Publicada el 28 de junio de 2013

Lo mismo o peor… ocho meses después

Soy una anciana cercana a las ocho décadas de vida, pero aún me queda espíritu y fuerza para denunciar la indolencia y la falta de acciones reales.

Se inocula en las personas una especie de cultura de vivir en la cochambre aun cuando algunos ven a su vecindario con una imagen limpia y bella o al menos sin salideros, pestilencias y cúmulo de basuras, donde la vida pueda ser más agradable.

Tampoco he perdido la esperanza y pienso positivamente que vamos a prosperar y organizar la convivencia en esta capital de todos los cubanos hasta en verdad convertirla en la capital más bella de América Latina.

Pero eso no lo lograremos con medidas para salir del paso. El pasado 26 de octubre del 2012 fue publicado en Granma una carta enviada por un vecino, con el titulo Situación del basurero de Aldabó.

Luego de la publicación se volcaron los compañeros de Comunales, y recogieron la basura acumulada por varios meses a la orilla del río a lo largo de unos 100 metros, chapearon la maleza del río y pusieron un contenedor ampiroll. Acudieron a ver a mi vecino con cartas de respuestas a Granma, los compañeros de Comunales, Dirección de Inspectores, Salud Publica del municipio¼ , pero él no estuvo de acuerdo con las respuestas porque lo planteado a Granma no era con el objetivo que se recogiera la basura un día y más nada, sino que este era un problema acumulado y requería sistematicidad. Les planteó que debían ponerse carteles de prohibición de arrojar basura, convocar reuniones con los vecinos y los tres delegados de las circunscripciones aledañas, y situar inspectores al menos por unos dos o tres meses hasta que se cumpliera con las leyes de ornato y embellecimiento.

Nada de eso se ha hecho y al parecer mi vecino tenía razón pues actualmente al cabo de ocho meses la situación se encuentra peor que antes.

La recogida eventual con buldócer tupe el río, existiendo lugares que apenas el ancho es un metro, provocando inundación y penetración de agua fétida por el tragante de baños en casas ubicadas a una cuadra del mismo, cosa nunca antes vista. A mi criterio no se puede admitir un basurero de 100 metros a lo largo de la orilla del río, pues cuando llueve mucho se desborda y arrastra varias toneladas de desechos que obstruyen y contaminan. Eso ha sucedido muchas veces.

De vez en cuando pasa una carreta y recoge un poco de basura (más o menos un 10 %), permaneciendo la mayor parte a la orilla o dentro del río.

Cuando situaron el contenedor ampiroll lo venían a recoger semanal con una grúa especializada, pero poco a poco empezó a atrasarse y ya se llenaba y no venía la grúa y entonces se vertía la basura fuera del mismo, o sea, de nuevo en el río. En dos ocasiones asistieron los bomberos a apagar la basura incendiada dentro del contenedor (no se sabe por quién) para poder dormir sin el humo tóxico de nylon quemado y otros productos.

En fin, es imprescindible valorar cuántas instituciones y funcionarios responsables de esto no han respondido a este problema que tanto nos afecta.

Es grande el daño político y social que estas desatenciones crean en la población, así como el descrédito a los órganos e instituciones involucradas.

El CITMA, no va a mejorar el medio ambiente y la Bahía de La Habana, sin revisar los arroyos, que seguro que este no es la excepción y que tributan sus aguas al Almendares y al mar, y en esta ocasión ni siquiera se personaron ante lo planteado en la carta de octubre del 2012.

C. Vidal Sánchez

La chapucería y la indisciplina social

Frente a mi casa se produjeron varios salideros iguales a otros muchos que ocurren constantemente en la red de suministro de agua de la ciudad, resultado de un trabajo chapucero. Pasó el tiempo suficiente para que la fuerza del agua destruyera un tramo importante de la vía, antes de que los trabajadores de acueducto acudieran a reparar dichos salideros. Luego, otra espera prolongada para que sellaran los enormes huecos que diariamente ponían en peligro a conductores de vehículos y peatones.

Un día veo un equipo pesado con una gran pala mecánica al frente cargada con asfalto, de la cual un obrero con una pala manual vertía la mezcla sobre los huecos y a fuerza de golpes del instrumento, de pisotones y una o dos pasadas con las ruedas del propio equipo dieron por terminada la faena en apenas cinco minutos. Yo me acerqué a los obreros y les hice algunas preguntas sobre la calidad de la obra.

Resultado: donde ellos trabajaron ahora hay unos montículos deformes de asfalto tan peligrosos como los mismos huecos que "repararon". La chapucería, de la cual mucho se ha hablado en los medios, es una profunda inmoralidad.

Hay otra chapucería ciudadana, la indisciplina galopante, también recurrente en estas columnas. Hace poco fui con mi esposa al más céntrico restaurante de la ciudad. Al poco rato de estar dentro, escuchamos en la entrada una gran trifulca que, pronto supimos, fue provocada porque un individuo desfachatado orinaba impunemente casi encima de las personas que esperaban en la fila.

