Publicada el 21 de diciembre de 2012

Falta de información sobre el precio de la prensa

Como cualquier cubana adicta a la verdad y fidelidad de las noticias soy lectora de Granma y gozo de una suscripción que me permite recibir el diario en mi casa.

El 16 de diciembre, cuando el cartero efectuaba el cobro del mes de enero y yo me disponía a pagarle los 5.40 CUP correspondientes, me informó que a partir del mes de enero este importe ascendía a 8.40 CUP; al preguntarle cuál era el motivo no supo darme una respuesta medianamente aceptable, por lo que al día siguiente mi mamá se comunicó telefónicamente con el Correo buscando una explicación. Finalmente, la atendió un compañero que le dijo "era una orientación que había venido de arriba", producto de un contrato entre el periódico Granma y Correos de Cuba donde, además, se establecía un importe por el servicio a domicilio y que ese era el motivo del aumento.

Al conocer esta respuesta no quedé nada conforme, pues es más dinero que tengo que desembolsar, y además, recuerdo haber leído una nota de esa redacción donde y cito textualmente: "Entre las funciones de nuestro diario no se contempla la distribución ni las suscripciones a la población. Estas tareas las asume la Empresa Correos de Cuba mediante sus oficinas en cada una de las localidades del país".

Mi madre le preguntó que dónde y cuándo se había dado a conocer ese aumento y le respondió el compañero que se había dicho a través del Canal Habana, cosa que no me consta, pero que además Canal Habana es solo para la capital, como bien dice su nombre.

Así las cosas me dirijo a ustedes en busca de verdaderas respuestas, entiendo que esto puede ser una medida que esté a tono con el reordenamiento que se lleva en estos momentos en nuestro país a todos los niveles y esferas de la sociedad, de ser así se puede entender, pero creo que nos merecemos un mínimo de respeto y por lo menos crear un mecanismo de información a la población. Además, tampoco nos podemos ir a los extremos y creo que si yo estoy suscrita al periódico y lo pago en tiempo, tengo derecho a recibirlo en mi casa, libre de ningún otro costo, porque igual recibo en mi domicilio la factura de ETECSA y hasta ahora, que yo sepa, no lleva incluido ningún costo adicional. A este paso, dentro de poco le tendré que pagar un impuesto al cartero por traerme una carta a mi casa.

Esta es mi preocupación, espero haberla expresado clara y correctamente y me disculpo si me extendí.

D. Pizarro

Nota de la Dirección: Granma no tiene ninguna responsabilidad en este asunto.

¿Mejor trato y mejor atención, solo porque pagas en CUC?

Con la doble moneda en Cuba se ha ido desarrollando en algunos sectores de la población una creencia incorrecta de que las personas que pagan (o pagamos, porque casi todos alguna que otra vez lo hemos hecho) en CUC, merecen un mejor servicio y una mejor atención.

Un ejemplo muy cercano es una carta publicada en Granma el pasado 23 de noviembre con el título "Mal servicio en Cubacel", en la cual su autora dice textualmente: "¼ es un servicio que se paga en CUC, por tanto todos los clientes que Cubacel tiene merecen la mejor atención y el mejor trato a la hora de una pregunta, una queja o una cuestión".

Que me disculpe esta persona por tomarla como "material de estudio", no quiero emprenderla con ella, solo aprovecho para poner un ejemplo de algo que he visto convertirse en un modo un habitual de pensar al respecto.

Considero esto una interpretación equivocada, consecuencia colateral de una medida económica que tuvo que tomar el Estado cubano en determinado momento (la doble moneda). Creo que hay que recordarles a quienes piensan así, que en Cuba todos tenemos los mismos derechos, ya sea que paguemos en CUC, CUP o que recibamos un servicio gratuito. E igualmente tiene, quien brinda esos servicios, la misma obligación de ofrecer lo mejor de sí, independientemente de la moneda. Todos debemos brindar y recibir el mejor trato y la mejor atención.

También es verdad que los establecimientos estatales que operan en CUC tienen mejores condiciones y ofertan mejores servicios, pero merecerlos no debería depender de la moneda en que paguemos, sino solo del mero hecho de ser personas y de la dignidad y comportamiento que acompañen, tanto al que brinda el servicio como al que lo recibe.

