¿Existo o no existo?
Un asunto hasta ahora sin solución para mí, me lleva
a escribirles para por su conducto tramitar alguna respuesta legal,
pues ya he acudido a todas las instancias a mi alcance y sigo sin
encontrar la vía que permita convertirme en una persona documentada,
legalizada y con derechos tales como los de sucesión hereditaria, en
mi propio país de nacimiento, y donde siempre he vivido, estudiado,
me casé y tuve mis hijos, pues el carné con número de identidad
49121501976 no es válido, aun cuando fue emitido por las oficinas
encargadas.
Desde hace más de 20 años he acudido a distintas
instancias buscando una solución, todo por la razón única, de que mi
Carné de Identidad no tiene asentados el tomo y el folio del
registro civil donde fui inscrita, debido a que este registro
desapareció como resultado de un incendio, pero no antes de 1959 y
por razones electorales, sino en los años 60, en un lugar nombrado
Guadalupe, en la actual provincia de Ciego de Ávila, cuestión que se
hace presente por vez primera cuando en determinado momento comencé
a tratar de cambiar mi documento de identidad personal (que todavía
es el del librito) y por la razón de que las oficinas encargadas del
trámite me niegan el derecho a cambiarlo, por no poder sacar una
inscripción de nacimiento, gestión que he in-tentado en todos los
registros civiles de las provincias de Camagüey y Ciego de Ávila, y
ha sido imposible, por eso es que mi Carné de Identidad no tiene
validez para determinados trámites, según me expresan algunos
funcionarios, por ejemplo, me han llegado a decir que el valor real
de mi identificación, solo es para hacer una reservación para
viajar, y abordar un tren o una guagua.
A esta altura de mi vida, ya con 64 años, me surgen
algunos cuestionamientos, si mi documento de identidad no es válido
por faltarle esos atributos (tomo y folio), la sucesión de actos
jurídicos y legales en que me he visto involucrada, y pudiera
involucrarme en un futuro, como resultado de mi existir, como por
ejemplo, mi matrimonio, el nacimiento de mis hijos, el voto
electoral, la adjudicación de títulos o la sucesión hereditaria,
¿cómo se harán valederos?
I. C. Gómez González
El tren holguinero
Ya en una ocasión me remití a este órgano de prensa
con este tema pero no se avizora solución alguna al respecto.
Holguín es la tercera provincia en habitantes en
Cuba, con más de un millón de personas. Poseía un tren con destino a
la capital del país que fue suspendido de buenas a primeras y
sustituido por ómnibus Yutong (decisión esta en mi humilde opinión
bastante costosa) y de pronto se eliminaron también los ómnibus. En
este momento, ni ómnibus ni tren.
No es un secreto y así lo ha reconocido en más de
una ocasión nuestro Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros que el tren es un medio económico de transporte, no solo
para la economía del país sino también para el ya deprimido bolsillo
del ciudadano.
No creo que se argumente la falta de tren al estado
de la vía férrea entre Cacocum y Holguín por cuanto por esta vía
transitan los trenes de carga que entran y salen de la ciudad o se
refieran a que los ómnibus que se utilizaban (cuatro) en la
transportación por el tren se pasaron para la Terminal
Interprovincial y ahora existen cuatro salidas diarias hacia la
ciudad de La Habana, toda vez que el ómnibus cuesta $ 144,00 CUP y
estamos hablando de "transportación económica". O se vaya a hacer
referencia a que se puede tomar un tren en Cacocum, distante unos
kilómetros de la ciudad y hasta donde Ud. tiene que trasladarse por
sus propios medios.
¿No será posible que el Ministerio de Transporte se
planifique armar un tren de Holguín hacia la capital del país, de la
única provincia de la zona oriental que no lo posee? ¿No sería más
económico para el país transportar de una sola vez en seis u ocho
coches a cientos de personas que de lo contrario necesitarían
decenas de ómnibus para transportarlos con el subsiguiente gasto de
combustible, neumáticos, etc.? ¿Se convertirá este problema en un
imposible?
Espero sinceramente que algún día me pueda montar en
un tren para viajar de Holguín a La Habana como lo hice en otras
muchas ocasiones.
H. López Cabrera
Más importante que decir, escuchar
Si algo hay que desterrar de una vez de todas las
esferas es el voluntarismo, el verticalismo, la imposición de
criterios... Es un tema en el que ha insistido permanentemente el
compañero Raúl, quien a pesar de motivar la discrepancia, todavía
algunos no dicen siempre en voz alta lo que realmente piensan. Nadie
puede apropiarse de la verdad absoluta, menos aún después de cometer
errores. Por eso siempre será más importante que decir, escuchar.
Voy a referirme al tema del frijol. Se le subió el
precio de compra hasta 9 pesos la libra el negro y 9,50 el rojo.
Allá quienes crean al parecer, que todo se resuelve subiendo precios
y vendrá la abundancia de manera espontánea. Debiera avergonzar la
oferta de ese grano vital desde siempre en la dieta del cubano por
parte de Acopio a 11 y 13 pesos la libra, más caro que el ofertado
por los particulares.
Afortunadamente, como bien plantean los Lineamientos
aprobados por el Sexto Congreso del Partido y como se comprobó en
las propias ferias por el fin de año en Santa Clara, cuando los
productores venden directamente, los precios bajan y se llegó a
ofertar el frijol hasta a 6 pesos la libra.
