Publicada
el 5 de julio de 2013
Obligados a cambiar no solo la forma de pensar,
sino también la de actuar
Los Lineamientos de la Política Económica y Social
del Partido y la Revolución, ampliamente discutidos y enriquecidos
por nuestro pueblo y finalmente aprobados en abril del 2011 por el
Sexto Congreso del Partido, trazan de manera clara y precisa el
derrotero a seguir para lograr un socialismo eficiente y sostenible.
En poco más de dos años de refrendados, diversas han sido las
medidas adoptadas en pro de su cumplimiento y un grupo importante de
regulaciones legales se han emitido para instrumentarlos de manera
racional, oportuna y ordenada. Pero eso no basta.
Para que las medidas e instrumentos legales que se
establezcan cumplan con su fin, es necesario un accionar a tono con
los cambios. Urge un actuar y un dirigir innovador a todos los
niveles, lo que se traduce en cambiar de manera raigal los métodos y
estilos de dirección y trabajo, los cuales es casi imposible
establecer por directiva, decreto o ucase, ya que ello requiere de
un actuar consciente y responsable de cada cual y de una adaptación
creativa de cada decisión a las especificidades de cada lugar y
momento, y para todo ello se necesita un nivel de conocimientos,
disciplina y un espíritu emprendedor cualitativamente superior al
que hoy tenemos.
En la actualidad vemos con satisfacción la
importancia que se le presta a la capacitación de dirigentes,
cuadros y técnicos en temas de gerencia, economía y finanzas, para
actualizar y atemperar sus conocimientos a las exigencias que emanan
de la línea estratégica de desarrollo del Partido, el Estado y el
Gobierno. Pero si estos conocimientos adquiridos no generan un
cambio en el accionar a corto y mediano plazos, la capacitación en
vez de asumirse como una inversión necesaria, se convertirá en un
mero gasto.
En materia de métodos y estilos de dirección, hay un
grupo de elementos básicos que urge cambiar para que los
Lineamientos se logren implementar de manera eficiente, efectiva y
eficaz:
a) Dirección participativa efectiva y veraz. Hoy en
muchos casos esta es una mera consigna y tarea pendiente para las
direcciones administrativas, políticas, sindicales y de asociaciones
técnicas, donde es necesario que cada uno de estos cuatro elementos
identifiquen de manera clara su rol, cumplan con sus misiones y
exijan el cumplimiento diario de este método bien socialista de
dirección. Unidad no puede ser sinónimo de unanimidad.
b) Supervisión y control sistemático en el lugar
adecuado y de manera oportuna. Siempre se ha hablado de reducir el
número de reuniones hasta el mínimo imprescindible, pero hoy
continúa el exceso de estas en cantidad y duración, en ellas se
pretende controlar mediante informes el estado de las cosas y este
será siempre muy parcial si después y/o antes no se controlan los
procesos de producción y servicios donde estos ocurren. El exceso de
reuniones trae aparejado el exceso de informes y el defecto de
tiempo para controlar y supervisar. Los problemas no son iguales
cuando se ven que cuando se oyen.
c) Reducir el número de controles estadísticos y sus
destinos. Es necesario revisar qué información realmente es
necesaria tributar, a qué niveles y con qué frecuencia y evitar
duplicidades y hasta triplicidades. El exceso de informaciones
solicitadas infla plantillas y al final pueden ser tantas que se
convierten en datos incontrolables. Si existe una Oficina Nacional
de Estadísticas e Información y se va a un proceso de
informatización de la sociedad hay que reanalizar bien este aspecto.
d) Fortalecer el poder de decisión de las empresas y
entidades. Aunque hay avances en algunos sectores, persiste el
exceso de verticalidad y con ella el consabido ordeno y mando. Es
necesario que las entidades económicas y presupuestadas se sientan
responsables reales de su accionar, sus resultados, tomen y
propongan sus decisiones, según sea el caso. El verticalismo frena
la iniciativa, la innovación, la dirección participativa y castra la
eficiencia y la competitividad. Sin innovación en la dirección es
muy difícil lograrla en la producción y los servicios.
Si queremos realmente lograr un socialismo eficiente
y sostenible y la implementación y ulterior perfeccionamiento de los
Lineamientos, estamos obligados a cambiar no solo la forma de
pensar, sino también, con urgencia, la de actuar, sin resistencia al
cambio y sin miedo.
T. Sáenz Coopat
Insatisfecho delegado del Poder Popular con atención
a la rendición de cuenta
Cuando decidí aceptar ser nominado candidato a
delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular de La Habana del
Este, lo hice sobre la base de aquella frase de que "Sí se puede".
