Publicada el 14 de febrero de 2014

¿Existo o no existo?

Un asunto hasta ahora sin solución para mí, me lleva a escribirles para por su conducto tramitar alguna respuesta legal, pues ya he acudido a todas las instancias a mi alcance y sigo sin encontrar la vía que permita convertirme en una persona documentada, legalizada y con derechos tales como los de sucesión hereditaria, en mi propio país de nacimiento, y donde siempre he vivido, estudiado, me casé y tuve mis hijos, pues el carné con número de identidad 49121501976 no es válido, aun cuando fue emitido por las oficinas encargadas.

Desde hace más de 20 años he acudido a distintas instancias buscando una solución, todo por la razón única, de que mi Carné de Identidad no tiene asentados el tomo y el folio del registro civil donde fui inscrita, debido a que este registro desapareció como resultado de un incendio, pero no antes de 1959 y por razones electorales, sino en los años 60, en un lugar nombrado Guadalupe, en la actual provincia de Ciego de Ávila, cuestión que se hace presente por vez primera cuando en determinado momento comencé a tratar de cambiar mi documento de identidad personal (que todavía es el del librito) y por la razón de que las oficinas encargadas del trámite me niegan el derecho a cambiarlo, por no poder sacar una inscripción de nacimiento, gestión que he in-tentado en todos los registros civiles de las provincias de Camagüey y Ciego de Ávila, y ha sido imposible, por eso es que mi Carné de Identidad no tiene validez para determinados trámites, según me expresan algunos funcionarios, por ejemplo, me han llegado a decir que el valor real de mi identificación, solo es para hacer una reservación para viajar, y abordar un tren o una guagua.

A esta altura de mi vida, ya con 64 años, me surgen algunos cuestionamientos, si mi documento de identidad no es válido por faltarle esos atributos (tomo y folio), la sucesión de actos jurídicos y legales en que me he visto involucrada, y pudiera involucrarme en un futuro, como resultado de mi existir, como por ejemplo, mi matrimonio, el nacimiento de mis hijos, el voto electoral, la adjudicación de títulos o la sucesión hereditaria, ¿cómo se harán valederos?

I. C. Gómez González

El tren holguinero

Ya en una ocasión me remití a este órgano de prensa con este tema pero no se avizora solución alguna al respecto.

Holguín es la tercera provincia en habitantes en Cuba, con más de un millón de personas. Poseía un tren con destino a la capital del país que fue suspendido de buenas a primeras y sustituido por ómnibus Yutong (decisión esta en mi humilde opinión bastante costosa) y de pronto se eliminaron también los ómnibus. En este momento, ni ómnibus ni tren.

No es un secreto y así lo ha reconocido en más de una ocasión nuestro Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros que el tren es un medio económico de transporte, no solo para la economía del país sino también para el ya deprimido bolsillo del ciudadano.

No creo que se argumente la falta de tren al estado de la vía férrea entre Cacocum y Holguín por cuanto por esta vía transitan los trenes de carga que entran y salen de la ciudad o se refieran a que los ómnibus que se utilizaban (cuatro) en la transportación por el tren se pasaron para la Terminal Interprovincial y ahora existen cuatro salidas diarias hacia la ciudad de La Habana, toda vez que el ómnibus cuesta $ 144,00 CUP y estamos hablando de "transportación económica". O se vaya a hacer referencia a que se puede tomar un tren en Cacocum, distante unos kilómetros de la ciudad y hasta donde Ud. tiene que trasladarse por sus propios medios.

¿No será posible que el Ministerio de Transporte se planifique armar un tren de Holguín hacia la capital del país, de la única provincia de la zona oriental que no lo posee? ¿No sería más económico para el país transportar de una sola vez en seis u ocho coches a cientos de personas que de lo contrario necesitarían decenas de ómnibus para transportarlos con el subsiguiente gasto de combustible, neumáticos, etc.? ¿Se convertirá este problema en un imposible?

Espero sinceramente que algún día me pueda montar en un tren para viajar de Holguín a La Habana como lo hice en otras muchas ocasiones.

H. López Cabrera

Más importante que decir, escuchar

Si algo hay que desterrar de una vez de todas las esferas es el voluntarismo, el verticalismo, la imposición de criterios... Es un tema en el que ha insistido permanentemente el compañero Raúl, quien a pesar de motivar la discrepancia, todavía algunos no dicen siempre en voz alta lo que realmente piensan. Nadie puede apropiarse de la verdad absoluta, menos aún después de cometer errores. Por eso siempre será más importante que decir, escuchar.

Voy a referirme al tema del frijol. Se le subió el precio de compra hasta 9 pesos la libra el negro y 9,50 el rojo. Allá quienes crean al parecer, que todo se resuelve subiendo precios y vendrá la abundancia de manera espontánea. Debiera avergonzar la oferta de ese grano vital desde siempre en la dieta del cubano por parte de Acopio a 11 y 13 pesos la libra, más caro que el ofertado por los particulares.

Afortunadamente, como bien plantean los Lineamientos aprobados por el Sexto Congreso del Partido y como se comprobó en las propias ferias por el fin de año en Santa Clara, cuando los productores venden directamente, los precios bajan y se llegó a ofertar el frijol hasta a 6 pesos la libra.

