Publicada el 28 de diciembre de 2012

El combustible diésel

Inspirado en la carta de P. A. Palenzuela Marrero denominada "Combustible para el transporte privado de pasajeros", del pasado 26 de octubre, y dándole rienda suelta a una preocupación personal sobre el tema, que puede ser colectiva, consideré oportuno escribir para plantear algunos puntos de vista.

Para nadie es un secreto que la mayoría de los vehículos (ligeros y pesados) que transportan personal y carga, pertenecientes al sector privado, poseen motores diésel, además hay una fuerte tendencia a remotorizar estos vehículos con dichos motores por la simple razón de que el combustible que utilizan es mucho más barato que la gasolina; me pregunto ¿dónde es más barato?, porque en los servicentros el diésel es más caro inclusive que la gasolina B-83. A todas luces se deriva que se consigue en el mercado de la calle, pero ¿de dónde proviene? Simplemente del sector estatal, que posee tantas fugas de diésel satisfaciendo las necesidades del sector privado hasta tal punto que la venta de diesel a los particulares en los servicentros, es insignificante con la cifra del consumo diario de todos estos equipos.

Seguro no estamos hablando de un poco de combustible sino de cientos de toneladas que afectan severamente la economía del país.

Pienso que los organismos y empresas tendrán que cerrar filas referente a este tema del combustible porque a este ritmo de desvío no hay economía que pueda sustentarse y mucho menos desarrollarse.

J. Pérez Pérez

El problema del transporte de pasajeros: asignatura pendiente

Oí en el primer trimestre del año un comunicado del MITRANS o de la Dirección Provincial de Transporte en que se reconocía la crítica situación del transporte y que se había trazado un plan de recuperación que empezaría a dar sus frutos a partir de junio. Parece que esa recuperación ha comenzado pero muy por debajo de las expectativas creadas por muchos ciudadanos.

El problema del transporte en Cuba no se resuelve solo con poner más ómnibus. Ya esas soluciones se han probado durante muchos años y todavía es una asignatura pendiente. El propio ineficiente sistema de operación y gestión del transporte se encarga de "digerirlas" en poco tiempo y convertirlas en chatarra. El problema se resuelve por meses o años, nunca de manera definitiva.

Sin ser un experto en estos temas, sino un ciudadano común, creo que este problema debe ser abordado desde muchas aristas que conlleven a una total transformación del modo de producir el servicio. A mi modo de ver hay varias manifestaciones que vemos a diario y que me indican que tal transformación integral no ha acaecido. Sin ser este un inventario exhaustivo de problemas solubles a bajo costo les enumero:

-Guaguas sucias por dentro y por fuera. Mi tío fue conductor en el capitalismo y me contaba cómo en cada viaje la guagua debía ser barrida, fregada y secada (incluyendo los cristales).

- Negligencia y falta de reparaciones menores. A veces se afloja un tornillo, se funde un bombillo interior, hay que levantar una tapa. O no se hace la reparación o se hace una chapucería.

-Música a alto volumen. Solo he visto usar en el extranjero las bocinas para anunciar cortésmente la próxima parada.

- Choferes cobrando el importe y no depositándolo en la alcancía. En las de TRANSMETRO no se da comprobante en la inmensa mayoría de las veces.

- Casi no veo inspectores. Mi tío me contaba que en la COA había además de inspectores secretos (que chequeaban no solo a choferes y conductores, sino a los propios inspectores).

- Choferes sin uniforme o con el uniforme incorrectamente usado.

- El P-2 es un caso especial. Vienen en caravana 3 o 4 guaguas juntas. Si usted no coge una de las guaguas de la caravana tiene que esperar una hora o más.

-Las guaguas se importaron y muchas de ellas tienen un cartel en el frente superior que dice Habana Cuba, en vez de una banderola de origen y destino, en la parte superior al frente y detrás. ¡He tomado guaguas en que la banderola dice otro destino!

-Las señales de parada desactualizadas o con números de rutas escritos de la manera más chapucera posible.

-El estado de las vías en algunas rutas es deplorable. ¿No es posible una más estrecha coordinación con las instituciones que atienden el bacheo para cuidar más los medios de transporte que tenemos?

Todos estos problemas y otros muchos, algunos de los cuales han sido publicados en esta sección, son de origen subjetivo y los recursos necesarios en muchos casos no son de los más caros y escasos. En un ambiente infértil como este, difícil se pueda resolver definitivamente el problema del transporte en nuestro país.

