Publicada
el 4 de octubre de 2013
El consumo de alcohol y la adicción: responsabilidad individual y
social
Los lamentables sucesos acaecidos en el municipio La
Lisa, en La Habana, sobre la intoxicación de más de 80 personas por
el consumo de alcohol metílico, y el lamentable fallecimiento de
once de ellas, me impulsan a escribir estos apuntes reflexivos con
total convicción de involucrarme en un tema del cual no soy
especialista.
La preocupación y ocupación mostrada por el personal
del Ministerio de Salud Pública y de otros organismos involucrados
en el proceso investigativo de los acontecimientos y la esmerada
atención a las personas intoxicadas y a sus familias, es algo que
los cubanos estamos tan acostumbrados a recibir, que por rutinario,
nos parece normal, sin tener percepción real de las grandes
inversiones de recursos humanos, financieros y materiales que se
despliegan para lograr tal cometido, por la actitud irresponsable e
inescrupulosa de personajes que, amparados en las bondades de
nuestra Revolución, pululan por doquier, en un aparente ambiente de
impunidad.
Tengo la certeza de que si todos los factores nos
unimos ante el llamado que nos hiciera el compañero Raúl, el tiempo
de existencia se les acaba. Por ello no es de mi interés hablar de
las indisciplinas sociales como fenómeno que debe y tiene que ser
eliminado para que la Revolución siga triunfante.
Mis motivaciones al escribir estarán centradas en
algunos elementos que a mi juicio condicionan la conducta que asumen
algunos cubanos, en cifras nada despreciables, similares a los
pobladores del barrio en que acontecieron los hechos lamentables.
El consumo de alcohol está asociado a diversos
accidentes automovilísticos, a inestabilidad emocional de la
familia, a situaciones de agresión física, psicológica y económica,
a la consumación de hechos delictivos, a comportamientos y actitudes
nada compatibles con los valores éticos y morales en los que han
sido formados más del 70 % de la población cubana nacida después del
triunfo de la Revolución.
Tengo la percepción de que muchas empresas,
principalmente pertenecientes al comercio y la gastronomía, en el
afán de cumplir planes económicos, ingresar al presupuesto del
Estado, disminuir circulante monetario, entre otros argumentos,
incentivan el consumo del alcohol. Bebidas contentivas de alcohol,
pueden ser adquiridas en: las bodegas donde se venden productos de
la canasta básica regulada, en las carnicerías o casillas, en las
cafeterías, o simplemente en cualquier esquina de la ciudad, donde
se habilita un punto de venta de cerveza embotellada o a granel.
Antes, durante o después de algún evento,
movilización popular o celebración de una fecha patria, es común
observar un termo de cerveza o el expendio de bebidas. El fuerte de
las actividades del verano se desarrolla en carpas donde se vende
cerveza desde bien temprano en la mañana hasta la madrugada. No son
necesarios los comentarios.
Innegables son los desvelos de los científicos y del
personal de la salud por garantizar estándares de vida saludables.
La adicción tiene carácter y es responsabilidad individual, pero si
se sostienen estos criterios mercantilistas y consumistas se estará
incentivando el consumo de esta sustancia nociva y se estará
sometiendo a la sociedad toda, a un gran desa-fío contradictorio de
andar en pos de un fin común.
E. T. Ramírez Domínguez
Cuando hay y cuando no hay sensibilidad
El pasado 19 de agosto recibí la visita en casa de
la doctora Liudi Guardia, amiga mía, para saber cómo seguía con mi
embarazo de alto riesgo y de un dolor en la pierna derecha que me
aquejaba hacía días. Ella me diagnosticó una posible tromboflebitis,
pero me recomendó ir al Hospital Clínico Quirúrgico Joaquín Albarrán
ya que suponía que recibiría una atención más especializada.