En nuestra sociedad no existe, o no debía existir, ese tipo de diferencias. Espero que, con la eliminación de la doble moneda, justa pretensión de los Lineamientos del Partido, se elimine también esta tendencia.

R. Rodríguez Jiménez

Coppelia: Mucho que contar

Leyendo esta sección el viernes 14 de diciembre, me resaltó la carta sobre Coppelia: un aporte a la gastronomía. Le explico por qué: Yo y algunas de las personas que algún día hemos ido a Coppelia, hemos sido testigos de algún que otro (des) aporte a la gastronomía dentro de Coppelia. Y se pueden citar tantos que daría pena, voy a poner algunas desde las mínimas hasta las peores, como por ejemplo:

No te ponen el vaso de agua en la mesa.

Te tiran el plato con el helado (es decir, no lo ponen, lo dejan caer).

En la misma cancha hay diferentes sabores de helados, pero a cada dependiente y cada cliente le toca solo un sabor.

En la tablilla puede decir cualquier cosa, usted no haga caso, ese no es el sabor que hay, espere que el dependiente le diga cuál le toca.

La mesa sucia, pegajosa y apestosa de tanto limpiarla con el mismo paño sucio sin lavar.

Estar parados en la cola con la cancha vacía completamente porque esperaron a que se acabara el helado para hacer el pedido, y hay que esperar a que se lleven el pedido, a que lo despachen en el almacén, a que lo traigan, a que se descongele un poco y a que lo sirvan. El tiempo de espera depende del proceso de demora de todos estos trámites y el deseo de trabajar que ellos tengan ese día.

Las bolas chiquitas, huecas y con pedazos de hielo (HIELO: agua congelada).

Cerrado a las 6:45 p.m., porque se acabó el helado (sin embargo, verá las tinas de helado pasar por encima del mostrador e irse en un carro que se llevará en ese mismo instante tres o cuatro de ellas, a la cara de todos, sin ningún reparo ni temor, como si ya eso fuera legal).

La otra modalidad es traer la tina vacía dentro de una mochila y la pasan por encima del mostrador, allí sacan la vacía y echan la llena y el cliente se va con su mochila y su tina de helado indiscretamente.

¡¿Será que yo soy la mata de la mala suerte y todo eso me ha tocado vivirlo a mí en Coppelia?! Creo que más que un desaporte a la gastronomía, esos son males que les hacen daño al cliente y al estado. No hay control, no hay sentido de pertenencia, no hay respeto al cliente, no hay orden.

Y. Mon Alfonso

Es necesario incrementar la interacción con las masas para contrarrestar toda manifestación negativa

Leo sistemáticamente las Cartas a la Dirección, y sinceramente no me dejan un buen sabor ni me gusta nada el rumbo que toman algunas cosas.

La impresión que dejan en muchos casos es de que las denuncias se quedan, por lo general, en eso: en denuncias. Algo así como para que las personas conozcan lo que todos conocen que sucede, y algunos nada hacen por evitar.

También me queda la impresión de que, si se toman medidas, no resultan ejemplarizantes a la larga, pues el mal se reitera una y otra vez. Muchos comisores de delitos no sienten el peso de la ley ni de las sanciones, y reinciden. Algunos, una y otra vez. Otros, que incurren en los mismos errores o transgresiones, ni se sienten aludidos.

Vemos con sorpresa cómo se cometen flagrantes violaciones en todos los órdenes de nuestra vida, y muchas cosas quedan en la denuncia, aunque me da la impresión de que muchos ciudadanos han perdido confianza en este mecanismo de defensa. Esto —sin pretender justificar—, ha generado un cierto nivel de inercia entre buena parte de la población, porque, "total, no va a suceder nada" o "esto no hay quien lo arregle".

No hay que ser muy observador para percatarse de cuanto digo.

Me atrevería, incluso, a afirmar que muchas ilegalidades se han convertido para algunos en fuente de derecho.

Resulta pasmoso ver cómo un ciudadano viola, a la vista de todos, y con la inacción de quienes deben actuar en tiempo y forma, todas las normas y legislaciones, y nadie hace nada. Según se dice, actúan inspectores, pero, al final¼ ¿qué? ¿Dónde están quienes cobran para ver, prevenir y actuar contra estos desmanes? Me hago siempre la misma pregunta: ¿Por qué algunos "señores" se sienten impunes? ¿Por qué no se actúa con la celeridad que está pidiendo la máxima dirección del país?

