Publicada el 7 de junio de 2013

Una exigencia impracticable con el carné de identidad

Me dirijo a ustedes para plantearles la siguiente queja:

En las oficinas de reservación de Aerocaribe en Holguín, actualmente porque nunca fue así, no permiten realizar reservaciones o comprar pasajes a otras personas si la que va a tramitar no presenta el carné de identidad de las personas a las que pretende realizarle el necesario trámite.

En Holguín, estoy convencido de que existen miles de personas con hijos u otros familiares becados en La Habana, cumpliendo el SMG, trabajando o simplemente residiendo en la capital, que necesitan que su familia en Holguín, les gestionen pasajes de regreso, al pretender venir de pase, vacaciones o a realizar cualquier trámite en su provincia de origen. Eso está negado por la oficina de referencia, según, al decir de los compañeros(as) que atienden al público por una "circular" que establece la presentación del carné físico de las personas a las que se le solicita pasaje, no bastando como antes con dar nombre y apellidos y número del carné de identidad.

Cómo es posible que en los momentos actuales, cuando la Dirección del Gobierno y Partido en nuestro país, realizan ingentes esfuerzos por atemperar la legislación vigente a las características del nuevo modelo económico que deseamos implementar, haciendo más fácil los trámites de la población entre otras muchas cuestiones, alguien independientemente de su cargo o responsabilidad, se atreva a legislar algo que además va precisamente en contra de lo legislado y establecido oficialmente en el país.

Pregunto:

¿Puede una persona al encontrarse en la capital por cualquier motivo, enviar su carné de identidad para que le compren pasaje de regreso en Holguín y prescindir del documento durante su estancia en La Habana? ¿Qué establece la ley sobre este documento, quién lo desconoce o quién se empeña en desconocerlo y exigir que se viole lo legislado en el país para todos sus ciudadanos al punto de escribirlo y pegarlo en la puerta de una oficina de atención al público?

¿Pueden personas en Holguín, con interés de viajar a la capital, entregar su carné de identidad a otra, familia o no para que le compre un pasaje y salir al trabajo u otras gestiones sin portar el documento?

¿Es que los cubanos vamos a estar obligados a tener dos documentos de identidad permanente, para en caso de tener que entregarlo o enviarlo para un trámite, dejarlo en la garita de una empresa que se visite o en un parqueo, no quedarnos sin identificación? De hecho, ya hay personas que han optado por algo tan descabellado y violatorio de lo establecido obligados por "circulares" como la de Aerocaribe en Holguín.

R. Hernández Arjona

Derroche de agua al por mayor

Con fecha 3 desde el presente mes fue publicado en su periódico el análisis del Consejo de Ministros sobre "asuntos vitales" para la economía nacional.

Tal vez porque trabajo en el CITMA, he participado en la ejecución de varios diagnósticos ambientales y he tenido que leer mucho sobre el valor que tiene el agua para los seres vivos, mi pensamiento ha evolucionado positivamente hacia un cariño especial por el vital líquido. Me alegró entonces que el Consejo de Ministros discutiera la cuestión del derroche de la misma.

Me voy a referir a un caso, que no es en el sector residencial, que tiene mis pensamientos en agonía permanente, que me toca muy de cerca porque lo veo diariamente en mi radio de acción. Me refiero a la comunidad de La Gallega en el municipio de Guanabacoa.

Allí, a la vista de todos, corre el agua que brota desde hace meses de las tuberías rotas a través de diferentes cauces que esta ha abierto en las calles interiores o en la cuneta de la carretera a Guanabo. Conociendo cómo se mide el derroche, calculé el mismo en unos dos millones de litros en solo uno de los salideros, tras obtener como prueba un litro cada tres segundos desde que se inició en el mes de abril.

