Publicada
el 25 de enero de 2013
Chapucerías
Uno de los peores males que corroe a la economía y
consecuentemente a la sociedad cubana actual, es la chapucería.
He podido leer en esta sección numerosos escritos
que abordan el tema desde diferentes perspectivas, pero todos
coinciden en el malestar y daño resultantes de este comportamiento
indolente de algunos, yo diría de muchos. Nunca será bastante lo que
pueda decirse para repugnar tal aberración.
Por doquiera que usted camine, en algún momento
podrá ver, oír o sentir el efecto de una chapucería. Sí, porque
puede manifestarse en las más disímiles formas imaginables. Ya sea
en la calle, dentro de un edificio, en un restaurante, una oficina,
un hospital. Hasta sentado en la sala de su casa se puede a veces
ser objeto de ese mal, que le llega a través de los medios de
comunicación.
La chapucería no reconoce fronteras: una
construcción recién inaugurada que a los pocos días comienza a
mostrar deterioros porque no se cumplieron las normas técnicas, un
salidero en la vía pública que es reparado una y otra vez hasta el
infinito y cada día está peor, un servicio gastronómico que trata al
cliente con descortesía y luego le brinda la comida peor elaborada,
una recepcionista que no sabe o no quiere orientarlo debidamente, un
transportador de productos agrícolas que los tira de un lado a otro
sin miramientos para que luego lleguen descompuestos al mercado, el
profesor o maestro que no se prepara debidamente para la próxima
clase que va a impartir, el médico que no se esmera en el
diagnóstico y tratamiento del paciente; la lista sería interminable.
Existe el chapucero por ignorancia, que casi siempre
es alguien que no sabe dónde está parado pero otro chapucero con
nivel de decisión lo puso allí; y existe el chapucero "ex profeso",
el de "corta y clava" para salir de esto lo antes posible o para
inaugurar la obra en la fecha prevista aunque esté inconclusa.
Otra característica del chapucero es que puede
encontrarlo en un puesto humilde o en posiciones de dirección que es
donde resultan más dañinos. Cualquiera que sea su categoría, la
chapucería tiene en sus interioridades algún trasfondo inmoral y
contiene doble perjuicio: entrega algo inservible, pero además
recibe remuneración por ello. Es decir, roba impunemente al erario,
que en definitiva es el bolsillo común de los que trabajan.
Si vamos al meollo de la cuestión pocos escapamos de
ser chapuceros aunque sea alguna vez. Mire un ejemplo: usted acude a
un lugar donde se presta determinado servicio por el que tenga o no
que pagar y le sirven mal; no reclama debidamente para exigir la
atención y el respeto que merece, en vez de eso se queda callado o
solo murmura entre dientes; entonces usted califica en la categoría
de cliente chapucero. Esto ocurre porque muchísimos, bajo el influjo
de la resignación hemos perdido la capacidad de percibir la calidad
de las cosas y por reflejo condicionado aceptamos lo mal hecho.
Si de veras se quiere transformar el panorama
nacional y la vida de los cubanos, una de las primeras cosas que se
debe barrer sin contemplación es la chapucería en cualquiera de sus
formas y donde sea que esté agazapada.
C. Zamora Linares
La importancia de un lápiz a color
En el Policlínico Docente Aquiles Espinosa del
municipio de Las Tunas, no se realizan análisis de sangre a las
personas mayores por falta de un lápiz cristalográfico,
preferiblemente rojo.
Hace alrededor de una semana que las personas que
pertenecen a dicho policlínico no pueden realizarse los análisis de
sangre ni de orina porque no hay suficiente lápiz a color para
enumerar la cristalería que se emplea en estos análisis. Cada vez
son más las personas que se ven afectadas ante esta problemática
debido a que no pueden atender sus dolencias, por falta de ese
dichoso lápiz.
Por este motivo no podemos menospreciar la
importancia que puede llegar a tener un lápiz a color.
O. Rivero Herrera
Salideros
Vemos por la televisión repetidamente: "gota a gota
el agua se agota"; igualmente en la prensa publican varios artículos
donde se dice que el agua potable representa solo el 3 % del agua
total del planeta, así como dentro de 20 años será el recurso más
escaso del mundo. También se plantea que para asegurar su ahorro se
van a instalar metros para cobrar por el consumo real.
Pero que triste es oír una cosa reiteradamente y ver
otra en la vida real a lo cual se suman los planteamientos en los
lugares establecidos, comenzando con nuestro delegado y ver el caso
omiso que hacen al problema que afecta a la comunidad.
En la calle Nacional entre Corta y Lililoy en el
municipio Boyeros, Reparto Aldabó, existe un salidero de agua
potable de una tubería de más de una pulgada de diámetro en una
fuente que suministra agua las 24 horas del día. Esto ocurre hace
más de cinco meses, pero se agrava la situación porque está
destruyendo la calle Nacional, totalmente asfaltada y por donde
circulan las guaguas de las rutas 13 y 83.
