Publicada el 12 de julio de 2013

El llamado de Raúl no puede quedar como un mensaje

Agradezco la posibilidad que me ofrece este espacio para poder expresar mis opiniones sobre la reciente intervención del General de Ejército Raúl Castro Ruz en la sesión ordinaria de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular que por su importancia merecen una reflexión.

A finales de diciembre del pasado 2012 me fue publicado en estas páginas un artículo relacionado con estos repetidos temas que representan un bochorno convivir con ellos en una sociedad como la nuestra donde la dignidad y moral humanas y revolucionarias son parte indispensable en la formación de los nuevos valores éticos y morales que ha defendido nuestro país en cualquier parte del mundo donde hemos comparecido siempre.

Las conductas indecorosas que hoy azotan y afloran como una plaga en todos los sectores de nuestra sociedad significan para muchos indolentes y corruptos, un modo de vida que les representa estar por encima de las posibilidades reales o nivel adquisitivo de cualquier trabajador honesto en nuestro país.

Se ha hecho común en el argot popular escuchar por doquier la justificación del robo con la expresión "luchar", la falta de exigencia y combatividad revolucionaria ha permitido que elementos inescrupulosos organicen mercados subterráneos o clandestinos quienes con la complicidad de directivos corruptos se apropian ilícitamente de los recursos del país para lucrar con ellos a escalas incalculables, en su mayoría ocasionando grandes daños a la economía nacional. Yo pienso que la impunidad que hoy existe en muchos sectores, tanto en el estatal como en nuestras zonas urbanas de residencia por no ser absoluto, es la génesis del problema; pienso además que las organizaciones políticas y de masas en la base deben jugar un papel más activo, decisivo y protagónico en el enfrentamiento a las conductas negativas que a diario ocurren en sus radios de acción, además de convivir en cada uno de estos lugares con los autores directos de los hechos y, en el menor de los casos, hasta somos cómplices de sus actos.

Si hemos sido capaces de mantener a raya a nuestros enemigos históricos resistiendo sus ataques y amenazas, además de un cruento bloqueo económico por más de cinco décadas, cómo no vamos a ser capaces los revolucionarios de organizamos y exterminar esa plaga que hoy nos infecta, y amenaza con destruir esta obra que tanta sangre y esfuerzo ha costado construir por varias generaciones de cubanos a lo largo de su historia.

El llamado al combate que nos hace el General de Ejército no puede quedar como un mensaje lanzado al espacio para aquellas personas con vergüenza y honor que aún viven en el pueblo; llámense como se llamen revolucionarios, militantes, religiosos de cualquier denominación, asociaciones fraternales, en una palabra: cubanos dispuestos a defender nuestras raíces culturales y la soberanía de todos aquellos valores sagrados que siempre distinguieron a nuestra Patria, ante el mundo en defensa de nuestra idiosincrasia.

Está demostrado que donde hay control y exigencia, el delito, la impunidad y las manifestaciones de indisciplinas se reducen, y en muchos casos quienes las promueven se sienten cercados y abandonan el lugar para no asumir las responsabilidades ante sus fechorías. No obstante, considero que aquellos decididos a emprender esta batalla deben contar con el respaldo absoluto del Gobierno y Partido, porque tenemos ejemplos negativos de quienes se han enfrentado a un jefe corrupto u otro problema, y el final de ese compañero no ha sido el más feliz, causa por la cual muchos prefieren dejar las cosas como están y que las mismas caigan por su propio peso.

Sabemos que la batalla es difícil, pero la tenemos que echar y ganar porque en ella nos va la existencia de la Revolución que está por encima de todos nosotros. Por cuanto creo que sobran las palabras al respecto, la orden de combate está dada para todos los revolucionarios del pueblo.

A. Ochoa Moré

Combatir las causas para poder eliminar los problemas

El llamado de Raúl el 7 de julio para librar la batalla en contra de la indisciplina, pérdida de valores éticos y el irrespeto a las buenas costumbres, entre otros problemas, debe estar dirigido a combatir las causas que han venido provocando tal deterioro del comportamiento de muchos cubanos, inclusive de personas integradas a la Revolución. No estamos en presencia de un problema que solo afecta a personas de mala conducta social. Son problemas presentes en nuestra sociedad con independencia de su inclinación política, religiosa o su nivel de instrucción. Este mal se ha convertido en una enfermedad social y hay que luchar contra las causas que la provocan. Si no eliminamos el virus, la enfermedad seguirá en riesgo de no eliminarse o de volver a aparecer. Y todos somos responsables.

Cada uno de los problemas tienen causas específicas que van desde la tolerancia y el poco enfrentamiento realizados por años, hasta condiciones que han propiciado el florecimiento de tales males.

No es por primera vez que se habla de estos problemas. Hemos vivido otras ocasiones en que cuestiones similares se han tratado de resolver sin eliminar las causas que las provocan y lamentablemente, seguimos en presencia de los mismos problemas. Enfatizando lo dicho anteriormente, cuántas veces a lo largo de estos años, similares situaciones se han analizado en el seno de las organizaciones políticas y de masas, se han debatido en los CDR y centros de trabajo y se han planteado en determinados eventos y reuniones. Sin embargo, los problemas han continuado a la vista de todos por un simple motivo: las causas que las provocan han continuado.

Aparentemente parecen problemas sencillos de resolver, pero la realidad es otra. Existe la influencia negativa de muchos factores económicos y sociales que aún no hemos podido resolver y que están recogidos dentro de los Lineamientos. La influencia negativa de nuevas tendencias que en el mundo se abren paso en diversos terrenos, que nada tienen que ver con la forma de pensar y de vida de hace decenas de años atrás. Nuevas generaciones con intereses y forma de ver, pensar y actuar que marcan un comportamiento particular a tener en cuenta, que nos obliga a una nueva labor de ayudarlos a conducir por los mejores patrones éticos y de costumbre de la sociedad.

Muchos elementos de diversos tipos económicos y morales son los que motivan el incentivo al trabajo, a que cada trabajador cuide su puesto de trabajo y sienta como suya su labor.

No basta muchas veces solo con la exigencia sobre el cumplimiento de algo, también es necesaria la creación de las condiciones que faciliten que esa exigencia se cumpla.

Tener en cuenta que todo no puede resolverse a conciencia, ni todas las personas por naturaleza asimilan un buen comportamiento a base de conciencia. La exigencia y otras formas de hacer cumplir la ley tienen que estar presentes.

Pienso que analizar cada problema, valorarlo en el marco de las nuevas condiciones históricas y combatir las causas que lo provocan, será el éxito de esta nueva batalla que compete a todos los cubanos y órganos de gobierno, desde las instancias nacionales hasta la base. Premisa básica: combatir las causas.

G. M. Blanco Pérez

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