El malestar de la población se volcó enérgicamente en la Asamblea de Rendición de Cuenta última frente al pobre delegado que no sabía qué responder, pero la solución del problema no llega y continúa el derroche con la enorme carga negativa que implica para la educación ciudadana. Incluso, por razones obvias, se cuestionó públicamente a la doctora del lugar cuando esta pidió la palabra para hablar de la lucha contra el mosquito y la necesidad de eliminar las acumulaciones de agua en los patios de las casas.

Aprecio tras de todo esto permisividad, indolencia, negligencia, insensibilidad, pero sobre todo una pasmosa impunidad, la cual evidentemente se esconde tras un vacío de poder de quienes supuestamente lo tienen en el municipio y la inoperancia de la ley que, tal parece, se le venda los ojos frente a este caso descaradamente violatorio y a otros más. Lo más difícil de comprender en este penoso caso es que todos los que tienen responsabilidad en ello poseen en las gavetas de sus buroes los Lineamientos del Partido, donde existe un nítido llamado a combatir cosas tan degradantes como estas.

No hace mucho tiempo la televisión alertaba que La Habana se encontraba en alerta roja con el tema de la escasez de agua, mientras que una funcionaria que representa al Estado respondía en el mismo medio sobre la política diáfana de la Revolución con respecto a la preservación del agua potable. ¿Cómo es posible que exista tanta ignorancia con respecto a la importancia de los mantos acuíferos?, y tal desconocimiento sobre la cantidad de energía que se derrocha bombeando agua que no llega jamás a la población necesitada.

¿Acaso no tienen ojos quienes con suficiente responsabilidad viajan diariamente por esas vías por donde corre día tras día el agua a raudales y se escudan diciendo que no hay recursos, que no tenemos tal pieza, que la mandamos a pedir, que ya llegará algún día?

En varias ocasiones he llamado personalmente a Aguas del Este y a la oficina que atiende salideros en Guanabacoa donde después de atenderme muy cordialmente han tomado nota del asunto, pero parece que he perdido el tiempo con ello.

R. Villavicencio Finalé

¿Dónde juegan los niños y jóvenes?

Pienso en esto todos los días cuando los veo desafiar el tránsito, destruir el entorno, molestar a los vecinos, etc. Cuando improvisan sus juegos de pelota, de fútbol, o de cualquier otra modalidad deportiva en medio de la vía pública, porque no tienen otro espacio donde hacerlo.

El juego es imprescindible y necesario en esas etapas de su desarrollo, por lo que debiera ser preocupación de la sociedad crear las condiciones para que acontezca sin riesgos para sus vidas y sin afectaciones para la comunidad.

Es verdad que no abundan las áreas deportivas; pero existen las escuelas, centros culturales por excelencia de cada barrio, según siempre se ha dicho. Infelizmente, cuando las clases terminan por la tarde, los sábados, los domingos, los días feriados y las vacaciones, sus patios, casi siempre enormes patios, y por tanto excelentes espacios para la práctica del juego y el deporte, también cierran, convirtiéndose en monumentos a la omisión, la indiferencia y la inactividad.

Cualquier intento de diálogo al respecto choca siempre con reglamentos, disposiciones y, sobre todo, con las actitudes de algunos funcionarios a los que, seguramente, les es más fácil cumplir lo que está establecido que implicarse en un asunto que exigirá transformaciones, esfuerzo y dedicación.

Debiera ser preocupación de todos, pero tristemente no lo es. Si las familias, las instituciones educativas y deportivas, los encargados por el Estado de imponer el orden y la disciplina, las estructuras de Gobierno, las organizaciones políticas y de masas participaran, desde la posición que les corresponde a cada una, podrían aparecer diversas alternativas para resolver este problema.

Las soluciones no podrían ser nunca el intento de reprimir la actividad de los niños y jóvenes, pero tampoco podrían ser las que posibiliten que campeen por su respeto. Hacen falta iniciativa y sistematicidad y "cambiar todo lo que deba ser cambiado".