Se percibe que no existe un correcto funcionamiento de los órganos y organismos de algunos territorios, en los que no hay toda la exigencia por parte de quienes cobran por velar que las cosas fluyan y los problemas se resuelvan; incluso, en ocasiones no se atienden con diligencia las quejas, planteamientos y estados de opinión de la ciudadanía, o ni siquiera se brinda una respuesta convincente, acompañada de una medida convincente contra el violador.

Proliferan las ilegalidades; se nos esquilma por muchos revendedores el salario o la jubilación honestamente ganados; se violan nuestros derechos¼ así, olímpicamente, y no sucede nada y, por el contrario, florecen esas acciones a la vista de todos aquellos que —como dije— están, y cobran, para que nada de esto suceda.

Existen sanciones en nuestro Código Penal contra la especulación y el acaparamiento, sin embargo, esta figura se viola a toda hora y en todo lugar, a la vista de todos, y muchos hacen su zafra incumpliéndola y haciendo a otros (a los simples ciudadanos que viven de sus honrados y escasos ingresos), pagar la fechoría.

Escasean productos, pero algunos "emprendedores" se dan a la tarea de acumularlos, trasegarlos, desaparecerlos de la vista pública, y ofrecerlos "generosamente", como "magnánimos salvadores", a precios cuando menos duplicados y en las cantidades que se desee. Esto, incluso, a las mismas puertas de los comercios, y no creo que sin la complicidad de personas de esos mismos comercios o, incluso, con su participación, o en lugares tan públicos, que simplemente nos negamos a creer que no sea visto por autoridad o funcionario estatal alguno.

Se dice que los productos que se venden —o revenden— por algunos "cuentapropistas" son comprados en comercios estatales o shoppings. Yo diría más. Si nos fijamos (y si investigamos), hay productos que no tienen esta procedencia. ¿O no existen "sustracciones" y "desvíos de recursos" (como eufemísticamente se llama al robo) en centros de trabajo y en almacenes?

Aunque no se perciba, e incluso ni se reconozca por algunos, el Estado cubano subvenciona muchos productos de primera necesidad que en el mercado extranjero incrementan sus precios constantemente, y que hay que importar, enfrentando al criminal bloqueo, desde lugares muy lejanos y sufriendo en algunos casos una cierta cantidad de trabas, sin embargo, elementos inescrupulosos se apropian de esos bienes valiéndose de innumerables subterfugios, y los ponen a circular incrementando su valor en ocasiones por encima del 100 %. Viven a costa del Estado y de la población.

Algunos comerciantes de centros estatales se apropian a su favor, por diferentes vías, de productos que se distribuyen de forma normada y los revenden "por la izquierda", incluso dentro de esos mismos centros y dentro o fuera del horario laboral.

Lo preocupante es que estos "ejemplos" cundan (y están cundiendo), sobre todo entre nuestros jóvenes, y que algunas personas comiencen a tirarse para la vida fácil, para "lo que más da", para lo que más aporta y con menos esfuerzo. "Total, otros lo hacen y no les pasa nada", alegarán en su "defensa".

Más preocupante aún es que personas que nunca pensaron en incurrir en hechos de esta naturaleza, se van sumando al ver florecer la impunidad. "Tengo que buscarme el dinero para vivir", dirán para justificarse¼ aunque eso sea a costa de los demás.

Estamos conscientes de nuestras limitaciones, impuestas por más de 50 años de cruel e injusto bloqueo (aunque haya quienes nieguen su real existencia o le resten peso), pero algunos se han dado a la tarea de potenciarlas haciéndoles el juego a nuestros enemigos, amparados en la pasividad (y en ocasiones complicidad) de funcionarios y autoridades venales.

Se nos convoca a combatir todo lo negativo, pero la realidad es que en ocasiones no sientes el apoyo de quienes deben apoyarte, incluso, de aquellos que padecen lo mismo que tú.

Beneficiarios netos, por otra parte, quienes no tienen ni remota idea de lo que es trabajar para la colectividad, incluso ni de lo que es —o ha sido— trabajar; quienes ni idea tienen de lo que representa que otros se sacrifiquen para brindar salud y educación gratuitas, aun a costa de salarios que no cubren sus necesidades; quienes no "disparan ni un chícharo" o nos roban a plena luz del sol y sin embargo, disfrutan a pierna suelta, sin preocupaciones.