Yo tenía indicado reposo absoluto por amenaza de
aborto, por lo que un amigo nos hizo el favor de dejarnos en el
hospital. Mi esposo y yo llegamos aproximadamente a las 8:45 a.m.,
me senté en el cuerpo de guardia ya que no podía estar caminando y
él se dirigió al médico de guardia. Este le informó que no existían
angiólogos de guardia, que deberíamos ir al Hospital Salvador
Allende, la economía no daba para regresar en un taxi desde ahí por
lo que le pedí a mi esposo subiera a la sala de dicha especialidad y
buscara un médico. No halló ninguno, pasó por la consulta de
angiología y en muy mala forma lo atendió alguien que él pensó era
una doctora y resultó ser una enfermera. Esta le comunicó que no era
día de consulta y que ya salía de guardia, no obstante pasaría por
donde yo me encontraba.
Alrededor de las 10:00 a.m., yo estaba desesperada,
viendo que dicha compañera no llegaba y veo a alguien en el cuerpo
de guardia con aspecto de dirigente y le comunicamos nuestra
inquietud, resultó ser el jefe de la guardia, me pidió el tarjetón
pero en la semana 7 de embarazo no lo tenía aún y nos dijo que
esperásemos. Al momento regresa y nos plantea que la compañera con
quien mi esposo había hablado era una enfermera no una doctora como
pensamos, él había hablado con el doctor Depestre que se encontraba
en ese momento haciendo una cura y bajaría a verme, nos pidió que no
nos moviésemos de donde nos encontrábamos. Esto fue alrededor de las
11:00 a.m., a las 12:30 p.m., exactamente, tras la larga es-pera
decidimos irnos sin que un médico pudiera atender a una embarazada
con un dolor. Da pena que hechos como este pongan por el piso todo
el esfuerzo que hace el Estado por aumentar la natalidad y que se le
haga tanto daño a la Salud Pública cubana.
Posteriormente empecé con complicaciones, el reposo
que hacía en casa no es comparado con el de un Materno. Tuve
necesidad de inyectarme durante 10 días, al no poder salir, la
enfermera que me atiende muy amablemente fue a mi casa todos los
días sin escatimar sábados y domingos, mi doctora del consultorio
nunca me visitó a pesar de que sabía que estaba embarazada y con
alto riesgo de perder esa gestación.
Desdichadamente en la semana 10 colapsé, fue
necesario hacerme un legrado terapéutico de urgencia en el Hospital
Maternidad Obrera el 11 de septiembre; ahí continuaron las
desgracias, tuve una hemorragia profusa, pero enseguida recibí una
atención muy esmerada del doctor Delgado el cual estuvo muy atento a
mi evolución. Estuve ingresada tres días, de los cuales tengo que
agradecer eternamente al colectivo de la sala de legrados, a las
técnicas del banco de sangre, a una muchacha muy cariñosa técnica de
análisis de urgencia, al doctor Perera y muy en especial a la
doctora Ana María Riverón. De todos ellos recibí la mejor de las
atenciones, estuvieron muy atentos al estado en que me encontraba,
gracias mil a ellos. Ojalá y sucediera lo mismo en el resto de los
hospitales del país.
Y. Valdés Pérez
Imposible llegar puntual
Todos saben que el parque de guaguas con que se
cuenta en la capital es muy insuficiente, pero hoy nos daña más la
indolencia que nos hace la vida más complicada.
Vivo en Los Pinos. Este reparto tiene una sola
parada del P10 y desde el día 2 de septiembre que empezó el curso,
se ha hecho una moda que en el horario pico más crítico, aún sin
amanecer, los choferes del P10 como dueños del ómnibus, no paren. .
Pongo el ejemplo del viernes 13 de septiembre: el carro 509 que pasó
a las 6:25 de la mañana, no paró, tampoco lo hizo el 501 que pasó a
las 6:45, ambos con capacidad para poder llevarse a las personas que
allí estábamos.
No se pretende que un ómnibus que viene de la
Víbora, pase por Los Pinos vacío a esa hora, pero si el chofer tiene
la mínima calidad humana y el menor sentido de responsabilidad y
respeto al pueblo, se esfuerza en parar para que los pasajeros que
madrugan cada día, se puedan montar e irse. No se trata de querer
montar en un ómnibus con el pasillo casi vacío a esa hora tan
crítica, pero con buena voluntad que pare y trate que las personas
se ayuden unas a otras, se aprieten un poco o bastante si es
necesario.
