Publicada
el 19 de abril de 2013
Inconformidad con la ubicación laboral: de tecnólogo
de alimentos a albañil
Me dirijo a ustedes, con el objetivo de canalizar a
través de su medio informativo, mi inconformidad con la ubicación
laboral que se me ofrece después de concluir mis estudios en la
especialidad de Tecnología de los Alimentos.
Tengo solo 18 años de edad y cursé la especialidad
de referencia durante tres años y medio en el centro mixto José
Francisco Costa Velázquez, de Mabay, en el municipio de Bayamo,
venciendo todas las asignaturas con buenos resultados en diciembre
del 2012.
Como ubicación laboral, se me ofrece como plaza de
albañilería, oficio para el cual no estudié y no estoy preparada,
explicándoseme, además, que de no aceptarla debía buscar trabajo por
mi cuenta en el órgano de Trabajo municipal, cuestión esta no
aceptada por mí, y que genera la queja correspondiente.
Si esta especialidad solo fue convocada en dos
oportunidades en los últimos años con una matrícula de solo un grupo
de estudiantes de varios municipios de la provincia. ¿Cómo es
posible que al concluir los estudios no se tenga ubicación laboral y
la que ofrecen, nada tenga que ver con lo estudiado?
Creo que la Revolución no invierte recursos humanos
y materiales en preparar a los jóvenes por gusto, y considero que si
la especialidad fue convocada, es porque se necesita personal
capacitado para ejercerla.
R. La Rosa Martínez
A todos nos importa
Hablo como parte de nuestro pueblo que al transitar
por las calles, ir al agro, abordar un ómnibus y llegar al barrio,
escucho criterios, opiniones a favor y en contra de lo que está
aconteciendo en el país. Es decir, a todos nos importa, nadie queda
indiferente ante estos retos y transformaciones. Aunque existen
escépticos y alguna que otra incertidumbre, nadie podrá negar que la
mayoría, mostramos confianza ante lo que acontece en el país, lo
cual queda bien esclarecido en el Editorial del martes 16 de abril
que editó el periódico Granma.
Tal como lo veo, la vida social se ha renovado y
activado. Transitamos hacia una nueva etapa de la cotidianidad
social en cada uno de nuestros barrios. Poco a poco se van notando
transformaciones y son evidentes, porque ya llevamos dos años de
profundos y decisivos movimientos en nuestro modelo socioeconómico.
Claro está, falta mucho por hacer y no estamos del todo satisfechos.
Con una nueva visión y enfoque, se siguen mejorando las condiciones
para los trabajadores por cuenta propia, facilitando su gestión, al
modificarse viejos conceptos y flexibilizar algunas restricciones,
lo que marca diferencias con otros momentos. Válido señalar que en
algunos lugares han habido ciertas trabas para autorizar a los
cuentapropistas; pero en general, estamos acabando con la
inflexibilidad y la tozudez.
En la agricultura, han quedado despejados algunos
obstáculos y para bien de todos, esta logra descentralizarse. Se han
entregado tierras en usufructo a campesinos individuales, para que
las hagan producir con eficiencia. Esta realidad hará que aumente la
producción de alimentos, dentro de una transformación que se ha
ampliado a la industria azucarera, la cual debe rendir sus frutos a
corto plazo.
Se ha hecho extensiva la venta de materiales para la
construcción, remodelación y arreglo de viviendas con esfuerzo
propio, convirtiéndose en un paso certero para erradicar algunas
ilegalidades relacionadas con la vivienda. Asimismo, nos estamos
familiarizando con nuevos conceptos básicos del sistema tributario
que resultan de utilidad para crear una disciplina social en el pago
de impuestos. Para que funcione como debe ser, se necesitará de un
riguroso control y mayor exigencia.
Se han eliminado algunas gratuidades y se dan pasos
para lograr una distribución más equitativa y estable de los
alimentos de la canasta básica. Gran aceptación han tenido, tanto,
la autorización de compraventa de autos, como las modificaciones
para efectuar permutas, medidas bien recibidas, pues han sido un
largo reclamo popular. Ha habido un notable impacto en la opinión
pública nacional, pero nada de lo logrado ha sido fácil. Es un
asunto de sensibilidad que pasa por el cambio de mentalidad, por lo
que se hace necesario que pongamos nuestro granito de arena para
evitar cualquier irregularidad que ponga en peligro el mejoramiento
de nuestro sistema.
