Publicada
el 9 de agosto de 2013
¿Por qué no institucionalizar un Programa de
Mantenimiento Preventivo Planificado?
Soy un asiduo lector de Cartas a la Dirección, de
hecho, espero con interés cada viernes para leer con gran atención
todo lo que aparece, tarea casi familiar. De ahí que en mi modesta
opinión, si se hiciera un balance de lo publicado en el transcurso
de los varios años de existencia de esta sección, creo que podría
concluirse que dos de sus principales méritos consisten: primero, en
propiciar la reflexión y el debate sobre temas trascendentales en la
necesaria tarea de perfeccionar nuestro socialismo; y segundo, y
quizás lo más importante, en permitir la participación de todos los
que consideren que tienen algo que aportar, lo que mucho se
agradece.
En este caso deseo incorporarme a las reflexiones
del ingeniero Vilariño el pasado viernes 2, respecto a la necesidad
de mejorar en el país la actividad de mantenimiento a los medios de
producción. Coincido con él en que se trata de un asunto de gran
importancia para la economía, pero además, he podido comprobar que
representa un ahorro y una garantía para el cumplimiento del objeto
social de cualquier empresa, contrario a lo que pudieran opinar
algunas personas acerca de que este constituye un gasto no siempre
necesario; solo que en mi opinión, no debe dejarse a la
espontaneidad o buenas voluntades de los directivos, sino
incorporarse como una tarea más de los planes de trabajo.
¿Por qué no institucionalizar un Programa de
Mantenimiento Preventivo Planificado, como el que existía, por
ejemplo, en el antiguo Instituto Cubano del Petróleo (ICP), conocido
como MPP? Preventivo, en la medida en que debe ejecutarse más para
evitar averías que para solucionarlas; y planificado porque debe
responder a un plan bien elaborado y aprobado por todos los niveles
de dirección. El hecho es que mis conocimientos y experiencia sobre
este tema, me han demostrado que la ausencia de un correcto programa
de mantenimiento le ha costado al país muchos recursos, millones.
Es por eso que apoyo el planteamiento del compañero
Amador Vilariño, y como él quisiera compartir mis experiencias,
también positivas, en este caso, de la aplicación del Programa de
Mantenimiento Preventivo Planificado, MPP, en la décadas del 60-70
del pasado siglo en la Terminal de Distribución de Combustibles y
Lubricantes del ICP en Santiago de Cuba, relacionado con los equipos
de bombeo y transporte, respectivamente. Allí, cada equipo de bombeo
o motor eléctrico disponía de una carpeta para el control de la
resistencia; así, cuando la curva comenzaba a descender, se sacaba
de operación el motor y se desarmaba, se le barnizaba el estator, se
cambiaban los rodamientos al rotor y se revisaban los instrumentos
de protección. Como resultado, cuando se ponían en marcha alcanzaban
un rendimiento casi igual a los nuevos: jamás se quemó un motor.
En cuanto al transporte, camiones y cuñas de
arrastre, el control se hacía por kilómetros recorridos, ciclos
cortos, medianos y general (A-B-C); cuando le correspondía al C, se
sacaba de operaciones el equipo aun cuando estuviera en óptimas
condiciones, se le reparaban el motor de arranque, los generadores
eléctricos, se cambiaban los rodamientos, bandas de frenos, correas,
todos los lubricantes, etc.; así, cuando comenzaba un nuevo ciclo de
explotación, además de ahorro, se lograba garantía.
Hablo en pasado porque hace muchos años que transité
por el ICP. Hoy aún sufrimos las secuelas del Periodo Especial,
además de que nuevas generaciones se han incorporado a esta
actividad, con otros conocimientos, experiencias, etc., así que
desconozco cómo se realiza el mantenimiento en ese sector, aunque
mucho me complacería que lo hiciesen mejor que nosotros. Pero de
algo estoy convencido: implantar un MPP en todas las empresas del
país no supone una tarea nada fácil, que va desde crear condiciones
específicas, hasta vencer muchas inercias y resistencias; en
resumen, que precisa de un verdadero cambio de mentalidad.