L. Gutiérrez Urdaneta

Enfoque agroecológico: salvación de la agricultura cubana

En más de una ocasión se ha escuchado al Presidente Raúl, desde sus tiempos de Ministro, decir que "la alimentación del pueblo es un problema de seguridad nacional", y no es una paradoja. Las principales armas, las que zarandean el surco y la guardarraya, deben estar protegiendo los espacios rurales, urbanos y suburbanos donde se fabrica la comida y se construye la vida.

Es por eso que en los Lineamientos aprobados por el Partido, en su VI Congreso, no pocos estuvieron dirigidos al sector agrario.

A nuestro juicio, el número 187 dejó definido el enfoque de la agricultura cubana: "Continuar reduciendo las tierras improductivas y aumentar los rendimientos mediante la diversificación, la rotación y el policultivo. Desarrollar una agricultura sostenible en armonía con el medio ambiente, que propicie el uso eficiente de los recursos fito y zoogenéticos, incluyendo las semillas, las variedades, la disciplina tecnológica, la protección fitosanitaria y potenciando la producción y el uso de los abonos orgánicos, biofertilizantes y biopesticidas".

Precisamente, ese es el paradigma que sustenta a las ciencias agroecológicas. La Agroecología se basa en un enfoque holístico y sistémico, que busca la multicausalidad dinámica y la interrelación dependiente de sus componentes. Concibe el medio ambiente como un sistema abierto, compuesto de diversos subsistemas interdependientes que configuran una realidad dinámica de complejas relaciones naturales, ecológicas, sociales, económicas y culturales.

Sin embargo, no pocos, sobre todo aquellos que rondan los 50-60 años y que han estado vinculados al sector agrícola con preferencia en cargos superiores a diferentes niveles, tolerando métodos de cultivo monoculturistas y de altos insumos, no se transforma —su mentalidad— a la altura de los nuevos tiempos en los que se requiere armonía e integralidad para salvar los campos cubanos.

Una "agricultura sostenible en armonía con el medio ambiente" no es utilizar indistintamente una u otra técnica agroecológica; no porque usemos el multiarado o apliquemos materia orgánica al suelo o utilicemos métodos fitosanitarios sin químicos, estamos desarrollando una agricultura sostenible. Tal vez se pueda estar en transición hacia ella. Pero si, por ejemplo, continuamos utilizando agua en grandes cantidades sin considerar las reservas hídricas del suelo y las necesidades del cultivo, o ablandamos la superficie del suelo sin reconocer la resistencia mecánica de sus agregados, entonces no estaremos yendo por el camino correcto. Se necesita diseñar una agricultura integral, que conciba todos sus componentes, es decir, bajo un enfoque ecosistémico o lo que es lo mismo, agroecológico.

En este sentido, apruebo y admiro el objetivo de los "polígonos de suelos", pero no es el suelo por sí solo, sino el equilibrio armónico entre sus componentes y el medio que lo circunda, lo que les confiere salud a los agroecosistemas. Apuesto entonces por darles el nombre a esas áreas de "fincas agroecológicas". De esta forma, no se desagregan conceptos básicos y sí se unifican criterios y recursos.

De esta forma, en la actualidad se desenvuelven diversidad de corrientes que apellidan la agricultura según los intereses de los grupos u organizaciones que la sustentan. Así oímos hablar de permacultura, agricultura de precisión, de conservación, convencional, manejo sostenible de tierras, ahorrar para crecer... ; algunas de esas disímiles corrientes defienden la naturaleza como un todo, otras se inclinan hacia su fragmentación.

Generalmente, la mayoría de esos puntos de vista coexisten en un mismo territorio o municipio, previa capacitación de los actores locales: se multiplican cursos y talleres de acuerdo a la variedad de enfoques. Los productores adoptan el modelo que más beneficios les reporta, en correspondencia con el presupuesto que tenga asignado cada proyecto. Y ahí entonces se inicia la competencia entre paradigmas, que al fin y al cabo, afecta el desarrollo agrario local.

Por tanto, la política agraria cubana tiene un gran reto: unificar enfoques bajo un solo nombre, y que ese esté centrado no solo en la producción, sino también en la sostenibilidad ecológica, económica y social del sistema agrícola, que no maximice rendimientos y beneficios, sino que equilibre la productividad con la equidad social y la conservación de los recursos naturales, es decir, optimice el agroecosistema en su conjunto.

Ese enfoque, precisamente, lo fundamenta la ciencia agroecológica. Es la salvación de la agricultura cubana.

R. C. Orellana-Gallego

Hay que cuidar los organopónicos

Hay que cuidar los organopónicos, pues han constituido un éxito desde sus inicios, contribuyendo a la sana alimentación de la población. Durante años los precios eran asequibles para la población, pero desde hace un tiempo han ido subiendo.

