanas más. Después de transcurrido el tiempo provisto llegó el famoso "ajuste" y la "excepción", ya no tendría que pagar 1 775,45 pesos, sino 1 600 pesos.

Mi decepción y desesperación fueron tales que recurrí al municipio del Partido en busca de ayuda. La compañera encargada de atender a la población me escuchó atentamente y estuvo de acuerdo conmigo, que ella entendía menos que yo. Se comunicó con el Director de la Empresa y él accedió a atenderme. Algo que nunca sucedió. En su lugar me atendió una compañera llamada Carmen Ruiz. Después de cinco minutos de debate, si se le puede llamar debate a eso, me condujo a la Comercial nuevamente para que me explicara por qué seguía siendo el ajuste de 1 600 pesos.

Mi última lectura de seis meses atrás fue de 86 pesos al igual que las anteriores durante estos años. ¿Cómo me explican el aumento desmedido de kWh y dinero que por suposiciones ellos han sacado?

La compañera me dijo que era obligación mía ir a la empresa si el encargado de leer el contador no pasaba o no lo leía. Eso lo dice el Contrato de la Empresa Eléctrica, me dijo.

Mi asunto es: ¿por qué a una persona que se le pagan ocho horas de trabajo, dado el caso que en mi casa no hubiera nadie, qué impide que vuelva? ¿Qué hace el resto del tiempo? ¿Por qué si la empresa tiene conocimiento que hace seis meses está reportando "casa cerrada" en una vivienda, no se toma ninguna medida? ¿Y ahora yo debo pagar 1 600 pesos acumulativos de mi metro contador por ellos no hacer su trabajo?

La respuesta de la compañera comercial fue que yo tenía que ponerme de acuerdo con el lector o yo misma tomar la lectura y llevarla. Es una falta de respeto con el pueblo y solamente estoy exponiendo mi caso, pero sé que soy una entre muchas que tienen el mismo problema.

M. del Carmen López Ruiz

Sumándome al debate sobre la libreta de abastecimiento

Al igual que el lector R. González Hernández considero que la libreta de abastecimiento supone una carga para el Estado cubano que ha de ser eliminada y ante la sensata preocupación del compañero J. de J. Pino González con relación a "la especulación desmedida de las personas inconscientes, el florecimiento del mercado subterráneo..." que ocasionaría la desaparición de la misma, considero que se podrían tomar ciertas medidas en el sentido de impedir que dichos males ocurriesen.

La eliminación de este mecanismo, considero, no debería ser de un tajo, sino de manera gradual. Para comenzar, por ejemplo, se podría eliminar el subsidio a los alimentos que a través de la libreta se distribuyen, o sea venderlos a un precio racional, asequible a la población, pero nunca por debajo de su costo; de esta forma estaríamos aliviando un tanto la carga sobre los hombros de nuestro Estado, y al mantener el carácter normado sobre estos productos se evitaría la especulación con tales rubros. Esta medida podría ayudar en cierto grado a valorar un poco más nuestra moneda nacional que sería más apreciada por el pueblo cuando nuestra alimentación dependa en buena medida de esta.

Otra forma justa de aliviar la carga del Estado sería privando a "los vagos" de los alimentos subsidiados y normados a través de la libreta de abastecimiento. ¿Por qué seguir beneficiando a estos parásitos de la sociedad que nada aportan a la causa común de los cubanos? Si queremos ver un florecimiento del trabajo y la productividad en el país, de alguna forma hay que hacer que la pereza resulte improductiva e insostenible para los propios perezosos...

Creo que las posibles soluciones son muchas, habría que estudiarlas y seleccionar la más provechosa, pero hacerlo en un periodo prudente, no muy extenso, como bien escribió R. González Hernández: "Es urgente que nos tracemos una meta para eliminar la libreta en el periodo de tiempo más corto posible".

D. Rojas

Formalismos en la protección al consumidor

El lector E. Valdés tiene razón en lo que dice, con relación a los precios diferentes y porque el periódico haya mandado su queja a protección al consumidor.

Tengo la impresión de que en muchas entidades estatales tomaron la protección al consumidor como ponerse una manilla de moda, para cumplir una meta o mejorar un poquito la imagen, pero no para actuar sinceramente en favor del consumidor, dándole una respuesta clara y convincente y atacando las deficiencias.

En muchas entidades han "matado la jugada" poniendo una contestadora telefónica que incluso en horarios laborables graba tu mensaje y luego ¿responden?

Hagan la prueba con la Unión Suchel, donde fue grabada una queja mía con respecto al mal sabor en la pasta dental hace cuatro semanas y todavía estoy esperando al menos un acuse de recibo. (El teléfono es el 6490919 que aparece impreso en el tubo).

Hace un tiempo, igual experiencia tuve con protección al consumidor de CIMEX.

Me parece que el ejercicio de los derechos de los ciudadanos es algo muy serio como para ser confiado a las máquinas. Quizás en algunos sitios, la reubicación de personal por recortes de producciones o materias primas, permita darles mejor atención a los consumidores. Falta hace.

J. A. Martín

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