Publicada
el 15 de marzo de 2013
No tenemos derecho a no enfrentar los males que nos
aquejan
Soy un fiel seguidor de la Sección "Cartas a la
Dirección" de los viernes, la cual considero se ha convertido en un
espacio esencial para el debate, la polémica y valoración de
diferentes temas que forman parte de la vida cotidiana de los
cubanos.
No son pocos los ejemplos y las anécdotas que he
conocido, donde, ante negligencias, falta de exigencia, descontrol,
mal servicio, actitudes corruptas, ilegalidades y otros males que
desafortunadamente afectan hoy a nuestra sociedad, se reacciona
echándole la culpa a "los jefes" a cualquier nivel de dirección o
simplemente se opta por conformarse, quejarse entre amigos, vecinos
o compañeros de trabajo, etc., con el falso concepto de que "total,
yo solo no puedo arreglar al mundo".
Ante estas realidades yo me hago las siguientes
preguntas:
¿Por qué tiene que ser el resultado de auditorías de
la Contraloría General de la República u otro órgano facultado el
que detecte robos, malversación de recursos y cuadros o funcionarios
corruptos cuando los consejos de dirección, los factores de cada
centro de trabajo y los colectivos laborales tienen que examinar
periódicamente el comportamiento de todos los indicadores de
eficiencia?
¿Por qué se acepta como algo normal que para que se
le brinde un buen servicio hay que hacerle un "regalito" al
funcionario, al médico, o cualquier otro individuo al que acudimos
ante nuestras necesidades cotidianas?
¿Por qué se acepta, a la vista de cederistas,
trabajadores y revolucionarios que se cometan ilegalidades; que
determinados personajillos se enriquezcan y tengan un nivel de vida
alto, dilapidando recursos del Estado mediante el robo, el desvío y
actitudes corruptas, esgrimiendo conceptos tan erróneos y nocivos
como: "está luchando", sin el necesario enfrentamiento?
¿Aceptar la música alta, el deterioro de la
propiedad social. Que se arroje la basura en cualquier lugar y otras
tantas manifestaciones violatorias de la Ley, puede justificarse con
la expresión conformista de "así somos los latinos"?
Es cierto que al frente de cada organización,
entidad o establecimiento hay un jefe que tiene la obligación de
velar y exigir porque situaciones como estas no ocurran, pero sin
perder de vista que los cargos son del Estado y no de las personas,
y si no cumplen con sus obligaciones hay que sustituirlos
inmediatamente por otro que sea capaz de hacerlo.
La respuesta a estas y muchas otras interrogantes
que se pudieran formular al respecto, la tenemos cada uno de
nosotros, y más que eso, parte de la solución también si
consideramos los siguientes elementos:
Las necesidades y problemas que tenemos hoy los
cubanos no podrán ser nunca motivos de justificación para el robo,
el mal servicio, el desvío de recursos, la corrupción y las
ilegalidades ante lo cual predomine la impunidad, la falta de
enfrentamiento y el conformismo.
Aplicar el concepto de Revolución elaborado por
nuestro Líder histórico, Comandante en Jefe Fidel Castro, más ahora
que contamos con 313 Lineamientos aprobados en el 6to. Congreso del
Partido, de cuya implementación depende la consolidación de nuestro
modelo económico, resulta verdaderamente estratégico considerando la
necesidad de fortalecer los valores creados por la Revolución
basados en la honestidad, la valentía, el espíritu crítico y la
combatividad de todos los revolucionarios, los que afortunadamente
somos la gran mayoría del pueblo.
Aprovechar los años que le quedan a la dirección
histórica de la Revolución para consolidar nuestro socialismo en lo
económico, político y social, pero también en la garantía de su
irreversibilidad. Nuestros jefes superiores, con la participación y
aprobación del pueblo, nos trazarán el camino a seguir, nos
corresponde a nosotros materializarlo. Razón por la cual digo que la
solución no está en mirar hacia arriba, sino a los lados, y cada
quien preguntarse día a día: ¿Qué yo hago y cómo contribuyo a
superar estos problemas?
Debemos lograr un enfrentamiento de toda la sociedad
a estos males que nos afectan, no tenemos derecho a no hacerlo, pues
de lo contrario, estaríamos contribuyendo a lo que nos alertara
nuestro Comandante en Jefe el 17 de diciembre del 2005 en el Aula
Magna de la Universidad de La Habana, cuando dijo que nosotros
mismos podíamos destruir la Revolución.
Nuestro Presidente, General de Ejército Raúl Castro,
en la sesión constitutiva del Parlamento anunció que este tema se
analizará en la Asamblea Nacional del mes de julio. Lleguemos a esa
fecha con un cambio en nuestro actuar para frenar definitivamente
estas conductas negativas.
G. Rodríguez Rodríguez
¿Quién paga los impuestos el cuentapropista o el
pueblo?
Hace unas semanas leí una crítica sobre el aumento
del precio de las guaguas de transporte de trabajadores y público
entre Varadero-Matanzas y Varadero-Cárdenas; al poco tiempo, no
estoy seguro si gracias a esta crítica, el precio de las mismas fue
restablecido nuevamente a los dos pesos que tenía con anterioridad.
Esto me animó a escribir sobre algo relacionado al
tema del incremento de los precios y que desde hace tiempo me está
dando vueltas en la cabeza: ¿Quién paga los impuestos, el
cuentapropista o el pueblo?