Solo así, contribuiremos a que niños y jóvenes aprovechen su tiempo libre en función de su crecimiento físico y espiritual. Solo así, evitaremos que sigan creciendo la indisciplina social y la violencia. Solo así, se elimina el riesgo de posibles accidentes.

Hace falta atacar el problema por sus causas y no, apenas, por algunas de sus consecuencias. Pienso que las soluciones no necesitan casi de recursos materiales, aunque si los necesitaran, estarían bien invertidos. Creo que es, ante todo, un problema relacionado con una clara definición de roles de todos los implicados, una mayor organización y más trabajo por una causa que bien vale la pena.

G. Díaz Rodríguez

Agencia de Pasajes Tulipán

Si alguien quiere conocer un colectivo que se destaca por la eficiencia y amabilidad en el trato, vaya a la Agencia de Venta de Pasajes de Tulipán, municipio Plaza de la Revolución. Hoy los conocí. Entre 8 y 8:30 a.m., el jefe de la Agencia, Sergio Marchante, salió al portal y le dio a todos los presentes una clase magistral, útil, sencilla de cómo comprar un pasaje en esa Agencia y no equivocarse. Me llamó la atención su forma amable de dirigirse al público. Después, nos pidió que hiciéramos una fila y entregó turnos numerados consecutivamente. Al llegar a él, nos explicó: "Vengan a las 12:30 p.m., sean puntuales para que puedan comprar su pasaje".

Queríamos comprar cuatro, por lo que pensábamos que era necesario que fuéramos dos personas, pero nos dijo: "con un solo turno los pueden comprar todos; si lo podemos hacer de manera fácil, es mejor; verdad?".

Dividió al grupo en dos partes, una que compró durante la mañana y otra al mediodía. A las 12:30 p.m., puntualmente, salió y nos pidió entrar por el mismo orden al salón de espera. Mientras nos llegaba el momento de hacer la compra, pudimos observar que allí reina el orden y el buen trato. Las tres expendedoras estuvieron trabajando todo el tiempo, sin "baches" entre un cliente y el otro; la mayoría de las veces con una sonrisa en los labios. ¡Ah!, el jefe de la Agencia también vende pasajes. Los directores de entidades pueden llevar allí a sus trabajadores para que tomen lecciones de eficiencia y buen trato de este colectivo. Sugiero que algún periodista, sin declarar su condición, investigue y publique, cuál es la magia que ha logrado que este colectivo trabaje tan bien. Ha sido un oasis lo que allí encontramos.

Eduardo Ortega

El pan nuestro de cada día

No pretendo descubrir irregularidades en el proceso de elaboración del pan, ni señalar a dicha empresa como única responsable de la presente nota.

Hace tiempo, el pan que se distribuye en la Panadería-Dulcería Nuevo Vedado, sito en Lombillo e Hidalgo, ha estado presentando mala calidad en su elaboración, que incluye un desagradable olor y sabor. El 3 de junio, ese mismo pan estaba exquisito, pero esta felicidad duró poco ya que un día después volvió a presentar la pésima calidad acostumbrada.

Alguien alegó que conocía muchas personas que preferían viajar a puntos distantes y comprarlo a peso, a que sus hijos ingirieran este producto. Un trabajador de la mencionada unidad, explicó que la harina viene en mal estado y tienen indicado mezclarla, y que el domingo anterior, por ejemplo, había siete sacos marcados con una "X", lo que significaba que estaban en mal estado.

¿Tiene el pueblo que sufrir las consecuencias de algunos irresponsables que permiten se eche a perder un producto que por demás se adquiere a un alto costo en el mercado internacional? Ante los constantes llamados a luchar contra lo mal hecho, ¿estarán desempeñando el papel que les corresponde las instituciones que deben controlar la calidad? Tengo muchas otras interrogantes, pero por favor, no quiero comisiones que vengan a darme explicaciones. Ese tiempo dedíquenlo a visitar los establecimientos y, como respuesta, la calidad del producto en el mostrador.

G. E. Corrales Medina

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