Miren si ese grano es importante que salió a relucir hasta en las últimas sesiones del Par-lamento. Allí el diputado pinareño Adalberto Fernández afirmó que pagar 900 pesos por quintal al productor es exagerado y lejos de resolver el precio en la tarima, lo encarece todavía más, y no lo lleva por ello a producir más. Pues bien, la verdad se dijo hasta en el órgano supremo de poder del Estado, según la Carta Magna.

Lo cierto es que el país tuvo que gastar 12 millones de dólares no planificados para vender subsidiadas 10 onzas mensuales por consumidor en las bodegas, que considero simbólicas porque, quien vive solo debe juntar la cuota de dos meses para hacer un potaje. ¿No sería más conveniente, en vez de pretender que resolveremos el problema subiendo precios, atender con mayor seriedad el programa del frijol en el país, que se vendan a tiempo los pesticidas y demás insumos, y establecer un precio tope de venta razonable para todo tipo de vendedores?

J. Álvarez López

Lo que nos pasa con un refresco enlatado en mal estado

Soy un asiduo lector de esa sección de los viernes, pero aún hay cosas que pasan en el país verdaderamente sorprendentes como el titulado "Refresco enlatado en mal estado. ¿Qué hacer?" escrito por P. Alonso Fernández.

Tuve la curiosidad de hacer un pequeño análisis matemático del caso y conté las palabras del escrito dando 330 palabras, el espacio ocupado fue de 153 cm2. Si todo eso lo multiplicamos por 100 000 ejemplares por poner una cifra estimada, da como resultado que se escribieron 33 millones de letras, 15 millones trescientos mil cm2 de papel, más la tinta que se utilizó que no la puedo calcular, para dar a conocer el problema a ver quién lo resuelve.

En cualquier país ese caso se resuelve en menos de un segundo, dándole un nuevo re-fresco a la persona o devolviéndole el dinero y nadie se entera de eso, lo que hicieron fue darle un número telefónico a Alonso para que llamara a un organismo para resolver un problema de un valor de 0,60 CUC, ya que la dependiente no podía resolverlo porque el reglamento no se lo permitía.

Los cubanos a pesar del alto nivel cultural que tenemos gracias a la Revolución y que Raúl nos ha enseñado a resolver los problemas rápidamente y con justicia no fuimos capaces de hacerlo.

Ahora se crea una comisión a nivel de empresa, dan solución, le dan la razón al cliente o crean nuevos reglamentos para que no suceda otra vez aunque casos como este y de otro tipo han sucedido en tiendas, por ejemplo, y no acabamos de resolverlos definitivamente y habrá que volver a gastar tinta, papel y trabajo de nuevo para dar a conocer la solución. Pero en conclusión el nieto de Alonso no pudo disfrutar de su refresco ese día por deficiencias que aún tenemos en nuestras operaciones comerciales

J. M. Rodríguez

El centavo

En la edición del viernes 7 de febrero del 2014, aparece la "Respuesta" del CIMEX acerca de "... el valor del centavo".

Esta situación no solo se produce en la provincia de Holguín, creo y estoy seguro, pues me ha sucedido a todo lo largo de nuestra Isla. Es cierto que esta moneda, de un centavo, es inutilizada en nuestras tiendas recaudadoras de divisas, no hay un dependiente que te ponga buena cara y la mayoría no las aceptan, siendo la justificante de que la caja no posee, a la hora de cuadrar, la opción para ella (la moneda) y no las pueden depositar, y que de aceptarla tienen que cambiarla por monedas suyas o entregarlas en vuelto a otro cliente y esto último es difícil.

El Ministerio de Finanzas y Precios tomó esa decisión para normar los precios de los productos, no para que las tiendas dejen de trabajar con ellas.

¿Por qué CIMEX no puede trabajar con estas monedas si tienen su valor?, ¿por qué solo se limitan a las de otras denominaciones?, ¿será difícil agregar a las cajas esta opción con tantas teclas que poseen?

A. Mejías Pérez

¿Quién controla en Bauta?

En realidad nada ha cambiado ni precios ni productos desde que se comenzó a aplicar el experimento sobre la nueva forma de comercialización agrícola en Artemisa. Si intentas comprar en el mercado de las cooperativas terminarás en el mercado de oferta y demanda.

Mucho se ha hablado por los medios, pero ninguno de los análisis han tocado cómo se comporta este tema en la provincia de Artemisa.

Me refiero específicamente al municipio de Bauta de dicha provincia, territorio donde existe un marcado desabastecimiento de las cooperativas que venden en los mercados arrendados para dicho experimento. Hay precios similares a los del mercado de oferta y demanda con productos de mala calidad.

Hay que destacar además que existen muy pocas cooperativas en función de este experimento.

Me pregunto si existe por parte del Poder Popular o de la provincia de Artemisa un control sobre la marcha de este proceso. Será que en Bauta, un municipio que a simple vista se observa que la indisciplina social no tiene quien le haga frente y todo marcha al libre albedrío como si la constitución fuera un elemento de la divina providencia, tampoco van a funcionar las cooperativas.

¿Hasta cuándo el descontrol interno va a formar parte de nuestros órganos de dirección? ¿O vamos a seguir aceptando que personas sin escrúpulos dirijan procesos estatales, convirtiendo el mercado en un espacio pseudocapitalista para llenar el bolsillo de unos pocos y hacer que muchos cada vez puedan adquirir menos?

E. Estévez Núñez

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