Me refería a que sí se podían resolver aquellos problemas que hoy
todavía persisten y que tantos daños nos hacen desde el punto de
vista de opiniones negativas y de cuestionamientos.
Muchas personas cercanas expresaban que yo estaba
loco al aceptar ser delegado, por la razón de que no iba a poder
ayudar a resolver las cosas y que, además, todo iba a ser igual que
siempre, que por mucho que se plantearan las cosas, nada se podía
resolver.
A seis meses de este XV mandato, sobre el cual yo
era uno de los que proclamaba, que debería ser el mejor de los
mandatos, de manera tal que no tuviéramos motivos de qué
arrepentirnos, sin embargo, este mandato, no está muy lejos de
parecerse a otros.
Creo que una vez más se puso de manifiesto, aquello
que yo escribiera para esta sección de Cartas a la Dirección a raíz
del inicio de este mandato, cuando decía que muchas de las veces, la
mayoría de ellas, no se trata en sí de la falta de recursos, sino
del mal, ese que todavía está de moda, que es el burocratismo,
siendo este la antesala de la corrupción, y que hay que acabar de
cortarlo de raíz de una vez y por todas, sin dejar de mencionar que
a esto se le suma, la falta de voluntad en algunos que dirigen,
también la falta de gestión administrativa y finalmente, la falta de
perseverancia en tratar de darle la solución a los problemas.
Sé que los reglamentos me amparan, pero lo cierto es
que pienso que algunos tenían la razón, pero lo que más me duele, es
tenerlo que reconocer, me siento como si estuviera arando en el mar,
a pesar de mi esfuerzo por cumplir con la labor para lo que que fui
electo.
Hace días terminé las asambleas de rendición de
cuenta ante los electores en mi circunscripción del Consejo Popular
Cojímar. Estas se desarrollaron en un ambiente de inconformidad con
el delegado, producto de lo antes dicho, por la falta de apoyo de
las administraciones, siendo estas las únicas que pudiendo revertir
muchas veces la situación en darle solución o explicar al detalle
los problemas planteados en las quejas de los ciudadanos, no apoyan
lo suficiente al delegado en su gestión, como debiera ser.
D. Cárdenas Marcial
Envuelta en la inexplicable maraña del
burocratismo
El próximo mes de noviembre, hará seis años que
comencé los trámites para adjudicarme la vivienda construida por mis
abuelos, donde nací y vivo hace 60 años de manera ininterrumpida. He
pasado por tres abogados del bufete colectivo en Arroyo Naranjo
donde pertenezco, tres arquitectos y una notaria. Demás está decir
cuantos documentos se han vencido a lo largo de todo este tiempo, el
último dictamen de arquitectura expirará en abril del 2014 y debo
actualizar nuevamente la declaratoria de herederos.
Tengo un tío que es heredero, siempre estaba
viajando, vino a principios del triunfo de la Revolución, se fue al
mes y nunca más se ha sabido de él, esto consta en un acta notarial
con tres testigos y pudiera poner muchos más, nunca estuvo en el
registro de direcciones ni nada, tendría ahora 90 años de estar
vivo.
Para adjudicarme la vivienda me piden un papel de
inmigración, fui a Atención a la Población nacional de Inmigración y
Extranjería donde me informan que en esos años no se llevaban
controles y no pueden dar un certifico de algo que desconocen por no
aparecer ni salida ni entrada al país.
Mi abogada actual elevó la situación, ahora tengo
que esperar, quién sabe cuanto tiempo más para que se reúnan Bufetes
Colectivos, Vivienda e Inmigración para dar una posible solución a
este problema. ¿Cuántas personas estarán enredadas así o habrán
desistido para legalizar su vivienda?
Resumiendo. Estoy ilegal en mi propia casa, no puedo
poner a mis pequeños nietos y nuera en el registro de direcciones,
hemos tenido afectación económica siendo jubilados, por trámites,
sellos, documentos vencidos y colas en diferentes instituciones.
Sigo envuelta en la inexplicable maraña del burocratismo.
G. R. Álvarez Porro
No podemos seguir tolerando la indisciplina
social
Decidí hacer estas líneas porque ya es inadmisible
en nuestra sociedad la falta de ética, valores, educación y otras
virtudes que se aprecia en no pocas personas.
Lo mismo te encuentras a una niña, una mujer o
cualquier ciudadano expresándose públicamente de forma descompuesta
y con palabras obscenas con una naturalidad increíble, que le ríen
la "gracia" a cualquiera que se expresa de esta forma. Incluso, esos
no son los peores casos sino que te encuentras personas (y no
precisamente con problemas mentales) realizando sus necesidades en
plena vía pública, sin pudor alguno, pero que si les llamas la
atención te ofenden e incluso quieren hasta agredirte.