Como ejecutores y animadores de los cambios, nos
toca velar por la justeza de cada medida, para que no se interrumpa
el rumbo trazado en la aplicación de las modificaciones. Debemos
asumir una actitud diferente, ganar en cultura económica, comprender
la importancia de que se instrumenten normas jurídicas ajustadas al
nuevo escenario en que se desarrollará nuestra vida social.
Es preciso que cuando algo no marche bien, lo
denunciemos. A veces es necesario buscarse problemas y no quedarnos
con los brazos cruzados ante lo mal hecho. Honestidad y honradez son
lo que siempre nos ha caracterizado, no renunciemos a ellas.
Defendamos y retomemos nuestras calles. A los confundidos, a
convencerlos con argumentos sólidos, a los que opinan diferente,
pero de forma correcta, a escucharlos, ya que siempre habrá otros
puntos de vista. Así estaremos más cerca de un resultado adecuado.
La juventud será pieza clave. Ante los inesperados
desafíos y posibles amenazas, serán quienes tomarán y asumirán el
mando, por lo que estamos en el deber de crearles conciencia sobre
nuestras prioridades históricas y políticas, para garantizar la
continuidad del proceso sociopolítico escogido por la mayoría de
nuestro pueblo. Ellos deben saber que todo cuanto hacemos hoy es por
consolidar las bases de la irreversibilidad del Socialismo en
nuestra Patria.
Dejemos a un lado todo lo que nos disocia y divide,
estemos alertas y halemos parejo para avanzar con paso firme y
seguro. Las oportunidades están dadas una sola vez, no perdamos la
ocasión de ser los verdaderos protagonistas de este proceso
histórico, donde el ritmo y el rumbo ya están fijados.
J. Pozo Álvarez
Opinión sobre el control
Cada día que leo el periódico es extraño que no
aparezca algo relacionado con el control y las pérdidas que provoca
al país (al pueblo) el descontrol. Estas pérdidas no solo se deben
cuantificar en el marco económico, sino también en su repercusión
moral para la sociedad.
Considero que ya es tiempo de no alertar, de no
describir lo que está sucediendo y de enseñar lo que debe hacerse,
creo que ya es tiempo de actuar si queremos salvar al país del
advenimiento de un sistema económico que no queremos; cuántas veces
los dirigentes del país, incluyendo a la Contralora General de la
República y al máximo dirigente del país, compañero Raúl Castro Ruz,
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, han llamado a
ser exigentes al respecto.
¿Las medidas?, todas están escritas, legisladas
institucionalmente. Resultados: parece que ninguno o, para no ser
absoluto, muy pocos. Al parecer, existe mucha mano blanda al
respecto porque ¿qué pasa con los funcionarios que tienen la
obligación de cumplir con todo lo legislado y se les detectan
violaciones al respecto?, creo que generalmente, en el mejor de los
casos, son sustituidos o ¡liberados! del cargo (generalmente
continúan dirigiendo), en otros, una amonestación dejándoles las
medidas que deben cumplir para erradicar las ineficiencias. No
conozco si esas legislaciones contienen medidas severas en el orden
judicial, las cuales deberían ser aplicadas, porque el
desconocimiento de la ley no exime de sanciones, y todo dirigente
sabe la responsabilidad que adquiere al ocupar un cargo.
Tengo 66 años y estoy jubilado con 45 años de
trabajo, pero en realidad comencé a trabajar con 14 años de edad. He
vivido muchos momentos de la historia de la Revolución, desde el
pago a destajo (muy útil y productivo para el trabajador y la
sociedad), hasta la estructura organizativa de una institución con
pocos trabajadores y mucho aporte social, y su posterior
transformación en una estructura con muchos trabajadores y menos
aporte social.