Los descamisados son un evento cotidiano en muchas calles de cualquier ciudad. Asimismo, las palabrotas en ómnibus, comercios y otros lugares públicos. Hasta en lugares solemnes por su historia o por el servicio que prestan he podido ver o escuchar este tipo de comportamiento. Cuando Ud. observa a estas personas puede percibir que han llevado la chabacanería a un nivel de vulgaridad ofensivo y han hecho de ella una cultura de vida de la que parecen ufanarse.

La chapucería y la indisciplina social se multiplican cual plagas contagiosas. Algunos de las fotos de denuncias publicadas por ustedes lo demuestran. ¿Y los inspectores, los agentes del orden, los responsables y directivos de empresas e instituciones, no alcanzan para verificar y controlar estas cosas?

Venero la condición humana elevada. Por eso respeto y admiro a todos los ilustres que desde nuestros antepasados hasta la sociedad actual han encumbrado el nombre de la Patria. Admiro más todavía al hombre de intelecto y apariencia humildes, pero rico en virtudes, que a diario nos da lecciones de responsabilidad, modales y civismo. Ni unos ni otros merecen el agravio que representa esa llaga perniciosa incrustada en la misma sociedad donde viven.

Soy de los que optamos por no colocarnos la venda sobre los ojos, de los que votamos en contra de la aceptación pasiva y de la sospechosa tolerancia que por vía natural, admítase o no, se convierte en complicidad moral, nociva y contaminante.

La persuasión y los discursos educativos no han surtido efecto. ¿Cuánto más hay que esperar para poner las cosas de una vez en su lugar, o por lo menos ver una intención seria al respecto? ¿Es que acaso este retroceso del valor ciudadano ya es irreversible? ¿Se podrá construir la sociedad a la que se aspira a pesar de estas cosas? A la larga, si no hay una repuesta, sobreviene la decepción y la desconfianza.

C. E. Zamora Linares

En defensa de precios no engañosos

¿Hasta cuándo vamos a permitir que los precios sean tan irracionales, altos, sin freno y sin ningún criterio científico que los justifique?

Con la primera lectura que realicé a esta pregunta, publicada en la sección Cartas a la Dirección, de fecha 21 de junio del 2013, me sentí un poco molesto porque llevo más de 15 años trabajando en la actividad de precios y puedo demostrar, con toda objetividad, que los precios aprobados por las entidades estatales tienen una política de precios que no es irracional y se basa en métodos científicos.

Ya al final de la carta el autor precisa que se refiere a las formas de gestión no estatal y en eso podría coincidir con él, como también en que las entidades estatales tienen la necesidad de aplicar precios altos porque de lo contrario estos no tendrían un carácter científico.

Por todos es conocido el esfuerzo que realiza el Estado por garantizar a precios accesibles una canasta familiar para todos los cubanos, cuyos precios, sin exageración, son en su mayoría de los años 60 del pasado siglo y para mantenerlos el Presupuesto tiene que erogar más de 2 200 millones de pesos, cifra que crece todos los años por la factura de los productos de importación y el incremento de los precios agropecuarios en el país.

La otra cara de los precios también la conocemos y muchos que vivimos del salario la sufrimos. El Estado ha tenido que concebir en su política económica precios minoristas altos y no me estoy refiriendo solo a las Tiendas Recaudadoras de Divisas, también a las limitadas ofertas en pesos cubanos que se hacen.

Ahora soy yo el que pregunto: ¿Puede el Estado y también los trabajadores no estatales actuar de otra manera? Sería racional y científico que de forma centralizada se dictaran precios inferiores a los actuales? ¿Cuál es el camino para que los precios sean accesibles a la población trabajadora?

Todos debemos estar de acuerdo que bajar los precios actuales por Decreto es un absurdo, no hay producción que lo respalde por el incremento de la demanda y se requeriría un ejército de inspectores para controlarlos y otro para controlar a los inspectores.

Coincido con muchos que el incremento de salario, justificado con aumento de productividad y el ahorro en los gastos, puede ir creando las condiciones para lograr un mayor acceso a las mercancías, ese es el camino y por él ya vamos transitando.

Lo que no ayuda a la economía de un país son los precios engañosos, dicen mentiras y tomamos decisiones erróneas. Los precios altos pueden ser favorables para la economía. Un ejemplo es que siempre que se mantengan los niveles de precios actuales del sector no estatal habrá interés por incorporarse al trabajo por cuenta propia y eso es bueno porque aumentan los servicios y producciones de este sector.

Algo más, el precio alto ayuda al uso racional de los recursos, tengo cientos de ejemplos de cómo estiramos nuestros ingresos para poder comprar determinados bienes, pero el más evidente de todos fue el resultado con los productores de miel de abeja, a los que se les incrementó el precio de compra del producto y de los insumos, resultando que redujeron la compra de insumos a la tercera parte, a la vez que incrementaron las ventas en más de un 50 %. Este tipo de medida está en el camino de lo que debemos hacer.

S. Gutiérrez Pérez

¿Hasta cuándo se van a permitir los revendedores?