El transporte está tan malo, que el cubano hasta
feliz se pone de que el P pare, para bien apretado meterse en él y
poder llegar en tiempo a donde tiene que llegar.
Otra dura realidad que no creo que los directivos
del Ministerio de Transporte desconozcan, es que la mayoría de los
inspectores solo se interesan en anotar el numerito mágico que el
chofer les dice desde su asiento y recoger el dinerito del pueblo,
el que también va a parar muchas veces a su bolsillo. Escasos
inspectores vemos en la capital, que se hacen respetar por los
choferes para que paren en la parada y traten de recoger al menos
algunas de las personas que se encuentran en ella. Un poquito que
recoja este chofer, otro poquito el que venga detrás y así
sucesivamente, no se acumularía tanto personal en las paradas.
La moda de todo chofer de ómnibus en la capital es
parar una cuadra antes o después de la parada, ellos como dueños lo
siguen haciendo y nadie le pone el cascabel al gato. Muchas madres
como yo, despiertan a sus hijos a las 5:30 de la mañana para salir
de casa aún de noche, a luchar con el transporte y tratar de llegar
puntual, pero no creo que estén dispuestas a despertarlos antes de
esa hora, eso no es humano. Luego en las escuelas, al menos en los
preuniversitarios, cierran la entrada a las 7:30 y ya tienen
ausencia injustificada al primer turno de clases. Es cierto que hay
casos que llegan tarde por falta de exigencia de la familia, no los
obligan a levantarse con el tiempo suficiente, pero ¿qué hacemos las
madres que los despertamos a las 5:30 y ni con eso resolvemos muchas
veces por esta problemática que sufrimos con los choferes
irrespetuosos?
El salario medio de la familia media cubana no puede
coger todo el tiempo —hablo de padres e hijos estudiantes—, guaguas
de un peso y muchísimo menos carros de 10 pesos; son los P la
salvación para poder ir a trabajar y estudiar.
También vemos con indignación y tristeza cómo se
pasean delante de paradas de guaguas repletas, guaguas va-cías,
¿será que los centros de trabajo han prohibido recoger, después que
repartan el personal de su empresa? Estos ómnibus pueden ayudar a
aliviar la congestión de las paradas para aquellos que puedan pagar
un peso, pero es un gran alivio para el transporte. ¿Es muy difícil
de entender eso?
¿Cómo se sentiría un chofer de guagua de la capital
que se sienta mal y cuando llegue al médico este le diga que no lo
puede atender porque ya tiene demasiadas personas en la cola
esperando?
Concluyo que hace falta inyectarles un poco de
sensibilidad humana a inspectores y sobre todo a choferes de ómnibus
de la capital.
R. M. Casanueva Patiño
Matrimonio irreconciliable
Resido en la Villa Panamericana, La Habana del Este,
desde hace aproximadamente seis años. En este periodo los compañeros
de Viales han pavimentado la calle 80 en dos oportunidades, sin
embargo, después que concluyen, aparece algún otro organismo
díganse, Acueducto, ETECSA, Aguas Negras, o cualquier otro y afecta
la calidad del trabajo realizado, que por demás ha sido bastante
bueno.
En el reciente mes de agosto fue la última
pavimentación, algo que todos los pobladores agradecemos, e incluso
aplaudimos, pues esta calle es la única que en línea recta enlaza a
la Villa Panamericana con la calle 22 de Cojímar, que es a su vez la
que une al Reparto Camilo Cienfuegos con Cojímar.
Ahora bien, después de esta pequeña introducción,
rápidamente viene a la mente lo planteado sobre temas como la
planificación y el empleo eficaz de los recursos de que disponemos,
por todos los delegados al Sexto Congreso del Partido, por nuestros
diputados en las sesiones de la Asamblea y por la máxima dirección
de la Revolución en las distintas intervenciones realizadas,
fundamentalmente en los Consejos de Ministros que se realizan de
forma mensual y de lo cual se nos informa con la prontitud y
exactitud requeridas.
En calle 80 e/ 5ta. C y 5ta. D, desde el mes de mayo
aproximadamente, se hundió el pavimento por una rotura de la tubería
de aguas albañales, lo que generó además del vertimiento de estas,
un bache en el que no pocos vehículos sufrieron roturas al caer en
el mismo.