R. Almaguer Ramírez
Recreación costosa
Quisiera expresar mi indignación ante un hecho que
está ocurriendo ante la vista de todos; hace un tiempo atrás la
entrada al complejo gastronómico estatal situado en Primera y D en
el Vedado era GRATIS, un lugar de esparcimiento para las familias y
amigos que decidían pasar un rato agradable en ese lugar conversando
y hasta bebiendo uno de esos termos de cerveza que tan codiciados
son entre la población, sinceramente un lugar agradable donde se
podía respirar el aire que provenía del malecón y donde se podían
pasar horas y horas sin darte cuenta que hubiera pasado el tiempo; a
pesar que el servicio no era de los mejores, se escuchaba buena
música y hasta se podía uno deleitar con algunos de los platos que
allí se elaboran.
Para mi sorpresa hace unos meses atrás fui a pasar
una tarde con un grupo de amigos en ese lugar y la entrada la
estaban cobrando a 40 pesos MN, por supuesto que no pudimos entrar
porque creía una falta de respeto que cobraran la entrada en un
lugar que no se hacían espectáculos ni shows pero mi mayor
sorpresa fue este fin de semana cuando decidí volver con otro grupo
de amigos y ya la entrada costaba 2 cuc por persona, el portero nos
dijo que las habían subido por el verano.
¿Hasta cuándo vamos a soportar que cobren la entrada
en lugares públicos y priven a la población de pasar un buen rato
con diversión sana junto a la familia? Por qué si se cobra la
entrada, no se le brinda a los usuarios un espectáculo o show
donde se puedan entretener los niños, jóvenes y adultos que asisten
al lugar? Dónde está estipulado el cobro de la entrada en ese tipo
de instalación? Estas y muchas otras inquietudes se pregunta la
población que asiste con frecuencia a esta instalación.
Alexis
¡Sabremos!
Abres el periódico Juventud Rebelde del domingo 21
de julio y encuentras dos maravillosos artículos, Reconocer para
cambiar, de José Alejandro Rodríguez, y De donde son los valores, de
Graziella Pogolotti. Conjugan perfectamente uno al lado del otro, en
una armonía que sensibiliza y moviliza a los buenos cubanos hacia
una voluntad a la que hemos sido llamados; se han escrito bajo una
inteligente reflexión y ya lo dijo el Apóstol "pensar es servir".
Hay un párrafo en el de Graziella Pogolotti que me
ha llamado especialmente la atención:
"El caudal de sentimientos solidarios, efectivo en
los momentos difíciles, es un recurso que no sabemos incorporar en
el quehacer diario, cuando se requiere el respeto al otro para no
agredir al vecino con el exceso de decibeles, para solucionar con el
entendimiento mutuo las disputas menudas, para afrontar en conjunto
los problemas de la cuadra, para acallar la prepotencia de quien más
tiene o puede, para mantener lo que pertenece a todos, para tender
la mano al desamparado, para traer al buen camino a quien ha perdido
el rumbo".
Después del discurso del General de Ejército Raúl
Castro en la clausura de la Asamblea Nacional el pasado mes de
julio, me adentré de nuevo en las reflexiones de nuestro Apóstol,
buscando respuestas y soluciones. No dijo Raúl nada que no
hubiéramos estado observando ya todos en nuestra sociedad; lo
trascendental, desde mi punto de vista, no fue reconocerlo
públicamente, sino reclamarnos que, en tanto conscientes de estos
problemas, trabajemos todos y todas en sus soluciones.
Y sale entonces a la palestra pública el
escepticismo de los que se preguntan si podemos, a la altura de las
circunstancias, lograr revertir la gran cantidad de manifestaciones
e indisciplinas sociales de origen multicausal que se evidencian.
Vuelvo al artículo de Graziella: "La gran carga de
problemas puede abrumarnos. Superarlos no es imposible".
Esa fe nos tiene que unir, basta que recordemos al
Ejército Rebelde y al Ejército del Pueblo, que unidos, de la noche a
la mañana y con entonces escasos conocimientos en muchos de sus
hombres, tuvieron la tarea de romper el entramado de conductas
sociales propias del capitalismo y abrir paso a las nuevas
relaciones sociales de la sociedad socialista por la que apostamos.