El respeto se está perdiendo en las relaciones
humanas, y la educación a las nuevas generaciones tiene el gran
peligro de perderse ante tanta falta de virtudes que como seres
humanos debemos llevar por la vida pues, entre otras cosas, los
adultos no estamos predicando con el ejemplo y vemos cómo en
escuelas y reuniones juveniles las expresiones dejan mucho que
desear siendo copiadas por estos jóvenes de los adultos y otras
tantas de canciones banales con un contenido que dista mucho de la
educación que queremos para nuestros hijos.
Algo está fallando que provoca en nuestro entorno
que las personas deterioren su imagen, principios, valores. Que se
resalten y se vean como una cuestión normal las violaciones de
conductas que son contrarias a nuestra condición de ser humano (y
racional, por supuesto), es una cuestión que debe tomarse muy en
cuenta por las consecuencias que traen, principalmente en las nuevas
generaciones.
Muchas veces reflexiono sobre ello y creo que se
deben en buena medida a nuestros problemas actuales, en los que no
son precisamente los de mayor nivel educacional y cultural los que
tienen la solvencia económica suficiente para convertirse en
ejemplos a seguir en la sociedad, creándose entonces en el entorno
social una especie de culto a aquel que lucrando, robando,
extorsionando, etc., ha logrado imponerse gracias a su poder
adquisitivo.
Veo con tristeza cómo comportamientos que antes se
tenían como imprescindibles para ser reconocidos en el seno de la
sociedad hoy están muy deteriorados y afloran otros diametralmente
opuestos que se han entronizado de tal forma que muchos los ven como
normales, entre ellos la falta de ética, de valores, de honradez, de
virtudes y de sensibilidad ante los problemas de los demás y tantos
otros que deben ser reconocidos imprescindibles para ostentar la
condición inherente al ser humano y que hoy son soslayados o no son
exigidos oportunamente por las instituciones que, en primerísimo
lugar, tienen la responsabilidad de exigirlos y velar por ellos.
Estimo que es hora ya de actuar mancomunadamente, de
una forma más efectiva contra estas actitudes y conductas que se han
entronizado y van incrementándose de tal forma que afectan la
convivencia social y las buenas costumbres. Equipos de música a todo
volumen a cualquier hora, vehículos circulando con emanaciones
excesivas que van contra nuestra salud, discusiones callejeras en
cualquier esquina, palabras obscenas en niños y adultos sin
distinción de sexo ni edad, maltrato a la propiedad privada y
social.
Leyes que no se aplican en su justa medida,
actitudes negativas que muchas veces son aprobadas en el entorno del
individuo como son la corrupción creciente, principalmente de los
que tienen en sus manos los recursos materiales que el Estado coloca
bajo su protección y de los que se apropian ilícitamente para su
beneficio personal, así como el jineterismo, proxenetismo, hurto,
las indisciplinas sociales, etc.
Muchas veces se plantea que esto es una tarea de
todos; y es cierto, pues los principales responsables son las
autoridades, que tienen como finalidad de su acción combatir estas
irregularidades bajo el cumplimiento de la legislación vigente, y
que en general no existe la exigencia debida para su cumplimiento
por los que tienen la obligación y la razón de ser como institución,
de hacer cumplir la ley.
¿Cómo es posible que se llegara a una situación tan
desagradable en nuestro entorno, teniendo en cuenta el nivel
educacional que ha alcanzado el pueblo gracias a la Revolución?
¿Hasta cuándo se permitirán estos hechos por las autoridades
competentes? ¿Cuándo se responderá con vigor ante tanta insolencia
de los que así actúan, que incluso no aceptan que les llamen la
atención pues te ofenden en el mejor de los casos?
No podemos seguir tolerando la indisciplina social y
por eso pido una mayor acción en este sentido. Aprovecho para
reclamar un mejor uso de la crítica en los medios, aunque algunos
funcionarios puedan sentirse ofendidos al verse en tela de juicio
ante el pueblo al cual se deben, sobre todo aquellos que les molesta
que los critiquen; pero realmente de esta forma nuestra prensa y
demás medios de información al pueblo estarán contribuyendo a
salvaguardar las conquistas y la preservación de la sociedad más
justa que queremos construir, cuestión que es mucho más importante
que la permanencia o no en su cargo de aquellos que no tienen un
buen desempeño o toman decisiones equivocadas durante el desarrollo
de sus funciones.