Cuando comenzaron los trabajos de pavimentación,
todos pensamos que habían solucionado el problema del salidero, sin
embargo, cuál fue nuestra sorpresa cuando desde hace aproximadamente
una semana comenzó a hundirse nuevamente la calle y con ello volvió
a aparecer el vertimiento de la fétida sustancia.
¿Qué tiempo nos duró la felicidad? Solo 15 días.
¿Por qué gastar recursos monetarios, humanos y de
materiales por gusto? Esta la puedo responder yo, y es porque quien
paga es el Estado y eso no le duele al bolsillo de nadie.
¿Por qué cuando se van a ejecutar obras de este
tipo, no existe una coordinación previa entre los organismos o
instituciones que tienen afectaciones?
¿Hasta cuándo vamos a permitir esta chapucería?
A. Vega de la Peña
La manera lacerante con que se trata a algunos
discapacitados
Me motivaron a escribir a esa sección las cartas de
C. Sánchez Vilarosa y de L. Fernández García, aparecidas en el
Granma del 5 de julio del 2013, donde se ponen de manifiesto esos
males que están vulnerando nuestra sociedad, como son las
indisciplinas sociales; la falta de solidaridad y ese humanismo que
ha sido tan característico de nuestro pueblo, del cual ha dicho
Fidel: "La Revolución nos inculcó a todos la idea de la
confraternidad y de la solidaridad hu-manas, a todos nos hizo
entrañables hermanos donde el dolor de uno pertenece a todos y el
dolor de todos pertenece a cada uno de no-sotros".
Sin embargo, he podido ver y sentir en mi condición
de discapacitado, la manera lacerante con que muchos te tratan y en
acciones que se realizan que entorpecen la vida, como cuando
transitamos por las calles y muchos choferes apurados te gritan
barbaridades cuando se ven obligados a tener que disminuir la
velocidad, cuando no pueden pasar, te encuentras personas
inescrupulosas que sacan a sus mascotas a realizar sus necesidades
en plena calle (no solo son los perros callejeros), por lo que hay
que tener extremo cuidado para no ensuciar las ruedas ni las manos,
cierre de calles en forma de embudo y cuando llegas al final caes en
la trampa de que no puedes pasar porque han dejado un reducido
orificio por donde puede pasar solo una persona a pie, irrespeto a
tu condición de discapacitado cuando protestan en las colas y no te
reconocen la prioridad a pesar de poseer el carnet que te acredita
como tal y de que te ven en silla de ruedas o andas con el bastón en
la mano, como si fuera esto por amor al arte, escasísimos
establecimientos públicos que tienen habilitados baños para estos
casos y cuando te los encuentras sucede que no tienen aditamentos
para sujetarte, las puertas demasiado estrechas por donde no puede
pasar la silla o el administrador no se encuentra y el baño está
cerrado y no aparece la llave, no existe en la mayoría de estos
lugares una rampa de acceso, en los lugares donde existe la rampa
ahí mismo te parquean un carro o una moto o están varias personas
conversando distraídamente, anulando el propósito para el cual está
concebida, rejas abiertas que dan para la calle, obstruyendo el
paso, mesas plantadas en plena acera para jugar dominó, motos y
bicicletas igualmente obstruyendo el paso, eso sin contar el robo de
tapas de tragantes y registros, etc.
Según leí las estadísticas indican que
aproximadamente el 10 % de la población mundial está discapacitada y
un porciento mayor tiene algún grado de discapacidad y nuestro país
no es la excepción. Cuba tiene una población envejecida y la cifra
tiende a aumentar en los próximos años. Seremos muchas más personas
con estos problemas, al arribar a la tercera edad. No podemos
esperar más para tomar las medidas que garanticen que en ese futuro
cercano estas personas puedan tener una mejor calidad de vida, no
solo por la garantía de nuestro sistema de salud, sino porque hay
que crear las bases desde ahora, preparar las mentes y los corazones
para que no sucedan las cosas que he expuesto.