Creo que la esencia de los no resultados ha estado
impregnada en el estilo de dirección, donde el jefe es omnipotente y
al final es su criterio el que se impone. Para cambiar algo hay que
ir a su raíz, es necesario crear un mecanismo en que el jefe tenga,
desde la base, una organización social a la cual tenga que escuchar
y rendir cuenta, pero despojándolo de su omnipotencia. En la vida
hemos visto muchos compañeros que han querido hacer lo que es
debido, enfrentándose al jefe, y al final son los que han salido
perjudicados; esto es lo que ha conllevado a una pasividad y/o a una
moda que no comparto, los anónimos.
En el capitalismo el dueño cuida personalmente de
sus bienes, y en el caso de empresas grandes crea las estructuras
adecuadas que le permitan el buen control de estos. En Cuba no
debemos aspirar a que este sistema económico sea el que prevalezca,
por lo que tenemos que organizar nuestro sistema de forma tan
eficiente o más.
Si nuestro sistema es social por qué los propios
trabajadores no son los que cuidan de sus propios intereses, por qué
no creamos sistemas donde en realidad los trabajadores sean los
propios protagonistas del desarrollo económico y social del país.
Estoy seguro de que algunos me van a detractar por lo escrito en
este párrafo pero, créanme, lo hago con la mejor intención, soy un
revolucionario que quiere ver la continuidad de la Revolución, ver
la prosperidad de nuestro sistema económico y social. Muchas cosas
se han hecho con las mejores intenciones del mundo, pero no con los
mejores resultados. Que más cerca tenemos que la maravillosa
definición de Fidel del concepto Revolución, la cual no describo
porque todos conocemos. Trabajemos para eso, para salvar nuestra
Revolución.
Hasta aquí está la tiñosa, ahora hace falta la
jaula. No creo que mi propuesta sea absoluta, pero al menos pienso,
modestamente, que pueda dar una idea de cómo encerrar a esa dañina
tiñosa.
Considero que se pueden crear Comités de
Trabajadores en cada centro laboral (en cada estructura organizativa
de las diferentes instituciones estatales, empresariales o
presupuestadas) encargados del control económico y social de la
gestión. Estos Comités no solo deben centrarse en lo económico, sino
también abarcar el objeto social de la institución, velando por la
eficiencia general de esta en beneficio de la sociedad. Ahora bien,
se necesita que estos Comités estén amparados por una legislación
que les permita actuar como una contrapartida y asesoría de la
administración, y que esta no pueda adoptar medidas punitivas contra
sus integrantes.
Vuelvo a lo mismo, se puede decir que los mecanismos
para esto están creados: sindicatos, consejos, asesores, etc.
¿Resultados?
Hay que cambiar lo que debe ser cambiado.
A. López Hernández
Otros puntos de vista sobre “el pan de los
cuentapropistas”
El pasado viernes 5 de abril salió en esta sección
una reflexiva misiva del compañero Jesús P. García Brigos bajo el
título El pan de los cuentapropistas. Cuestiones medulares resalta,
sobre las cuales vale la pena meditar.
La primera, ¿son los cuentapropistas y otras formas
no estatales de producción y servicios "un mal necesario" o una
"solución para nuevos empleos"? Considero que afirmar tajantemente
que sí a ambas interrogantes es un error grave.
La producción y la prestación de servicios privada
en pequeña escala y agrupadas en cooperativas, son otro tipo de
agentes económicos (sin calificativos previos o posteriores) afines
con el proyecto social socialista, pues pueden potenciar el
desarrollo de las fuerzas productivas, garantizar una mejor
satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la
nación, aprovechar y potenciar las iniciativas personales y
grupales, ganar en sentido de pertenencia, crear amor y disciplina
laboral y reducir el robo y la corrupción por derivación.
Como fuente de empleo, si lo vemos como una solución
temporal, también estaríamos cometiendo un error, esta es otra
fuente de empleo, y por tanto bienvenida, que debe impulsar al
sector estatal a un desenvolvimiento más eficiente, crear unas
condiciones y un ambiente laboral que garanticen la motivación
creciente al trabajo en este tipo de propiedad, para evitar el éxodo
y descapitalización humana por falta de estímulo (no solo material).