En nuestras casas se recibe el agua turbia, lo cual
preocupa en extremo ya que también hay salideros de aguas albañales.
Sabemos que los salideros son hechos comunes en
todos los municipios y que siempre se explica que la red de tuberías
es muy vieja, pero es inconcebible este despilfarro tan notorio en
este tipo de tubería de esta envergadura, con mucha presión y de 24
horas el servicio. Esto mata los deseos de ahorrar pues parece
inútil ahorrar gotas de agua y ver la pérdida de centenares o miles
de metros cúbicos de agua a vista de todos y las necesidades de
barrios aledaños a este, que están en una situación más crítica.
La atención de ustedes a esta queja puede despertar
coincidencias y aunar factores que están relacionados con ello como
son; el Poder Popular, Recursos Hidráulicos, MINSAP, Transporte,
Acueducto y Alcantarillado.
La solución del problema traería un ahorro de agua y
de combustible para el bombeo, alimentaría el servicio, evitaría el
deterioro de la calle más importante del Reparto y crearía un estado
positivo en la población que se muestra apática e incrédula en
cuanto el funcionamiento de los mecanismos elementales de la vida
comunal.
E. Hernández
Trámite infernal
Decidí sacar la licencia de trabajador por cuenta
propia para la elaboración de alimentos a domicilio. Después de
averiguar cuáles eran los pasos a seguir comencé por sacar el
permiso de salud para lo cual me dirigí al policlínico de mi
localidad donde me habían dicho que radicaba el departamento de
higiene y epidemiología de mi área. El primer día que fui a hacer la
gestión (los primeros días de noviembre) sobre las 9:00 a.m., me
dijeron que tenía que ir al día siguiente porque el técnico se iba
temprano en la mañana entonces regresé al otro día (martes) antes de
las 8:00 a.m., y fui atendida por la persona que después de tomarme
los datos pertinentes me dijo que el viernes a más tardar estaría en
la casa haciendo la inspección al local de trabajo.
Pasaron dos semanas antes de que esta persona
apareciera en la casa, hizo su inspección y después de hallarlo todo
en orden dijo que regresaría en pocos días con la licencia de salud
y me pidió que tuviera para ese entonces el certificado médico que
tenía que presentarlo y guardarlo para posteriores inspecciones.
Dicha persona nunca vino, en cambio apareció otro inspector
averiguando si yo había hecho ese trámite a través de algún
parentesco o amistad que tuviera con el anterior inspector porque mi
trámite no debía iniciarse en el policlínico 30 de noviembre sino en
el policlínico Lawton. ¿Por qué no me dijeron esto en el primer
lugar que fui? ¿Por qué me comenzaron el trámite si allí no era
donde me correspondía?
Esta nueva persona, me dijo que ya el anterior
inspector no contaba, que a partir de ese momento sería él quien se
haría cargo de mi licencia. Revisó mi local de trabajo y después de
dar el aprobado, dijo que volvería con mi licencia. Al ver que
pasaban los días lo llamé para recordarle y me dijo que estaba
esperando por la firma de la directora de Higiene y Epidemiología
que todavía no había firmado mi licencia. En fin, cuando al fin
regresó con la licencia ya eran mediados de diciembre y prefería
esperar el inicio de año para reiniciar mis trámites.
Me presento un lunes en las oficinas del Ministerio
del Trabajo a las 7:30 a.m., allí me encuentro en la acera muchas
personas que habían llegado en horas de la madrugada, pues en este
lugar solo atienden lunes, miércoles y viernes en el horario de 9:00
a.m., a 3:00 p.m. Ante sus puertas cerradas con candado pido el
último y me sumo a una larga espera de pie. Después de abrir, una
compañera sale solicitando los carnés de Identidad, todos entregaron
su documento con alto grado de desorden. Habiendo terminado esta
primera parte, vuelve a salir la misma persona e informa que las
personas que van a hacer el trámite de entregar la licencia o
recoger documentos debían regresar a la 1:00 p.m., entonces volvió
el tropelaje de la gente para recoger su documento de identidad
porque de nada servía su trámite a esa hora. Después de algún tiempo
sentada en unos bancos que hay afuera me doy cuenta que durante toda
la mañana en estos asientos da un sol muy fuerte, el cual no soporté
y tuve que sumarme a otras tantas personas que tomaron lugar en el
lado contrario que hay sombra pero no hay ni una piedra para
sentarse. Es decir, continúe de pie durante toda la mañana hasta las
12:15 p.m., en que logré salir de aquel lugar con la indicación de
que volviera el miércoles a la 1:00 p.m., a recoger el papel que
debía presentar en la ONAT para inscribirme.