L. García Fernández
Me preocupa que no seamos más enérgicos en el
municipio con el respeto urbanístico
Hace alrededor de dos años se han estado anunciando
medidas urbanísticas para restablecer el orden y la disciplina. Se
ha publicado mucho al respecto, pero pienso que hay cuestiones que
requieren de más celeridad que otras y que el ordenamiento
urbanístico lo requiere, para no dejar a las generaciones venideras
un desastre en ese tema.
En Las Tunas, por ejemplo, hay calles que se van
estrechando. Los ocupantes de las viviendas han ido corriendo los
linderos o líneas de fachadas de una manera tal que en muchas partes
ya no parece una ciudad. Una ciudad, de acuerdo a las ordenanzas de
construcción, es aquella que ha sido previamente concebida,
planificada, con un ancho determinado de sus calles (8 metros: seis
de vía y uno de cada acera), con una armonía constructiva, con una
línea de fachada que hasta hace 30 años era respetada porque se
imponía por los gobiernos municipales y que hoy es un zigzag; con
cuadras cuadradas, de alrededor de 100 metros lineales.
Una ciudad requiere de una acera totalmente libre de
obstáculos por donde la población pueda circular, sin necesidad de
arriesgar su integridad al hacerlo por la vía destinada a los
vehículos.
En la calle Rubí, de mi ciudad, entre Maceo y Ramón
González, y entre las arterias Francisco Vega y Julián Santana, han
corrido las líneas de fachada casi hasta el medio de la vía; en
Villamar, entre Cucalambé y Martí, han instalado en la acera pública
escaleras con acceso a pisos superiores. En Julián Santana, entre
Martí y Lico Cruz, concebida como parte del Casco Histórico de la
ciudad, los escalones han invadido totalmente la acera pública.
En Buenavista, en la calle José Fernández Peña,
recientemente pavimentada, en algunos pocos tramos ha sido provista
de aceras porque los ocupantes de las viviendas han ido corriendo
las líneas de manera que no han permitido la construcción de las
aceras que demandan una verdadera ciudad.
Los ejemplos que podría poner son interminables. Los
débiles visuales o ciegos, los impedidos físicos, los ancianos y los
niños, son los más ignorados por esta pasividad.
Yo recuerdo que hace más de 30 años existía un orden
urbanístico como debe ser. Unos pocos inspectores estaban al tanto
de cualquier obra que se pretendiera iniciar y no permitían
semejante desorden. Había que respetar las licencias y, cuando no,
había que destruir lo construido que afectara al ornato público.
Los terrenos públicos que hayan sido ilegalmente
invadidos por personas son recuperables. Creo que se impone, para
bien del futuro, restituirlo a su origen. El derecho para ello, por
ser bienes del Estado o de intereses públicos y sociales, no
prescribe nunca, según los conocedores de la materia. Las medidas
que deben adoptarse deben ser enérgicas y no pasivas o cómplices; lo
que haya sido construido sin observar las reglas, sea lo que sea,
debe desaparecer, si no seguiremos viendo día a día una violación
urbanística más.
Yo en mi ciudad no veo toda la acción enérgica de
las autoridades correspondientes, sobre todo para exigir el
acatamiento que es más importante que anunciarlas.
Invito al que tenga dudas a que, conociendo las
reglas urbanísticas u ordenanzas de construcción, haga un recorrido
por los lugares que he descrito y los compare con algunos años
atrás.
C. Sánchez Vilarosa
Para meditar
Últimamente se habla mucho del calentamiento global
y las causas y consecuencias de esto. En la actualidad casi la
mayoría de los carros que circulan, los conocidos almendrones, son
de petróleo; a simple vista se pueden observar en nuestras avenidas
las cantidades excesivas de humo que liberan dichos medios de
transporte. ¿Son seguros estos motores que tienen no sé cuántos años
de explotación?; ¿no existen límites de liberación de gases para
aprobar el llamado Somatón?
Sin cuestionar el trabajo de nadie, pero ¿se toma
alguna medida por parte de los agentes del tránsito con "los
echadores de humo" que suben por 10 de Octubre? Me pregunto: ¿cómo
contribuimos nosotros a la disminución de la liberación de gases
contaminantes a la atmósfera? Hace unos años eran algunos pocos
camiones y guaguas en mal estado los mayores contaminantes; hoy el
sector estatal ha cambiado casi por completo o remotorizado el
parque, pero ¿y el sector particular?
Facilitamos la transportación a través del
cuentapropismo, pero ¿a qué precio?
R. Fernández Valdés
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