Pero esto no puede dejarse a la espontaneidad. No
basta solo con recursos materiales, es necesario cambiar la
mentalidad en la sociedad y en los que deciden las políticas en este
sentido. No basta con que exista voluntad política y se reconozcan
nuestros derechos constitucionales, ni que formemos parte de alguna
asociación como la ACLIFIM, ANSOC, ANCI, etc. Creo que
institucionalmente debe existir más apoyo.
Recientemente se realizó el congreso de la ACLIFIM y
prácticamente no se le dio cobertura por parte de nuestros medios de
difusión, desaprovechándose una oportunidad para llamar la atención
sobre el particular. Soy del criterio de que la familia y la escuela
pueden y deben desempeñar un importante papel en este sentido, para
que no se pierdan las conmovedoras palabras de nuestro líder
histórico, no para que se mire a un discapacitado con lástima sino
con el respeto que merece, por esas canas, por esas jorobas, por
esos ojos apagados de que habló el Maestro.
Se ha dicho con sobrada razón que el nivel de
instrucción y de humanidad de un país se mide por el trato que en
este se da a los animales, pienso lo mismo con el trato que da a sus
discapacitados, que pueden estar en cualquier hogar o familia, que
puede ser un vecino cercano o un amigo, que podemos ser tú o yo.
A. Mengana Gómez
Productos que ¿pasan por un análisis de
calidad?
Leyendo la nota sobre la calidad del chocolatín del
lector A. Guzmán en la edición del viernes 27 de septiembre, me
pregunto por qué suceden estas problemáticas en productos que se
supone pasen por un análisis de calidad en las empresas donde estos
se producen, porque lo mismo sucede con el café y los fósforos.
El café que se vende por la canasta básica no tiene
nada que ver con lo que los cubanos conocemos por café, eso no tiene
nada que ver con el café, ni el olor, ni el color, ni el sabor, sí
tiene que ver con la cantidad de cafeteras que explotan y el sabor
amargo que además causa dolores de barriga cuando lo toma por las
mañanas antes de salir para el trabajo.
De los fósforos ni hablar, las cajas casi no tienen
la cantidad establecida y la calidad es pésima, no tienen el
fulminante requerido en más del 50 % de las unidades y para más
desgracia, lo anunciado de su venta liberada al costo de un peso no
se logra porque los revendedores los compran para venderlos a dos
pesos.
Conocemos de las medidas anunciadas sobre la
necesidad de mezclar el café pero lo establecido no se está
cumpliendo y desgraciadamente no to-dos tenemos la posibilidad de
adquirirlo en CUC.
En los momentos que estamos viviendo, cuando
hablamos de tomar todas las medidas que ayuden a evitar el maltrato
a la población y evitar que estos sucesos se sumen a posibles
puertas abiertas para la corrupción, debemos exigir, al menos, que
se nos oferten productos dignos, dentro de las posibilidades que se
correspondan con la situación actual de nuestra economía, pero sin
abusar de la población con menos recursos económicos.
J. L. Gervet Pérez
Mi ciudad es un hipódromo
El título de mi breve comentario obedece a la
excesiva cantidad de equinos que arrastran un carretón en mi Santa
Clara querida, muchas veces mal guiados y maltratados por sus
dueños. Además, sus heces fecales están por doquier, afectando la
limpieza de una ciudad que suele caracterizarse por la pulcritud de
sus calles y la higiene comunal. Heces y orina de caballos dominan
el panorama de la capital de Villa Clara, en calles, aceras y las
suelas de los zapatos de quienes habitamos aquí, así como en el aire
en forma de molestos aerosoles.
Estos desechos se trasladan a hogares e
instituciones, incluyendo policlínicos y hospitales, y constituyen
un riesgo potencial para la salud de mi pueblo. La convivencia
irracional con animales domésticos no está exenta de riesgos para la
salud. El pelo de caballo puede ser un factor sensibilizante para
una alergia; y los animales que no estén estrictamente controlados
por un veterinario y convenientemente vacunados, pueden ser causa de
enfermedades en las personas (zoonosis). Es ya excesiva la cantidad
de caballos en zonas urbanas de Santa Clara; creánme, mi ciudad es
un hipódromo.
J. L. Aparicio Suárez
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