A pesar de que considero que los impuestos que se
han establecido a los cuentapropistas son un poco exagerados y de
que se debía poder deducir la totalidad de los gastos justificados
propios de la actividad y no solamente el límite establecido para
cada grupo de actividades, creo que los impuestos son para ser
pagados por el cuentapropista y no debían ser causa, solo en casos
extremos, del incremento desmedido de los precios de productos y
servicios. Y es sobre este tema que quiero llamar la atención, ya
que me parece que nadie ha reflexionado al respecto. Aclaro que yo
fui cuentapropista hasta hace muy poco tiempo, tuve que dejarlo
porque ya mi edad y salud no me permiten seguir en la actividad,
pero nunca subí los precios y pude pagar mis impuestos.
Me explico poniendo tres ejemplos de servicios
básicos para la población que ilustrarán claramente mi punto de
vista y pondrán a la vista de todos, que muchos cuentapropistas han
salido beneficiados, mejor dicho, se han aprovechado, del aumento de
los impuestos para obtener mayores ganancias. Me atrevería a decir
que algunas empresas estatales también se han hecho eco de esto,
pero eso es tema para otro comentario.
Antes de la liberación del ejercicio de la actividad
por cuenta propia en noviembre del 2010, al menos en mi provincia,
en la mayoría de los pueblos y ciudades, el coche de caballos
costaba un peso, a raíz del aumento de los impuestos lo subieron a
dos pesos... el doble, o sea, si antes un cochero ingresaba 50 pesos
al día, ahora ingresa 100 pesos, el coche y el caballo siguen siendo
los mismos, no hay más confort, no hay mejor trato, absolutamente
nada, pero el precio se duplicó. Meses después, le hicieron una
rebaja a los impuestos de los cocheros, pero el precio siguió siendo
el mismo.
Para colmo, recientemente, al menos en Cárdenas, le
aumentaron otro peso más, o sea, ahora un coche normal dentro de
Cárdenas cuesta tres pesos. ¿Hasta cuándo vamos a permitir los
excesos?
Hacerse un corte de cabello normal (pelarse) con un
barbero cualquiera costaba cinco pesos. Esta actividad fue una de
las usadas para experimentar antes de oficializar la liberación de
la actividad por cuenta propia y el arrendamiento de locales. Usando
como justificación que ahora tenían que arrendar el local y el tema
de los impuestos, el pelado subió también a diez pesos... de nuevo
el doble. Yo me pregunto ¿por qué los barberos que no arriendan
local, o sea, usan sus propias casas y espacios también duplicaron
el precio?
Otro ejemplo, la simple pizza de queso, antes
costaba cinco pesos, ahora cuesta seis, le aumentaron un peso.
Hagamos un cálculo simple: vamos a suponer que el pizzero vende 50
pizzas al día (créanme que la mayoría vende mucho más) y que trabaja
24 días al mes, eso da un ingreso extra de 1 200 pesos. Me parece
que si se investiga bien, con eso pagan los impuestos y les queda
algo de ganancia extra.
¿Por qué entonces no hacer incrementos de precios de
forma un poco más justa, al menos incrementando la calidad de los
productos y servicios?
Ofrezco disculpas si en mi ignorancia estoy
equivocado, pero considero que la mayoría de los impuestos son para
los cuentapropistas y empresas estatales, no para el pueblo, y a
pesar de que la ley permite la libre concertación de los precios de
los bienes y servicios que comercializamos, no me parece oportuno el
abuso con los precios en beneficio propio, esto genera un efecto
dominó en la subida de precios y al fin y al cabo el pueblo,
nosotros mismos, somos los que pagamos las consecuencias.
J. de Armas Tomás
¿Hasta cuándo soportar la estafa a los consumidores
sin ponerle coto?
Durante mucho tiempo nos hemos quejado con robos de
onzas o gramos (y algo más) en el pesaje de los productos de la
canasta básica comprados en las bodegas y carnicerías del país y
conocemos de las batallas libradas en nuestro país por erradicar
esta irritante estafa a los consumidores.
Ahora además, debemos tener los ojos bien abiertos
con los expendedores particulares de viandas, vegetales, carnes,
etc., pues también entre ellos se ha desatado dicha ¿costumbre?,
amén de los precios exorbitantes que cobran por dichos alimentos.
Todo esto, unido a los revendedores que pululan en las calles con
mercancías en grandes cantidades y de las que se venden en las TRD,
hace a veces pensar que vivimos en un país sin control ni orden.
¿Hasta cuándo habrá que soportar todas estas cosas
denunciadas en tantas ocasiones y en diversas partes del país sin
que se ponga coto o control a estos aprovechadores que desangran
nuestros bolsillos amparados en la famosa "ley de la oferta y la
demanda"?, que remotamente está muy lejos de ser eso y se ha
convertido en un robo descarado y alimentado por nuestras
necesidades.
Ejemplo de esto lo tenemos en las provincias
afectadas por el huracán Sandy el pasado octubre del 2012, cuando
los precios de los alimentos vendidos por los particulares
alcanzaron precios escandalosamente exorbitantes sin tener en cuenta
que en los meses de octubre y noviembre de ese año estos elementos
inescrupulosos fueron eximidos del pago de sus impuestos. Esto no
les bastó y había que ver cómo de forma abusiva y sin importar el
dolor y la desesperación de las víctimas de ese catastrófico meteoro
no tuvieron el gesto de humanidad de venderlos, tan siquiera, al
precio que tenían antes de ocurrir ese evento. ¿Cómo calificar esto?
¿Hasta dónde llegará la falta de escrúpulos de algunas personas como
las referidas anteriormente que lucran con el dolor ajeno y con las
dificultades económicas de nuestro país?
A. H. Guilarte
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