Regresé el miércoles a la 1:15 p.m., pensando que no
se repetiría la misma cola del lunes porque la recogida sería una
cosa rápida. Pues no, estaba equivocada, encontré allí otro enjambre
de gente y al pedir el último la muchacha a la que correspondía dar
este turno me dice que tenía indicaciones de no dar más último
porque después de ella no iban a atender a más nadie. Por suerte
para mí, encontré allí a una amistad que me ofreció ponerme delante
de ella y gracias a esto pude recoger mi papel y decidí rápidamente
ir a la ONAT en la Víbora, que queda algo distante de la dirección
del Trabajo en 10 de Octubre.
Llegué a la ONAT a las 2:00 p.m., y al ver el poco
público que tenían decidí esperar y ya resolver este trámite
también. Entré exactamente a las 3:00 p.m., y la persona a cargo me
comunica que por ser ya esta hora no iba atender a más nadie, le
expliqué que yo trabajaba en una entidad estatal de noche y que ya
llevaba allí una hora de espera que por favor hiciera una salvedad,
pero todo fue en vano, me dijo que regresara otro día pues ellos
trabajaban en el horario de 8:00 a.m., a 3:00 p.m., y tenía que
hacer después muchos documentos.
Resignada me fui y regresé a la ONAT el lunes 21 de
enero pensando que al fin mi trámite culminaría, pero una vez más
fui victima del burocratismo, me dieron otro papel con el cual debía
volver a la dirección del Trabajo para recoger el carné de
cuentapropista y después que recogiera el carné debía volver
nuevamente a la ONAT con un sello de 30 pesos. Tuve que esperar
otros días para retornar a la dirección del trabajo (solo atienden
lunes, miércoles y viernes), y con la experiencia anterior decidí ir
antes de la una de la tarde para poder coger turno, y así fue y tuve
suerte porque después de mí, exactamente a la 1:15 p.m. dijeron que
no atendían a más nadie.
Ya tengo mi carné de trabajador por cuenta propia y
ahora espero al lunes para asistir a la citación de la ONAT, donde
supongo me ofrezcan las indicaciones pertinentes, porque a estas
alturas no sé nada más que de trámites engorrosos y colas
insoportables, sin nadie que se detenga en aclararme, orientarme o
aconsejarme qué debo hacer, cómo hacer para cumplir mis obligaciones
de pagar los impuestos.
Me pregunto ¿cuántas personas estarán en mi caso? ¿Y
cuántas habrán desistido de ser cuentapropistas por trámites
infernales?
P. Rodríguez Martínez
No todo es siempre como aparenta
Es primera vez que escribo a Cartas a la
Dirección para dar mi opinión. Es con respecto a la carta
publicada el 11 de enero bajo el título "Parque Infantil cerrado en
los días de vacaciones".
Creo que aunque para el pueblo no sea justificable
un cierre de un parque en vacaciones, que, en mi opinión, no lo
justifico pero tampoco lo critico ya que no todo es como aparenta en
algunas ocasiones. A veces hay un porqué detrás de toda acción que
se realiza, porque en mi caso yo trabajé para la Exposición de
Dinosaurios en el Parque Almendares, la cual estaba preciosa y era
una oferta envidiable, que para todo cubano fue de su alcance
monetario y también de su disfrute.
Cuando comenzó la exposición entraban como mínimo
más de siete mil personas casi a diario en el centro y hubo muchos
padres y niños que botaban desperdicios en el piso como papeles,
latas, colillas de cigarro, etc., aunque habían varios recipientes
de basura dentro del parque, a ellos no les importaba y hasta
discutían si se les regañaba, querían también cruzar las sogas
perimetrales que limitaban el paso hacia los dinosaurios
animatrónicos y así muchas más indisciplinas que dañaban la
exposición y el medio ambiente.
Como bien dice la crítica en el periódico, que los
propios padres llevan a los niños a violar las normas establecidas
por el parque, siendo los únicos responsables del peligro que corren
sus hijos y así convirtiéndolos en irrespetuosos al orden, donde
quizás una medida acertada serían las multas ante lo mal hecho y
creo que al momento los padres pondrían orden, ya que se les
afectaría su economía pues hay personas que no les importan las
cosas que pasan a su alrededor hasta que se ven afectados. Es decir
buscar la manera de contentar el pueblo con límites, y ayudarnos
todos al final.
Esto demuestra que no solo son los trabajadores los
que tenemos que lidiar con el público y crear medidas disciplinarias
para así evitar la destrucción del centro, sino también seguir
luchando en cada casa, escuela y centro de trabajo por una mejor
educación del hombre hacia la sociedad y hacia sí mismo, con
respeto, con amor a todo lo que se realiza y se expresa, y solo así
haremos un mejor desempeño y una mejor vida "con todos y para el
bien de todos".
Con respecto a lo del parque cerrado, se pudieran
adoptar medidas para poder abrirlo los días festivos aunque sea en
la sección de la mañana y así brindarle a los niños un tiempo de
distracción.
A. Elvirez Bonilla
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