Miren si ese grano es importante que salió a relucir
hasta en las últimas sesiones del Par-lamento. Allí el diputado
pinareño Adalberto Fernández afirmó que pagar 900 pesos por quintal
al productor es exagerado y lejos de resolver el precio en la
tarima, lo encarece todavía más, y no lo lleva por ello a producir
más. Pues bien, la verdad se dijo hasta en el órgano supremo de
poder del Estado, según la Carta Magna.
Lo cierto es que el país tuvo que gastar 12 millones
de dólares no planificados para vender subsidiadas 10 onzas
mensuales por consumidor en las bodegas, que considero simbólicas
porque, quien vive solo debe juntar la cuota de dos meses para hacer
un potaje. ¿No sería más conveniente, en vez de pretender que
resolveremos el problema subiendo precios, atender con mayor
seriedad el programa del frijol en el país, que se vendan a tiempo
los pesticidas y demás insumos, y establecer un precio tope de venta
razonable para todo tipo de vendedores?
J. Álvarez López
Lo que nos pasa con un refresco enlatado en mal
estado
Soy un asiduo lector de esa sección de los viernes,
pero aún hay cosas que pasan en el país verdaderamente sorprendentes
como el titulado "Refresco enlatado en mal estado. ¿Qué hacer?"
escrito por P. Alonso Fernández.
Tuve la curiosidad de hacer un pequeño análisis
matemático del caso y conté las palabras del escrito dando 330
palabras, el espacio ocupado fue de 153 cm2. Si todo eso lo
multiplicamos por 100 000 ejemplares por poner una cifra estimada,
da como resultado que se escribieron 33 millones de letras, 15
millones trescientos mil cm2 de papel, más la tinta que se utilizó
que no la puedo calcular, para dar a conocer el problema a ver quién
lo resuelve.
En cualquier país ese caso se resuelve en menos de
un segundo, dándole un nuevo re-fresco a la persona o devolviéndole
el dinero y nadie se entera de eso, lo que hicieron fue darle un
número telefónico a Alonso para que llamara a un organismo para
resolver un problema de un valor de 0,60 CUC, ya que la dependiente
no podía resolverlo porque el reglamento no se lo permitía.
Los cubanos a pesar del alto nivel cultural que
tenemos gracias a la Revolución y que Raúl nos ha enseñado a
resolver los problemas rápidamente y con justicia no fuimos capaces
de hacerlo.
Ahora se crea una comisión a nivel de empresa, dan
solución, le dan la razón al cliente o crean nuevos reglamentos para
que no suceda otra vez aunque casos como este y de otro tipo han
sucedido en tiendas, por ejemplo, y no acabamos de resolverlos
definitivamente y habrá que volver a gastar tinta, papel y trabajo
de nuevo para dar a conocer la solución. Pero en conclusión el nieto
de Alonso no pudo disfrutar de su refresco ese día por deficiencias
que aún tenemos en nuestras operaciones comerciales
J. M. Rodríguez
El centavo
En la edición del viernes 7 de febrero del 2014,
aparece la "Respuesta" del CIMEX acerca de "... el valor del
centavo".
Esta situación no solo se produce en la provincia de
Holguín, creo y estoy seguro, pues me ha sucedido a todo lo largo de
nuestra Isla. Es cierto que esta moneda, de un centavo, es
inutilizada en nuestras tiendas recaudadoras de divisas, no hay un
dependiente que te ponga buena cara y la mayoría no las aceptan,
siendo la justificante de que la caja no posee, a la hora de
cuadrar, la opción para ella (la moneda) y no las pueden depositar,
y que de aceptarla tienen que cambiarla por monedas suyas o
entregarlas en vuelto a otro cliente y esto último es difícil.
El Ministerio de Finanzas y Precios tomó esa
decisión para normar los precios de los productos, no para que las
tiendas dejen de trabajar con ellas.
¿Por qué CIMEX no puede trabajar con estas monedas
si tienen su valor?, ¿por qué solo se limitan a las de otras
denominaciones?, ¿será difícil agregar a las cajas esta opción con
tantas teclas que poseen?
A. Mejías Pérez
¿Quién controla en Bauta?
En realidad nada ha cambiado ni precios ni productos
desde que se comenzó a aplicar el experimento sobre la nueva forma
de comercialización agrícola en Artemisa. Si intentas comprar en el
mercado de las cooperativas terminarás en el mercado de oferta y
demanda.
Mucho se ha hablado por los medios, pero ninguno de
los análisis han tocado cómo se comporta este tema en la provincia
de Artemisa.
Me refiero específicamente al municipio de Bauta de
dicha provincia, territorio donde existe un marcado
desabastecimiento de las cooperativas que venden en los mercados
arrendados para dicho experimento. Hay precios similares a los del
mercado de oferta y demanda con productos de mala calidad.
Hay que destacar además que existen muy pocas
cooperativas en función de este experimento.
Me pregunto si existe por parte del Poder Popular o
de la provincia de Artemisa un control sobre la marcha de este
proceso. Será que en Bauta, un municipio que a simple vista se
observa que la indisciplina social no tiene quien le haga frente y
todo marcha al libre albedrío como si la constitución fuera un
elemento de la divina providencia, tampoco van a funcionar las
cooperativas.
¿Hasta cuándo el descontrol interno va a formar
parte de nuestros órganos de dirección? ¿O vamos a seguir aceptando
que personas sin escrúpulos dirijan procesos estatales, convirtiendo
el mercado en un espacio pseudocapitalista para llenar el bolsillo
de unos pocos y hacer que muchos cada vez puedan adquirir menos?
E. Estévez Núñez