Fue difícil al principio y en la combinación de razón y justeza
aprendimos a respetarnos en las nuevas condiciones. Muchos
"afectados", a fuerza de discurso y práctica, aprendieron las
lecciones. No faltaba el diálogo entonces, diáfano y valiente,
aglutinador, tampoco nos puede faltar ahora con iguales
características, aunque diferente temática, casa a casa, hombre a
hombre.
Martí, tantas veces consultado por la Generación del
Centenario, y especialmente por Fidel, me devolvió la tranquilidad:
"Estrategia es política. Los pueblos han de vivir
criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho
y una sola mente".
Claro que podemos, esa "dulzura como de suave
hermandad" que en el decir martiano nos une a los cubanos, nos
salva. ¡Sabremos!
M. Alonso González
Mi opinión como Delegado
Decidí escribir para dar mi opinión como Delegado de
la Asamblea Municipal del Poder Popular en Marianao, con 32 años
entre Candidato o Delegado de mi circunscripción y lo hago sobre la
base de que no estoy loco por aceptar tantos años ser Delegado, es
que siempre he tenido la convicción de que mis electores merecen
respeto, mis reuniones de Rendición de Cuenta se convierten en un
ameno intercambio entre los que me eligieron y yo, siempre con la
verdad, claridad y una explicación exhaustiva de mi gestión en el
periodo de los seis meses; en el que muchas veces, por el derecho
que me da la Constitución, he tenido que tocar las puertas de algún
ministerio y siempre he sido bien atendido, por problemas que no han
podido ser resueltos por el municipio; muchas veces mi Consejo
Popular, eslabón importante para hacer Gobierno, ha convocado a los
administrativos para tratar determinados planteamientos que merecen
ser atendidos entre todos.
Tuve la oportunidad como miembro de la Comisión
Permanente de Trabajo de Economía de la Asamblea Provincial del
Poder Popular, de la cual soy delegado, de participar en la
discusión del Anteproyecto de Presupuesto para el año 2013 y pude
observar la exigencia de la Dirección Provincial de Finanzas y
Precios que se incluyeran por las direcciones municipales
correspondientes, los recursos financieros y materiales para dar
solución a los planteamientos que hasta hoy se encuentran pendientes
de solución, aunque fueron respondidos en su momento. Es cierto que
algunos administrativos no los tenían definidos, pero quienes
dirigieron la discusión, los hicieron regresar en otra ocasión con
el dato exacto. Esto es solo un ejemplo de que tenemos que cambiar
la mentalidad y los métodos de trabajo, pero el planteamiento se
convierte para todos en objetivo de trabajo.
En mi Asamblea Municipal me acompañan 22 delegados
que llevan más de 20 años, cuya premisa fundamental ha sido la
explicación objetiva de nuestra gestión a los que nos eligieron y
representar al pueblo en el Consejo Popular, comisiones permanentes
de Trabajo y en las propias sesiones de la Asamblea.
Estoy de acuerdo en que hay temas que se deben
revisar y modificar, pero la esencia está definida y lo reafirman
estas palabras del General de Ejército Raúl Castro Ruz, hoy
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en Matanzas en
el año 1974, en la clausura de un seminario a los delegados del
Poder Popular por donde se inició la experiencia: "Lo que no puede
dejar de hacer un delegado es dar una explicación a cada elector,
que vaya a pedir algo o solicitar algo, explicarle con honestidad,
con franqueza, si se puede, si no se puede, no hay que engañar a
nadie nunca". Por este principio y por la exigencia que debemos con
las respuestas administrativas a los planteamientos de nuestros
electores, tenemos muchos delegados fundadores y otros que llevamos
con amor la tarea de servir al pueblo.
R. Macías Sánchez
Discurso de Raúl: espaldarazo a los derechos
inherentes a la personalidad
Hace cerca de dos años le comenté a un académico del
Derecho en Cuba que algún día, la honestidad, la lealtad, serían
elevados al plano de los llamados derechos inherentes de la
personalidad, atributo este inseparable a la persona natural, es
decir, al ser humano.
El reciente discurso del General de Ejército Raúl
Castro Ruz, en la clausura de la sesión de la Asamblea Nacional del
Poder Popular, da fe de esa afirmación antes hecha.