En segundo lugar, no dudo que aún no estén creadas
todas las condiciones para un mercado mayorista para estos actores
económicos, pero me pregunto, ¿tenemos que esperar a que estén
creadas todas las condiciones para implementarlo? Hoy día este
mercado, mal que bien, existe para el sector estatal a precios
diferenciados (y no necesariamente subsidiados) y reducen el
malestar del pueblo, por ser compradores casi invisibles, pero al
coincidir el consumidor minorista y el mayorista en la misma cola,
todo se desvirtúa y se crea un ambiente negativo hacia estas
personas trabajadoras. Bajo estas condiciones, el precio es el mismo
para ambos, pero la posibilidad de satisfacer las necesidades de
cada cual son diferentes: el cuentapropista o cooperativista
adquiere sus materias primas o materiales indispensables para poder
trabajar y sostenerse él y su familia, pero el que acude a título
personal debe "rezar" por alcanzar lo que se venda y luego ver
reducida su capacidad de compra pues como ambos compran al mismo
precio, el productor privado debe tener un cierto nivel de utilidad
en su gestión y los precios se nos elevan y nuestra demanda se
reduce artificialmente, pues el trabajador estatal, el jubilado,
pensionado y el estudiante, cuentan hoy día, como norma, con
ingresos cortos e insuficientes.
Si no integramos a los actores no estatales a la
vida económica nacional como un actor más y en igualdad de
condiciones, estaremos mellando el desarrollo económico nacional
pues en muchos aspectos el plan no será real, ni se logrará medir la
demanda efectiva.
Alineado a lo planteado por el compañero García
Brigos, soy del criterio que estos aspectos hay que analizarlos con
detenimiento, pero con mucha profundidad desde la óptica de la
macroeconomía, la microeconomía y del trabajador cubano, solo así
tendremos soluciones integrales y para el bien de todos y nuestro
modelo económico se verá fortalecido, el cual está caracterizado por
su humanismo e integralidad.
T. Sáenz Coopat
Venta indiscriminada de productos
Les confieso que, a diferencia de otros lectores que
dirigen sus misivas a ustedes cuando ya han agotado otras gestiones,
yo les estoy escribiendo sin que medien otras tentativas de solución
porque no sé a quién debo dirigirlas.
La cuestión es la siguiente: hace un tiempo vi en la
televisión un artículo sobre el precio de la pasta dental, los
cepillos de dientes, etc. donde se entrevistaba a un profesor de la
Escuela de Estomatología que explicaba la importancia de estos
productos para la higiene bucal de las personas, por lo que en su
criterio, eran artículos de salud y por tanto no debían venderse con
criterios comerciales.
Agradecí mucho ese reportaje y esperé, en vano, que
a partir de ese momento se rebajaran los precios de los mencionados
artículos. Sin embargo, no solo eso no se produjo sino que, con la
proliferación de trabajadores por cuenta propia, se han agotado las
ofertas en el mercado estatal y ahora para adquirir un cepillo hay
que pagar $15 o hasta un CUC, en dependencia del criterio del
vendedor.
Yo no estoy en contra del trabajo privado cuando se
trata de productores reales, prestadores de servicios, elaboradores
de alimentos (no revendedores de alimentos producidos por entidades
estatales), etc. pero me preocupa extraordinariamente que se están
creando "intermediarios oficiales" que ni producen ni prestan
servicios ni crean nada y lo único que hacen es adquirir en grandes
cantidades los productos en venta liberada que se ofrecen en la red
de tiendas estatales para después venderlos a sobreprecio a la
población, con el consiguiente perjuicio para el bolsillo del
consumidor, máxime cuando no estamos hablando solo de bisutería,
sino de artículos de primera necesidad como los cepillos de dientes,
las frazadas de piso, pilas de agua y otros muchos que harían
interminable este mensaje.
Cuando uno ve la cantidad de "merolicos" con toda
esta gama de productos se pregunta: ¿nadie vela por la procedencia
de estos productos? Me parece que debe ser parte del trabajo de las
autoridades velar porque estos hechos no ocurran y verificar la
procedencia de todos esos artículos que se venden
indiscriminadamente, al precio que considere su vendedor.
V. Rodríguez Chamizo
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