Hoy una libra de lechuga cuesta cinco pesos, al igual que la espinaca, que hace poco valía un peso. Solicito una argumentación de los sistemas de formación de precios, pues no entiendo que una libra de lechuga cueste igual que una de arroz importado desde el otro extremo del mundo.

En los organopónicos de Nuevo Vedado, Plaza de la Revolución, se venden frutas, viandas y otros muchos renglones que no son producidos en ellos, a precios elevadísimos, que pudieran desestimular su actividad fundamental, pues las ganancias deben ser grandes. Solicito conocer cómo se determinan los impuestos.

El organopónico, sito en Hidalgo y Lombillo, vendía gran cantidad de sus producciones, excepto los domingos; ahora raras veces las tienen, limitándose a vender lo que producen otros. Llama la atención que particulares, a unos metros, vendan lo que quizás se produzca en él, pero a precios más elevados. En dicha esquina, junto al organopónico, hay otros dos establecimientos que aparentemente se dedican a lo mismo y se dificulta entender el objeto de cada uno. El último, ubicado por Hidalgo, tiene un aspecto deprimente.

Hace unos días, en la feria del EJT en Tulipán, Nuevo Vedado, se vendía la malanga a 1,30, pero en la propia esquina un carretillero la vendía, de la misma calidad, a cinco pesos. Me pregunto si esto es legal.

I. Évora Capote

Ruidoso fuego cruzado: no es una excepción

Me animé a escribir a esta sección que tiene tantos lectores, entre ellos yo, cuando vi la carta "Ruidoso fuego cruzado... todo el tiempo", de O. L. Cabello Hernández. Lo hago por solidaridad con el autor, debido a que yo estoy viviendo una situación muy similar, con la diferencia de que los emisores ruidosos son entidades estatales.

Vivo en el área del estadio Sandino, en la ciudad de Santa Clara, donde el concepto de que se trata de un área de recreación parece no recordar que también es un área residencial en donde viven miles de habitantes. En los últimos meses hemos visto cómo se ha ido ocupando el área del parqueo del estadio por varias carpas azules, que parecían tener carácter de provisionalidad con motivo de alguna celebración, pero que se han ido quedando ahí, como un carnaval permanente. Son locales abiertos donde esencialmente se venden bebidas alcohólicas todo el día, así como almuerzos y comidas. Cada uno de ellos tiene sus propios equipos de audio, y compiten entre sí a ver quién lo pone más alto.

Bastaría para todos solo el equipo de la carpa del Arcoiris, con su DJ y todo, perteneciente a un centro de recreación que queda en las afueras de esta ciudad de Santa Clara, a unos dos kilómetros del Sandino.

En la citada carpa empieza la música a las 8:00 a.m., todos los días, excepto el lunes, sin misericordia alguna hasta que oscurece, y es motivo de quejas generalizadas sobre todo de los residentes en los edificios de doce plantas que quedan justo al frente de los bafles.

Concluida esta función, empieza el Cabaret el Bosque hasta poco más allá de las 2:00 a.m., también todos los días excepto el lunes, salvo excepciones. La competencia es tal que lo más frecuente es oír una mezcla de sonidos altos en los que resulta casi imposible saber de qué música se trata y qué dice el cantante.

Y no voy a tocar aquí el asunto de las letras de las canciones, porque ese es otro tema. En mi sala no se puede conversar, no se puede leer un periódico, no se puede ver la televisión. Mi esposo trató hace unos días de repasarles la asignatura Física a nuestro nieto y una sobrina, y resultó imposible por el ruido. En las habitaciones no se puede dormir, ni taponándose los oídos.

Me pregunto si no hay un organismo, institución o responsable de compensar racional e integralmente el empleo de esos equipos emisores de sonidos, en un área que se reduce a un par de cuadras, y donde hace solo unos días conté ocho lugares desde los cuales con potentes equipos se emitían músicas diferentes con extremadamente altos volúmenes.

No creo que la recreación y la residencia en esta área sean incompatibles, pero habría que dotar a esos puntos de ventas con equipos de audio más modestos, seguramente también se requeriría de una menor cantidad de amplificadores, de modo que sus clientes puedan divertirse sin estorbarse unos a otros, ni a los vecinos.

Supongo que hay personas capacitadas para estudiar este problema y darle una solución compensada, racional, que permita la convivencia.

De modo que aquí también vivimos con ruidoso fuego cruzado todo el tiempo, no se trata de una excepción.

R. E. Torres Ruiz

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