En importante sentencia del Tribunal Supremo Popular
de la República de Cuba, de noviembre de 1999, se definió que la
acción para reclamar respecto a la vulneración de "(¼
) los derechos de la personalidad o derechos inherentes a la
personalidad, que es una generación de derechos de reciente
estimación, como son sus relaciones con su mano, con su honor, entre
otros —clasificados como esenciales—, entre los que están la vida,
la integridad corporal y la libertad; los sociales, también
inherentes a la persona y entre los que figuran el honor, la
intimidad y la imagen (¼ ) la salud
psíquica y física, los sentimientos y la estima social, todos los
cuales se consideran tradicionalmente innatos, intrasmisibles,
irrenunciables e imprescriptibles (¼ )",
encuentra pleno respaldo en lo que establece el ar-tículo 38 del
Código Civil cubano.
Tomando por base esos derechos y en magnífica
imbricación con los mismos, están los valores, que son ideales
deseados que tienen su fundamento en necesidades del ser humano, en
las condicionantes imprescindibles para su realización, son
postulados que una comunidad, que una sociedad se impone como
ejemplos de su razón de existir, de dar el verdadero sentido a la
existencia de las personas, al señalar fines que trazan su de-senvolvimiento.
Los valores no tienen un significado sutil,
impalpable, tienen una carga cultural, histórica, moral, que los
condiciona. La raíz de esos derechos, de esos valores, está en la
dignidad humana, vista en su ámbito de límite del respeto debido
hacia toda persona por encima de cualquier circunstancia, sumatoria
de todas los espacios morales y culturales que deriva en otro valor
que funciona como conductor del resto de los valores, como núcleo
esencial de los que formamos parte de una sociedad: la solidaridad
humana.
Sentir "la pasión por el decoro de los hombres", al
decir de Martí, es a lo que se nos convoca en este medular discurso,
que constituye magnífico remedo de la lapidaria frase del Apóstol,
que se inserta en el preámbulo de nuestra Constitución, llamando a
todos los cubanos al "culto a la dignidad plena del hombre".
O. M. Álvarez Torres
No perdamos recursos y esfuerzos por la mala
calidad
En el reparto Lázaro Hernández Arroyo, municipio de
Pinar del Río, fuimos beneficiados con la instalación de la
conductora nueva, lo cual todo el barrio agradeció.
Sucede que durante la ejecución no todo se realizó
de la forma correcta, y entre otras cosas, la tubería no se colocó a
la profundidad necesaria. Sucede que por ese reparto, debido a
características de la ciudad, transitan muchos camiones pesados,
realmente el tráfico es bastante para un reparto, esto ha ocasionado
que constantemente se produzcan salideros fundamentalmente en el
lugar donde se realiza la toma para suministrar el agua a las
viviendas. En estos momentos deben existir más de 15 salideros y no
hay que verificar en las casas cuándo ponen el agua, se sabe cuando
usted la ve corriendo por las calles (y no es exageración...,
corriendo por las calles); pienso que la mitad del agua que se
bombea se pierde.
Aparejado con esto también tuvimos la suerte de que
se pavimentara todo el reparto, pero vemos con desconsuelo cómo el
asfalto se está levantando por varios lugares debido al derrame de
agua; por todos es sabido que el principal enemigo del asfalto es el
agua.
Resumiendo: dos acciones del gobierno que mejoran la
calidad de vida de un sector de la población se ven ensombrecidas
por la mala calidad del trabajo que realizamos. Perdemos el trabajo,
el esfuerzo, los recursos tanto hidráulicos como de asfalto.
¿Está el país en condiciones de perder los recursos
en algo que la idea es para bien de la población? Yo creo que no,
porque eso es algo muy fundamental para el desarrollo de cualquier
país. Esto, por supuesto, es de conocimiento de acueducto y
alcantarillado, del Poder Popular municipal y del Poder Popular
Provincial.
C. Hernández Pérez
Envíe su correspondencia a:
Periódico Granma. Departamento de Atención al Lector. General
Suárez y Territorial. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba.
Código Postal: 10699. Zona Postal Habana 6, Apartado Postal 6187 o
al correo electrónico: cartasaladireccion@granma.cip.cu Teléfonos
881 9712 o 881 3333, extensiones: 143,145, 148, 177. |
|