Esta gente están trocando el concepto protección al consumidor por el de "sálvese quien pueda". No estamos en contra de que las personas se ganen su dinero, pero que sea de manera honrada, sin explotar a sus congéneres.

A quienes en las diferentes instituciones e instancias deben controlar y exigir por el adecuado funcionamiento de nuestra sociedad, les digo que lo más grave que pueda ocurrir a alguien que represente al pueblo o deba velar por sus intereses, es perder su contacto con este. Así no se puede controlar, ni ver los problemas de la comunidad, ni escuchar las opiniones y quejas de la población, y mucho menos percibir sus necesidades. Nuestro Guerrillero Heroico, entre los errores sobre los que alertó no debía incurrir nunca un cuadro revolucionario, estaban: desvincularse de las masas, no entender sus anhelos, sobreponer el interés personal ante el social, cometer favoritismo con amistades, dándole la espalda a la masa que precisa se le atienda y escuche.

Es necesario incrementar esa interacción con las masas para contrarrestar toda manifestación negativa que ponga en peligro, incluso, el futuro de nuestra Revolución. Es necesario detectar, demover y, si es necesario, sancionar ejemplarmente a quienes frenan los cambios y obstruyen el buen funcionamiento de nuestras instituciones con métodos burocráticos o corruptos.

La corrupción y la contrarrevolución se dan las manos, y juntas tratan de estrangular a la Revolución.

Nadie en Cuba puede estar exento del control del Partido, del Estado, ni del pueblo, que es el principal garante de la obra y el futuro de esa Revolución.

Ya sobre esto alertó el Comandante en Jefe: solo nosotros podemos destruir la Revolución.

El General de Ejército Raúl Castro ha llamado al combate de todas estas manifestaciones de acomodamiento, inacción e insensibilidades. Nos ha llamado a trabajar con rigor y disciplina. Las pautas están claramente expresadas en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. No pueden quedarse en letra muerta.

O. Seguras Montero

Difusión de música inapropiada en las escuelas primarias

Les escribo para denunciar un fenómeno que se ha ido extendiendo como una epidemia que si no se ataca a tiempo podría tener consecuencias graves para el futuro de nuestros hijos. Es el caso de la divulgación de la música vulgar en los centros escolares primarios.

Les cuento un caso.

El 12 de diciembre paso caminando al frente de la Escuela Primaria República de Colombia en el municipio capitalino de Centro Habana, eran alrededor de la 1:30 p.m., aproximadamente, y estaban montando una escenografía bailable con una música de reguetón con la siguiente letra: Kimba pa' que suene¼

Para mi asombro estaba al frente una jovencita (parece que era la maestra) con los niños gritando e imitando el baile junto con la canción. Es verdad, la música es muy contagiosa, pero su letra deja mucho que desear, y no es el hecho de que se escuche la canción, hay que ver las consecuencias graves a largo plazo que está repercutiendo en la formación de ese niño que en algunos años, después de un bombardeo constante de música vulgar, se convierta en un marginal para la sociedad que con tanto esfuerzo estamos construyendo.

No se trata de que se prohíba poner canciones en las escuelas en un determinado horario de receso, es poner música acorde a una primaria y que sea para niños, ¿por qué quemar etapas?, donde, además, se están formando muchachos muy pequeños desde primero hasta sexto grados y a la par de aprender lo necesario, se les están formando valores, educación formal, amar a la Patria y a los símbolos patrios, a querer a nuestros héroes, etcétera.

Oír música vulgar en edades pequeñas al cabo de los años trae como consecuencia que degrada el vocabulario del niño e inserta ese fenómeno que vemos por ahí como las malas palabras en las conversaciones normales entre jóvenes en cualquier lugar público, la guagua, el cine, en un museo, entre otros.

La verdad es que la escuela como formadora de valores no se debe llevar por la moda y por las circunstancias, debe ser una fábrica constante de valores y corregir todo lo mal hecho que por culpa de algunas personas irresponsables quieren llevar algunos hacia el abismo. La escuela debe ser un panteón que todos y todas lo respetemos y vayamos a trabajar juntos por una sociedad mucho mejor que la de ahora.

A. Hernández

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