No podría decir si son diez, quince o veinte, de lo que sí estoy segura es de que son muchas las veces que he leído criterios en este periódico, sobre la venta (mejor decir reventa) de artículos que se ofertan en las tiendas recaudadoras de divisas, por parte de los revendedores y especuladores. (Fíjense que digo revendedores, no cuentapropistas).

Una de las cosas que recuerdo claramente es la multa que le impusieron a una conocida por vender artículos de esta naturaleza, al principio de aprobada esta nueva ley.

Ahora confundida me pregunto: ¿Es que dicha ley ha cambiado? ¿Acaso lo que estaba prohibido desde el inicio ahora no lo está? ¿Si no estaba prohibido, por qué le pusieron una multa por esta razón? ¿Es que existe una licencia para revender? Resulta algo inaudito que se tolere una situación que más allá de una ley solo contribuye a perjudicar a los que no teniendo una entrada fija en moneda convertible, encontraban en la venta de artículos baratos en esta moneda un alivio para cubrir algunas necesidades básicas, como por ejemplo el Todo por uno, en las TRD. Es algo verdaderamente increíble que se permita, a conciencia del daño que están haciendo en esta sociedad que nos ha acostumbrado a velar sobre todo por el bienestar y el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores.

Arde la sangre cuando obligados por una necesidad tenemos que pagar a un revendedor dos y hasta tres veces el precio de un artículo, pero más nos duele el alma cuando pensamos en la indiferencia de quienes deben poner coto a esta situación y ni siquiera dan respuesta a los reclamos de la población en este sentido.

N. Durán Guerrero

¿Quién puede resolver ese problema tan puntual?

El artículo publicado en Granma el sábado 8 de junio del 2013, con el título: Ocupa el cáncer la primera causa de muerte en Cuba, redactado por el periodista José de la Osa, está muy bueno e informativo.

Nos refiere que según investigaciones, son muchos los factores de riesgo que propician la mortal enfermedad del cáncer y otras no menos peligrosas que esta.

Uno de estos factores, enfatiza, es la alimentación inadecuada.

Textualmente refiere el escrito que "el consumo mínimo de sal dietética de nuestra población supera la ingesta recomendada (una cucharadita de postre) al día".

Asimismo, en el último párrafo, el artículo "hace un llamado a la población a participar de manera activa en el cuidado de su salud y la de sus allegados, a revisar el estilo de vida¼ "

Todo lo anterior es muy cierto y tiene su lógica. ¿En qué radica el mensaje del texto que elaboramos?

Se alude que "este sobregiro del consumo de sal, en la mayoría de los casos proviene de carnes procesadas", considero que deben ser picadillo, mortadella, masa cárnica, hamburguesa, morcilla, condimentos secos, vinagres, alto grado de acidez, "y cereales".

Ahora pregunto: ¿Quién elabora estos productos alimenticios? Lo preparan los centros de elaboración de la Empresa de Servicios, para ser consumidos por toda la población sin distinción de sexo, raza, edad y patología clínica.

Entonces, vuelvo a preguntar: ¿Por qué no "hacer un llamado también a estas entidades de la Empresa de Servicios, para que junto a la familia y a los médicos de la familia sean fieles gestores y defensores de la salud de toda la población?

S. M. Sánchez P.

El dilema del “Plan Jaba”

Soy de la tercera edad, jubilado y cuando tengo que ir a la casilla a comprar algún producto que ha llegado, tengo que tomarme una pastillita para la presión, para evitar males mayores.

Es indignante ver personas jóvenes, que uno conoce, que no trabajan y se dedican al negocio ilícito, comprando delante de uno haciendo alusión al Plan Jaba y en otros casos una persona, que se dice tener Plan Jaba compra con tres y cuatro libretas, esto ha sido planteamiento permanente en todas las reuniones de rendición de cuenta del Delegado, pero hasta la fecha no hay quien le ponga el cascabel al gato. Anteriormente la libreta se identificaba con un cupón como poseedor del Plan Jaba, pero ya se terminaron los cupones y parece que no hay presupuesto para hacerlos, y solo se identifica con una simple firma en una de las hojas interiores de la libreta, que cualquiera puede hacerlo, o hacerlo por complacencia.

No culpemos al casillero porque cuando hay mucha aglomeración el pobre no tiene tiempo de estar revisando la libreta para verificar si tiene o no Plan Jaba, y creo que es hora que se tomen las medidas para acabar con este desorden, que tanto irrita a la población.

Recuérdese que el objetivo inicial del Plan Jaba era que la trabajadora dejara su jaba con su libreta en el establecimiento y por la tarde se recogiera, pero como todas las cosas árbol que nace torcido jamás su tronco endereza.

L. Cabrera Peña

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Periódico Granma. Departamento de Atención al Lector. General Suárez y Territorial. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. Código Postal: 10699. Zona Postal Habana 6, Apartado Postal 6187 o al correo electrónico: cartasaladireccion@granma.cip.cu Teléfonos 881 9712 o 881 3333, extensiones: 143,145, 148, 177.
 

 

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